Puṇyo gandhaḥ pṛthivyāñca,
tejaścāsmi vibhāvasau,
jīvanam sarva-bhūteṣu,
tapaścāsmi tapasviṣu.
“Una vez más, en la
tierra Yo soy su olor puro, y en el fuego Yo soy su refulgencia. En todas las
criaturas Yo soy la vida, el poder por el cual ellos viven. En los ascetas Yo
soy su austeridad (tapas)”.
El Señor Shrikrishna, la
Fuente de Dicha, dice: “Yo soy el puro sentido del olfato en sí, manifestándose
como la inalterada dulce fragancia, la esencia de la tierra. Yo soy esa esencia
de la tierra, que, como el olor, las urdimbres y tramas en Mí”. En este verso,
la palabra “puro” (punya), que se
refiere al olor (gandha), también
debe entenderse que se refiere a los otros sustantivos y el fuego, la vida y la
austeridad. De hecho, los cinco sentidos, oído, tacto, vista, gusto y olfato,
son en sí mismos, naturalmente, pura e inalterada, pero parece impura a causa
de la degradación de las criaturas. El poder puro de fuego, por ejemplo, que
arde e ilumina todo, que es caliente al tacto y de color rojo brillante en
apariencia, es también la naturaleza del Ser. El poder existente en el fuego es
la urdimbre y trama en el Ser. Del mismo modo, la pura fuerza de vida en todas
las criaturas, que mantiene a las criaturas vivas, es el Ser y, como la vida
específica de todas las criaturas, es la urdimbre y trama en el Ser. Y la pura austeridad
de los ascetas también es el Ser y, como austeridades específicas, son la
urdimbre y trama en el Ser.
Cuando somos presentados
a un desconocido, lo primero que preguntamos es: “Señor, ¿de dónde viene?”. En
la India, en los lugares de peregrinación como Haridwar y Kashi, los sacerdotes
de la ciudad dan la bienvenida a los trenes, con grandes registros que han
registrado visitantes durante los últimos cien años más o menos. Al bajar del
tren te gritan: “¿De dónde eres? ¿De dónde eres?”. Al igual que los sacerdotes,
somos ignorantes acerca del Señor. No sabemos dónde vive. A pesar de que Él nos
conoce, nosotros, al estar limitados en el conocimiento, no lo conocemos como Él
es. Así que somos curiosos acerca de Su residencia. En la Gita, que es Su discurso inmortal, le hacemos la misma pregunta:
“¿Dónde vive el Señor, y en qué forma?”. La Gita
contesta: Puṇyo gandhaḥ pṛthivyāṁ, “El
Señor vive como fragancia pura en la tierra. En la pura fragancia deberías
reconocerme, el Señor”. Cuando nos hacemos conscientes del Señor,
experimentamos, en la fragancia, la paz divina del Señor, dulzura y dicha.
“Del mismo modo resido
en el fuego como refulgencia”. Todas las formas de la refulgencia, el sol, la
luna, los rayos, etc., son de la forma del Señor. Por eso la refulgencia es
dichosa. Como refulgencia, la dicha del Señor existe en todas partes. “Yo contemplo
el Ser Conciente, Brahman, en la forma de refulgencia”. Debemos mantener sentimiento
puro y firme a cada momento. Jākī jaisī
bhāvanā, taiso hī phala hoya, “Como es el sentimiento, así es el fruto”.
El Señor existe en todas
las criaturas como la vida más querida. Pero realmente, ¿qué es la vida? Vamos
a investigarlo. La vida es lo más importante, todo el mundo la quiere mucho.
Por la vida tienen lugar todas las actividades: comer y beber, dar y recibir,
dormir y despertar. A causa de nuestro amor por la vida consideramos adorables
a nuestra familia, dinero, propiedades y casa. Si no pudiéramos experimentar la
vida amorosa de ellos, no los sentiríamos como adorables. En su lugar, los
menospreciaríamos. Si la queridísima vida no existiera en nuestros cuerpos,
todas nuestras acciones corporales se detendrían. Los ojos no verían, los oídos
no oirían, ni la lengua hablaría ni saborearía. Sin vida, nuestros cuerpos y
sus sentidos se volverían inútiles y sin vida. Las acciones del cuerpo y los
sentidos tienen lugar solo mientras queda vida en el cuerpo. Mientras los
sentidos realizan sus funciones respectivas, la vida es su elemento más
esencial. Es como el novio, quien es la parte más importante de una procesión matrimonial.
