¡Raso hamapsu kaunteya!
Prabhā ’smi śaśi-sūryayoḥ,
praṇvaḥ sarva-vedeṣu,
śabdaḥ khe pauruṣaṁ nrṣu.
“¡Oh, hijo de Kunti,
Arjuna! En el agua Yo soy gusto; en la Luna y el sol, Yo soy luz; en todos los vedas,
Yo soy el auspicioso oṁ; en el
espacio Yo soy sonido, y en los hombres Yo soy fortaleza”.
En la estrofa anterior
el Señor Shrikrishna, la fuente de la dicha, presenta la idea de que el
universo entero se teje sobre Él, tiene su ser y su manifestación en Él. Ahora
describe en detalle y de manera extraordinaria cómo esto es así. El Señor dice:
“Yo soy la verdadera esencia y la causa del agua, el sol, la Luna y todo lo
demás en el universo, por lo que el universo se teje sobre Mí”. La esencia del
agua es el gusto. El gusto es la causa del agua. El agua existe debido a la
existencia del gusto. Si el gusto no existiera, el agua no existiría. Así, la
afirmación de que el gusto es la única causa del agua se justifica por ambas
afirmaciones, positiva y negativa. Una causa da lugar a un efecto. En
particular, el gusto da lugar al agua. “En Mi forma como gusto, toda el agua se
entrelaza. En la forma del sutil sentido del gusto, yo soy el sustrato del agua
y resido en ella”. En la próxima estrofa, la novena, puṇyo gandhaḥ, el sentido del olfato, ha sido considerado como
atributo. El sabor, brillo y demás deben considerarse como atributos similares.
Por lo tanto, la cualidad esencial del agua, que es su dulzura, es la
naturaleza misma del Señor, el Ser que siempre se encuentra en el agua como
dulzura. Es por ello que el agua dulce se llama “soporte vital” para todo tipo
de vida. Jalaṅtu jīvanaṁ smṛtaṁ, “El
agua es considerada como soporte vital”. Sin agua no sobreviviríamos.
La dulzura es inherente al
agua de mar, a pesar de que está enmascarada por una alta saturación de sal.
Los lógicos consideran a la luz y no a la tierra como la causa del oro. Luego
el oro, un efecto de la luz, debe ser brillante y deslumbrantemente ardiente.
Pero el oro no brilla en la oscuridad ni es caliente al tacto. Bajo estas
circunstancias, ¿por qué es el oro considerado como un efecto de la luz? Los
lógicos responden: “A pesar de que el oro es un efecto de la luz, y por lo
tanto debería ser deslumbrantemente brillante y caliente al tacto, la parte
terrestre del oro suprime esas cualidades. Por lo tanto, el deslumbrante brillo
interior del oro aparece como un amarillo terroso, y su calor es suprimido por
el frío de la tierra”. De manera similar, la salinidad de la tierra enmascara
la dulzura interior del agua de mar. Pero cuando el agua de mar se evapora y se
vuelve nubes de lluvia, un proceso ordenado divinamente separa la salinidad de
la dulzura, de modo que solo la dulzura se evapora.
Tengan en cuenta,
entonces, al mirar el agua o beberla, que su dulzura inherente es una forma del
Señor. Sientan siempre que el Señor es supremamente dulce, y que su dulzura
puede ser saboreada en el agua. Cuando este sentimiento se vuelve firme y
constante, sentimos en nuestro corazón el sabor del Señor, que es pura dicha.
Los sentimientos son poderosos; causan la felicidad y la miseria. El que tenga
buenos sentimientos se vuelve una buena persona, mientras que el que tiene
malos sentimientos se vuelve malvado. De acuerdo a lo que deseamos, en eso nos
convertimos. En este sentido, somos independientes, nadie nos impide tener
buenos o malos sentimientos. Si tienes un dulce en cada mano, sabiendo que uno
está lleno de veneno y el otro lleno de néctar, y desechas el venenoso, se te
considerará comprensivo, con discernimiento, y benévolo contigo mismo. Si
estúpidamente desechas el nectáreo y comes el venenoso, se te considerará
ignorante y autodestructivo. Los sentimientos de amor hacia Dios son la fuente
de la dicha. Son dulces llenos de néctar. Los sentimientos de amor hacia el
mundo ilusorio, agobiado por lo dual, son dulces venenosos.
Si albergas sentimientos
corruptos, tu mente también está corrupta. Los malos sentimientos luego
corrompen el cuerpo. Una vez, un hombre trabajador que se sobreexigía tuvo una
fiebre común. Fue a su médico, quien lo examinó a fondo. Como el doctor estaba
ocupado, le dijo al hombre que le enviaría un informe detallado de sus
hallazgos. Después de que el hombre se hubo ido, el doctor escribió su informe,
en el que afirmaba que no había nada realmente malo, solo una ligera elevación
de la temperatura que bajaría con medicación y dos días de descanso. Sin
embargo, por error el asistente del médico le envió por correo un informe de
otro paciente, que decía: “Su hígado está dañado. Está perforado por los
gérmenes de la enfermedad”. Al leerlo, el hombre se alarmó. Sintió que su
muerte era inmanente y comenzó a sentir dolor. Su rostro se volvió amarillo y
pálido. Sentía a su hígado en llamas. Empezó a llorar: “¡Ay! ¡Ay! ¡Me estoy
muriendo!”. Su enfermedad se había agravado. Le dijo a su familia que iba a
estar con ellos solo por un corto tiempo y que moriría pronto. Les pidió que
hicieran donaciones en su nombre si lo deseaban. Ellos se asustaron al verlo
pálido. Llamaron al médico de inmediato; cuando llegó y lo vio, le dijo:
—¿Qué pasó? Ayer estabas
bien.
—Leí el informe sobre mi
enfermedad y me enteré de que mi hígado está enfermo.
El médico, sorprendido,
le pidió ver el informe. Cuando lo leyó, le dijo a su paciente que su asistente
había cometido un error y le había enviado un informe de otro paciente.
—Su hígado está bien —le
dijo.
En un instante, el dolor
del paciente desapareció, se levantó de la cama y se puso bien.
Los sentimientos
enfermizos enferman hasta a un cuerpo sano. Si los sentimientos enfermizos
pueden tener tal efecto debilitante sobre el cuerpo, los sentimientos buenos
pueden sin duda hacer lo contrario. Así como las malas palabras, como
“perverso” y “corrupto”, tienen un efecto perverso, echando a perder el estado
de ánimo de algunos y enojando a otros, las buenas palabras y los buenos sentimientos
tienen un buen efecto, alivian la ansiedad y agradan a los demás. Del mismo
modo que apreciamos tener un tesoro secreto y nos sentimos bien pensando
constantemente en ello, podemos obtener un gran beneficio al recordar el
sentimiento dichoso del Ser, poniendo nuestra atención en él y desarrollando y
un gran amor por él. El Señor ha dicho: “Yo estoy delante de ti en múltiples
formas. Así como estoy en el agua como el gusto, así estoy en la Luna y el sol
como luz”.
Para aquellos que se
preguntan: “¿Dónde está Dios? ¿Dónde puedo encontrarlo?”, el Señor responde:
“¿Dónde no estoy? Me pueden encontrar en todas partes. Yo estoy en todas
partes. Ya me has encontrado. Pero tus ojos están cerrados y es por eso que no
me ves. La agradable luz del sol y la Luna, que impregna todo el universo, es
en verdad mi forma. El brillo de la luz está dentro y fuera. Percíbeme como esa
luz”. Se dice,
Yādṛśī bhāvanā yasya, siddhir bhavati tādṛśī,
“Tal como es nuestro
sentir es nuestro logro”.
El Señor también dice,
en el decimoquinto capítulo de la Gītā,
Yadāditya-gataṁ tejo jagad-bhāsayate ’khilaṁ,
Yaccandramasi yaccāgnau tattejo viddhi māmakaṁ (Gītā 15,12).
“Sepan que el brillo que
está presente en el fuego y en el sol que ilumina al mundo entero, es en verdad
Mi naturaleza”.
Por eso los yogis meditan en el Señor como Luz. En
el Yogaśāstra se dice,
Dhyāyet-tejomayaṁ brahma, tejodhyānaṁ parātparaṁ,
Bhruvormadhye mano ’rddhe ca yattejaḥ praṇavātmakaṁ.
