lunes, 28 de enero de 2013

Estrofa 6

Etadyonīni bhūtāni,
sarvāṇītyupadhāraya,
aham kṛtsnasya jagataḥ,
prabhavaḥ pralayastathā.

“¡Oh Arjuna! Sabe que todas las criaturas móviles e inmóviles están compuestas de naturalezas trascendental y densa, y que yo, el Señor, soy la causa raíz de la creación y disolución del universo”.

El omnipotente Señor Shrikrishna, la fuente de la dicha, le dice a Arjuna: “Tanto por medio de mi naturaleza densa subordinada como de mi naturaleza trascendental sublime, yo, el Señor, creo todo el universo de nombre y forma, lo mantengo, y finalmente lo disuelvo en mí mismo”. Aquí se establece al Señor tanto como la causa fundamental de la creación del universo (prabhava) como la causa material de su disolución (pralaya). Por ejemplo, un alfarero es la causa fundamental de las vasijas y platos de arcilla que hace, pero no es la causa material. La arcilla en sí misma es la causa material. Solo aquello que permite la disolución de algo puede ser su causa material; las jarras y bandejas creadas por el alfarero solo se pueden disolver en arcilla, y no en el alfarero. Así, la arcilla es considerada como la causa material de las jarras y bandejas. El universo entero, creado y mantenido por el Señor, también se disuelve solo en el Señor. Por lo tanto, Él es considerado tanto la causa material, como la causa fundamental del universo. Nuestra Kṛṣṇa Yajurvedic Taittiriya Upaniṣad establece lo mismo en la forma de un diálogo entre un padre y un hijo:
 
Bhṛgur vai vāruṇir-varuṇaṁ pitara-mupasāra,
adhīhi bhagavo brahmeti (Taittiriya Up. 3,1)

“Bhrigu, el hijo del sabio Varuna, se acercó a su padre y humildemente le dijo: ‘¡Oh Señor! Por favor instrúyeme con respecto a Brahman’. Atendiendo la plegaria de Bhrigu, su padre Varuna le enseñó lo siguiente acerca de Brahman:

Yato vā imāni bhūtāni jāyante, yena jātāni jīvanti,
yatprayantyabhi-saṁviśanti, tad-vijijñāsasva tad brahmeti
(Taittiriya Up. 3,1)

“Eso de lo que son creados todos los seres y animales, por medio del cual, habiendo sido creados, se sustentan, y en el que, al final, se mueren y disuelven, Aquello que deseas saber en particular, Aquello es sin duda Brahman”.

En esta shruti, yat significa Brahman, verdad, conocimiento, infinitud, dicha. En gramática sánscrita, la forma ablativa de una palabra implica la causación en esa cosa, por lo que el ablativo yato significa Brahman como causa. En las shrutis y en la Gita se dice kṛtsnasya jagataḥ prabhavasthiti-vilaya-kāraṇatvaṁ, ‘causar la creación, el mantenimiento y la disolución del universo entero, se dice que es una característica pasiva de Brahman’. Una característica pasiva es kādācitkatve sati vyāvartakaṁ, “Uno que es incidental y temporario, sin embargo, distingue algo de otra cosa durante algún tiempo”.

Supongamos que alguien le pregunta a una persona, “¿Dónde está la casa del doctor Ramlal?”, y que aquella persona señala una casa y dice: “Esa es la casa del doctor Ramlal, la que tiene un coche estacionado en el frente, y donde están esas tres mujeres hablando”. La persona que había preguntado ahora camina hacia la casa. Mientras tanto, el coche se aleja y las mujeres se van. Estas eran características pasivas de la casa. Estaban allí solo por un breve período, no de manera permanente, pero ayudaron a distinguir la casa de Ramlal de las otras casas.

De esta manera, prabhava-sthiti-vilayakā raṇatvaṁ, “la causalidad de la creación, el mantenimiento y la disolución” es una característica pasiva, un signo de Brahman; es decir, no siempre está ahí, sino solo cuando maya es predominante. Esta característica se mantiene en Brahman por algún tiempo y lo distingue de otras causas tales como los átomos, el tiempo y otras construcciones filosóficas. Por lo tanto, es una característica pasiva incidental y distintiva de Brahman, y no es su característica natural.

Pregunta: Si Brahman es sin atributos, carente de cualquier cualidad o calificación, entonces no puede tener ni siquiera la causación mencionada anteriormente. ¿Cómo puede alguna cosa ser una característica de Brahman?

Respuesta: La causalidad atribuida a Brahman no existe realmente, sino que es proyectada en él a través de maya. Es por eso que se llama incidental y se dice que existe solo temporalmente. Por ejemplo, se acostumbra a describir la madreperla en una ostra como plata, porque es bueno usar algo familiar para identificar algo desconocido y poco familiar. En este caso, lo que para alguien que no está familiarizado con las conchas de las ostras parece ser de plata, en realidad no es nada más que la concha. (rajataṁ śukterlakṣaṇaṁ, yadrajataṁ sā śuktiḥ). Del mismo modo, la esencia de la declaración “la causa del universo es Brahman” es que, debido a la ignorancia, se ha acusado a Brahman de la causalidad del universo que consiste en nombres y formas. Esta acusación puede ser tomada como una característica o signo de Brahman, que en sí carece de cualidades y atributos. Aquello que parece el universo en realidad es Brahman. No es otro que el Brahman.

Pregunta: Entonces, ¿cuál es el signo natural de Brahman?

Respuesta: El signo natural Brahman es verdad, conocimiento, infinitud, dicha, y así sucesivamente. Vijñana-mānandaṁ Brahma (Brihadāraṇyaka Upaniṣad 3,9,28), Satyam jñāna-manantaṁ Brahma (Taittirīya Upaniṣad 2,1)

Todas estas palabras de las shrutis dicen lo mismo. El gran maestro Veda Vyasa comienza su tratado Brahmasutra-mimāṅsā con una referencia a la característica pasiva de Brahman, es decir, el nacimiento, y demás:

Janmādyasya yataḥ (Brahma Sūtra 1,1,2). Luego, en una estrofa en la tercera parte del capítulo tres, Ānandādayaḥ pradhānasya (Brahma Sūtra 3,3,11) describe las características naturales de Brahman como tales atributos naturales como “bienaventuranza, omnipresencia, ser el Ser de todo, un masa de verdad y conocimiento”, todo lo cual ha sido descrito en varias escrituras tales como las upanishads y la Gita. Svarūpaṁ sat vyāvartakaṁ svarūpa-lakṣaṇaṁ. Una característica que existe naturalmente en algo, y que lo distingue de todos los demás, es llamada una característica natural, tal como la terrosidad es una característica natural de la tierra. El vedanta considera a la propiedad esencial de una cosa y la cosa en sí como idénticas, es decir, cualquier diferencia entre ellas es meramente imaginada, pero su no diferencia es real. Por lo tanto, la característica de la terrosidad sigue siendo no diferente de la tierra, y distingue a la tierra de cualquier otra cosa como el agua. Del mismo modo, la verdad, el conocimiento, la dicha, y demás, son las características naturales de Brahman, y al distinguir a Brahman del mundo, que es falso, inerte, y triste, destacan a Brahman.