En medio de todo el espectáculo de una procesión matrimonial, la familia del
novio y sus amigos, los vehículos alegremente decorados, una banda de música;
si el esposo está ausente, el desfile se vuelve insípido y ridículo. No tiene
ninguna razón de ser, por lo tanto, no tiene importancia. De la misma manera,
es la vida que da su relevancia a los órganos de acción y percepción; solo la
vida es preeminente, eso a lo que todos los ojos se vuelven. Pero lo que la
vida es realmente debe ser investigado.
Algunos lo llaman el
proceso de la vida que respira. Mientras la respiración ocurre, el cuerpo está
vivo. Todos sabemos que cuando la respiración se detiene el cuerpo se convierte
en un cadáver. Sin embargo, es incorrecto considerar al proceso de inhalar y
exhalar —prāṇa y apāna— como la vida sublime. La vida sublime es diferente de estos
procesos. Es mucho mayor. En este contexto, se dice en la Kaṭha śruti,
Na prāṇena nāpānena, martyo jīvati kaścana,
itareṇa tu jīvanti yasminnetā-vupāśritau (Kaṭhopaniṣat 2,2,5).
“Una criatura mortal no
está viva a causa de prāṇa y apāna, sino por un poder conciente del
que el prāṇa y apāna son dependientes”. Así como las dos ruedas de un carro giran
sobre un eje, las dos ruedas, prāṇa y
apāna, del carro del cuerpo, giran
sobre el eje del yo conciente. En la Kena
śruti el Ser, en la forma de vida sublime, se llama prāṇasya prāṇaḥ (1,2), “el prāṇa
del prāṇa”, que es el sustrato de y
el motivador del prāṇa.
La génesis del universo
es descripta en la Aitareya Upaniṣad.
El Señor creó todos los cuerpos, cavidades corporales y sentidos por Su poder
de saṅkalpa o voluntad. Para que
podamos percibir los objetos sensorios, como las formas, a través de los
diversos órganos de los sentidos, Él incluso colocó a las respectivas deidades
para presidir las funciones propias de cada órgano. Los sentidos pueden
percibir cada objeto sensorio a través de su órgano correspondiente, solo
debido al poder de la deidad que preside a cada uno, y no lo contrario. El Sol
es el que preside y quien concede el poder de los ojos. La lengua tiene dos
funciones, hablar y reconocer seis tipos de sabores. Para el poder de hablar de
la lengua, el órgano de la palabra, el Señor designó al dios del fuego, y para
el poder de la lengua de saborear, nombró a Varuna, dios del agua. Cada deidad
designada fue instalada en su cavidad correspondiente, o la ubicación de ese
sentido. Pero incluso después de haber hecho esto, el cuerpo no realizó ninguna
función; los ojos no veían, los oídos no oían, la lengua no hablaba. Aún así
los sentidos yacían inmóviles e inertes.
Ante esto, el Creador se
preguntó: “¿Por qué los órganos de acción y de percepción aún yacen inertes y sombríos?
¿Qué ha pasado?”. Meditó en esto, y luego exclamó: Kathaṁ nvidaṁ madṛte syāt? (Aitareya
Upaniṣad 1,3,11). “¡Oh! Sin mi presencia, mi pulsación conciente, ¿cómo
puede cobrar vida este conjunto de órganos de acción y percepción? No puede.