“Medita en Brahman como
luz. Esta es la mejor meditación. Piensa en la luz que está presente, en la
forma de praṇava, en el espacio entre
las cejas (el ājñācakra), y en el
corazón, donde reside la mente, como Brahman”.
Lalāṭa-madhye hṛdayā-mbuje vā,
yo dhyāyati jñānamayīṁ prabhāṁ tu,
śaktiṁ yadā dīpavadu-jjvalantīṁ,
paśyanti te brahma tadeka-niṣṭhāḥ (Yogī-Yājñavalkya saṁhitā-u. 12,25,4).
“Cuando uno se absorbe
en la meditación sobre el consciente poder luminoso que brilla como una lámpara
en el centro de la frente o en el loto del corazón, uno realiza a Brahman sin
lugar a dudas”.
El famoso mantra gāyatrī, que es como la madre de todos los vedas y brāḥmaṇas, ofrece instrucciones para la
meditación en la luz más favorable del Señor Supremo. Maharshi Viśwāmitra dice:
Saprabhaṁ satyamānandaṁ hṛdaye maṇḍale ’pi ca,
dhyāyan japet-tadityeta-nniṣkāmo mucyate ’cirāt.
“El que repite el mantra gāyatrī mientras medita en la verdad, la felicidad y la luz de
Brahman en el corazón, y en la confluencia de los nervios del ‘sol’ y de la
‘luna’ entre las cejas, es rápidamente liberado de la esclavitud del mundo”.
Mantén el sentimiento no
dualista que “Ese brillo en forma de luz es en verdad Brahma, Shiva y Vishnu.
Esa es mi verdadera naturaleza”. También se dice,
Arka-jyoti-rahaṁ brahma, brahma-jyoti-rahaṁ śivaḥ,
āiva-jyoti-rahaṁ viṣṇuḥ, viṣṇu-jyoti-rahaṁ śivaḥ.
“Yo soy Brahman en la
forma de la luz del sol. Yo soy Shiva en la forma de luz de Brahman. Yo soy
Vishnu en forma de la luz de Shiva. Yo soy Shiva en la forma de la luz de
Vishnu”.
Praṇava, el sonido del oṁ, que es la esencia y la causa de los vedas, es Mi naturaleza.
Todos los vedas se tejen sobre mí, el Señor, en la forma de praṇava. Por lo tanto, el sonido del oṁ es el ser interior de todo, en
realidad, es todo. Los conocedores de los vedas llaman al mantra oṁ el Brahman de
una sílaba. Las shrutis también
dicen:
Omiti Brahma (Taittiriya
Upaniṣad 1,8), oṁkāra evedaṁ sarvaṁ
(Chāndogya Upaniṣad 2,23,3), Omityātmānaṁ yuñjīta (Taittiriya Āraṇyaka 10,63).
“Oṁ es Brahman”. “Este universo es oṁkār (que es la sílaba pronunciada oṁ) en sí”. “Sumerge tu mente en la contemplación del Ser en la
forma de oṁ”.
Todos los vedas se
manifestaron desde oṁkār. Desde los vedas
todos los dioses, como Indra, comenzaron su existencia. Es por eso que al
pronunciar oṁkār uno obtiene el fruto
de estudiar todos los vedas y todos los dioses que moran en oṁkār son complacidos. Ama al Señor en
la forma de oṁkār. Con mucha fe y
dedicación repite oṁkār. El Señor, en
la forma de oṁkār, es absoluta paz,
luz y dicha suprema. Por lo tanto, la absorción en el mantra oṁ trae paz
perfecta, brillante luz y pura dicha al buscador. En la Muṇḍakopaniṣad se dice,
Omityevaṁ dhyāyatha ātmānaṁ,
svasti vaḥ pārāya tamasaḥ parastāt (Muṇḍakopaniṣad 2,6).
“Medita en tu Ser con oṁkār. Serás bendecido. Disipando la
oscuridad de la ignorancia, serás el perfecto, luminoso, dichoso Brahman”.
Los vedas, smritis y puranas y todas las escrituras están llenas de reverencia por oṁkār. En la Kaṭhopaniṣad, Yama canta a Nachiketā, el hijo de un sabio, sobre la
grandeza de oṁkār.
Sarve vedā yatpada-māmananti,
tapāṅsi sarvāṇi ca yadvadanti,
yadicchanto brahma-caryaṁ caranti,
tatte padaṁ saṅgraheṇa bravīmi. Oṁ ityetat,
etaddhyevākṣaraṁ brahma, etaddhyevākṣaraṁ paraṁ,
etaddhyevākṣaraṁ jñātvā, yo yadicchati tasya tat.
Etadā-lambanaṁ śreṣṭha -metadālambanaṁ paraṁ,
etadā-lambanaṁ jñātvā, brahma-loke mahīyate (1,2,15-16-17).
“¡Oh Nachiketa! Ese
estado, que se describe en los vedas, es el resultado de esta sadhana e incluye el fruto de todas las sadhanas, así como el Ganges incluye
todos los lugares santos, o como la pata de un elefante cubre todas las patas. Para
lograr ese estado los buscadores practican la más alta y difícil de todas las
prácticas: el celibato. Puedo describirte ese estado brevemente: ese estado es oṁ. La sílaba oṁ es Brahman inmanente con atributos, así como Brahman
trascendente sin atributos. Una vez que el buscador conoce el omnipresente,
imperecedero, inmutable oṁ, cualquier
resultado es lograble. Por lo tanto de todas las prácticas para alcanzar a
Brahman, lo mejor y lo más recomendable es tomar el apoyo de oṁ. Tomando y practicando con este
apoyo, el buscador va a brahmaloka y
experimenta la grandeza de la luz y la dicha total”.
En la Praśnopaniṣad, Satyakama, el hijo del
sabio Shibi, le pregunta a Pippalād Maharshi,
¡Sa yo ha vai tat Bhagavan! Manuṣyeṣu prāyaṇāntam-oṁkāramabhidhyā
yīta, katamaṁ vāva sa tena lokaṁ jayatīti (5,1).
“¡Mi Señor! Si uno
medita ininterrumpidamente en oṁkār
hasta la muerte, ¿qué estado alcanza?”.
Tasmai sa hovāca etadvai satyakāma, paraṁ cāparaṁ ca brahma,
yadoṁkāraḥ,
tasmād-vidvānete-naivāyatane-naikataram-anveti (5,2).
Pippalād Muni dice: “¡Oh
Satyakama! Oṁkār es verdad el inmanente
y trascendente Brahman, que es Brahman con y sin forma. Al practicar oṁkār, el docto alcanza uno de estos
estados de Brahman”.
Luego resume:
Ṛgbhiretaṁ yajurbhi-rantarikṣaṁ,
sāmabhir-yattat-kavayo vedayante,
tamoṁkāreṇaivā-yatanenā-nveti vidvān,
yattacchānta-majara-mamṛta-mabhayaṁ
paraṁ ceti (5,7).
“A través del Ṛgveda, con la práctica de oṁkār, un buscador alcanza esta
existencia humana terrenal, es decir que el buscador renace aquí equipado con
prácticas como el discernimiento, etc.
A través del Yajurveda, con la práctica de oṁkār, el buscador alcanza la región
celestial y experimenta diversos placeres de poderes sobrehumanos.
A través del Sāmaveda, con la práctica de oṁkār, el buscador alcanza brahmaloka, que los videntes conocen.
De esta manera, mediante
la práctica de oṁkār, el buscador
alcanza sucesivamente los tres mundos que son las manifestaciones del Brahman inmanente,
y por la misma práctica el docto buscador del Supremo Brahman alcanza ese
estado de tranquilidad que carece de los mundos, atormentados por la dualidad,
de despertar y soñar; ese estado carente de vejez, muerte y miedo, el
trascendental supremo, la luz consciente de Brahman”.
La práctica de oṁkār se ha explicado en la Muṇḍakopaniṣad:
Praṇavo dhanuḥ śaro hyātmā, Brahma tallakṣyamucyate,
apramattena veddhavyaṁ śaravat-tanmayo bhavet (2,2,4).
“El mantra oṁ es el arco y el
ser individual es la flecha. Brahman, el Ser supremo, es el blanco.