Aunque la verdad, el conocimiento, y demás, son de la forma de Brahman, no pueden caracterizar a Brahman, porque entre dos cosas idénticas, no se puede sostener una relación de característica y caracterizado, porque para establecer tal relación hacen falta dos objetos separados. Terrosidad no puede ser una característica de la tierra. Pero debido a los diversos atributos aparentes asumidos por la verdad y las otras cualidades, parece caracterizar otra cosa más que Brahman. Por lo tanto, teniendo en cuenta las diferencias relativas a los atributos, Brahman puede ser considerado como caracterizado por la verdad y otras cualidades. Una palabra como “verdad”, en lo que respecta a los atributos, puede tener varios significados: “lo que es irrefutable” se refiere a la Verdad consciente especial; “lo que trasciende los cinco sentidos de la vista, etc”. se refiere al conocimiento consciente. Por lo tanto, aunque Brahman caracterizado y sus características (como “verdad”) en realidad no son diferentes, ya que hay diferencias innatas imaginadas así como diferencias relativas a los atributos, puede sostenerse una relación entre caracterizado y característica.

Por eso, en la disertación sobre Pancadikā, Padmapādācārya ha dicho:

Ānando viṣayānubhavo nityatvaṁ ceti santi dharmāḥ,
brahmaṇo ’pṛthak-tve ’pi pṛthagivāva - bhāsante.

 “La dicha, la experiencia de los objetos sensorios (a saber, conocimiento), y la verdad son propiedad de Brahman. Estas propiedades, a pesar de ser no diferentes de Brahman, parecen ser diferentes debido a sus atributos”.

De esta manera, el Ser Supremo se presenta primero a través de Sus características pasivas y luego a través de Sus características naturales. Ya que la naturaleza de Brahman es invisible e incognoscible, no puede presentarse por Sus características naturales. Por lo tanto, se presenta primero a través de sus características pasivas. Hacemos lo mismo en los asuntos mundanos. Si le preguntamos a alguien: “¿Conoces a Harilal?” y la persona nos responde “No lo conozco”, entonces completamos: “Harilal, quien vive en tal o cual lugar, que posee tal y dicha compañía, y que es Juez de Paz”. Todas estas descripciones de Harilal son sus características pasivas, ya que son incidentales. Cuando Harilal se va de paseo o al extranjero, no vive en su casa. Por alguna razón podría abandonar su negocio o su título de Juez de Paz. Pero estas características pasivas distinguen a Harilal de otra persona, como Ramlal.

Cuando la persona a la que le preguntamos oye las características pasivas de Harilal, quiere saber cómo es Harilal. Describimos la cara redonda de Harilal, sus ojos grandes, nariz puntiaguda, la tez morena y contextura mediana.

Estas son características naturales de Harilal. Estas maneras de caracterizar son adoptadas de escrituras tales como los vedas, la Gita y las upanishads.

En la Gita, el Señor se describe a sí mismo como la causa de la creación, el mantenimiento y la disolución, señalando sus características pasivas. Este mundo de nombres y formas es un efecto. Siempre hay una causa para cada efecto. Así como no hay hijo sin padre, no hay efecto sin causa. Cuando observamos un edificio hermoso, suponemos que hay un constructor, aunque no lo veamos. Del mismo modo, cuando vemos el maravilloso y abigarrado universo, tenemos que asumir que hay un creador, incluso aunque no lo veamos. En este mundo, incluso una casa en ruinas o un pequeño pedazo de tierra es propiedad de alguien, si no es de un individuo, será del gobierno. Si algo tan pequeño como una casa tiene un dueño, ¿por qué no debería tener dueño el universo? Ese propietario es Dios. Él es el creador y propietario de este universo.

Dios tiene poder infinito. Él es el ser interior. A pesar de que no tiene forma, con su poder de ilusión Él toma una forma. Él aparece hermoso ante sus devotos, mientras que para los impíos parece muy feroz. Preside y les otorga los resultados de las acciones a todas las criaturas. Asume diversas formas de acuerdo a los sentimientos de Sus devotos, a fin de otorgar el resultado de su adoración. El profesor de vedanta advaita (monista) dice lo mismo cuando alaba y ora al Señor:

Yo ’nanto ’nanta-śaktiḥ sṛjati jagadidaṁ pālaya–tyanta-rātmā,
saṁviśyānte nipīya, svaka-mahima-gataḥ satya-cinmūrtirāste,
yo ’nugraḥ sajjanānāṁ parama-hitatamaḥ pāpināmugra-mūrtiḥ,
so ’smākaṁ vāñchitāni pradiśatu bhagawān-ātmadaḥ śrī nṛsiṁhaḥ.

“El Ser Supremo, que es infinito, ilimitado por tiempo, lugar y objetos, y lleno de poderes infinitos, tanto se convierte en el Ser interno, como crea y sostiene el universo. Entra en el universo para traerlo a la existencia y manifestación, y al final disuelve todo en sí mismo, convirtiéndose en unidad sin división. A lo largo de todo, Él sigue siendo una masa de existencia y conciencia. El único Ser Supremo, que es sin atributos ni forma, adquiere atributos y a forma a través de Su poder de ilusión; Él se vuelve calmo y benevolente para las personas buenas, y toma una feroz forma para castigar a los malvados. Que ese Señor Narsimha, otorgador del Ser, nos conceda nuestros deseos”.