Para que cobren vida y todos funcionen, Yo, que soy Presencia y Conciencia,
debe entrar en el cuerpo como el Ser Interior”. Para esto el Señor necesitaba
otra puerta. Pensó: “No es apropiado para mí, el Gobernante Supremo y Ser
Universal, entrar en el cuerpo a través de las puertas que ya son utilizadas
por las deidades regentes”. Así que decidió hacer una entrada privada en la
coronilla de la cabeza. Por consiguiente, Él rompió la coronilla de la cabeza y
entró en el cuerpo. Tatsṛṣṭvā tadevānuprāviśat
(Taittiriya Upaniṣad 2,6), “Después
de haber creado el cuerpo y los órganos, el Ser Supremo entró en él”. En el
momento en que el Ser Conciente entró en el cuerpo, cada órgano cobró vida y
comenzó a realizar su función respectiva: los ojos comenzaron a ver, los oídos
comenzaron a escuchar, la lengua comenzó a hablar. Esta variada colección que
había sido tan triste como un cementerio, de repente se transformó en una
hermosa forma, similar a un verde jardín florido bien planificado. Así como el encender
la luz en una habitación oscura ilumina todo, y destruye toda la oscuridad en
muy poco tiempo, el poder de la conciencia hace que el conjunto de órganos de
acción y percepción se vuelva activo.
La historia de la upaniṣad
demuestra que la vida eterna, inmutable, es el Ser Conciente. En la forma de conciencia,
el Señor, el Ser Universal, está presente en todos los cuerpos como el Ser
interior. Mantengan el dulce sentimiento de que el Señor, el amor supremo, es
omnipresente en todas las formas de vida. En su corazón repitan incesantemente:
Cidānanda-rūpaḥ Śivo ’haṁ Śivo ’haṁ,
“En la forma de conciencia y dicha, soy Shiva, soy Shiva”. Vean a todas las
criaturas como el Señor. Llévenles solo felicidad. Deseen, hablen y trabajen solo
para el bienestar de todos.
En los ascetas, el Señor
existe en la forma de sus austeridades. Las escrituras describen muchas
austeridades, de las cuales el celibato es la mayor y más elevada. No hay
austeridad mayor que el celibato; incluye todas los demás. Llevar a cabo el
propio deber es otra gran austeridad. No importa cuántos obstáculos y
adversidades surjan, no importa cuán difícil pueda ser una tarea, llevar a cabo
el deber de acuerdo con la ética y el código moral es una gran austeridad.
Permanecer en el propio deber, sin confundirse ni eludirlo, es una hazaña
posible solo para corajudos y valientes. Esta también es la clase más alta de
austeridad. Las prácticas espirituales (swādhyāya)
y escuchar disertaciones (pravacana)
también son austeridades. El sabio Nākomodgalāyana está de acuerdo con esto. La
shruti dice:
Swādhyāya-pravacanābhyāṁ na pramaditavyaṁ (Taittiriya Upaniṣad 1,11,1).
“Nunca descuides la
práctica espiritual o la disertación”.
Del mismo modo en que
nunca somos descuidados en cuanto a conseguir suficiente para comer y beber todos
los días, y tomamos alimentos y bebidas con amor, para tener fuerza en nuestras
vidas; de la misma manera, en aras de una robusta, dulce y divina vida
espiritual, debemos seguir realizando prácticas espirituales con amor cada día,
y escuchar con atención y fe las disertaciones dadas por los eruditos y
maestros.
En la Gita el Señor Shrikrishna describe tres
tipos de austeridades: las relacionadas con el cuerpo, el habla y la mente. La
austeridad del cuerpo son la adoración de Dios, el guru y los conocedores de
Brahman, la pureza, la sencillez, el celibato y la no violencia. Las
austeridades del habla son el hablar beneficiosa y cariñosamente que no causa
pesar, leer los vedas y otras escrituras, y la repetición del santo nombre del
Señor. Las austeridades de la mente son mantener una mente alegre y pacífica,
haciendo un hábito de la contemplación del Principio Divino, el control de la
mente y la purificación de las emociones. En la sección Shānti Parva del Mahābhārata se dice,
Manasaś-cendriyāṇāṁ ca hyaikāgryaṁ paramaṁ tapaḥ (25,4).
“La focalización de la
mente y los sentidos es llamada la austeridad mayor (tapas)”.
El tipo más bajo de
austeridad es hacer que el cuerpo se marchite con el ayuno. Tapas literalmente
significa quemar, por lo que quemar el cuerpo con cinco fogatas en los cuatro
lados, y bajo el sol, el quinto, es también una austeridad, como lo es la
aplicación de cenizas por todo el cuerpo. Aquel que practica cualquiera de ellas
es un asceta en su tipo, y en todos los que las practican el Señor mismo
aparece en la forma de sus austeridades. Todas las buenas austeridades son las formas
del Señor.