Sumergiéndote en el blanco con tranquilidad y concentración impecables, apunta
como una cabeza de flecha que da el en blanco de Brahman”.
El objetivo no puede ser
alcanzado sin volverte absorto, sin olvidar todo lo demás. Un día Droṇācārya,
el entrenador de tiro con arco y gurú de los Kauravas y los Pandavas, decidió
poner a prueba a sus alumnos y saber quien se distinguía como arquero certero.
Colgó un pájaro de papel con un punto negro en su ojo derecho, de la rama más
alta de un enorme árbol baniano, en el centro de un espacio abierto. Ese punto
era el objetivo. Puso a todos sus estudiantes en fila y les mostró el pájaro y
el objetivo. El hijo de Dhṛtarāṣtra, Duryodhana, encabezaba la fila. Droṇācārya
le dio un arco y una flecha, y cuando Duryodhana apuntó al blanco, el Guru
Droṇācārya le preguntó:
—¡Duryodhana! ¿Estás
listo para dar en el blanco?
—¡Sí, Gurudev! —dijo
Duryodhana.
—¡Muy bien! ¿Qué es lo
que ves?
—¡Yo lo veo todo,
Gurudev! —dijo Duryodhana. —Veo el árbol. Veo sus altas ramas extendiéndose por
todas partes. ¡También te veo a ti y a la gente del pueblo que ha venido a ver
el espectáculo de tiro con arco!
Droṇācārya luego dijo:
—Bueno, ahora que estás
a punto de lanzar la flecha, ¿qué ves?
Sin captar el punto de
la pregunta, Duryodhana, irritado, le contestó:
— ¿Crees que soy ciego
como mi padre? ¿Por qué me preguntas qué veo? ¿Crees que no veo nada?
Droṇācārya no respondió
a su arrogancia, pero pensó: “No va a dar en el blanco”. En voz alta, dijo:
—¡Dispara la flecha!
Duryodhana erró.
A continuación fue el
turno de Yudhiṣthira. Cuando apuntó Gurudev le preguntó:
—¡Yudhiṣthira! ¿Qué es
lo que ves?
Humildemente Yudhiṣthira
dijo:
—¡Gurudev! ¡Yo también
veo el árbol y todo lo demás!
Gurudev sacudió la
cabeza con pesar y dijo:
—¡Adelante! ¡Dispara la
flecha!
Yudhiṣthira también erró.
Luego vino Arjuna, quien
montó la flecha en el arco y apuntó al blanco. Gurudev le preguntó:
—¡Arjuna! ¿Qué es lo que
ves?
—No veo nada, excepto el
punto negro en el ojo del pájaro —respondió Arjuna.
—¡Bien! ¡Muy bien! —respondió
complacido Gurudev, y acarició afectuosamente la espalda de Arjuna. —Puedes
soltar la flecha.
Al concentrarse en el
objetivo, Arjuna acertó, y todo el pueblo vitoreó y aplaudió su logro.
Aquel que practica oṁkār debe enfocarse con la misma
intensidad en el blanco, como Arjuna, abandonando toda preocupación mundana.
Cuanto más te sumerges en el blanco, más vas a experimentar la gran paz y la
dicha de Brahman.
La Māṇdukyopaniṣad explica la importancia de oṁkār, y en un comentario sobre este texto, el venerado
Gauḍapādācārya detalla:
24. Oṁkāraṁ pādaśo vidyāt, pādā mātrā na saṁśayaḥ,
oṁkāraṁ pādaśo jñātvā, na kiñcidapi cintayet.
25. Yuñjīta praṇave cetaḥ, praṇavo brahma nirbhayaṁ,
praṇave nitya-yuktasya, na bhayaṁ vidyate kvacit.
26. Praṇavo hyaparaṁ brahma, praṇavaśca paraḥ smṛtaḥ,
apūrvo ’nantaro ’bāhyo ’naparaḥ praṇavo ’vyayaḥ.
27. Sarvasya praṇavo hyādir – madhya – mantas-tathaiva
ca,
evaṁ hi praṇavaṁ jñātvā, vyaśnute tadanantaraṁ.
28. Praṇavaṁ hīśvaraṁ vidyāt, sarvasya hṛdi
saṁsthitaṁ,
sarva-vyāpinam-oṁkāraṁ matvā dhīro na śocati.
29. Amātro ’nanta-mātraśca dvaitasyo-paśamaḥ śivaḥ,
oṁkāro vidito yena sa munir-netaro janaḥ”
(āgama-prakaraṇaṁ).
“Conoce oṁkār a través de los tres componentes
de oṁ, “A”, “U”, y “M”, que
representan el universo en sus tres estados. Entiende oṁkār a través de estos componentes y no pienses en nada más.
Centra tu mente en oṁkār que es la
verdad sublime, el intrépido Brahman. El buscador que siempre contempla oṁkār, no tiene ningún rastro de miedo,
en cualquier lugar, en cualquier momento, ante cualquier persona. Oṁkār es realmente Brahman trascendental
(sin atributos y sin forma), y también es considerado como inmanente (con
atributos y formas). Oṁkār es sin
principio (sin causa), sin brechas, sin lo externo (que es el mundo exterior),
sin fin (sin efecto) e inmutable (sin mutaciones). Praṇava es verdaderamente el principio, el medio y el fin de todo.
Esto significa que en él reside la creación del universo, comenzando con el
espacio, su mantenimiento y disolución. Conociendo de esta manera la naturaleza
verdadera de oṁkār, el buscador que
practica la repetición de oṁkār se
convierte en uno con la naturaleza supremamente pura de oṁkār como el agua se integra en la leche. Por lo tanto, praṇava debe ser considerado como el
Señor, residiendo como testigo en todos los corazones. La persona inteligente,
habiendo conocido al omnipresente oṁkār,
nunca se aflige. Solo aquel que contempla la Realidad Suprema a través de oṁkār, que conoce al indivisible oṁkār, la naturaleza de Shiva, que
disuelve la dualidad que causa divisiones, es un sabio. Nadie más puede ser un
sabio”.
El primer capítulo de la
Chāndogyopaniṣad describe la
importancia de oṁkār en el desarrollo
de gusto y firmeza en la práctica espiritual:
Omityetadakṣara-mudgītha-mupāsīta, omiti hyudgāyati
tasyopavyākhyānaṁ. Eṣāṁ bhūtānāṁ pṛthivī rasaḥ, pṛthivyā āpo raso ’pāmoṣadhayo
rasaḥ, oṣadhīnāṁ puruṣo rasaḥ, puruṣasya vāgraso vāca ṝgrasaḥ, ṝcaḥ sāma rasaḥ,
sāmna udgītho rasaḥ. sa eṣa rasānā guṁ rasatamaḥ paramaḥ parārdhyo ’ṣtamo
yadudgīthaḥ (Chāndogyopaniṣad 1,1,1-2-3).
“Oṁ es el mantra de una
sílaba que es el udgītha o el
comienzo del Sāmaveda. El Ṛgveda lo llama oṁ. Aquel oṁ debe ser
adorado. Los recitadores del Sāmaveda
cantan oṁ y se absorben en él. Ahora
sigue una explicación detallada de la sílaba. La esencia de todas las criaturas
es la tierra. La esencia de la tierra es el agua. La esencia del agua es las
plantas. La esencia de las plantas es un ser humano (en cuanto un ser humano es
producido a partir de fluido seminal, que es la esencia de las plantas). La
esencia del ser humano es el habla. La esencia del habla es el Ṛgveda. La esencia del Ṛgveda es el Sāmaveda (muchos himnos del Sāmaveda
provienen del Ṛgveda). La esencia del
Sāmaveda es el udgītha (que es oṁ). Ese udgītha merece el más alto lugar entre
todas las esencias: el octavo en orden, el más grande y el más valioso”.
Oṁ ityedakṣara-mudgīthamupāsīta, oṁ iti hyudgāyati,
tasyopavyā khyānaṁ, devā vai mṛtyorbibhyatas-trayīṁ vidyāṁ prāviśan, te
chando-bhirachhādayan, yadebhirachhādayan tachhandasāṁ chandastvaṁ, tānu tatra
mṛtyur-yathā matsya-mudake pari-paśyedevaṁ paryapaśyata...., te nu
vidittvordhvā ṝcaḥ sāmno yajuṣaḥ svarameva prāviśan,.... eṣa u svaro
yade-tadakṣara-metadamṛtam-abhayaṁ tatpraviśya devā amṛtā abhayā abhavan, sa ya
etadevaṁ vidvānakṣaraṁ praṇauti, etadevākṣara guṁ svara-mamṛta-mabhayaṁ
praviśati, tatpraviśya yadamṛtā devā-stadamṛto bhavati (1,4,1-2-3-4-5).