En este mundo, cada vez que ven algo bien organizado, saben que tiene que haber alguien organizándolo y supervisándolo. Cada vez que ven un gobierno operando con normas y reglamentos, respetan al cuerpo gobernante, no lo desafían. De la misma manera, en el mundo ven orden bien establecido. No se ve caos. La noche sigue al día, y el día sigue a la noche. Las estaciones cambian de forma ordenada: el otoño sigue a los monzones, el invierno sigue al otoño, la primavera sigue al invierno, el verano sigue a la primavera, y así sucesivamente. La luna tiene sus fases: la luna llena sigue a la luna nueva. Cuando se siembra trigo, solo puede cosecharse trigo, y después de sembrar porotos, solo pueden cosecharse porotos. Uno no cosecha garbanzos después de sembrar trigo, uno no cosecha porotos después de sembrar garbanzos. De una semilla de mango solo crece un árbol de mango, no una acacia. Del mismo modo, de un ser humano nace otro ser humano, y no una cabra o una oveja; de cabras y ovejas solo nacen cabras y ovejas, y no elefantes o caballos. El ser humano es niño por un cierto período de tiempo, luego es joven por un cierto período, y luego es viejo por un cierto período. El que nace tiene que morir algún día. Jātasya hi dhruvo mṛtyuḥ (Gita 2, 27). “Todo lo que nace debe morir”, dice la Gita. Se puede observar esta disposición irrevocable en todas partes. Todas las criaturas están sujetas a la ley del karma y, durante y después de la vida, experimentan felicidad y tristeza. Cuando se cumplen sus deseos, su alegría no tiene límites, y cuando ocurre algo no deseado, no se cansan de lamentarse sobre ello. Florecen en la felicidad, se marchitan en la pena; a veces lloran y a veces se ríen; a veces una persona es tan amorosa que hace feliz a otro, y a veces la misma persona está tan llena de odio que hace al otro miserable. Uno es saludable, otro está enfermo. Uno educado, y otro no. Uno es rico, el otro es pobre. Uno vive mucho tiempo, mientras que otro muere poco después de nacer. Uno es lindo, otro es feo. Uno es blanco y el otro es negro. Uno tiene una familia que lo hace a uno feliz, mientras que otro tiene una familia que lo hace miserable. Uno tiene el don de la elocuencia, otro es mudo. La naturaleza de uno es la bondad, mientras que otro es malo. Uno habla dulcemente, y otro es duro. Uno es recto y honesto, mientras que otro es mentiroso y deshonesto. Así, en este mundo, uno se encuentra con todo tipo de personas. Uno tiene que asumir que debe haber algún administrador. Aquel administrador es el Señor Supremo, el Controlador del mundo, el Soberano del universo.

Tal como tienen lámparas en sus casas para tener luz, y para el aire tienen ventiladores, en su casa universal, el Señor Supremo tiene el sol y la luna para luz, y para una ventilación constante ha dispuesto el viento. ¿Quién puso el sol y la luna en el cielo? ¿Podría incluso el gobierno más poderoso del mundo lograr tal hazaña? ¿Quién arregló que hubiera aire? ¿Podría hacerlo alguna persona? El cielo ha sido decorado con incontables estrellas. ¿Quién fue el decorador? Su brillante intelecto les dirá que no hay ninguna persona en el mundo que pueda arreglar todo esto. Solo un invisible, poderoso, gran Dios ha organizado todo esto y ha creado tanta belleza.

Nunca nadie piensa en la muerte. Todo el mundo quiere vivir. Sin embargo, incluso sin quererlo, uno debe rendirse ante una fuerza invisible y morir, sin importar qué tan famoso o hábil se sea. Uno tiene que inclinarse ante la fuerza gobernante. Todas las personas pretenciosas son eliminadas por ella. De esto concluimos que es cierto que existe un gobernante poderoso. Esa regla es la deidad venerable, el Señor Supremo. En la Bṛhadāraṇyaka Upaniṣad, Maharshi Yajnyavalkya dice a Gargi:

Etasya vā akṣarasya praśāsane, gārgi
sūryā-candramasau vidhṛtau tiṣṭhataḥ,
etasya vā akṣarasya praśāsane, gārgi
dyāvā-pṛthivyau vidhṛte tiṣṭhataḥ,
etasya vā akṣarasya praśāsane, gārgi
prācyo ’nyā nadyaḥ syandante śvetebhyaḥ parvatebhyaḥ (Bṛhadāraṇyaka Up. 3,8,9).

“¡Oh Gargi! Gobernados por la decisión del imperecedero Supremo Brahman, el sol y la luna en sus órbitas hacen su benéfica tarea. El cielo y la tierra han sido designados para hacer su tarea benéfica, la creación de lluvia, la producción de alimentos y nutrientes. Y fluyen arroyos desde las montañas cubiertas de nieve, para beneficio de la gente”.

Algunos existencialistas dicen: “El orden en el universo es natural. No se requiere ningún dios consciente para mantenerlo. El sol sale y se pone, naturalmente. Un ser humano nace naturalmente y muere naturalmente. Si alguien te pregunta por qué el fuego es caliente y el agua es fría, ¿qué puedes decir? La única respuesta es: “es natural que el fuego sea caliente y el agua fría”. No hay otra respuesta. La naturaleza es capaz de crear el universo y mantenerlo por completo”.

Preguntaremos al existencialista: “¿La naturaleza es inerte o consciente?”. Si dice que la naturaleza es consciente, entonces la disputa existencial con los creyentes en Dios es solo una cuestión de semántica. Lo que los creyentes llaman consciente Dios omnipotente, los existencialistas lo llaman “naturaleza consciente” todopoderosa. Un recipiente con un cuello largo con forma de concha y base ancha es llamado jarra por algunos y florero por otros, pero la diferencia está solo en el nombre y no en el sentido. Del mismo modo, el Creador es llamado Dios por unos y Naturaleza por otros; el significado es el mismo, solo los nombres son diferentes.

Si el existencialista dice que la naturaleza es inerte, luego no contiene la inteligencia necesaria para crear el magnífico universo. Sin la ayuda de la inteligencia consciente, que deja sin palabras incluso a los grandes intelectuales, la materia inerte no puede crear materia. Esto es un hecho evidente en el mundo.

Si quieren construir un edificio de siete pisos de altura y han recogido todos los materiales de construcción necesarios, como hierro, cemento, arena, ladrillos, piedra y madera, ¿puede la materia inerte crear el edificio sin la ayuda de un ingeniero consciente y un carpintero? Por supuesto que no. Lo inerte necesita la ayuda de lo consciente. De la misma manera, la naturaleza inerte no puede crear el universo sin el poder de un consciente Dios Supremo.

En una ciudad vivía un abogado. Él era existencialista y agnóstico. Su esposa, una creyente en Dios, repetía el nombre de Dios, adoraba a Dios, y participaba en satsangs y cantos. Tenía firme fe en el Señor del universo. El abogado habitualmente discutía enérgicamente con ella, diciendo: “Dios es ficticio. Todo pasa debido a la misma naturaleza”. La mujer aún tenía confianza y fe firmes. Ella solía decir con humildad: “A pesar de todo lo que puedas pensar, yo no puedo no creer en Dios. Su adoración es mi vida. Tengo plena confianza en las instrucciones de los vedas, la Gita, las upanishads, el Bhagawat y las otras escrituras. No voy a perder mi fe escuchando sus vacíos y secos argumentos”.

Tuvieron tres hijos y una hija, que eran creyentes como su madre. Solían leer la Gita y otras escrituras y repetían el gran mantra Om namah shivaya. Estaban influenciados por su fe de su madre, mientras que el escepticismo del padre no tenía efecto sobre ellos. A causa de su orgullo de ser su padre, al abogado le molestaban sus creencias, e hizo mucho esfuerzo para imprimir su existencialismo en ellos.