Todo lo que es bueno en
el mundo, todo lo que es bello o produce placer es una forma del Señor. Los sentimientos
malos o confusos, los sentimientos que aumentan la miseria y el obsesionamiento,
son formas de maya. Todos los seres
humanos prefieren ver y escuchar lo bueno a ver y escuchar lo malo. Todo el
mundo quiere un buen tipo de vida, solo cosas buenas que comer y beber, nunca
malas. Siente la presencia del Señor en todas las cosas buenas.
Los que no se distraen
en su devoción al Señor, aquellos cuyos sentimientos son puros, cuya fe es
firme, que tienen una visión equilibrada, que se absorben en la contemplación
de Brahman, ven al Señor en todo, lo bueno y lo malo. A sus ojos, nada es malo
o desagradable. Prahlād era un devoto así, sin distracciones, que tenía visión
equilibrada. Incluso en las filosas y brillantes espadas esgrimidas por los
demonios que lo atacaban, solo veía al suave Señor. De pie, sin miedo, audaz y
fresco ante ellos, dijo, “¿Qué hay que temer en la forma del Señor?”. La fuerza
de su confianza lo protegió. Una persona común y corriente se atemoriza cuando
es atacada por una persona enojada y armada, y huye. Pero Prahlād no era una
persona común y corriente. Era un devoto extraordinario del Señor. Era un
vidente. Los demonios lo arrojaron al fuego, tratando de reducirlo a cenizas.
Pero Prahlād era un ferviente seguidor de la Gita. Las enseñanzas de la Gita
estaban arraigadas en su corazón.
Tejaścāsmi Vibhāvasau, “Yo, el Señor, soy el
resplandor en el fuego”, era la convicción de Prahlād. ¿Cómo, entonces, podría
quemarlo la forma pura del Señor? ¿Cómo podía molestarlo? En virtud de su firme
confianza en el Señor, el fuego se volvió como agua fresca. Prahlād, firme en
su experiencia del Señor, solía decir:
Jale Viṣṇuḥ, sthale Viṣṇuḥ, Viṣṇuḥ parvata-mastake,
Jvālā-mālākule Viṣṇuḥ, sarvaṁ Viṣṇu-mayaṁ jagat.
“El Señor existe en el
agua, en el suelo, en la cima de la montaña, y en las llamas del fuego. Todo
este mundo es el Señor”.
Por el poder del
sentimiento puro del Principio Divino omnipresente, Prahlād fue protegido de
todo tipo de persecución. El Señor, la masa de Existencia-Conciencia-Dicha, el
Ser interior de todos, es omnipresente.
Ahaṁ hariḥ sarvamidaṁ janārdano
nānyat-tataḥ kāraṇa-kāryajātaṁ (Viṣṇu Purāṇa 1,22,87).
“Yo mismo soy Hari (el
Señor). Todo este mundo es Janārdan (el Señor). En él, no hay ninguna otra
causa o efecto que el Señor”. Prahlād tenía este tipo de confianza. En la
confianza hay un gran poder.
Muchas veces
Hiraṇyakaśipu, el rey de los demonios, conspiró para matar a su hijo, Prahlāda,
quien era devoto de Vishnu. Todos sus planes fueron inútiles. Aun así, con
frecuencia Hiraṇyakaśipu ordenó a los demonios:
Durātmā vadhyatāmeṣa nānenārtho ’sti jīvatā,
svapakṣa-hāni-kartṛtvāt, yaḥ kulāṅgāratāṁ gataḥ (Viṣṇupurāṇ 1,17,31).
“¡Oh demonios! Maten a
este chico. Desháganse de él. Si vive, crecerá la desgracia y no la fortuna. Su
comportamiento es contrario a las costumbres demoníacas. Él adora a Vishnu, el enemigo
de los demonios. Va a llevar a nuestro clan a la ruina”. Cuando todos sus complots
para matar a Prahlād resultaron infructuosos, el frustrado Hiraṇyakaśipu dijo:
Yastvayā manda-bhāgyokto madanyo jagadīśvaraḥ,
kvāsau? yadi sa sarvatra, kasmāt stambhe na dṛśyate (Bhāgawat 7,8,13).