“El mantra oṁ de una sílaba,
como el udgītha, debe ser meditado.
La gente canta el udgītha empezando
con oṁ. Ahora se explica en detalle
su importancia. Dioses como Indra, que tenían miedo de la muerte, entraron en
el triple conocimiento del Ṛgveda, Yajurveda y Sāmaveda o comenzaron a realizar los sacrificios prescritos en
estos tres vedas. Para liberarse del miedo se cubrieron con las prácticas que
figuran en los himnos védicos. Debido a esto, los himnos se llaman chandas (o cobertura). Al igual que un
pescador que mira los peces en el agua, la muerte observaba a los dioses
sumergidos en las aguas de sacrificios védicos. Presumiendo los motivos de la
muerte, los dioses abandonaron estos sacrificios, viendo su transitoria
“protección”, y se sumergieron únicamente en la práctica de swara (sonido de oṁ). Este swara, el oṁ de una sílaba, es en sí mismo
imperecedero y quita el miedo. Practicándolo, los dioses se convirtieron en
inmortales e intrépidos, y con eso, por supuesto, libres del miedo a la muerte.
Aquel que entiende la verdadera naturaleza de oṁ, quien practica, también se vuelve inmortal e intrépido como los
dioses”.
El segundo capítulo de
la Chāndogyopaniṣad también hace
hincapié en la importancia de oṁkār:
Prajāpatir-lokānabhyatapat, tebhyo
’bhitaptebhyas-trayī vidyā saṁprāsravat, tāmabhyatapat, tasyā abhitaptāyā
etānyakṣarāṇi saṁprāsravanta bhūr-bhūvaḥ-svariti, tānyabhya-tapat, tebhyo
’bhitaptebhyaḥ oṁkāraḥ saṁprāsavat, tadyathā śaṅkunā sarvāṇi parṇāni
saṅtṛṇṇāni, evamoṁkāreṇa sarvā vāk saṅtṛṇṇā, oṁkār eveda guṁ sarvam oṁkāra eved
guṁ sarvaṁ (2,23,2-3).
“Prajāpati Brahmā, el
amo de la creación, contempló los catorce mundos para encontrar su esencia. La
esencia que le fue revelada fue los tres vedas, el Ṛgveda, el Yajurveda y el
Sāmaveda. Luego buscó la esencia de
los tres vedas, y encontró las tres sílabas bhūḥ,
bhuvaḥ y swāhā. Luego buscó la esencia de las tres sílabas y encontró que
era oṁ. Al igual que todas las hojas
se mantienen unidas por la nervadura central, todos los idiomas se mantienen
unidos por oṁ. En otras palabras, oṁ impregna todas las lenguas del mismo
modo que la nervadura central de la hoja se expande como una red. Así oṁkār impregna el universo sensible e
insensible”.
La naturaleza sin forma
de oṁ es todo. En este mundo, todo
objeto que está disponible como una causa o un efecto tiene un nombre y una
forma. La totalidad de las formas es llamada el mundo de los significados (arthasṛṣṭi) y la totalidad de los
nombres es llamada el mundo de los sonidos y palabras (śabdasṛṣṭi). La doctrina de los vedas es que el mundo de los
significados es el efecto del mundo de las palabras. A la inversa, el mundo de
las palabras es la causa del mundo de los significados. Un efecto no puede ser
separado de su causa, por lo que el mundo de los significados no puede ser
separado del mundo de las palabras. Las palabras verbalizan significados y los
significados son atribuidos a las palabras. Por lo tanto, los objetos son
aceptados o rechazados solamente a través de palabras. Las transacciones que
involucran objetos requieren conocer las palabras. Cuando una jarra se destruye
solo queda arcilla, por lo cual las jarras son consideradas como formas de
arcilla; de la misma manera, cuando los objetos son destruidos, solo los nombres
permanecen, por lo que se considera que los objetos tienen la naturaleza de los
nombres. Por lo tanto el universo verbal es considerado como el apoyo y la
causa de todo el universo de las formas. De la misma manera que diversos
efectos tienen una sola causa, muchas jarras individuales de diversas formas y
tamaños tienen en común el nombre de “jarra”. Lo que es a priori es la causa, y
lo que es a posteriori es el efecto. Desde este punto de vista, el a priori
mundo de nombres no puede ser diferente del a posteriori mundo de formas. Así,
el mundo de nombres incluye el mundo de formas.
Así, todo lo que existe
en el mundo de los nombres se origina a partir de oṁkār, permanece en oṁkār
y finalmente se disuelve en oṁkār.
Así como las jarras y otros objetos que se originan a partir de la arcilla
permanecen como formas de la arcilla y son considerados como incluidos en la
arcilla, todas las palabras, tanto si son mundanas o de los vedas, tienen su
origen, sostenimiento y final en su oṁkār
raíz y están consideradas como incluidas en el mismo oṁkār. Por lo tanto oṁkār
es, en sí, el mundo de nombres y formas. Así como oṁkār es todo, también Brahman es todo. Así, la naturaleza de oṁkār es Brahman. Alternativamente, oṁkār denota a Brahman y Brahman es el
significado atribuido a oṁkār; y
puesto que la palabra y su significado no son diferentes, la naturaleza de oṁkār es Brahman. Expresado de otra
manera, oṁkār, cuya forma es el
mundo, está contenido en el sustrato del mundo, Brahman. Dado que la naturaleza
de lo que está contenido en el sustrato no puede ser diferente del propio
sustrato, desde este punto de vista también, la naturaleza de oṁkār es Brahman. Es por eso que los
buscadores deben repetir continuamente el mantra
oṁ, que manifiesta el mundo entero, y
meditar en él con fe y concentración, considerándolo como sat-chit-ananda (existencia, conciencia y dicha), el Ser de todo,
Brahman.
El Señor Shrikrishna, a
quien los vedas indican como el Ser Supremo, dice en la Gītā,
Omityekākṣaraṁ brahma, vyāharan māmanusmaran,
yaḥ prayāti tyajan dehaṁ, sa yāti paramāṁ gatiṁ (Gītā 8,13).
“El que repite la sílaba
oṁ, contemplando al Señor, quien es
el significado de oṁ, abandona el cuerpo,
alcanza el estado más elevado”.
En esta estrofa, la
palabra vyāharan significa
“repetición de oṁ” y māmanusmaran significa “contemplación de
oṁ como el Ser Supremo”. Un mantra no debe ser repetido sin el
conocimiento de su significado. La contemplación es preeminente en la
repetición de mantra. Uno repite el mantra para alcanzar el objetivo de su
contemplación. En su obra Yogaśāstra,
Maharshi Patanjali dice:
Tasya vācakaḥ praṇavaḥ (Yogaśāstra 1,27), Tajjapas-tadarthabhā
vanaṁ (1,28), Tataḥ
pratyakcetanādhigamo ’pyantarā yābhāvaśca (1,29).
“Su (el Ser Supremo)
nombre significante es praṇava. Así
que el significado de praṇava, el Ser
Supremo, también debe ser contemplado junto con la repetición. De este modo, la
repetición de mantras y la
contemplación culmina en una experiencia directa de Brahman consciente y en la
destrucción de velos como la ignorancia”.
Svādhyāyād yogamāsīta, yogāt-svādhyāya-māmanet,
svādhyāya-yogasampattyā paramātmā prakāśate.
“Después de cantar debe
practicarse yoga, y después del yoga debe practicarse canto. Cuando el canto y
el yoga llegan a término, brilla el Ser Supremo”. Aquí la incesante repetición
de oṁ es llamada canto, y contemplar
su significado con ardor es llamado yoga. En otro lugar se dice:
Japaśrāntaḥ śivaṁ dhyāyed, dhyānaśrāntaḥ śivaṁ japet,
japadhyāna-samāyuktaḥ paraṁ brahmādhi-gacchati.