Un día, el hijo mayor, que era muy inteligente, le jugó una mala pasada a su padre para refutarle su existencialismo. Durante el día, dejó una hoja de papel en blanco sobre el escritorio de su padre, donde su padre la vería. Esa noche, después de esperar que su padre esté dormido, pintó un hermoso retrato del oscuro Señor Krishna sosteniendo su flauta y lo dejó exactamente en el mismo lugar. A la mañana siguiente, cuando su padre lo vio, se alegró y preguntó quién lo había pintado. El hijo mayor ya había participado a sus hermanos del secreto, y les había dado instrucciones que si su padre preguntaba al respecto, dijeran no haberlo pintado y no saber quién lo había hecho. El hijo mayor también confesó no saber. Al haber sido dicha para volver creyente al padre, esta mentira piadosa no es considerada un pecado y, de hecho, es considerada como la verdad, ya que en el Mahābhārata se dice Satyam bhūtahitaṁ proktaṁ, “La verdad es lo que es propicio a las criaturas”. Por supuesto, una verdad que es perjudicial para las criaturas no es verdad, sino una mentira.

El padre se molestó y preguntó:

—Si ninguno de ustedes pintó el cuadro, entonces, ¿quién lo hizo?

Su hijo mayor se puso serio. Con gran humildad dijo:

—¡Papá! De acuerdo con tu teoría del existencialismo, seguro diferentes gotas de pintura deben haber volado en el viento por la calle, de la tienda de artículos de arte; aterrizaron en el papel y formaron esta hermosa pintura de Shrikrishna.

— ¡Vamos! ¿Me estás tomando el pelo? ¡Eso no podría ser posible! Solo un idiota sin conocimiento creería una explicación de ese tipo. No puedes engañar a un abogado famoso como yo, que lleva sus casos en los tribunales más prestigiosos, en la presencia de reconocidos jueces—, dijo el abogado, sonriendo presuntuosamente.

—¡Papá! Si en tu opinión, la creación de este misterioso y brillante universo, que puede deslumbrar incluso a las mayores mentes, ocurre de forma natural sin la ayuda de un supremamente consciente todopoderoso Dios, entonces por qué es tan imposible que este cuadro aparezca de forma natural, sin la ayuda de un artista inteligente?

Al escuchar el inteligente argumento de su hijo, el padre comenzó a reflexionar. Por sí misma, su mente bien entrenada comenzó a refutar su teoría del existencialismo y a establecer la teoría del teísmo. “Si un retrato corriente”, pensó, “no puede existir sin un artista consciente, ¿entonces cómo podría la maravillosa creación de este vasto magnífico universo tener lugar sin un Dios todopoderoso, omnisciente y supremo? Simplemente no puede suceder. Ahora veo que la conclusión alcanzada por nuestras escrituras tiene sentido. A causa de mi estupidez había insistido en el existencialismo. Ahora veo que el existencialismo es una ilusión, una tontería. El teísmo es creíble y razonable”.

Mientras que el abogado estaba ocupado con estos pensamientos, su esposa, que se había escondido en un rincón, escuchando la conversación entre padre e hijo, se acercó, sonrió cariñosamente y le dijo:

—A partir de ahora, por favor, deja de discutir a favor del existencialismo y confía en el poder divino, debido al cual tiene lugar la creación, el mantenimiento y la destrucción de todo el universo. Canta los purificadores nombres de Dios con amor. Escucha con fe las disertaciones de las desapasionadas, eruditas, grandes almas, y haz que tu vida humana valga la pena.

El abogado escuchó las instrucciones de su esposa y se inclinó con las manos juntas. Admitió su error ante su esposa e hijos, y tomó una decisión:

—A partir de hoy, voy a confiar en Dios como el soberano del universo, y me voy a dedicar a Él lo mejor que pueda.

En su comentario sobre la Kenopanishad, el gran maestro Shankaracharya describe cómo alcanzar a Dios:

Tatsiddhir-jagato niyata-pravṛtteḥ, śruti-smṛti-prasiddhibhir-nitya-sarvavijñā na īśvare sarvātmani sarva-śaktau siddhe ’pi, śāstrārtha-niścayārthamucyate, tasyeśvarasya sadbhāva-siddhiḥ kuto bhavato ’tyucyate, yadidaṁ jagat, deva-gandharva-yakṣa-rakṣaḥ-pitṛ-piśācādi-lakṣaṇaṁ, dyuviyat-pṛthivyāditya-candra-graha-nakṣatra-vicitraṁ, vividha-prāṇyupabhoga-yogya-sthāna-sādhya-sambandhi, tat, atyanta-kuśala-śilpibhirapi durnirmāṇaṁ, deśakāla-nimittā-nurūpa-niyata-pravṛtti-nivṛtti-kramaṁ, etad-bhoktṛ-karma-vibhāgajña-prayatna-pūrvakaṁ bhavitu-marhati, kāryatve sati yathokta-lakṣaṇatvāt, gṛha-prāsāda-ratha-śayanā-sanādivat vipakṣa ātmādivat.

 “Aunque Dios, el alma de todos, cuya naturaleza es omnipresencia, omnisciencia y omnipotencia, ha sido corroborado por las shrutis y smritis (escrituras reveladas y recordadas) así como por la creencia popular, con el fin de verificar el significado de las escrituras sigue siendo necesario llegar deductivamente a Su existencia, es decir, a través de una conclusión lógica extraída de las conjeturas. ¿Cómo puede llegar el intelecto a probar la naturaleza benevolente de Dios? Razonando de la siguiente manera. El universo fantástico contiene el cielo, el firmamento, la Tierra, el sol, la luna y las estrellas; articula constantemente los lugares y medios de satisfacción de diferentes criaturas; contiene muchas deidades, seres celestiales, demonios y espíritus malignos. Ni siquiera artesanos expertos habrían podido crear esta trama. El universo es tan ordenado, en lo que respecta a cómo las cosas aparecen y desaparecen según el lugar, el tiempo y la causalidad, y conoce tan bien todas las tendencias positivas y negativas de las criaturas que lo disfrutan, que debe haber sido creado con una intención consciente; porque el universo es un efecto del eterno Ser Supremo consciente y exhibe las características distintivas mencionadas anteriormente. Los objetos como casas, mansiones, carros, camas, sillas, etc., que resultan de las actividades del Ser consciente, son perecederos y, por otro lado el mismo Yo consciente, que es el conocedor y hacedor, es imperecedero.

Basta con mirar a la diversidad de formas corporales. En un zoológico grande, por ejemplo, la variedad de animales de todo el mundo, monos, osos, tigres y aves de todos los colores del arco iris, es tan sorprendente que incluso un agnóstico diría: “¡Dios! Tu juego es impresionante”. Cada cuerpo, humano o animal, tiene una forma única, distinta a cualquier otra. En una familia, los rostros de dos hermanos son similares, sin embargo, es inevitable que haya diferencias. Sus voces también son diferentes, y cada uno tiene su propia letra, y los cajeros de banco no tienen problemas en distinguir sus firmas.