“¡Oh siniestro Brat! ¿Dónde
está ese Vishnu a quien llamas Señor, el gobernante del mundo? ¿Quién más que
yo puede ser el gobernante del mundo? Sin lugar a dudas, eres desafortunado. De
lo contrario, ¿por qué serías tan estúpido como para desaprovechar un trono de emperador
y riquezas, y enloquecer por un inexistente Vishnu?”.
La gente mundana y obtusa
llama un devoto de Dios estúpido y desafortunado. Llaman a un gran ser que ha
vencido y renunciado a todo deseo, funesto y miserable.
Janamako duḥkhiyo, karamako hīna, tāko rāma phakaravo
kīna,
“La vida desde su
nacimiento fue triste; la fortuna nunca lo buscó.
Solo al Señor Supremo, adquirió
por estima”.
Hiraṇyakaśipu enfrentó a
su hijo diciendo:
—¡Prahlād! Si dices que tu
Señor está de hecho en todas partes, omnipresente y perfecto, entonces dime, ¿por
qué no puedo verlo en esta columna? Lo que está en todas partes debería estar también
aquí.
Contemplando al Señor en
la columna, Prahlād respondió con confianza inquebrantable:
—¡Yo también le veo en
esta columna! Sin lugar a dudas mi Señor es omnipresente.
Y el Señor, para
respaldar la afirmación de Prahlād, que el Señor que mora dentro, sin forma, y eminente,
es omnipresente, rompió la columna y apareció en la forma de Nṛsimha. En este
contexto, el sabio Citsukhācārya alaba al Señor Nṛsimha tan bellamente:
Stambhā-bhyantara-garbha-bhāva-nigada-vyākhyā-tatad-vaibhavo,
Yaḥ Paṅcānana-pāṅcajanya-vapuṣā vyādiṣṭa-viśvātmataḥ,
Prahlādā-bhihitārtha-tat-kṣaṇa-milad-dṛṣṭa-pramāṇaṁ Hariḥ, So ’vyād vaḥ
śaradindu-sundara-tanuḥ siṁhādri-cūḍāmaṇiḥ.
“Al residir en una de las
columnas en forma embrionaria, el Señor mostró Su eminencia; y al aparecer
claramente en la columna en la forma de Nṛsimha, Él presentó su naturaleza como
el Ser Universal. Él tiene una forma hermosa como la luna de otoño. Después de
destruir a los malvados y bendecir a sus devotos, hizo de la montaña Simhachala
Su morada, y corroboró de inmediato las declaraciones de Prahlād. Que el Señor
Shri Hari nos bendiga”.
Para alguien que tiene un
anhelo puro, firme y fiel en el Señor, y quiere verlo en una forma específica
en un lugar específico, el Señor aparece sin lugar a dudas en esa forma y
lugar:
Hari vyāpaka sarvatra samānā, premase pragaṭa hoi main
jānā (Mahātmā Tulasīdās).
“Hari es omnipresente en
todos lados por igual. Con amor Él se manifiesta, lo sé perfectamente”.
La Muṇḍakopaniṣad también declara:
Yamevaiṣa vṛṇute tena labhyaḥ tasyaiṣa
Ātmā vivṛṇute tanu guṁ svāṁ (3,2,3).
“Al que Lo quiere, Él
viene y revela Su propia naturaleza”.
Pero, ¿quién lo quiere?
Algunas personas muestran su falsa devoción con un deseo superficial y
artificial. Su anhelo real es por un cónyuge hermoso, riqueza abundante y majestuosa,
prestigio y honor. Tienen plena devoción por las cosas temporales de este
mundo. En estas condiciones, ¿cómo pueden alcanzar al Señor? Pero sin lugar a
dudas, el Señor sale al encuentro de quien Lo anhela con verdadero amor. Se ha
reunido con muchos devotos, grandes seres y sabios cuyo deseo ha sido serio.
Hay muchos ejemplos de esto.
Solo por anhelar conocer
al exclusivo, el más amado y venerado Señor, Prahlād se convirtió en un gran
devoto del Señor. Solo liberándose a sí mismo de todos sus bajos deseos
mundanos, se volvió sin preocupaciones, sin deseos, sin miedos, y absorto en la
dicha suprema. Esto se desprende de su conducta pura.
Para cumplir con la
promesa de Prahlād y protegerlo, el Señor apareció en forma de Nṛsimha, el hombre-león,
furioso y feroz. Su horrible lengua, de color rojo brillante, se meneaba entre
sus enormes dientes afilados. Iracundos, sus ojos ardían como carbones
encendidos. Su gruesa melena caía sobre sus hombros. Hiraṇyakaśipu, jactancioso
y malvado, de pie, con la espada desenvainada para atacar, fue cortado en
tiras, desgarrado como un conejo por las largas garras del Señor. Hiraṇyakaśipu
cayó muerto rápidamente.
Entonces todos los
dioses y diosas supieron que el Señor había aparecido en forma de Nṛsimha.
Indra, Varuna, Kubera, Rudra-gaṇa (un grupo de devotos de Shiva), ellos y
muchos otros fueron delante del Señor por Su darshan. Entre ellos se encontraba su consorte y compañera eterna,
la diosa Lakshmi. Pero ni un solo dios o diosa se atrevió a ir cerca de Él.
Todos tuvieron miedo de su forma furiosa y feroz. Pidieron a Lakshmi, “¡Oh
diosa! Por favor, acércate al Señor primero, haz que se sienta bien, y cálmalo”.
Pero incluso Lakshmi tembló de miedo ante la horrible forma de Nṛsimha del
Señor. Señaló con gestos que no se atrevía a acercarse a él, y dijo que nunca
había visto a su amado esposo tomar una forma tan horrible.
Entonces Shiva, el Señor
de Kailas, para destacar la grandeza de Prahlād, dijo a los dioses: “¿Por qué
no pedimos a Prahlād que se acerque al Señor? Los devotos son siempre valientes
y exultantes. Es en nombre de Prahlād, después de todo, que el Señor tomó esta
feroz forma. Para proteger a los devotos virtuosos y destruir a los malos, el
Señor está obligado a aparecer con frecuencia en esta tierra. Sus devotos lo
ven de una forma suave, y los pecadores impíos ven una forma temible. Es por
eso que la gente devocional canta Aya
mere bholebhāle Rām, ‘Este, mi Rāma, es Bhola-Bhala’, que significa ‘el
Señor es simple ('Bhola'), así como agudo ('Bhala')’. Para los devotos Él es
simple, pacífico, sonriente, bondadoso, protector. Para los impíos se vuelve
agudo, feroz, punitivo, destructor”.
A instancias de Shiva,
las deidades le pidieron al devoto Prahlād, que estaba cerca y sonriente, que
se acercara al Señor. Inmediatamente Prahlād presentó sus respetos a los dioses
y se acercó a Él. Al ver a su amado devoto, el Señor se puso contento y su
enojo desapareció. Tomó a Prahlād con ambas manos y lo abrazó con mucho amor.
Pidió disculpas a Prahlād: “Perdón por el retraso en protegerte de los malos.
Debería haber venido más rápido. No pude venir; fue un error de mi parte. Por
favor, perdóname”. Repetidamente el Señor expresó su gran afecto y humilde apaciguamiento.
Entonces dijo a Prahlād:
Prahlād! Bhadra! Bhadraṁ te, prīto ’smi te ’surottama!,
Varaṁ vṛṇīṣvābhimataṁ, kāmapuro ’smyahaṁ nṛṇāṁ (Bhāgawat 7,9,52).
“¡Mi querido Prahlād! ¡Bendiciones!
¡Oh el más grande de los demonios! Estoy muy complacido contigo. Pide un deseo;
yo cumplo todo deseo de mi devoto”.
Al escuchar las palabras
del Señor, Prahlāda dijo con una sonrisa,
Mā mā pralobha-yotpattyā ’’saktaṁ kāmeṣu tairvaraiḥ,
Tatsanga-bhīto nirviṇṇo mumukṣustvā-mupāśritaḥ (Bhāgawat 7,10,2).
“¡Señor! Por naturaleza me siento atraído por los
objetos sensorios y las riquezas. Por favor, no me tientes con ellos. El
disfrute sensorio me pone en problemas. Renuncio a ellos y quiero liberarme de
ellos, así que me refugio en Ti”.
Ahaṁ tvakāma-stvadbhaktaḥ tvaṁ ca svāmyana-pāśrayaḥ (Bhāgawat 7,10,6).
“Yo soy Tu siervo
devoto. Y Tú eres mi amo independiente y pleno”.
Yasta āśiṣa āśāste, na sa bhṛtyaḥ sa vai vaṇik (Bhāgawat 7,10,4).
“Quienes te sirven, no porque
te quieran sino porque quieren cumplir con alguna ambición mundana, no son Tus
empleados o devotos. Solo están haciendo un trueque”. Cualquier deseo que surge
en el corazón destruye rápidamente las cualidades divinas como la rectitud, el
coraje, la modestia, la inteligencia, el talento, la brillantez, la memoria, la
verdad, por no hablar de la energía de los sentidos, la mente, el prana y el
cuerpo”.
Vimuñcati yadā kāmān, mānavo manasi sthitān,
Tarhyeva puṇḍarīkākṣa!, Bhagavattvāya kalpate (Bhāgawat 7,10,9).
“¡Oh Señor de ojos de
loto! Aquel que abandona todos los deseos mundanos que residen en la mente es
capaz de alcanzar el Principio Divino”, dijo Prahlāda y permaneció en silencio.
Incluso tentado por favores, Prahlād no tuvo ninguno de los deseos que tientan
a la gente común. Para ver si el corazón de Prahlād estaba verdaderamente vacío
de deseos y para mejorar su reputación, el Señor insistió en que Prahlād pidiera
un favor: “¡Prahlād! Insisto. Pídeme un favor. Te será concedido”. Sintiendo la
necesidad de obedecer a su amado, el todopoderoso Señor, esa joya suprema de la
inteligencia respondió inmediatamente.
Kāmānāṁ hṛdyasaṁrohaṁ bhavatastu vṛṇe varaṁ (Bhāgawat 7,10, 7).
“¡Oh mi Señor! ¿Cómo
puedo rechazar tu orden terminante? Si deseas bendecirme con un favor, por
favor bendíceme con que ninguna semilla de deseo germinar nunca en mi corazón”.
Esto complació al Señor en gran manera.
Claramente, la vida pura
de Prahlād muestra que era un amante extraordinario de Dios, sin deseos, sin
preocupaciones, sin miedo, tolerante de las dificultades. Sentía igualdad en
todo. Por todas partes veía la auspiciosa forma de Dios.
En los tiempos modernos,
San Tukārām de Mahārāṣṭra fue un devoto del mismo tipo. Veía al Señor en todo.
Una noche San Tukārām y sus devotos, absortos en el amor por el Señor, cantaban
Rama Krishna Hari y bailaban. Algunos
de los devotos tuvieron mucha sed. Uno de ellos, un novicio llevó una jarra a
un pozo cercano para conseguir agua. Mientras descendía unos pasos en el pozo,
vio a un demonio, un fantasma. Ante tal atemorizante forma, dejó caer la jarra y
corrió llorando “¡Un fantasma! ¡Un fantasma!”, y se desmayó de miedo. Cuando
los otros lo trajeron de vuelta a la conciencia rociándolo con agua, tembló al
describir su encuentro con el fantasma. San Tukārām, que lo estaba escuchando,
se echó a reír y dijo:
—¡Oh devoto! ¿Por qué
tenías miedo del Señor-fantasma? En la Gita
el Señor dice:
Mattaḥ parataraṁ nānyat kiñchidasti (Gītā 7,7).
“En este mundo no existe
nada que no sea el Señor”. El Señor es todo lo que es. Él aparece en todas las
formas, buenas y malas.
Harireva jagat, jagadeva Hariḥ, Harito jagato na hi bhinna-tanuḥ,
“Hari mismo es el
universo. El universo mismo es Hari. Ni siquiera un átomo del universo es
diferente de Hari”.
Aneka-rūpa-rūpāya, Viṣṇave prabha-viṣṇave (Viṣṇu-sahasra-nāma).
Eko devo Nārāyaṇo na dvitīyo ’sti kaścit (Nārāyaṇa Upaniṣad).
“Salutaciones a Vishnu,
quien aparece como la miríada de formas del universo”. “Solo el Señor Narayana
está en todas partes, nadie más”.
Al oír a Tukārām, el
devoto supremo, el asustado principiante se molestó. Dijo:
—Ve al pozo tú mismo.
Entonces verás cómo es el Señor-fantasma.
Rápidamente Tukārām fue
al pozo con la jarra y algunos kartals
(largos címbalos de madera que se chasquean juntos como castañuelas). Dentro
estaba el demonio fantasma, que se manifiesto en su forma feroz frente a Tukārām.
Pero Tukārām, percibiendo el firme, puro sentimiento del Señor en el fantasma,
comenzó a chasquear sus kartals con
concentrado amor, cantando Rama Krishna
Hari y bailando. Alabando al Señor-fantasma, dijo:
—¡Oh Señor! Has
aparecido en esta forma, que es distinta de las veinticuatro encarnaciones, ¡solo
para mí! ¡Excelente! Eres fabuloso. ¡Cuán hermosos son tus ojos! ¡Qué tan
grandes tus dientes! ¡Ah! Mi querido multiforme Señor, qué bendito soy de tener
la visión de esta dichosa nueva forma”.
El firme sentimiento de Tukārām
por el Señor transformó al fantasma en el Señor, que reveló Su forma, suave,
agradable, sumamente encantadora, maravillosa y dulce, que se había escondido
dentro del feroz fantasma.
A un devoto similar, Nāmadev,
el Señor Keshava se le apareció en forma de un perro. Una vez Nāmadev preparaba
rotis en el bosque. Estaban casi
listos, solo faltaba rociar ghi sobre
ellos, y el sentimiento de la omnipresencia del Señor forzaba su paso a través
del corazón de Nāmadev.
Embriagado en su
devoción como el exaltado devoto Narasimha Mehta (un santo de Gujarāt), cantó
en la misma línea que Narasimha Mehta.
Akhila brahmāṇḍamāṁ eka tū śrīhari,
jhūjhave (vividha) rūpase tū hī bhāse,
jāgīne joūṅ to jagata dīse nahīṅ,
ūṅghamāṅ aṭapaṭā bheda bhāse.
“En todo el universo,
Shrihari, solo estás Tú,
En las formas
desconcertantes, solo Tú apareces.
Mientras estoy despierto
no veo el mundo;
Mientras duermo todas
las diferencias desaparecen”.
En ese momento un perro
hambriento se abalanzó, le arrebató cuatro rotis
y huyó gimiendo. Nāmadev, devoto sencillo, sintió la presencia del Señor en el
perro y comenzó a llamar:
—¡Oh mi Señor con rabo!
¿Por qué corres con esos secos rotis?
Déjame al menos rociarlos con ghi.
En el fervor de la
devoción, corrió tras el Señor-perro. El perro pensó una cosa, y el devoto otra.
Nā jānūṅ kisa rūpameṅ Nārāyaṇa mila jāya,
“No sé con qué forma,
Narayana me enfrentará la próxima vez”.
Debido a la sinceridad
de Nāmadev, el Señor tuvo que mostrar Su forma divina en el perro. Vāsudevaḥ sarvamiti (Gita 7,19), “Vasudev es todo”, dice la Gita, el Señor demostró esta enseñanza
con Nāmadev. En el Señor todo existe, Él lo penetra todo, todo es el mismo
Señor.
Sa otaḥ protaśca vibhuḥ prajāsu (Śukla Yajurveda 32,8).
“El eminente Ser Supremo
interpenetra todos los objetos sensibles e insensible. Él los invade por dentro
y por fuera”.
Bāhara bhītara eko jāno, yaha Guru jñāna batāī,
Jana-Nānaka binu āpa pichāne, miṭe na bhramakī kāī.
“Fuera y dentro, solo
hay Uno que conocer,
Este conocimiento me fue
otorgado por mi Gurú.
Oh familia de Nanak, conózcanse
a sí mismos, deben hacerlo;
Sin eso no limpiarán el
polvo del engaño”.
La experiencia genuina
del Principio Divino solo existe en los corazones puros de los devotos del
Señor, desapegados y sin deseos.
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