“Después de cansarte de
repetir el mantra, medita en Shiva:
después de cansarte de meditar, repite el mantra
de Shiva. De esta manera, llevando a cabo repetición de mantra y contemplación excelentes, un gran ser realiza el Ser
Supremo”.
Pregunta: ¿Estas citas
quieren decir que repetir el mantra y
contemplar su significado no debe practicarse simultáneamente, sino uno tras
otro?
Respuesta: Las
escrituras recomiendan ambas prácticas. Para la persona competente, se
recomienda la práctica simultánea. Por eso, en Yogavārtika se dice Praṇavena
paraṁ Brahma, dhyāyīta niyato yatiḥ, “El asceta que controla los sentidos y
sigue las reglas debería meditar en Brahman por medio del praṇava mantra”. En
referencia a esta declaración, las smṛtis
nos mandan Tajjapas-tadartha-bhāvanaṁ,
“Junto con la repetición del praṇava
también debe ser contemplado su significado, el Ser Supremo”. Esta otra
declaración reafirma esta práctica, Praṇava-japena
saha brahmadhyānaṁ praṇidhānaṁ kartavyaṁ, “Junto con la repetición del praṇava debe practicarse la meditación
en Brahman”. De acuerdo con nuestra aptitud e interés, las prácticas pueden
realizarse simultáneamente o alternadas. Es tu elección, no un requerimiento.
Consideremos ahora cómo,
en los asuntos mundanos, el oír palabras deseables o indeseables hace que las
sensaciones correspondientes fluyan en el corazón y envuelvan por completo a un
ser humano.
Cuando un joven escucha
de sus padres que va a casarse, se precipita en su corazón un flujo de
sentimientos correspondientes a lo que significa un “casamiento”. “Voy a llevar
tales adornos en la boda. La gente me honrará como se hace con el novio.
Montaré a caballo en la procesión, con una banda al frente y mujeres detrás de
mí, cantando canciones con mi nombre. Cuando lleguemos a la casa de mi suegro,
estaré fascinado al ver a mi joven y bella novia”. Llevado en el flujo de
“pensamientos sobre casamiento”, se olvida del mundo exterior. Su rostro se
ilumina con sentimientos agradables y sus ojos brillan de felicidad.
Un padre tiene noticias,
por medio de un amigo, acerca de su hijo en el extranjero. De repente, olas de
dulces recuerdos surgen en su corazón. Ve a su hijo en su ojo mental y mantiene
conversaciones imaginarias con él. Su corazón está lleno de amor paternal. Está
absorto en pensar en su hijo.
Del mismo modo, alguien
escucha el nombre de su enemigo. Inmediatamente, surgen en su corazón
incesantes pensamientos sobre el enemigo, que lo llenan de ira y odio. Dominado
por el odio, ve la forma de su enemigo en el ojo de su mente. Por ejemplo,
Kamsa odiaba al Señor, pero al mismo tiempo era Su devoto, es decir que siempre
se acordaba de Krishna y nada más que de Krishna. Olas de sus sentimientos de
odio hacia Krishna fluían tan abundantemente en el corazón de Kamsa, que veía a
Krishna y solo a Krishna en todas partes. En el Bhagawat se describe la contemplación llena de odio de Kamsa:
Āsīnaḥ saṁviśans-tiṣṭhan-bhuñjānaḥ paryaṭan-mahīṁ,
cintayāno hṛṣīkeśaṁ apaśyat tanmayaṁ jagat (10,2,24).
“Debido al odio, cayó en
la contemplación de Hṛṣīkeśa (el controlador de los sentidos), el Señor
Shrikrishna, al levantarse, sentarse, comer, beber, caminar y pasear; tanto es
así que el mundo entero parecía lleno de Krishna”.
Ver o escuchar acerca de
alimentos agrios o dulces hace agua la boca; es el efecto de nuestros
sentimientos acerca de las cosas ácidas y dulces.
Del mismo modo, la
repetición del praṇava mantra inicia el flujo de sentimientos
sobre el significado del praṇava, el
Ser Supremo. La Māṇdukyopaniṣad dice
acerca de los sentimientos, So ’yamātmā
’dhyakṣaro ’dhi-mātraṁ pādā mātrā mātrāśca pādāḥ (8), “Literalmente, el Ser
es oṁ. Oṁ está hecho de vocales, cada una de los cuales representa uno de
los universos, o estados del Ser”. En las Kārikās,
Shānkarabhāṣya y Gauḍa-pāda, se explican estos estados:
“El mismo perfecto, Uno
sin segundo Ser Consciente, por un lado es llamado un ser individual con el
atributo de vyaṣṭi, que significa un
agregado de cuerpos separados, y por el otro, el Gobernante o el Ser Universal,
con el atributo de samaṣṭi, es decir,
una multitud de componentes que son esencialmente lo mismo que el conjunto.
Tanto el Ser individual como el Ser Universal tienen cuatro estados cada uno. A
causa de las diferencias en estos estados también tienen cuatro nombres. Así
como la misma persona es llamada cocinero cuando prepara la comida, sacerdote
cuando celebra la adoración, estudiante cuando estudia, y maestro cuando
enseña, el Ser individual es llamado viśva
o mundo al ser testigo del estado de vigilia, el mismo Ser es llamado taijas o luz cuando es testigo del
estado de sueño, es llamado prājña o inteligencia
al ser testigo del estado de sueño profundo, y es llamado turiya o cuarto al ser testigo del cuarto estado de la
inmanifestación del mundo. Así, el Ser individual, con el atributo del cuerpo,
tiene cuatro aspectos: viśva, taijas, prājña y Turīya.
Con el atributo de brahmāṇḍa o el huevo primordial del cual
brota el universo, el mismo Ser universal es llamado con cuatro nombres: virāt, omnipresente; hiraṇyagarbha, literalmente, el primordial
huevo dorado que produce el universo; īśvara,
Señor, y Brahman. Cada uno corresponde a cuatro estados universales, denso,
sutil, causal y supracausal, respectivamente.
Cuando el Ser universal
es testigo de la forma densa del universo, se llama virāt. Al ser testigo de la forma sutil del universo se llama hiraṇyagarbha o sūtrātmā, es decir, la naturaleza de hilo o sustrato. Al ser
testigo de la forma causal del universo (maya)
se llama īśvara, y cuando es el Ser
puro desprovisto de todo formas ilusorias que constituyen el universo se llama
Brahma.
Oṁkār tiene cuatro componentes: “A”, “U”, “M” y
la media luna, llamada la media vocal, también llamada oṁkār sin vocales, oṁkār
de vocal sin fin, o la cuarta pura vocal consciente.
Con el atributo del
cuerpo denso, virāt y viśva representan la vocal “A”. Con el
atributo de la forma densa universal la “omnipresencia” se manifiesta en el
Ser, y con la forma densa individual el “mundo” se manifiesta en el Ser. Sin
los atributos, ni la omnipresencia ni el mundo aparecen, solo queda la
conciencia pura, que es el significado perceptible de la vocal “A”.
Con el atributo del
cuerpo sutil, hiraṇyagarbha y taijas representan la vocal “U”. Con
referencia al atributo sutil universal se manifiesta en el Ser la cualidad de
ser un huevo dorado, y en referencia al atributo sutil individual, el encanto
se manifiesta en el Ser. Sin los atributos, ni la cualidad de huevo dorado ni
el encanto aparecen, solo queda la Conciencia pura, que es el significado
perceptible de la vocal “U”.
Con el atributo del
cuerpo causal, el soberano y la inteligencia representan la letra “M”. En
relación con el atributo universal maya,
manifiesta la soberanía, y con respecto al atributo de maya individual (ignorancia), la inteligencia se manifiesta en el
Ser. Sin los atributos, ni la soberanía ni la inteligencia aparecen, solo queda
la Conciencia pura, que es el significado perceptible de la letra “M”.
El Ser individual como
mundo debe ser considerado como omnipresente porque el atributo del cuerpo es
creado a partir del atributo de brahmāṇḍa
o el huevo universal primordial. Una forma individual es como un árbol y el brahmāṇḍa es como un bosque. Dado que la
relación entre una forma individual y el brahmāṇḍa
es de causa y efecto, los dos atributos no son considerados como diferentes
entre sí. Cuando dos atributos son considerados lo mismo, todas las
imposiciones sobre ellos también dejan de ser diferentes, al igual que cuando
se trae una jarra dentro, las imposiciones del espacio dentro de la jarra y del
espacio interior de la casa se hacen una. Del mismo modo, la forma individual
reside en el brahmāṇḍa, la imposición
sobre el Ser individual, como mundo se convierte en uno con la imposición sobre
el brahmāṇḍa como omnipresencia. De
esta manera el mundo del Ser individual debe ser considerado como la
omnipresencia del Ser universal por medio de la vocal “A” del oṁkār.
La luz del Ser
individual debe ser considerada como de la naturaleza del huevo dorado del Ser universal.
Aquí también, el cuerpo sutil individual y el cuerpo sutil universal están
relacionados como causa y efecto. Ellos son considerados como iguales, y por lo
tanto las imposiciones de la luz y del huevo dorado no pueden ser diferentes.
Por lo tanto la luz del Ser individual debe ser considerada como el huevo dorado
del Ser universal por medio de la vocal “U” de oṁkār.
Del mismo modo, la
inteligencia del Ser individual debe ser considerada como teniendo la
naturaleza del soberano, porque la ignorancia, que surge predominantemente del sattva impuro en el Ser individual, y maya, que surge predominantemente del Sattva puro del Ser Universal, están
relacionados como causa y efecto. Así, el atributo de maya y el atributo de la ignorancia no son diferentes, y por lo
tanto las imposiciones como la inteligencia del Ser individual deben ser
consideradas como el soberano del Ser universal por medio de la letra “M” de oṁkār.
Virāt, el Ser
omnipresente, debe ser entendido como de la naturaleza de Hiraṇyagarbha, el
Huevo Dorado Primordial, y Hiraṇyagarbha debe ser entendido como teniendo la
naturaleza de Īśvara, el Soberano, porque la causa del atributo denso de la
omnipresencia es el atributo sutil Hiraṇyagarbha, y la causa del atributo sutil
Hiraṇyagarbha es maya, el atributo de Īśvara. De la misma manera, la vocal “A”
debe ser fusionada en la vocal “U”, la “U” en la letra “M” y la “M” en el oṁkār sin vocales, la media luna final.
Así como Brahman, el Ser eterno, forma el sustrato de los tres aspectos
impermanentes (el mundo, el encanto y la inteligencia) del Ser individual, el
eterno oṁkār sin vocales es el
sustrato de las tres letras impermanentes “A”, “U”, y “M”.
Por eso, el oṁkār sin vocales es considerado como no
diferente del cuarto aspecto, Brahman, del Ser individual. De esta manera, a
partir del atributo del mundo hasta llegar al atributo de la soberanía, todo el
universo sensible e insensible es imaginado en el Ser, que es la base de todo,
puro, sin fin, Uno sin segundo.
En el capítulo diez del Bhagawat, Brahmā, quien es experto en
los Vedas, dice mientras elogiaba al Señor Narayan Shrikrishna:
¡Ko vetti bhuman! ¡Bhagavan! ¡Parātman!,
Yogeśvaro-tīrbhavata-strilokyām,
kva vā kathaṁ vā kati vā kadeti,
vistārayan krīḍasi yogamāyāṁ.
tasmādidaṁ jagada-śeṣa-masat-svarūpaṁ,
svapnā-bhamasta-dhiṣaṇaṁ puru-duḥkha-duḥkhaṁ,
tvayyeva nitya-sukha-bodha-tanāvanante,
māyāta udyadapi yatsadivāvabhāti (10,14,21-22).
“¡Oh Señor! Tú eres el
Ser Supremo omnipresente y el Señor del yoga. Cuando juegas expandiendo tu yogamaya, ¿hay alguien en los tres
mundos que pueda saber cómo, dónde y por cuánto tiempo seguirá tu juego? Por lo
tanto, todo este mundo es como un sueño, falso, indescriptible, vacío de
conocimiento verdadero y cada vez más lleno de tristeza. Es imaginado, ya que
surge de maya, sin embargo parece
real, ya que es sobreimpuesto a Ti, el eterno, dichoso, omnisciente, infinito
Ser Supremo. Solo parece ser consciente y dichoso. De hecho, no es real, no es
consciente, no es dichoso, mientras que Tú, Brahman, quien sostienes el mundo,
¡eres eso!”.
Los adoradores dignos
del mantra oṁ deben, con fe y concentración, mantener el sentimiento con
respecto al cuarto estado del Ser a través del oṁkār sin vocales que, “Perfecto, verdad absoluta, Brahman, la meta
de oṁkār, que se manifiesta como el
universo entero, móvil e inmóvil, desapegado, Uno sin segundo, eterno, puro,
omnisciente, libre e inmortal, sin miedo, existencia-conciencia-dicha, soy en
verdad Yo mismo”. Cuando este sentimiento fluye sin cesar surge la experiencia directa
de Brahman. Todas las ataduras de la ignorancia sobreimpuestas, como ser el
hacedor y el disfrutador, están por lo tanto en libertad. El buscador libre de
la dualidad verdaderamente se transforma de un ser humano en el Señor.
A pesar de que el vedānta
ha establecido que Brahman no puede ser alcanzado sin discernimiento y
contemplación de los mahāvākyas o
grandes declaraciones, como tat-tvam-asi
(Eso eres Tú), ya que el significado esencial y la meta de los mahāvākyas y oṁkār son lo mismo, discernir y contemplar oṁkār es considerado lo mismo que el discernimiento y la
contemplación de los mahāvākyas. Así,
en el incesante flujo de sentimientos sobre el significado esencial de oṁkār, Brahman también, que es uno sin
segundo y el principio del Ser, es alcanzado.
Por lo tanto en la Kaivalyopaniṣad se dice,
Ātmānamaraṇiṁ kṛtvā, praṇavañ-cottarāraṇiṁ,
dhyāna-nirmathanābhyāsāt devaṁ paśyennigūḍhavat.
“Así como el frotar un
trozo de madera con fuerza contra otro manifiesta el fuego oculto en la madera,
el frotamiento vigoroso de la madera de oṁ
(en forma de meditación incesante) contra la segunda pieza de madera, el
intelecto, se manifiesta el fuego del Ser Supremo que está oculto en el
intelecto”.
En la Atharvaśiropaniṣad se describe en
detalle la naturaleza de oṁkār:
Ya oṁkāraḥ sa praṇavaḥ, yaḥ praṇavaḥ sa sarvavyāpī,
yaḥ sarvavyāpī so ’nantaḥ, yo ’nantastattāraṁ, yattāraṁ tatsūkṣmaṁ, yatsūkṣmaṁ
tacchuklaṁ, yacchuklaṁ tadvaidyutaṁ, yadvaidyutaṁ tatparaṁ brahma, sa eko rudraḥ,
sa īśānaḥ, sa bhagavān maheśvaraḥ, sa mahādevaḥ.
“Lo que es oṁkār es praṇava”. (Las líneas restantes se explican más adelante.)
El significado del praṇava también se explica de una manera
interesante en el Śivapurāṇa de la
siguiente manera:
Pro hi prakṛti-jālasya saṁsārasya mahodadheḥ,
navaṁ nāvāntara-miti praṇavaṁ vai vidurbudhāḥ.
praḥ pañco na nāsti, vo yuṣmākaṁ praṇavaṁ viduḥ,
prakarṣeṇa nayedyasmān-mokṣaṁ vaḥ praṇavaṁ viduḥ (Śiva purāṇa Vidyeśvarīsaṁhitā 17,4,5).
Pra significa el océano de lo mundano, que se
produce a partir de prakṛti, la
naturaleza; navaṁ significa bote.
Entonces, praṇava es el bote que lo
lleva a uno a través del océano de la mundanalidad que es producido a partir de
la naturaleza.
En segundo lugar, pra significa prapanca, que significa mundo, ṇa
significa “no queda” y vaḥ significa
“en ti”. Desde este punto de vista, praṇava
significa aquello por lo que, como resultado de su repetición y meditación, el
mundo miserable no queda en ustedes.
Además, pra significa prakṛṣṭa o medio principal, na
significa “llevar hacia la liberación”, vaḥ
quiere decir tú. Por lo tanto, es el principal medio para llevarte a ti,
que practicas la repetición del oṁ, a
la liberación. Es por eso que se llama praṇava.
El mismo Señor Shiva
define a praṇava de la siguiente
manera.
Braḥmādi-sthāvarāntānāṁ, sarveṣāṁ prāṇināṁ khalu,
prāṇaḥ praṇava evāyaṁ tasmāt praṇava īritaḥ (Śivapurāṇa Kailāsa-saṁhitā 3,14).
“A partir de Brahmā
hasta todas las criaturas del universo entero, este mismo mantra praṇava es en sí prāṇa, por lo que se lo llama praṇava”.
Para completar la cita
de la Atharvaśiropaniṣad (citada en
la página anterior), “Praṇava es omnipresente. Es infinito, desprovisto de la
triple división de lugar, tiempo y forma. Al ser infinito, es el salvador”;
esta repetición del mantra lleva a
todas las criaturas a través. En el Śivapurāṇa
el Señor Shiva dice a la diosa Uma,
¡Enameva hi deveśi! Sarva-mantra-śiromaṇiṁ,
kāśyāmahaṁ pradāsyāmi, jīvānāṁ mukti-hetave (Śivapuraṇa Kailāsa-saṁhitā 3,10).
“¡Oh Diosa Suprema! Este
mantra redentor, oṁ, que es la joya suprema de todos los mantras, lo concedo por la liberación de todas las criaturas que
mueren en Kashi”.
“Por lo tanto, aquello
que es salvador es sutil (el poder del conocimiento de Brahman). Lo que es
sutil, es puro. Lo que es puro es electricidad. La diosa de la electricidad es
Uma, cuya naturaleza es el conocimiento de Brahman. Eso, que es electricidad,
es el Supremo Brahman. Eso es Brahman, Uno sin segundo, Eso es Īśāna (Śiva). Es
Maheśvara (el Gran Señor). Es Mahadeva (el Gran Dios)”.
Todas nuestras
escrituras, desde los vedas hasta los puranas, rotunda y profusamente reconocen
la grandeza del mantra praṇava. Es la práctica espiritual que
es puramente védica y que ha sido realizada desde tiempos antiguos. Ha sido el
secreto y el gozoso tesoro en los corazones de todos los sabios y ascetas. El
gran Jagadguru Shankaracharya, autor de los comentarios, escribe en su Comentario a la Chāndogyopaniṣad:
Omityetad-akṣaraṁ paramātmano ’bhidhānaṁ nediṣṭhaṁ,
tasmin hi prayujyamāne sa prasīdati, priya-nāmagrahaṇa iva lokaḥ, evaṁ
nāmatvena pratīkatvena ca paramātmo-pāsana-sādhanaṁ śreṣṭhamiti sarva-vedānteṣvavagataṁ,
japa-karma-svādhyāyādyanteṣu ca bahuśaḥ prayogāt-prasiddhamasya śraiṣṭyaṁ,
oṁkāre paramātma-pratīke dṛḍhāmaikāgrya-lakṣaṇāṁ matiṁ santanuyāt.
“Oṁ es el mantra de una
sílaba, el nombre más querido del Ser Supremo. Así como las personas son
complacidas de inmediato cuando son llamadas con sus nombres favoritos, así el
Señor es complacido inmediatamente por oṁ.
El mantra oṁ denota al Ser Supremo y es un símbolo para el Ser Supremo, tanto
con como sin forma. Por lo tanto, oṁ
es la mayor práctica espiritual para la adoración del Ser. Este es un hecho
establecido en las upanishads. Oṁ se
da abundantemente en la repetición de mantras,
en rituales como yajnas y en el
estudio de los vedas. Su grandeza es bien conocida. Es por eso que los
buscadores deben seguir expandiendo sus intelectos continuamente, como un flujo
ininterrumpido de aceite, con firme y concentrada atención en oṁ, la imagen misma del Ser Supremo”.
Solo mediante la
práctica espiritual se alcanza el principio adorado. En su comentario sobre la Taittirīyopaniṣad-bhāṣya, Bhagavatpād
describe la naturaleza de la práctica espiritual:
Upāsanañca yathāśāstraṁ
tulya-pratyaya-santati-rasaṁkīrṇā
ctat-pratyayaiḥ śāstroktā-lambana-viṣayā ceti.
“Un flujo incesante de
pensamientos, como un flujo constante de aceite, coherente con la descripción
de las escrituras de la forma a ser adorada, inadulterada con cualquier
pensamiento inconsistente, es llamado upasana
(adoración)”.
El prefijo upa significa “cerca”. La raíz āsa significa “sentarse”. Sentarse cerca
de la deidad a ser adorada se llama upāsanā.
Dependiendo de la calidad del adorador, upāsanā
es de tres tipos: alta, media y baja.
El tipo más elevado de
adoración ocurre cuando la mente del adorador deja las otras formas del mundo y
se vuelve uno con la forma adorada, como un terrón de azúcar en el agua. Así
como un terrón de azúcar que se ha disuelto en el agua no puede ser separado de
ella, la mente del adorador, que se ha fusionado en la dicha total de la
naturaleza de lo adorado, no puede ser separada de Ello. Incluso durante las
actividades rutinarias, como comer, la mente permanece absorta en lo adorado.
Esta es la naturaleza de la clase más alta de adoración.
Tujhameṅ phanā hūṅ, aur tujhīmeṅ phanā rahūṅ,
ājāya tū najar to, tujhe dekhatā rahūṅ.
“He comenzado a trabajar
en ti, voy a seguir trabajando solo en ti.
Y si te veo, voy a
seguir viéndote”.
La adoración media es
como un muñeco de trapo sumergido en agua. Si es llevado fuera del agua, gotea
por un rato, mojado. Pero más tarde, a causa del calor del sol, se seca y se deforma.
Durante la práctica, sus mentes están impregnadas con la forma adorada. Su luz
y dicha llenan sus mentes. Experimentan concentración y paz. Pero después de
que la adoración ha concluido, sus mentes, envueltas en actividades mundanas,
son atraídas por los objetos sensoriales, y como consecuencia de ello, poco a
poco se vacían de la impresión de la forma adorada. Finalmente sus mentes se
secan por completo, tanto como estaban antes de la adoración inicial, tal como
una goma elástica vuelve a su forma original al ser soltada. Esto es la
adoración media.
El tipo más bajo de adoración
es como una piedra caída en el agua. Una roca caliente, al caer en el agua,
pierde su calor y se enfría. Pero a pesar de estar rodeada por agua, aun si
permanece en el agua durante años y años, ni siquiera una pequeña gota de agua
entra en la roca. A pesar de realizar la adoración divina cada día, el devoto
cuya indomable mente ha sido desde tiempo inmemorial rellenada con malas cualidades,
como el obsesionamiento, los celos, el ego y el apego, se ha vuelto tan dura
como una roca. Estas viciosas tendencias adquiridas, surgiendo sin fin, no
ablandan la mente. A pesar de que la paz es experimentada superficialmente de
vez en cuando, la luz y la dicha de la forma adorada no pueden entrar en este
tipo de mente atiborrada. Aunque la adoración más baja destruye algunos pecados
y trae una cierta cantidad de méritos, la verdadera meta de la adoración, que
es alcanzar la naturaleza de la forma adorada, sigue estando fuera de su
alcance.
Para que cualquier
trabajo tenga éxito tenemos que conocer todos los objetivos y los modos de
llevarlo a cabo y debemos tener fuerza. Sin fuerza y sin el conocimiento de
los métodos, ninguna obra puede llegar a término. Esto es bien conocido en los
asuntos mundanos. La adoración también se vuelve exitosa solo cuando se realiza
con comprensión del objetivo y los modos y adquiriendo la fuerza apropiada y
autoridad. Quien tiene firme desapego es considerado como una autoridad para
realizar adoración.
Por lo tanto en el Śivapurāṇa se dice,
Adhikārī bhavedyasya, vairāgyaṁ jāyate dṛḍhaṁ (Kailās Saṁhitā 3,35).
“Uno, que está
firmemente desapegado del mundo, es una autoridad en la realización de
adoración. Hasta que el ego y el apego al cuerpo y las posesiones no son
cortadas en pedazos por medio del firme desapego no se alcanza el objetivo de
la adoración”.
Hace varios años un
extraño incidente ocurrió en Cachemira. Unos pocos estudiantes universitarios
de Punjab que estaban visitando Cachemira decidieron volver a Punjab a través
del río Chandrabhāgā y alquilaron una hermosa larga canoa que abordaron cerca
de las diez de la noche, después de una suntuosa comida. La noche era tan
oscura que era difícil ver ambas orillas del río. Apenas podía verse la orilla
en la que estaban. Pero todos eran jóvenes y fuertes, tomaron los remos y
remaron rápidamente. Sintieron que estaban remando muy rápido. Remaron toda la
noche tan intensamente que sudaban. “Seguramente vamos a llegar a Punjab
pronto”, se dijeron. Cuando el cielo se volvió rojo en el este y la oscuridad
empezó a disiparse, vieron que no estaban en Punjab, todavía estaban en
Cachemira. De hecho, estaban en el mismo punto en el que habían comenzado.
“¿Cómo puede ser?” Se preguntaron. “¿Cómo es que, después de remar toda la
noche con esfuerzo, todavía estamos en el punto de partida?”. Ni siquiera
habían hecho un kilómetro y mucho menos llegado a Punjab. Mirando alrededor,
vieron su error. En su prisa por llegar a Punjab, se habían olvidado de soltar
la cuerda que ataba la canoa al muelle. Era una cuerda larga y fuerte, por lo
que aun remando y remando, y sintiendo que estaban yendo a algún lugar, la
canoa no se había movido ni un metro del muelle. Se arrepintieron de su error y
rieron de buena gana ante su estupidez.
Así es como el devoto
menos valioso realiza la adoración. Tal devoto repite el mantra, medita, rinde culto a la deidad, lee himnos de alabanza a
la deidad, hace sus prácticas y asiste a satsang.
Pero el bote de la mente no se mueve, atado como está al muelle del mundo por
las resistentes cuerdas del ego y el apego. Puede moverse hacia la auspiciosa
morada solo cuando las cuerdas son cortadas por el cuchillo del desapego. El
desapego es una herramienta tan potente que podemos utilizarla para superar
todos los obstáculos, como el ego, el egoísmo y el apego. Cuando los obstáculos
son eliminados, la adoración nos lleva rápidamente a la auspiciosa morada de
Brahman. Por lo tanto, está escrito en el Bhāgawat,
Ta etad-adhigacchanti, viṣṇoryat-paramaṁ padaṁ,
ahaṁ-mameti daurjanyaṁ na yeṣāṁ deha-gehajaṁ (12,6,33).
“Solo la gente sin
malicia del ego o egoísmo con respecto al cuerpo y el hogar puede alcanzar el
estado supremo del Señor Viṣṇu”.
Los adoradores inteligentes
deben llevar a cabo su adoración con atención vigilante para mantener el
desapego vivo en sus corazones. Los santos, que son amos del desapego, nos
instruyen sobre cómo desarrollarlo. Por ejemplo,
Ghaḍī ghaḍī ghaḍiyāl pukāre hai kahī,
bahuta gaī hai avadhi, alapa hī hai rahī.
Sovai kahā (kyoṅ) aceta! jāga, japa pīva (priya) re,
cali hai ājuki kāla baṭāu (musāphir) jīvare.
Ketī terī jāna? ketā terā jīvaṇā?,
jaisā svapna vilāsa, mṛgājala pīvaṇā.
Aise sukhake kāja akāja kamāvanā,
bār bār yamadvār māra bahu khāvanā.
Baṅdā! baḍa-baḍa kyā kare? le bhagavatakā nām,
jagata tamāśā do ghaḍī, ākhir dhūla tamām.
Ākhir dhūla tamām, rāya
raṅkādika jāve,
kara santana kī seva, tohīko agama batāve.
Kahate ramatā-rāma bhajana kar choḍī dhandhā,
le bhagavatakā nāma, kare kyoṅ baḍa baḍa bandā!
Rāma kaho, rāma bhajo, rāma dhyāo bāvare!,
avasar na cūka bhoṅdū, pāyo bhalo dāṅva re.
Jina took tana dīnho, tāko na bhajana kīnho,
janama sirāno (vyartha) jāta, lohe kaiso tāva re.
Rāma hī ko gāya dhyāya rāmahī ko rijhāva re,
rāma hī ke donoṅ rūpa citta māhi lāva re.
Kahata malūkadāsa choḍi de tū jhūṭhī āsa,
ānanda-magana hoī hariguṇa gāva re.
“Segundo a segundo, el
reloj llama.
El tiempo ha huido, poco
queda a tener en cuenta.
¿Por qué dormir, oh distraído?
¡Despierta! ¡Di el tan precioso nombre!
El hoy está pasando.
¡Errante! ¿Por qué tan fatuo?
¿Cuál es tu estado?
¿Cómo te comportas?
Como un juego de
ensueño, ¿es lo que ansías una bebida de un espejismo?
Trabajando inútilmente
por felicidad momentánea,
Siempre a la puerta de
la Muerte, estás siendo golpeado hasta quedar atontado.
¡Oh prisionero! ¿Debes
parlotear? Pon el nombre del Señor en primer lugar.
El desfile mundano
terminará pronto, finalmente todo será polvo.
Finalmente todo será
polvo, incluso el rey o el indigente lo serán.
Sirve a santos, que te
muestran el prestigioso inconcebible.
Al hablar y al caminar,
canta ‘Rama’. Abandona el esfuerzo.
Repite el nombre del
Señor. ¿Por qué balbuceas en cautiverio?
Di ‘Rama’. Repite
‘Rama’. ¡Oh necio! Medita en Rama.
No pierdas el tiempo,
¡oh estúpido! Es propicio para mantener la calma.
Ah, no adoraste a Aquel
del que obtuviste este cuerpo.
Este nacimiento se
deteriora. ‘Golpea el hierro mientras está caliente’.
Solo debes cantar,
contemplar y cultivar a Rama;
debes cautivar Sus dos
formas, inmanente y trascendente.
‘Abandónalo’, destaca
Malūkdās, ‘el deseo como falso en cuanto surge’.
Embelesado en la dicha,
canta alabanzas a Hari”.
Al igual que el Ser
Supremo existe en los vedas en forma de praṇava
también existe en la forma de sonido en el espacio. Por lo tanto percibe solo
al Ser Supremo constantemente en todas las palabras, todos los sabores, todas
las formas. A pesar de que la mente, subyugada por la ignorancia, comience a
amar y odiar palabras y otras cosas deseadas y no deseadas, descarta los
sentimientos de deseo y de no deseo que surgen debido a estas palabras y cosas
con un intelecto con firme discernimiento. Aunque experimentes palabras y otras
cosas deseables y no deseables debido al poder de las impresiones que surgen de
la ignorancia, mantén tu percepción de Brahman despertando y reforzando las
impresiones del Ser. Aquel que percibe Brahman a cada momento es un yogi. En cada estado, nunca abandones el
intelecto que ve a Brahman en todas partes. Es por eso que se dice en el Yogaśāstra,
Puṅkhānu-puṅkha-viṣaye-kṣaṇa-tatparo ’pi,
brahmāvalokana-dhiyaṁ na jahāti yogī,
saṅgīta-tāla-parinṛtya-vaśaṁ gatā ’pi,
maulistha- kumbha-parirakṣaṇadhīr-naṭīva.
“Al igual que los
guerreros ven las flechas que vuelan una y otra vez, el yogi, aunque absorto en ver los objetos sensorios que van y vienen,
nunca abandona el intelecto que percibe a Brahman como esos objetos. El yogi es como el bailarín que,
coordinando su danza con el ritmo y la melodía, nunca quita su atención de la
jarra en equilibrio sobre su cabeza”.
La fortaleza, en la
forma de valentía, coraje y fuerza, también debe ser considerada como el Señor.
Con esta actitud, la envidia que surge al ver la fuerza noble de alguien, así
como el odio que surge al ver la fuerza malvada de alguien, ambos se disuelven.
El fruto de considerar las cosas buenas y malas como el Señor es solo para que
no queden manchas de ningún tipo en la mente, para que la mente esté clara y
pura como el agua en otoño, para que a cada momento pueda seguir experimentando
la dicha del Ser.
Hari-oṁ-tat-sat.
No hay comentarios:
Publicar un comentario