A partir de una gota de líquido seminal, ¿cómo es que el Ramdev o Krishnadev que nace es único, consciente, vivaz, tiene órganos y miembros, puede hablar, ver, oír, reír, llorar, comer, beber, tener un sentido de mí y mío, y pasar por las fases de la infancia, la juventud y la vejez? ¿Qué poder lo creó? Pensando en estas cosas el intelecto queda sin palabras. Ante el abrumador poder creativo del Dios supremo, uno solo puede inclinar la cabeza. Es por eso que Vidyaranya Swami dice en el capítulo titulado Chitradeepa de su libro Panchadashi:

Etasmāt-kimivendra-jāla-maparaṁ yadgarbha-vāsasthitaṁ,
retaścetati hasta-mastaka-pada-prodbhūta-nānāṅkuraṁ,
paryāyeṇa śiśutva-yauvana-jarā-veṣairanekair-vṛtaṁ,
paśyatyatti śṛṇoti jighrati tathā gacchatyathā gacchati (6, 47).

“¿Qué espectáculo puede ser más fascinante que este? El semen que queda en el útero por un cierto tiempo se vuelve consciente, brota en varias extremidades de diferentes formas, como las manos, la cabeza y los pies, y luego se manifiesta en un cuerpo humano que pasa por las etapas de la infancia, la juventud y la vejez, y ve, come, oye, huele, va y viene”.

Una vez, el divino sabio Narada Baba, mientras daba vueltas tocando su vina, meciéndose en éxtasis y cantando alabanzas al Señor con dulce voz, llegó a la corte de los Kauravas. Los Kauravas, liderados por Duryodhana, dieron la bienvenida a Narada, le ofrecieron un asiento y le preguntaron de dónde venía. Narada respondió:

—He estado deambulando. Acabo de llegar de Dwarakaji (el reino del Señor Krishna), y de allí he venido hasta aquí a verlos.

—¡Bien! —dijo Duryodhana, —puesto que vienes de Dwaraka, por favor cuéntanos qué está haciendo ahora Shrikrishna.

Narada, quien estaba absorto en la admiración de la deslumbrante belleza de la creación del Señor, inmediatamente dijo:

—Mientras yo estaba allí, el Señor Shrikrishna, el amo y señor del universo, la fuente de la dicha, la morada de la prosperidad, el señor de toda la creación, el que reside en los corazones de todos, estaba enhebrando un elefante a través del ojo de una aguja y vertiendo el océano en una pequeña jarra.

Los Kauravas soltaron una carcajada.

—Estás mintiendo —dijeron. —Es imposible. ¡Puras sandeces!

Duhshasana susurró al oído de su tío Shakuni, “estos ascetas son mentirosos. Ellos han hecho a Shrikrishna Dwaraka un Dios, se vuelven locos por él”. Los Kauravas eran agnósticos y adoraban a la demoníaca riqueza, por lo que no sabían quién era Shrikrishna realmente.

Al escuchar los comentarios de los Kauravas, Narada guardó silencio, dejó a los Kauravas y fue discretamente adonde estaban viviendo los Pandavas. Los Pandavas eran grandes creyentes de Dios. Justos y hospitalarios, amaban a Shrikrishna. Al ver acercarse a Narada, Yudhishthira y los otros Pandavas se pusieron de pie y le dieron la bienvenida con gran reverencia. Agradecieron su suerte porque Narada los había ido a visitar, le lavaron los pies con respeto y lo sentaron en un alto trono. Le preguntaron cómo estaba y su razón para visitarlos. Narada les dio la misma respuesta que había dado a los Kauravas. Al enterarse de que Narada venía de Dwarakaji, se pusieron muy contentos. Al igual que los Kauravas, le preguntaron por el bienestar de Shrikrishna, ya que Shrikrishna era su amigo más querido, y Narada les dio la misma respuesta.

Cuando Yudhisthira Maharaja escuchó esto, dijo que el Señor Shrikrishna tenía poderes infinitos y que era capaz de hacer cualquier cosa, incluso lo que se consideraba imposible. Ya que, ¿qué es imposible para el Señor, el Poder Supremo? Los mismos conceptos de posibilidad e imposibilidad se aplican solo a las almas individuales de poderes limitados. Pero para el Señor, la imposibilidad puede convertirse en una posibilidad.

Yo vā anantasya guṇā-nanantān,
anukramiṣyan sa tu bālabuddhiḥ,
rajāṅsi bhūmer-gaṇayet kathaṅcit,
kālena naivākhila-śakti-dhāmnaḥ (Bhāgawat 11,4,2).

“El poder del Señor es infinito, y en consecuencia, las cualidades infinitas que son sus atributos también tienen un poder infinito. Quien quiera tomar un recuento exhaustivo de estas cualidades o trate de trascenderlas a través de argumentos secos como “¡esto no es posible!” es infantil, es decir, un perfecto idiota. Un ser humano con poderes especiales que trate de contar los granos de arena en la tierra puede tener éxito, pero él no sería capaz de contar las infinitas y extraordinarias facultades creativas en la fuerza motriz del Señor”.

Ahora Bhimsen dijo modestamente a Narada:

—¡Señor! ¡Morada de la bondad! Amamos al Señor y a los santos como tú. Lo que digas, nosotros lo aceptaremos confiados. Pero, ¿podrías explicarnos el misterio detrás de este juego sobrenatural del Señor?

Complacido, Narada comenzó a explicar.

— En realidad se puede ver el juego del Señor, de enhebrar un elefante por el ojo de una aguja, en los ojos de cada criatura. Lo que la gente común llama un ojo no es realmente un ojo, sino un agujero redondo. Ese agujero es visible, pero en él hay un órgano de la visión, que está más allá de la percepción y no es visible. Es más sutil que aún una centésima parte de la punta de un cabello, pero a través de la luz de ese órgano, sutil entre lo sutil, se pueden ver los grandes objetos como el cielo, el mar, las montañas, y así sucesivamente. Si la luz de dicho órgano no entrara en contacto con estos objetos de gran tamaño, no podrían ser vistos. Por lo tanto, los eruditos filósofos han formulado una regla de la naturaleza: Sambaddhaṁ vartamānañca gṛhyate cakṣurādinā. “Los ojos y otros órganos de percepción captan solo los objetos que se perciben y que existen en la actualidad. Aquellos objetos que no son percibidos y no están en el presente, no pueden ser captados”.

—Del mismo modo —continuó Narada—, la increíble hazaña de verter el mar en una jarra se puede ver al observar el intelecto humano. Incluso si un ser humano recibiera del Señor una vida de cien mil años de duración y pasara su vida entera aprendiendo nuevos temas día y noche, las reservas infinitas de conocimiento, es decir, los significados y misterios, nunca llenarían la pequeña jarra de su intelecto.

Al oír la explicación del divino sabio Narada del misterio detrás del apasionante juego del Señor, los Pandavas estuvieron complacidos y se sintieron afortunados.

El infinito increíble juego visto en el universo, las bellezas creadas y reguladas por el Señor, que reside en todo; todo existe para proporcionar una presentación del Señor. La shruti dice: Tadasya rūpaṁ prati-cakṣaṇāya (Ṛgveda 6,47,18). “Esta manifestación es para la experiencia especial del Creador”. Ārāmamasya paśyanti, na taṁ paśyati kaścana, (Bṛhadāraṇyaka Upaniṣad 4,3,14) “La gente ve este universo, que es el jardín del Señor, pero no quiere ver al creador del jardín, por cuya existencia y belleza el jardín es abundante y hermoso. Es bastante sorprendente que no conocen ni consideran al creador de tanta abundancia y belleza, el Señor”.

La gente es feliz al ponerse anillos de diamantes. Se alegran al mirarse al espejo cuando se hacen un nuevo corte de pelo. Se sienten orgullosos de su nuevo hermoso tocado. Sin embargo, la belleza del anillo no es debido al anillo, sino al dedo que lo lleva. Alaban al joyero, pero olvidan alabar al autor del dedo. Del mismo modo, la belleza del cabello no es debido al pelo, sino a la cabeza que lleva el pelo. Si cortáramos todo el pelo, perdería toda su belleza. Sthāna-bhraṣṭā na śobhante, dantāḥ keśāḥ nakhā narāḥ, “Dientes, pelo, uñas, y las personas desplazadas de su posición pierden su belleza”. De la misma manera, el tocado es bello por la cabeza que lo lleva. Los brazaletes de oro lucen bellos debido a los brazos que los llevan. Pero la gente olvida al supremamente hermoso Señor, que hace hermosos a la cabeza, las manos, la nariz, las orejas y el resto de ellos. Esta es, precisamente, su estupidez; olvidan al objeto verdadero, que es la verdad, la bondad y la belleza, y se obsesionan locamente por los objetos inferiores, que son tanto innaturales como perecederos.

El mundo o saṁsāra es de dos tipos: uno creado por Dios y el otro creado por el alma individual. El mundo creado por Dios está lleno de dicha. En la palabra saṁsāra, sam significa “totalidad”, y sāra significa “esencia”. El mundo del alma individual, por otro lado, es diverso, fruto de la determinación mental, y da vueltas y vueltas en un ciclo llamado samsāra, lleno de dualidades como la felicidad y la miseria, y de aflicciones como las obsesiones, los celos, etc. El samsāra ilusorio y doloroso de las almas individuales engañadas es para quedar atado a los sentimientos inferiores de una mente sin control y girar continuamente en ciclos de dolor y obsesiones. El dichoso samsāra de los conocedores de Brahman es ver el mundo entero como una manifestación de la existencia, conciencia y dicha (esencialmente en la forma de asti, ser, bhāti, perceptible, y priya, agradable); para ver su esencia, el principio del Ser Supremo, Brahman, en todas partes, y ser uno con este principio.

Las upanishads usan arcilla y chispas para ilustrar la creación, el sostenimiento y la disolución del mundo, y describen al mundo solo para que señalar su esencia, y así hacernos conscientes del Ser Supremo, su Creador. Solo por esta razón las upanishads investigan esta creación ilusoria que consiste en nombres y formas. Gaudapādācārya, en su comentario sobre la Māndukyopaniṣad, dice:

Mṛlloha-visphuliṅgādyaiḥ sṛṣṭir yā coditā ’nyathā,
upāyaḥ so ’vatārāya nāsti bhedaḥ kathañcana (Advaita-prakaraṇa 3,15).

“En las upanishads, cualquier ejemplo que se emplee utilizando arcilla, hierro, y chispas para explorar los caminos del universo es solo un medio para despertar la conciencia de los buscadores al Brahman uno sin segundo. Excepto para comprender a Brahman, no hay otro propósito en tener en cuenta al universo”.

De ahí que en nuestros autorizados vedas haya estrofas que indican que solo el Señor, el uno que es el creador y regulador del universo, el omnipresente Ser universal, es considerado como digno de alabanza y adoración.

Oṁ tavemāḥ prajāḥ divyasya retasaḥ,
tvaṁ viśvasya bhuvanasya rājasi,
athedaṁ viśvaṁ pavamāna 'te vaśe,
tvamindo 'prathamo dhāmadhā asi (Ṛgveda 9,86,28).

“¡Oh Pavamān (santificado Señor)! ¡Oh Indo (el más apacible Ser de todos, Dios)! El universo entero, móvil e inmóvil, ha nacido de Tu poder divino. Es por eso que Tú eres el único maestro del universo, y por qué el universo completo está bajo tu control. Eres su único gobernante. Por lo tanto Tú eres su esencia principal y posees ininterrumpido esplendor autoluminoso”.

Oṁ indro diva indra īśe pṛthivyāḥ,
indro apāmindra itparvatānāṁ,
indro vṛdhāmindra inmedhirāṇāṁ
indraḥ kṣeme yoge havya indraḥ (Ṛgveda 10,89,10).

“El Señor Indra es el amo y gobernador del cielo y de la tierra. El Señor Indra es también el amo del mar y del mundo inferior. El Ser Supremo, Indra, también rige el universo material inerte y el universo intelectual consciente. Por lo tanto, el gran Indra, aquel omnipotente Señor de todo, es capaz de nuestro yoga (logro) y kshema (protección), y por lo tanto digno de propiciación y adoración”.

Aquí yoga significa alcanzar lo inalcanzable y la satisfacción de los deseos, y kshema significa la protección de lo que se ha logrado. Este yoga-kshema es de dos tipos: uno mundano y otro espiritual. Yoga-kshema mundano significa haber logrado la riqueza deseada y otros requisitos para la propia subsistencia en el mundo, así como la protección de lo que se ha adquirido. Yoga-kshema espiritual es el don del conocimiento de la Realidad y de los medios para alcanzarlo, como la devoción, el discernimiento, el desapego, y así sucesivamente, así como la protección de estos medios hasta que se alcanza la liberación.

Por lo tanto, para la protección y el bienestar, solo el Ser Supremo debe ser adorado con fe y devoción.

Oṁ tamīśānaṁ jagata-stasthu-ṣaspatiṁ,
dhiyaṁ jinva-mavase hūmahe vayaṁ ,
pūṣā no yathā veda-sāma-sadvṛdhe,
rakṣitā pāyuradabdhaḥ svastaye (Śukla-yajurveda 25,18, Ṛgveda 1,89,5).

“Aquel Señor es el amo de todo el universo, formado por los objetos móviles e inmóviles. Él es el protector; Él es el Dios Supremo. Él continuamente deleita el intelecto del devoto que se ha entregado al Ser. Él es digno de ser alegrado por nuestros buenos pensamientos y acciones. Llamamos al maestro de todos, al Ser universal, al Señor; que nos proteja de las aflicciones de la ignorancia y los miedos que surgen de la ignorancia. Más aún, le suplicamos lograr el contentamiento total sin obstáculos, que surge de la experiencia de la dicha del Ser. Ese Ser Supremo otorga alimentos mundano, del otro mundo, y espiritual. Poseer salud y riqueza es alimento mundano. Poseer mérito es alimento de otro mundo. Contar con una firme devoción y desapego es alimento espiritual. Él es también el protector de la riqueza mundana (dinero y otros) y de la riqueza divina (valentía, pureza, etc.), obtenidos por su gracia. Al destruir la injusticia, Él protege la justicia eterna; al destruir a los malvados, Él protege a los devotos virtuosos. Ese Señor, que es el Señor de todo, nunca puede ser derrotado por enemigos poderosos, como los demonios. Que ese Ser Supremo sea generoso y esté complacido, para que crezcan la felicidad y la riqueza, y propicie beatitud total; por esta razón, con gran amor y fe sinceros, siempre invocamos al Señor”.

El Señor, a quien alabamos y adoramos, no está lejos de nosotros. Él está en nosotros y nosotros estamos en Él. Aquel amo de todo aparece ante los devotos y adquiere una forma definida. Al mismo tiempo, Él permanece sin forma e impregna todo el universo. Permanece como testigo en el corazón de todas las criaturas en la forma del Ser. Es por eso que un devoto dice:

Maiṅ jānūṅ hari dūra hai, hari hai hṛdayake māṅhi,
āḍī ṭāṭī kapaṭakī, tāse dīkhata nāṅhi.

“Solo por la ilusión sentimos que Hari, el Señor, está lejos de nosotros. Cristianos o musulmanes creen que su Dios o Alá está a miles de kilómetros de distancia en el séptimo cielo, mientras que nuestro Dios no está lejos de modo alguno. Él está presente aquí y llena todas partes. Él está sentado dentro de nuestros corazones. Él es nuestro Ser”.

Si alguien pregunta: “Si Él está en todas partes, y sentado dentro de nuestros corazones, entonces ¿por qué no lo vemos?”, la respuesta es:

Āḍī ṭāṭī kapaṭakī, tāse dīkhata nāṅhi.

“En nuestros corazones hay muchas impurezas, como la hipocresía que surge de la ignorancia, y cercas que obstruyen, como la confusión y el ocultamiento. Del mismo modo que a veces es difícil ver el agua cuando está cubierta de musgo, así es difícil ver al Señor hasta que eliminamos estas obstrucciones”.

Por ejemplo, supongamos que hay agua sucia en una lata. La lata está cubierta con una tela oscura, y está colgando de una alta rama en un árbol. Se balancea fuertemente en el viento. Esta agua no puede reflejar el sol porque hay tres tipos de obstrucciones. En primer lugar, el agua está sucia. En segundo lugar, se está moviendo constantemente. En tercer lugar, está cubierta con un paño oscuro. Mientras estas tres obstrucciones no se hayan quitado, no puede reflejar el sol. En primer lugar, tendrán que limpiar el agua; luego, sostener la lata con firmeza. Pero estas dos cosas aún no son suficientes para ver el reflejo del sol. Por último hay que quitar el paño oscuro que cubre el agua. Cuando el agua de la lata esté limpio, la lata esté quieta, y el agua no está cubierta por un paño, sin ningún esfuerzo el sol se reflejará claramente.

La lata representa nuestro corazón. En él se encuentra el agua del intelecto, pero debido a las básicas tendencias pecaminosas añadidas desde tiempos inmemoriales, el intelecto se ha convertido ensuciado. Esta lata del corazón está colgando de la rama del árbol de samsāra. Debido a las ráfagas del viento del apego a los objetos sensorios, la lata está en constante vaivén. También ha estado cubierta con un oscuro velo de ignorancia desde tiempos inmemoriales. Lo que nos impide ver al Señor sentado en nuestro corazón son los tres obstáculos de la impureza, la confusión y el velo. Para eliminar estos tres tipos de obstáculos, nuestras escrituras han ordenado que nos guardemos a los medios de acción, oración y conocimiento.

Primero debemos limpiar y purificar nuestros corazones mediante la eliminación de impurezas debilitantes a través de la realización de acciones benéficas, libres de deseo, en nombre de Dios. En segundo lugar, debemos hacer que nuestras mentes estén concentradas y con contentamiento, eliminando así la debilidad de una mente dispersa a través de la adoración al Señor, con confianza y devoción. Por último, hay que quitar el velo de la ignorancia mediante la entrega al verdadero Guru, quien es instruido y está establecido en la verdad, y obtener el conocimiento del principio escuchando, comprendiendo y contemplando las upanishads. Tal como después de que una casa está correctamente cableada y conectado a una central eléctrica, con solo pulsar un botón, inmediatamente se ilumina con la luz brillante de la electricidad, de la misma manera, cuando por los tres medios citados anteriormente, se han eliminado correctamente los tres obstrucciones, lo que resplandece es la experiencia directa del Ser Supremo, la eterno, pura, conocedora, libre, independiente, perfecta fuente de dicha, Brahman, la Realidad última. Un ser humano que tiene la experiencia directa de la Realidad es liberado en vida. Un gran ser que ha tenido esta experiencia lo expresa de esta manera:

Paśyāmi citramiva sarva-midaṁ dvitīyaṁ,
tiṣṭhāmi niṣkala–cideka-vapuṣyanante,
ātmānam-advaya-mananta-sukhaika-rūpaṁ,
paśyāmi dagdha-raśanā-miva ca prapañcaṁ.
Advaita–mapya-nubhavāmi karastha-bilva-
tulyaṁ śarīra–mahi–nirlva-yanīva-dīkṣe,
evaṁ ca jīvana-miva pratibhāsa-mānaṁ,
niḥśreyaso ’dhigamanaṁ ca mama prasiddhaṁ.
(Sarva-jñātma-muni-praṇīta-saṅkṣepa-śārī-rakaṁ 4,54-55).

“Ahora todo el mundo de dualidades me parece tan irreal como un dibujo. De la misma manera en que uno no tiene miedo de un inerte tigre de papel, así el discernimiento inquebrantable de que este mundo dualista de nombres y formas es una ilusión hace que deje de ser una fuente de obsesiones y tristeza. Yo siempre moro en el Ser perfecto, que es indiviso debido a la ausencia de tendencias a correr detrás de objetos sensorios; que solo es conciencia infinita e indivisa, debido a la ausencia de la triple división entre vidente, visto y visión”. (Este morar en el Ser perfecto no es como una fruta en un cuenco o un cuadro en una pared. Pero así como en el estado de ignorancia, experimentar al cuerpo como el Ser es considerado como vivir en el cuerpo, así en el estado de libertad, experimentar al perfecto Ser uno sin segundo como a uno mismo es morar en el Ser. El ilimitado Ser sin forma no puede vivir en nada que tenga la mutua relación de soporte y soportado). “Incesantemente, en todas partes, experimento al Ser, que es uno sin segundo, infinito, único y dichoso, y el mundo dualista parece una soga quemada. Una soga quemada se ve como una soga pero no puede utilizarse para atar o tirar. Del mismo modo, el mundo dualista, una vez que es quemado en el fuego del conocimiento del Brahman uno sin segundo, es visible, pero no se vuelve una causa de esclavitud. Como una hoja de bilva en la palma, yo experimento directamente al Brahman no dual y experimento al cuerpo como separado, del modo en que una serpiente cambia de piel. Tal como una serpiente mira su piel abandonada sin identificarse con ella, no aprecio a este cuerpo como mío. De esta manera, mi aparente existencia corporal no es real, sino solo una continuación suspendida. Además, como resultado de la autobendición, tengo la experiencia directa de la más pura dicha de la liberación mientras estoy vivo”.

Algunas personas dicen: “Aunque estamos de acuerdo en que la presencia de Dios está establecida por las escrituras y por los argumentos lógicos, e incluso a pesar de que un conocedor de Brahman liberado pueda experimentar directamente a Dios, todavía no vemos el Ser universal en el universo. Vemos al universo externo en una forma densa y al universo interior en una forma sutil. Pero mientras no veamos a Dios directamente, no tendremos ningún amor por Él. En este mundo aparecen objetos, cada uno más bello que el anterior, y nuestros corazones se apegan inmediatamente a ellos y gustan de ellos. El Ser Supremo puede impregnar todo el universo y ser perfecto, pero sin la visión directa del Ser, ¿cómo podemos confiar en Él, estar apegados a Él, y adorarlo con devoción?”.

Son como una persona enferma que va al médico y le dice:

—Doctor, yo creo en sus medicinas, y voy a tomar lo que me prescriba, pero primero tiene que curarme de mi enfermedad. Si no me cura de mi enfermedad no voy a ser capaz de creer en sus medicinas, y no voy a tomarlas.

—Señor —responde el médico—, si pudiera curar su enfermedad sin que tome mis medicinas, ¿qué valor tendrían las medicinas? ¿Para qué se las recetaría? El propósito de prescribirle medicinas es curar su enfermedad. Si desea la enfermedad esté curada, es mejor que primero confíe en el medicamento. Entienda que tomando este medicamento muchas personas se han curado de sus enfermedades. Usted también se va a curar, pero debe desarrollar el gusto por la medicina. De lo contrario no será capaz de curarse del todo.

De la misma manera, las escrituras enseñan que el Ser Supremo impregna el universo móvil e inmóvil y reside en el corazón como testigo, pero primero tenemos que creer en ello. Si el Ser Supremo pudiera ser visto primero, sin prácticas tales como la confianza y la adoración, ¿cuál sería el propósito de las prácticas? Como regla general, sin el medio no se alcanza la meta.

En una ciudad del norte de India, un viejo erudito del antiguo budismo estaba dando una charla sobre Dios. Estaba proclamando la existencia de Dios citando diversos testimonios bíblicos y razones populares. Algunos modernos jóvenes graduados de una universidad escuchaban. Y uno de ellos, un joven locuaz, planteó una pregunta:

—¡Panditji! Vamos a creer en Dios, pero solo si realmente nos lo puedes mostrar.

El Panditji respondió

—¡Hermano! Mientras hablaba mi garganta se ha secado. También estoy muy hambriento. Por favor, tráeme un poco de leche. Primero voy a humedecer mi garganta y luego voy a responder a tu pregunta.

El joven rápidamente llevó un vaso de leche al panditji. El panditji tomó el vaso y comenzó a meter el dedo una y otra vez dentro de la leche, como si buscara algo.

—¡Panditji! —dijo el joven con sorpresa—. La leche está suficientemente fría. ¿Por qué no la tomas? ¿Cuál es el problema?

—Estoy buscando algo en la leche.

—¿Qué estás buscando?

—He oído que hay mantequilla en la leche —dijo el panditji—. Estoy buscándola.

El joven se echó a reír.

—Es cierto que hay mantequilla en la leche, pero no se puede conseguir así. No puede ser vista.

—Entonces, hermano, por favor, dime cómo puedo obtenerla. ¿Cómo puede ser vista?

—¡Oh, Panditji, eres tan ingenuo! ¿Cómo es que no sabes esto? Primero tienes que calentar la leche. Luego tienes que ponerla en una olla de barro limpia y cuajarla. Luego debes batirla. Solo entonces serás capaz de ver la mantequilla. Pero con solo mover el dedo en la leche así, no vas a obtenerla. Hace falta un esfuerzo adecuado.

El Panditji quedó muy satisfecho. De inmediato dijo:

—¡Ya está! ¡Acabas de responder a tu propia pregunta! Debes entender que con Dios ocurre del mismo modo. Así como se debe seguir un procedimiento para obtener mantequilla de la leche, hay un procedimiento para alcanzar a Dios. Así como la leche necesita ser calentada, cuajada y batida para obtener mantequilla, de la misma manera, para ver a Dios directamente, el corazón también necesita ser calentado, cuajado, y batido. Calentar del corazón es purificarlo a través de la acción sin deseo, libre de tendencias pecaminosas. Cuajar el corazón es volverlo concentrado y tranquilo a través de la adoración a Dios, con fe y devoción. Batir el corazón es eliminar la cubierta de ignorancia a través del conocimiento del principio. La realización de estas tres prácticas de acción, adoración y conocimiento es el procedimiento que uno debe seguir para ver a Dios”.

Al escuchar la explicación inteligente y convincente de Panditji, todos los jóvenes quedaron muy satisfechos.

El Señor, la fuente de dicha, utilizando las dos palabras prabhavaḥ, creación, y pralayaḥ, disolución, establece para Arjuna que en él coexisten tanto la causalidad fundamental como material de la creación del universo y que Él penetra y es la urdimbre y la trama del universo. Pero sin la eliminación de los obstáculos a través de prácticas, ningún ser humano puede verlo, al Ser Perfecto. Solo después de la eliminación de los obstáculos a través de prácticas un ser humano puede verlo directamente. Es por eso que un devoto dice:

Jyoṅ tīl māṅhī tela hai, jyoṅ caka-maka meṅ āga,
terā prītama tūjhameṅ tyoṅ, jāga sake to jāga.

“Así como hay aceite en las semillas de sésamo y hay fuego en una piedra de sílex,
tu amado está dentro de ti. Manifiéstalo si así lo deseas”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario