Etadyonīni bhūtāni,
sarvāṇītyupadhāraya,
aham kṛtsnasya jagataḥ,
prabhavaḥ pralayastathā.
“¡Oh Arjuna! Sabe que
todas las criaturas móviles e inmóviles están compuestas de naturalezas
trascendental y densa, y que yo, el Señor, soy la causa raíz de la creación y
disolución del universo”.
El omnipotente Señor
Shrikrishna, la fuente de la dicha, le dice a Arjuna: “Tanto por medio de mi
naturaleza densa subordinada como de mi naturaleza trascendental sublime, yo,
el Señor, creo todo el universo de nombre y forma, lo mantengo, y finalmente lo
disuelvo en mí mismo”. Aquí se establece al Señor tanto como la causa
fundamental de la creación del universo (prabhava)
como la causa material de su disolución (pralaya).
Por ejemplo, un alfarero es la causa fundamental de las vasijas y platos de
arcilla que hace, pero no es la causa material. La arcilla en sí misma es la
causa material. Solo aquello que permite la disolución de algo puede ser su
causa material; las jarras y bandejas creadas por el alfarero solo se pueden
disolver en arcilla, y no en el alfarero. Así, la arcilla es considerada como
la causa material de las jarras y bandejas. El universo entero, creado y
mantenido por el Señor, también se disuelve solo en el Señor. Por lo tanto, Él
es considerado tanto la causa material, como la causa fundamental del universo.
Nuestra Kṛṣṇa Yajurvedic Taittiriya
Upaniṣad establece lo mismo en la forma de un diálogo entre un padre y un
hijo:
Bhṛgur vai vāruṇir-varuṇaṁ pitara-mupasāra,
adhīhi bhagavo brahmeti (Taittiriya Up. 3,1)
“Bhrigu, el hijo del
sabio Varuna, se acercó a su padre y humildemente le dijo: ‘¡Oh Señor! Por
favor instrúyeme con respecto a Brahman’. Atendiendo la plegaria de Bhrigu, su
padre Varuna le enseñó lo siguiente acerca de Brahman:
Yato vā imāni bhūtāni jāyante, yena jātāni jīvanti,
yatprayantyabhi-saṁviśanti, tad-vijijñāsasva tad
brahmeti
(Taittiriya Up. 3,1)
“Eso de lo que son
creados todos los seres y animales, por medio del cual, habiendo sido creados,
se sustentan, y en el que, al final, se mueren y disuelven, Aquello que deseas
saber en particular, Aquello es sin duda Brahman”.
En esta shruti, yat significa Brahman, verdad, conocimiento, infinitud, dicha. En
gramática sánscrita, la forma ablativa de una palabra implica la causación en
esa cosa, por lo que el ablativo yato
significa Brahman como causa. En las shrutis
y en la Gita se dice kṛtsnasya jagataḥ
prabhavasthiti-vilaya-kāraṇatvaṁ, ‘causar la creación, el mantenimiento y
la disolución del universo entero, se dice que es una característica pasiva de
Brahman’. Una característica pasiva es kādācitkatve
sati vyāvartakaṁ, “Uno que es incidental y temporario, sin embargo,
distingue algo de otra cosa durante algún tiempo”.
Supongamos que alguien
le pregunta a una persona, “¿Dónde está la casa del doctor Ramlal?”, y que
aquella persona señala una casa y dice: “Esa es la casa del doctor Ramlal, la
que tiene un coche estacionado en el frente, y donde están esas tres mujeres
hablando”. La persona que había preguntado ahora camina hacia la casa. Mientras
tanto, el coche se aleja y las mujeres se van. Estas eran características
pasivas de la casa. Estaban allí solo por un breve período, no de manera
permanente, pero ayudaron a distinguir la casa de Ramlal de las otras casas.
De esta manera, prabhava-sthiti-vilayakā raṇatvaṁ, “la
causalidad de la creación, el mantenimiento y la disolución” es una característica
pasiva, un signo de Brahman; es decir, no siempre está ahí, sino solo cuando maya es predominante. Esta
característica se mantiene en Brahman por algún tiempo y lo distingue de otras
causas tales como los átomos, el tiempo y otras construcciones filosóficas. Por
lo tanto, es una característica pasiva incidental y distintiva de Brahman, y no
es su característica natural.
Pregunta: Si Brahman es
sin atributos, carente de cualquier cualidad o calificación, entonces no puede
tener ni siquiera la causación mencionada anteriormente. ¿Cómo puede alguna
cosa ser una característica de Brahman?
Respuesta: La causalidad
atribuida a Brahman no existe realmente, sino que es proyectada en él a través
de maya. Es por eso que se llama
incidental y se dice que existe solo temporalmente. Por ejemplo, se acostumbra
a describir la madreperla en una ostra como plata, porque es bueno usar algo
familiar para identificar algo desconocido y poco familiar. En este caso, lo
que para alguien que no está familiarizado con las conchas de las ostras parece
ser de plata, en realidad no es nada más que la concha. (rajataṁ śukterlakṣaṇaṁ, yadrajataṁ sā śuktiḥ). Del mismo modo, la
esencia de la declaración “la causa del universo es Brahman” es que, debido a
la ignorancia, se ha acusado a Brahman de la causalidad del universo que
consiste en nombres y formas. Esta acusación puede ser tomada como una
característica o signo de Brahman, que en sí carece de cualidades y atributos.
Aquello que parece el universo en realidad es Brahman. No es otro que el
Brahman.
Pregunta: Entonces,
¿cuál es el signo natural de Brahman?
Respuesta: El signo
natural Brahman es verdad, conocimiento, infinitud, dicha, y así sucesivamente.
Vijñana-mānandaṁ Brahma (Brihadāraṇyaka Upaniṣad 3,9,28), Satyam jñāna-manantaṁ Brahma (Taittirīya Upaniṣad 2,1)
Todas estas palabras de
las shrutis dicen lo mismo. El gran
maestro Veda Vyasa comienza su tratado Brahmasutra-mimāṅsā
con una referencia a la característica pasiva de Brahman, es decir, el
nacimiento, y demás:
Janmādyasya yataḥ (Brahma
Sūtra 1,1,2). Luego, en una estrofa en la tercera parte del capítulo tres, Ānandādayaḥ pradhānasya (Brahma Sūtra 3,3,11) describe las
características naturales de Brahman como tales atributos naturales como
“bienaventuranza, omnipresencia, ser el Ser de todo, un masa de verdad y
conocimiento”, todo lo cual ha sido descrito en varias escrituras tales como
las upanishads y la Gita. Svarūpaṁ sat vyāvartakaṁ svarūpa-lakṣaṇaṁ.
Una característica que existe naturalmente en algo, y que lo distingue de todos
los demás, es llamada una característica natural, tal como la terrosidad es una
característica natural de la tierra. El vedanta considera a la propiedad
esencial de una cosa y la cosa en sí como idénticas, es decir, cualquier
diferencia entre ellas es meramente imaginada, pero su no diferencia es real.
Por lo tanto, la característica de la terrosidad sigue siendo no diferente de
la tierra, y distingue a la tierra de cualquier otra cosa como el agua. Del
mismo modo, la verdad, el conocimiento, la dicha, y demás, son las
características naturales de Brahman, y al distinguir a Brahman del mundo, que
es falso, inerte, y triste, destacan a Brahman.
Aunque la verdad, el
conocimiento, y demás, son de la forma de Brahman, no pueden caracterizar a
Brahman, porque entre dos cosas idénticas, no se puede sostener una relación de
característica y caracterizado, porque para establecer tal relación hacen falta
dos objetos separados. “Terrosidad” no puede ser una característica de la tierra. Pero
debido a los diversos atributos aparentes asumidos por la verdad y las otras
cualidades, parece caracterizar otra cosa más que Brahman. Por lo tanto,
teniendo en cuenta las diferencias relativas a los atributos, Brahman puede ser
considerado como caracterizado por la verdad y otras cualidades. Una palabra
como “verdad”, en lo que respecta a los atributos, puede tener varios
significados: “lo que es irrefutable” se refiere a la Verdad consciente especial;
“lo que trasciende los cinco sentidos de la vista, etc”. se refiere al
conocimiento consciente. Por lo tanto, aunque Brahman caracterizado y sus
características (como “verdad”) en realidad no son diferentes, ya que hay
diferencias innatas imaginadas así como diferencias relativas a los atributos,
puede sostenerse una relación entre caracterizado y característica.
Por eso, en la
disertación sobre Pancadikā,
Padmapādācārya ha dicho:
Ānando viṣayānubhavo nityatvaṁ ceti santi dharmāḥ,
brahmaṇo ’pṛthak-tve ’pi pṛthagivāva - bhāsante.
“La dicha, la experiencia de los objetos
sensorios (a saber, conocimiento), y la verdad son propiedad de Brahman. Estas
propiedades, a pesar de ser no diferentes de Brahman, parecen ser diferentes
debido a sus atributos”.
De esta manera, el Ser
Supremo se presenta primero a través de Sus características pasivas y luego a
través de Sus características naturales. Ya que la naturaleza de Brahman es
invisible e incognoscible, no puede presentarse por Sus características naturales.
Por lo tanto, se presenta primero a través de sus características pasivas.
Hacemos lo mismo en los asuntos mundanos. Si le preguntamos a alguien: “¿Conoces
a Harilal?” y la persona nos responde “No lo conozco”, entonces completamos:
“Harilal, quien vive en tal o cual lugar, que posee tal y dicha compañía, y que
es Juez de Paz”. Todas estas descripciones de Harilal son sus características
pasivas, ya que son incidentales. Cuando Harilal se va de paseo o al
extranjero, no vive en su casa. Por alguna razón podría abandonar su negocio o
su título de Juez de Paz. Pero estas características pasivas distinguen a
Harilal de otra persona, como Ramlal.
Cuando la persona a la
que le preguntamos oye las características pasivas de Harilal, quiere saber
cómo es Harilal. Describimos la cara redonda de Harilal, sus ojos grandes,
nariz puntiaguda, la tez morena y contextura mediana.
Estas son
características naturales de Harilal. Estas maneras de caracterizar son
adoptadas de escrituras tales como los vedas, la Gita y las upanishads.
En la Gita, el Señor se describe a sí mismo
como la causa de la creación, el mantenimiento y la disolución, señalando sus
características pasivas. Este mundo de nombres y formas es un efecto. Siempre
hay una causa para cada efecto. Así como no hay hijo sin padre, no hay efecto
sin causa. Cuando observamos un edificio hermoso, suponemos que hay un
constructor, aunque no lo veamos. Del mismo modo, cuando vemos el maravilloso y
abigarrado universo, tenemos que asumir que hay un creador, incluso aunque no
lo veamos. En este mundo, incluso una casa en ruinas o un pequeño pedazo de
tierra es propiedad de alguien, si no es de un individuo, será del gobierno. Si
algo tan pequeño como una casa tiene un dueño, ¿por qué no debería tener dueño
el universo? Ese propietario es Dios. Él es el creador y propietario de este
universo.
Dios tiene poder
infinito. Él es el ser interior. A pesar de que no tiene forma, con su poder de
ilusión Él toma una forma. Él aparece hermoso ante sus devotos, mientras que para
los impíos parece muy feroz. Preside y les otorga los resultados de las
acciones a todas las criaturas. Asume diversas formas de acuerdo a los
sentimientos de Sus devotos, a fin de otorgar el resultado de su adoración. El
profesor de vedanta advaita (monista) dice lo mismo cuando alaba y ora al
Señor:
Yo ’nanto ’nanta-śaktiḥ sṛjati jagadidaṁ
pālaya–tyanta-rātmā,
saṁviśyānte nipīya, svaka-mahima-gataḥ
satya-cinmūrtirāste,
yo ’nugraḥ sajjanānāṁ parama-hitatamaḥ
pāpināmugra-mūrtiḥ,
so ’smākaṁ vāñchitāni pradiśatu bhagawān-ātmadaḥ śrī
nṛsiṁhaḥ.
“El Ser Supremo, que es
infinito, ilimitado por tiempo, lugar y objetos, y lleno de poderes infinitos,
tanto se convierte en el Ser interno, como crea y sostiene el universo. Entra
en el universo para traerlo a la existencia y manifestación, y al final
disuelve todo en sí mismo, convirtiéndose en unidad sin división. A lo largo de
todo, Él sigue siendo una masa de existencia y conciencia. El único Ser
Supremo, que es sin atributos ni forma, adquiere atributos y a forma a través
de Su poder de ilusión; Él se vuelve calmo y benevolente para las personas
buenas, y toma una feroz forma para castigar a los malvados. Que ese Señor
Narsimha, otorgador del Ser, nos conceda nuestros deseos”.
En este mundo, cada vez
que ven algo bien organizado, saben que tiene que haber alguien organizándolo y
supervisándolo. Cada vez que ven un gobierno operando con normas y reglamentos,
respetan al cuerpo gobernante, no lo desafían. De la misma manera, en el mundo
ven orden bien establecido. No se ve caos. La noche sigue al día, y el día
sigue a la noche. Las estaciones cambian de forma ordenada: el otoño sigue a
los monzones, el invierno sigue al otoño, la primavera sigue al invierno, el
verano sigue a la primavera, y así sucesivamente. La luna tiene sus fases: la
luna llena sigue a la luna nueva. Cuando se siembra trigo, solo puede
cosecharse trigo, y después de sembrar porotos, solo pueden cosecharse porotos.
Uno no cosecha garbanzos después de sembrar trigo, uno no cosecha porotos
después de sembrar garbanzos. De una semilla de mango solo crece un árbol de
mango, no una acacia. Del mismo modo, de un ser humano nace otro ser humano, y
no una cabra o una oveja; de cabras y ovejas solo nacen cabras y ovejas, y no
elefantes o caballos. El ser humano es niño por un cierto período de tiempo,
luego es joven por un cierto período, y luego es viejo por un cierto período.
El que nace tiene que morir algún día. Jātasya
hi dhruvo mṛtyuḥ (Gita 2, 27).
“Todo lo que nace debe morir”, dice la Gita.
Se puede observar esta disposición irrevocable en todas partes. Todas las
criaturas están sujetas a la ley del karma
y, durante y después de la vida, experimentan felicidad y tristeza. Cuando se
cumplen sus deseos, su alegría no tiene límites, y cuando ocurre algo no
deseado, no se cansan de lamentarse sobre ello. Florecen en la felicidad, se
marchitan en la pena; a veces lloran y a veces se ríen; a veces una persona es
tan amorosa que hace feliz a otro, y a veces la misma persona está tan llena de
odio que hace al otro miserable. Uno es saludable, otro está enfermo. Uno
educado, y otro no. Uno es rico, el otro es pobre. Uno vive mucho tiempo,
mientras que otro muere poco después de nacer. Uno es lindo, otro es feo. Uno
es blanco y el otro es negro. Uno tiene una familia que lo hace a uno feliz,
mientras que otro tiene una familia que lo hace miserable. Uno tiene el don de
la elocuencia, otro es mudo. La naturaleza de uno es la bondad, mientras que
otro es malo. Uno habla dulcemente, y otro es duro. Uno es recto y honesto,
mientras que otro es mentiroso y deshonesto. Así, en este mundo, uno se
encuentra con todo tipo de personas. Uno tiene que asumir que debe haber algún
administrador. Aquel administrador es el Señor Supremo, el Controlador del
mundo, el Soberano del universo.
Tal como tienen lámparas
en sus casas para tener luz, y para el aire tienen ventiladores, en su casa universal,
el Señor Supremo tiene el sol y la luna para luz, y para una ventilación
constante ha dispuesto el viento. ¿Quién puso el sol y la luna en el cielo?
¿Podría incluso el gobierno más poderoso del mundo lograr tal hazaña? ¿Quién
arregló que hubiera aire? ¿Podría hacerlo alguna persona? El cielo ha sido
decorado con incontables estrellas. ¿Quién fue el decorador? Su brillante
intelecto les dirá que no hay ninguna persona en el mundo que pueda arreglar
todo esto. Solo un invisible, poderoso, gran Dios ha organizado todo esto y ha
creado tanta belleza.
Nunca nadie piensa en la
muerte. Todo el mundo quiere vivir. Sin embargo, incluso sin quererlo, uno debe
rendirse ante una fuerza invisible y morir, sin importar qué tan famoso o hábil
se sea. Uno tiene que inclinarse ante la fuerza gobernante. Todas las personas
pretenciosas son eliminadas por ella. De esto concluimos que es cierto que
existe un gobernante poderoso. Esa regla es la deidad venerable, el Señor
Supremo. En la Bṛhadāraṇyaka Upaniṣad,
Maharshi Yajnyavalkya dice a Gargi:
Etasya vā akṣarasya praśāsane, gārgi
sūryā-candramasau vidhṛtau tiṣṭhataḥ,
etasya vā akṣarasya praśāsane, gārgi
dyāvā-pṛthivyau vidhṛte tiṣṭhataḥ,
etasya vā akṣarasya praśāsane, gārgi
prācyo ’nyā nadyaḥ syandante śvetebhyaḥ parvatebhyaḥ (Bṛhadāraṇyaka Up. 3,8,9).
“¡Oh Gargi! Gobernados
por la decisión del imperecedero Supremo Brahman, el sol y la luna en sus
órbitas hacen su benéfica tarea. El cielo y la tierra han sido designados para
hacer su tarea benéfica, la creación de lluvia, la producción de alimentos y
nutrientes. Y fluyen arroyos desde las montañas cubiertas de nieve, para
beneficio de la gente”.
Algunos existencialistas
dicen: “El orden en el universo es natural. No se requiere ningún dios consciente
para mantenerlo. El sol sale y se pone, naturalmente. Un ser humano nace
naturalmente y muere naturalmente. Si alguien te pregunta por qué el fuego es
caliente y el agua es fría, ¿qué puedes decir? La única respuesta es: “es
natural que el fuego sea caliente y el agua fría”. No hay otra respuesta. La
naturaleza es capaz de crear el universo y mantenerlo por completo”.
Preguntaremos al
existencialista: “¿La naturaleza es inerte o consciente?”. Si dice que la
naturaleza es consciente, entonces la disputa existencial con los creyentes en
Dios es solo una cuestión de semántica. Lo que los creyentes llaman consciente
Dios omnipotente, los existencialistas lo llaman “naturaleza consciente”
todopoderosa. Un recipiente con un cuello largo con forma de concha y base
ancha es llamado jarra por algunos y florero por otros, pero la diferencia está
solo en el nombre y no en el sentido. Del mismo modo, el Creador es llamado
Dios por unos y Naturaleza por otros; el significado es el mismo, solo los
nombres son diferentes.
Si el existencialista
dice que la naturaleza es inerte, luego no contiene la inteligencia necesaria
para crear el magnífico universo. Sin la ayuda de la inteligencia consciente,
que deja sin palabras incluso a los grandes intelectuales, la materia inerte no
puede crear materia. Esto es un hecho evidente en el mundo.
Si quieren construir un
edificio de siete pisos de altura y han recogido todos los materiales de
construcción necesarios, como hierro, cemento, arena, ladrillos, piedra y madera,
¿puede la materia inerte crear el edificio sin la ayuda de un ingeniero consciente
y un carpintero? Por supuesto que no. Lo inerte necesita la ayuda de lo consciente.
De la misma manera, la naturaleza inerte no puede crear el universo sin el
poder de un consciente Dios Supremo.
En una ciudad vivía un
abogado. Él era existencialista y agnóstico. Su esposa, una creyente en Dios,
repetía el nombre de Dios, adoraba a Dios, y participaba en satsangs y cantos. Tenía firme fe en el
Señor del universo. El abogado habitualmente discutía enérgicamente con ella,
diciendo: “Dios es ficticio. Todo pasa debido a la misma naturaleza”. La mujer
aún tenía confianza y fe firmes. Ella solía decir con humildad: “A pesar de
todo lo que puedas pensar, yo no puedo no creer en Dios. Su adoración es mi
vida. Tengo plena confianza en las instrucciones de los vedas, la Gita, las upanishads, el Bhagawat y las otras escrituras. No voy
a perder mi fe escuchando sus vacíos y secos argumentos”.
Tuvieron tres hijos y
una hija, que eran creyentes como su madre. Solían leer la Gita y otras escrituras y repetían el gran mantra Om namah shivaya. Estaban influenciados
por su fe de su madre, mientras que el escepticismo del padre no tenía efecto
sobre ellos. A causa de su orgullo de ser su padre, al abogado le molestaban
sus creencias, e hizo mucho esfuerzo para imprimir su existencialismo en ellos.
Un día, el hijo mayor,
que era muy inteligente, le jugó una mala pasada a su padre para refutarle su
existencialismo. Durante el día, dejó una hoja de papel en blanco sobre el
escritorio de su padre, donde su padre la vería. Esa noche, después de esperar
que su padre esté dormido, pintó un hermoso retrato del oscuro Señor Krishna
sosteniendo su flauta y lo dejó exactamente en el mismo lugar. A la mañana
siguiente, cuando su padre lo vio, se alegró y preguntó quién lo había pintado.
El hijo mayor ya había participado a sus hermanos del secreto, y les había dado
instrucciones que si su padre preguntaba al respecto, dijeran no haberlo
pintado y no saber quién lo había hecho. El hijo mayor también confesó no
saber. Al haber sido dicha para volver creyente al padre, esta mentira piadosa
no es considerada un pecado y, de hecho, es considerada como la verdad, ya que
en el Mahābhārata se dice Satyam bhūtahitaṁ proktaṁ, “La verdad es
lo que es propicio a las criaturas”. Por supuesto, una verdad que es
perjudicial para las criaturas no es verdad, sino una mentira.
El padre se molestó y
preguntó:
—Si ninguno de ustedes
pintó el cuadro, entonces, ¿quién lo hizo?
Su hijo mayor se puso
serio. Con gran humildad dijo:
—¡Papá! De acuerdo con
tu teoría del existencialismo, seguro diferentes gotas de pintura deben haber
volado en el viento por la calle, de la tienda de artículos de arte;
aterrizaron en el papel y formaron esta hermosa pintura de Shrikrishna.
— ¡Vamos! ¿Me estás
tomando el pelo? ¡Eso no podría ser posible! Solo un idiota sin conocimiento
creería una explicación de ese tipo. No puedes engañar a un abogado famoso como
yo, que lleva sus casos en los tribunales más prestigiosos, en la presencia de
reconocidos jueces—, dijo el abogado, sonriendo presuntuosamente.
—¡Papá! Si en tu
opinión, la creación de este misterioso y brillante universo, que puede
deslumbrar incluso a las mayores mentes, ocurre de forma natural sin la ayuda
de un supremamente consciente todopoderoso Dios, entonces por qué es tan
imposible que este cuadro aparezca de forma natural, sin la ayuda de un artista
inteligente?
Al escuchar el
inteligente argumento de su hijo, el padre comenzó a reflexionar. Por sí misma,
su mente bien entrenada comenzó a refutar su teoría del existencialismo y a
establecer la teoría del teísmo. “Si un retrato corriente”, pensó, “no puede
existir sin un artista consciente, ¿entonces cómo podría la maravillosa
creación de este vasto magnífico universo tener lugar sin un Dios todopoderoso,
omnisciente y supremo? Simplemente no puede suceder. Ahora veo que la
conclusión alcanzada por nuestras escrituras tiene sentido. A causa de mi estupidez
había insistido en el existencialismo. Ahora veo que el existencialismo es una
ilusión, una tontería. El teísmo es creíble y razonable”.
Mientras que el abogado
estaba ocupado con estos pensamientos, su esposa, que se había escondido en un
rincón, escuchando la conversación entre padre e hijo, se acercó, sonrió
cariñosamente y le dijo:
—A partir de ahora, por
favor, deja de discutir a favor del existencialismo y confía en el poder
divino, debido al cual tiene lugar la creación, el mantenimiento y la
destrucción de todo el universo. Canta los purificadores nombres de Dios con
amor. Escucha con fe las disertaciones de las desapasionadas, eruditas, grandes
almas, y haz que tu vida humana valga la pena.
El abogado escuchó las
instrucciones de su esposa y se inclinó con las manos juntas. Admitió su error
ante su esposa e hijos, y tomó una decisión:
—A partir de hoy, voy a
confiar en Dios como el soberano del universo, y me voy a dedicar a Él lo mejor
que pueda.
En su comentario sobre
la Kenopanishad, el gran maestro
Shankaracharya describe cómo alcanzar a Dios:
Tatsiddhir-jagato niyata-pravṛtteḥ,
śruti-smṛti-prasiddhibhir-nitya-sarvavijñā na īśvare sarvātmani sarva-śaktau
siddhe ’pi, śāstrārtha-niścayārthamucyate, tasyeśvarasya sadbhāva-siddhiḥ kuto
bhavato ’tyucyate, yadidaṁ jagat,
deva-gandharva-yakṣa-rakṣaḥ-pitṛ-piśācādi-lakṣaṇaṁ,
dyuviyat-pṛthivyāditya-candra-graha-nakṣatra-vicitraṁ,
vividha-prāṇyupabhoga-yogya-sthāna-sādhya-sambandhi, tat,
atyanta-kuśala-śilpibhirapi durnirmāṇaṁ, deśakāla-nimittā-nurūpa-niyata-pravṛtti-nivṛtti-kramaṁ,
etad-bhoktṛ-karma-vibhāgajña-prayatna-pūrvakaṁ bhavitu-marhati, kāryatve sati
yathokta-lakṣaṇatvāt, gṛha-prāsāda-ratha-śayanā-sanādivat vipakṣa ātmādivat.
“Aunque Dios, el alma de todos, cuya
naturaleza es omnipresencia, omnisciencia y omnipotencia, ha sido corroborado
por las shrutis y smritis (escrituras reveladas y
recordadas) así como por la creencia popular, con el fin de verificar el
significado de las escrituras sigue siendo necesario llegar deductivamente a Su
existencia, es decir, a través de una conclusión lógica extraída de las
conjeturas. ¿Cómo puede llegar el intelecto a probar la naturaleza benevolente
de Dios? Razonando de la siguiente manera. El universo fantástico contiene el
cielo, el firmamento, la Tierra, el sol, la luna y las estrellas; articula
constantemente los lugares y medios de satisfacción de diferentes criaturas;
contiene muchas deidades, seres celestiales, demonios y espíritus malignos. Ni
siquiera artesanos expertos habrían podido crear esta trama. El universo es tan
ordenado, en lo que respecta a cómo las cosas aparecen y desaparecen según el
lugar, el tiempo y la causalidad, y conoce tan bien todas las tendencias
positivas y negativas de las criaturas que lo disfrutan, que debe haber sido
creado con una intención consciente; porque el universo es un efecto del eterno
Ser Supremo consciente y exhibe las características distintivas mencionadas
anteriormente. Los objetos como casas, mansiones, carros, camas, sillas, etc.,
que resultan de las actividades del Ser consciente, son perecederos y, por otro
lado el mismo Yo consciente, que es el conocedor y hacedor, es imperecedero.
Basta con mirar a la
diversidad de formas corporales. En un zoológico grande, por ejemplo, la
variedad de animales de todo el mundo, monos, osos, tigres y aves de todos los
colores del arco iris, es tan sorprendente que incluso un agnóstico diría:
“¡Dios! Tu juego es impresionante”. Cada cuerpo, humano o animal, tiene una
forma única, distinta a cualquier otra. En una familia, los rostros de dos
hermanos son similares, sin embargo, es inevitable que haya diferencias. Sus
voces también son diferentes, y cada uno tiene su propia letra, y los cajeros
de banco no tienen problemas en distinguir sus firmas.
A partir de una gota de
líquido seminal, ¿cómo es que el Ramdev o Krishnadev que nace es único, consciente,
vivaz, tiene órganos y miembros, puede hablar, ver, oír, reír, llorar, comer,
beber, tener un sentido de mí y mío, y pasar por las fases de la infancia, la
juventud y la vejez? ¿Qué poder lo creó? Pensando en estas cosas el intelecto
queda sin palabras. Ante el abrumador poder creativo del Dios supremo, uno solo
puede inclinar la cabeza. Es por eso que Vidyaranya Swami dice en el capítulo
titulado Chitradeepa de su libro Panchadashi:
Etasmāt-kimivendra-jāla-maparaṁ yadgarbha-vāsasthitaṁ,
retaścetati hasta-mastaka-pada-prodbhūta-nānāṅkuraṁ,
paryāyeṇa śiśutva-yauvana-jarā-veṣairanekair-vṛtaṁ,
paśyatyatti śṛṇoti jighrati tathā gacchatyathā
gacchati (6, 47).
“¿Qué espectáculo puede
ser más fascinante que este? El semen que queda en el útero por un cierto
tiempo se vuelve consciente, brota en varias extremidades de diferentes formas,
como las manos, la cabeza y los pies, y luego se manifiesta en un cuerpo humano
que pasa por las etapas de la infancia, la juventud y la vejez, y ve, come,
oye, huele, va y viene”.
Una vez, el divino sabio
Narada Baba, mientras daba vueltas tocando su vina, meciéndose en éxtasis y
cantando alabanzas al Señor con dulce voz, llegó a la corte de los Kauravas.
Los Kauravas, liderados por Duryodhana, dieron la bienvenida a Narada, le
ofrecieron un asiento y le preguntaron de dónde venía. Narada respondió:
—He estado deambulando.
Acabo de llegar de Dwarakaji (el reino del Señor Krishna), y de allí he venido
hasta aquí a verlos.
—¡Bien! —dijo
Duryodhana, —puesto que vienes de Dwaraka, por favor cuéntanos qué está
haciendo ahora Shrikrishna.
Narada, quien estaba
absorto en la admiración de la deslumbrante belleza de la creación del Señor,
inmediatamente dijo:
—Mientras yo estaba
allí, el Señor Shrikrishna, el amo y señor del universo, la fuente de la dicha,
la morada de la prosperidad, el señor de toda la creación, el que reside en los
corazones de todos, estaba enhebrando un elefante a través del ojo de una aguja
y vertiendo el océano en una pequeña jarra.
Los Kauravas soltaron
una carcajada.
—Estás mintiendo —dijeron.
—Es imposible. ¡Puras sandeces!
Duhshasana susurró al
oído de su tío Shakuni, “estos ascetas son mentirosos. Ellos han hecho a Shrikrishna
Dwaraka un Dios, se vuelven locos por él”. Los Kauravas eran agnósticos y adoraban
a la demoníaca riqueza, por lo que no sabían quién era Shrikrishna realmente.
Al escuchar los
comentarios de los Kauravas, Narada guardó silencio, dejó a los Kauravas y fue discretamente
adonde estaban viviendo los Pandavas. Los Pandavas eran grandes creyentes de
Dios. Justos y hospitalarios, amaban a Shrikrishna. Al ver acercarse a Narada,
Yudhishthira y los otros Pandavas se pusieron de pie y le dieron la bienvenida
con gran reverencia. Agradecieron su suerte porque Narada los había ido a
visitar, le lavaron los pies con respeto y lo sentaron en un alto trono. Le
preguntaron cómo estaba y su razón para visitarlos. Narada les dio la misma
respuesta que había dado a los Kauravas. Al enterarse de que Narada venía de
Dwarakaji, se pusieron muy contentos. Al igual que los Kauravas, le preguntaron
por el bienestar de Shrikrishna, ya que Shrikrishna era su amigo más querido, y
Narada les dio la misma respuesta.
Cuando Yudhisthira
Maharaja escuchó esto, dijo que el Señor Shrikrishna tenía poderes infinitos y
que era capaz de hacer cualquier cosa, incluso lo que se consideraba imposible.
Ya que, ¿qué es imposible para el Señor, el Poder Supremo? Los mismos conceptos
de posibilidad e imposibilidad se aplican solo a las almas individuales de
poderes limitados. Pero para el Señor, la imposibilidad puede convertirse en
una posibilidad.
Yo vā anantasya guṇā-nanantān,
anukramiṣyan sa tu bālabuddhiḥ,
rajāṅsi bhūmer-gaṇayet kathaṅcit,
kālena naivākhila-śakti-dhāmnaḥ (Bhāgawat 11,4,2).
“El poder del Señor es
infinito, y en consecuencia, las cualidades infinitas que son sus atributos
también tienen un poder infinito. Quien quiera tomar un recuento exhaustivo de
estas cualidades o trate de trascenderlas a través de argumentos secos como
“¡esto no es posible!” es infantil, es decir, un perfecto idiota. Un ser humano
con poderes especiales que trate de contar los granos de arena en la tierra
puede tener éxito, pero él no sería capaz de contar las infinitas y
extraordinarias facultades creativas en la fuerza motriz del Señor”.
Ahora Bhimsen dijo
modestamente a Narada:
—¡Señor! ¡Morada de la
bondad! Amamos al Señor y a los santos como tú. Lo que digas, nosotros lo
aceptaremos confiados. Pero, ¿podrías explicarnos el misterio detrás de este
juego sobrenatural del Señor?
Complacido, Narada
comenzó a explicar.
— En realidad se puede
ver el juego del Señor, de enhebrar un elefante por el ojo de una aguja, en los
ojos de cada criatura. Lo que la gente común llama un ojo no es realmente un
ojo, sino un agujero redondo. Ese agujero es visible, pero en él hay un órgano
de la visión, que está más allá de la percepción y no es visible. Es más sutil
que aún una centésima parte de la punta de un cabello, pero a través de la luz
de ese órgano, sutil entre lo sutil, se pueden ver los grandes objetos como el
cielo, el mar, las montañas, y así sucesivamente. Si la luz de dicho órgano no
entrara en contacto con estos objetos de gran tamaño, no podrían ser vistos.
Por lo tanto, los eruditos filósofos han formulado una regla de la naturaleza: Sambaddhaṁ vartamānañca gṛhyate cakṣurādinā.
“Los ojos y otros órganos de percepción captan solo los objetos que se perciben
y que existen en la actualidad. Aquellos objetos que no son percibidos y no
están en el presente, no pueden ser captados”.
—Del mismo modo —continuó
Narada—, la increíble hazaña de verter el mar en una jarra se puede ver al
observar el intelecto humano. Incluso si un ser humano recibiera del Señor una
vida de cien mil años de duración y pasara su vida entera aprendiendo nuevos
temas día y noche, las reservas infinitas de conocimiento, es decir, los
significados y misterios, nunca llenarían la pequeña jarra de su intelecto.
Al oír la explicación
del divino sabio Narada del misterio detrás del apasionante juego del Señor,
los Pandavas estuvieron complacidos y se sintieron afortunados.
El infinito increíble
juego visto en el universo, las bellezas creadas y reguladas por el Señor, que
reside en todo; todo existe para proporcionar una presentación del Señor. La shruti dice: Tadasya rūpaṁ prati-cakṣaṇāya (Ṛgveda
6,47,18). “Esta manifestación es para la experiencia especial del Creador”. Ārāmamasya paśyanti, na taṁ paśyati kaścana,
(Bṛhadāraṇyaka Upaniṣad 4,3,14) “La
gente ve este universo, que es el jardín del Señor, pero no quiere ver al creador
del jardín, por cuya existencia y belleza el jardín es abundante y hermoso. Es
bastante sorprendente que no conocen ni consideran al creador de tanta
abundancia y belleza, el Señor”.
La gente es feliz al
ponerse anillos de diamantes. Se alegran al mirarse al espejo cuando se hacen
un nuevo corte de pelo. Se sienten orgullosos de su nuevo hermoso tocado. Sin
embargo, la belleza del anillo no es debido al anillo, sino al dedo que lo
lleva. Alaban al joyero, pero olvidan alabar al autor del dedo. Del mismo modo,
la belleza del cabello no es debido al pelo, sino a la cabeza que lleva el
pelo. Si cortáramos todo el pelo, perdería toda su belleza. Sthāna-bhraṣṭā na śobhante, dantāḥ keśāḥ
nakhā narāḥ, “Dientes, pelo, uñas, y las personas desplazadas de su posición
pierden su belleza”. De la misma manera, el tocado es bello por la cabeza que
lo lleva. Los brazaletes de oro lucen bellos debido a los brazos que los
llevan. Pero la gente olvida al supremamente hermoso Señor, que hace hermosos a
la cabeza, las manos, la nariz, las orejas y el resto de ellos. Esta es,
precisamente, su estupidez; olvidan al objeto verdadero, que es la verdad, la
bondad y la belleza, y se obsesionan locamente por los objetos inferiores, que
son tanto innaturales como perecederos.
El mundo o saṁsāra es de dos tipos: uno creado por
Dios y el otro creado por el alma individual. El mundo creado por Dios está
lleno de dicha. En la palabra saṁsāra,
sam significa “totalidad”, y sāra significa “esencia”. El mundo del
alma individual, por otro lado, es diverso, fruto de la determinación mental, y
da vueltas y vueltas en un ciclo llamado samsāra,
lleno de dualidades como la felicidad y la miseria, y de aflicciones como las
obsesiones, los celos, etc. El samsāra
ilusorio y doloroso de las almas individuales engañadas es para quedar atado a
los sentimientos inferiores de una mente sin control y girar continuamente en
ciclos de dolor y obsesiones. El dichoso
samsāra de los conocedores de Brahman es ver el mundo entero como una
manifestación de la existencia, conciencia y dicha (esencialmente en la forma
de asti, ser, bhāti, perceptible, y priya,
agradable); para ver su esencia, el principio del Ser Supremo, Brahman, en
todas partes, y ser uno con este principio.
Las upanishads usan
arcilla y chispas para ilustrar la creación, el sostenimiento y la disolución
del mundo, y describen al mundo solo para que señalar su esencia, y así
hacernos conscientes del Ser Supremo, su Creador. Solo por esta razón las upanishads
investigan esta creación ilusoria que consiste en nombres y formas. Gaudapādācārya,
en su comentario sobre la Māndukyopaniṣad,
dice:
Mṛlloha-visphuliṅgādyaiḥ sṛṣṭir yā coditā ’nyathā,
upāyaḥ so ’vatārāya nāsti bhedaḥ kathañcana (Advaita-prakaraṇa 3,15).
“En las upanishads,
cualquier ejemplo que se emplee utilizando arcilla, hierro, y chispas para explorar
los caminos del universo es solo un medio para despertar la conciencia de los
buscadores al Brahman uno sin segundo. Excepto para comprender a Brahman, no
hay otro propósito en tener en cuenta al universo”.
De ahí que en nuestros
autorizados vedas haya estrofas que indican que solo el Señor, el uno que es el
creador y regulador del universo, el omnipresente Ser universal, es considerado
como digno de alabanza y adoración.
Oṁ tavemāḥ prajāḥ divyasya retasaḥ,
tvaṁ viśvasya bhuvanasya rājasi,
athedaṁ viśvaṁ pavamāna 'te vaśe,
tvamindo 'prathamo dhāmadhā asi (Ṛgveda 9,86,28).
“¡Oh Pavamān
(santificado Señor)! ¡Oh Indo (el más apacible Ser de todos, Dios)! El universo
entero, móvil e inmóvil, ha nacido de Tu poder divino. Es por eso que Tú eres
el único maestro del universo, y por qué el universo completo está bajo tu
control. Eres su único gobernante. Por lo tanto Tú eres su esencia principal y
posees ininterrumpido esplendor autoluminoso”.
Oṁ indro diva indra īśe pṛthivyāḥ,
indro apāmindra itparvatānāṁ,
indro vṛdhāmindra inmedhirāṇāṁ
indraḥ kṣeme yoge havya indraḥ (Ṛgveda 10,89,10).
“El Señor Indra es el
amo y gobernador del cielo y de la tierra. El Señor Indra es también el amo del
mar y del mundo inferior. El Ser Supremo, Indra, también rige el universo
material inerte y el universo intelectual consciente. Por lo tanto, el gran
Indra, aquel omnipotente Señor de todo, es capaz de nuestro yoga (logro) y kshema (protección), y por lo tanto digno de propiciación y
adoración”.
Aquí yoga significa alcanzar lo inalcanzable
y la satisfacción de los deseos, y kshema
significa la protección de lo que se ha logrado. Este yoga-kshema es de dos tipos: uno mundano y otro espiritual. Yoga-kshema mundano significa haber
logrado la riqueza deseada y otros requisitos para la propia subsistencia en el
mundo, así como la protección de lo que se ha adquirido. Yoga-kshema espiritual es el don del conocimiento de la Realidad y
de los medios para alcanzarlo, como la devoción, el discernimiento, el
desapego, y así sucesivamente, así como la protección de estos medios hasta que
se alcanza la liberación.
Por lo tanto, para la
protección y el bienestar, solo el Ser Supremo debe ser adorado con fe y devoción.
Oṁ tamīśānaṁ jagata-stasthu-ṣaspatiṁ,
dhiyaṁ jinva-mavase hūmahe vayaṁ ,
pūṣā no yathā veda-sāma-sadvṛdhe,
rakṣitā pāyuradabdhaḥ svastaye (Śukla-yajurveda 25,18, Ṛgveda
1,89,5).
“Aquel Señor es el amo
de todo el universo, formado por los objetos móviles e inmóviles. Él es el
protector; Él es el Dios Supremo. Él continuamente deleita el intelecto del
devoto que se ha entregado al Ser. Él es digno de ser alegrado por nuestros
buenos pensamientos y acciones. Llamamos al maestro de todos, al Ser universal,
al Señor; que nos proteja de las aflicciones de la ignorancia y los miedos que
surgen de la ignorancia. Más aún, le suplicamos lograr el contentamiento total
sin obstáculos, que surge de la experiencia de la dicha del Ser. Ese Ser
Supremo otorga alimentos mundano, del otro mundo, y espiritual. Poseer salud y
riqueza es alimento mundano. Poseer mérito es alimento de otro mundo. Contar
con una firme devoción y desapego es alimento espiritual. Él es también el
protector de la riqueza mundana (dinero y otros) y de la riqueza divina
(valentía, pureza, etc.), obtenidos por su gracia. Al destruir la injusticia,
Él protege la justicia eterna; al destruir a los malvados, Él protege a los
devotos virtuosos. Ese Señor, que es el Señor de todo, nunca puede ser derrotado
por enemigos poderosos, como los demonios. Que ese Ser Supremo sea generoso y
esté complacido, para que crezcan la felicidad y la riqueza, y propicie
beatitud total; por esta razón, con gran amor y fe sinceros, siempre invocamos
al Señor”.
El Señor, a quien
alabamos y adoramos, no está lejos de nosotros. Él está en nosotros y nosotros
estamos en Él. Aquel amo de todo aparece ante los devotos y adquiere una forma
definida. Al mismo tiempo, Él permanece sin forma e impregna todo el universo.
Permanece como testigo en el corazón de todas las criaturas en la forma del
Ser. Es por eso que un devoto dice:
Maiṅ jānūṅ hari dūra hai, hari hai hṛdayake māṅhi,
āḍī ṭāṭī kapaṭakī, tāse dīkhata nāṅhi.
“Solo por la ilusión
sentimos que Hari, el Señor, está lejos de nosotros. Cristianos o musulmanes
creen que su Dios o Alá está a miles de kilómetros de distancia en el séptimo
cielo, mientras que nuestro Dios no está lejos de modo alguno. Él está presente
aquí y llena todas partes. Él está sentado dentro de nuestros corazones. Él es
nuestro Ser”.
Si alguien pregunta: “Si
Él está en todas partes, y sentado dentro de nuestros corazones, entonces ¿por
qué no lo vemos?”, la respuesta es:
Āḍī ṭāṭī kapaṭakī, tāse dīkhata nāṅhi.
“En nuestros corazones
hay muchas impurezas, como la hipocresía que surge de la ignorancia, y cercas
que obstruyen, como la confusión y el ocultamiento. Del mismo modo que a veces
es difícil ver el agua cuando está cubierta de musgo, así es difícil ver al
Señor hasta que eliminamos estas obstrucciones”.
Por ejemplo, supongamos
que hay agua sucia en una lata. La lata está cubierta con una tela oscura, y
está colgando de una alta rama en un árbol. Se balancea fuertemente en el
viento. Esta agua no puede reflejar el sol porque hay tres tipos de
obstrucciones. En primer lugar, el agua está sucia. En segundo lugar, se está
moviendo constantemente. En tercer lugar, está cubierta con un paño oscuro.
Mientras estas tres obstrucciones no se hayan quitado, no puede reflejar el
sol. En primer lugar, tendrán que limpiar el agua; luego, sostener la lata con
firmeza. Pero estas dos cosas aún no son suficientes para ver el reflejo del
sol. Por último hay que quitar el paño oscuro que cubre el agua. Cuando el agua
de la lata esté limpio, la lata esté quieta, y el agua no está cubierta por un
paño, sin ningún esfuerzo el sol se reflejará claramente.
La lata representa
nuestro corazón. En él se encuentra el agua del intelecto, pero debido a las
básicas tendencias pecaminosas añadidas desde tiempos inmemoriales, el
intelecto se ha convertido ensuciado. Esta lata del corazón está colgando de la
rama del árbol de samsāra. Debido a
las ráfagas del viento del apego a los objetos sensorios, la lata está en
constante vaivén. También ha estado cubierta con un oscuro velo de ignorancia
desde tiempos inmemoriales. Lo que nos impide ver al Señor sentado en nuestro
corazón son los tres obstáculos de la impureza, la confusión y el velo. Para
eliminar estos tres tipos de obstáculos, nuestras escrituras han ordenado que
nos guardemos a los medios de acción, oración y conocimiento.
Primero debemos limpiar
y purificar nuestros corazones mediante la eliminación de impurezas
debilitantes a través de la realización de acciones benéficas, libres de deseo,
en nombre de Dios. En segundo lugar, debemos hacer que nuestras mentes estén
concentradas y con contentamiento, eliminando así la debilidad de una mente
dispersa a través de la adoración al Señor, con confianza y devoción. Por
último, hay que quitar el velo de la ignorancia mediante la entrega al
verdadero Guru, quien es instruido y está establecido en la verdad, y obtener
el conocimiento del principio escuchando, comprendiendo y contemplando las upanishads.
Tal como después de que una casa está correctamente cableada y conectado a una
central eléctrica, con solo pulsar un botón, inmediatamente se ilumina con la
luz brillante de la electricidad, de la misma manera, cuando por los tres
medios citados anteriormente, se han eliminado correctamente los tres
obstrucciones, lo que resplandece es la experiencia directa del Ser Supremo, la
eterno, pura, conocedora, libre, independiente, perfecta fuente de dicha,
Brahman, la Realidad última. Un ser humano que tiene la experiencia directa de
la Realidad es liberado en vida. Un gran ser que ha tenido esta experiencia lo
expresa de esta manera:
Paśyāmi citramiva sarva-midaṁ dvitīyaṁ,
tiṣṭhāmi niṣkala–cideka-vapuṣyanante,
ātmānam-advaya-mananta-sukhaika-rūpaṁ,
paśyāmi dagdha-raśanā-miva ca prapañcaṁ.
Advaita–mapya-nubhavāmi karastha-bilva-
tulyaṁ śarīra–mahi–nirlva-yanīva-dīkṣe,
evaṁ ca jīvana-miva pratibhāsa-mānaṁ,
niḥśreyaso ’dhigamanaṁ ca mama prasiddhaṁ.
(Sarva-jñātma-muni-praṇīta-saṅkṣepa-śārī-rakaṁ 4,54-55).
“Ahora todo el mundo de
dualidades me parece tan irreal como un dibujo. De la misma manera en que uno
no tiene miedo de un inerte tigre de papel, así el discernimiento
inquebrantable de que este mundo dualista de nombres y formas es una ilusión
hace que deje de ser una fuente de obsesiones y tristeza. Yo siempre moro en el
Ser perfecto, que es indiviso debido a la ausencia de tendencias a correr
detrás de objetos sensorios; que solo es conciencia infinita e indivisa, debido
a la ausencia de la triple división entre vidente, visto y visión”. (Este morar
en el Ser perfecto no es como una fruta en un cuenco o un cuadro en una pared.
Pero así como en el estado de ignorancia, experimentar al cuerpo como el Ser es
considerado como vivir en el cuerpo, así en el estado de libertad, experimentar
al perfecto Ser uno sin segundo como a uno mismo es morar en el Ser. El
ilimitado Ser sin forma no puede vivir en nada que tenga la mutua relación de
soporte y soportado). “Incesantemente, en todas partes, experimento al Ser, que
es uno sin segundo, infinito, único y dichoso, y el mundo dualista parece una
soga quemada. Una soga quemada se ve como una soga pero no puede utilizarse
para atar o tirar. Del mismo modo, el mundo dualista, una vez que es quemado en
el fuego del conocimiento del Brahman uno sin segundo, es visible, pero no se
vuelve una causa de esclavitud. Como una hoja de bilva en la palma, yo experimento
directamente al Brahman no dual y experimento al cuerpo como separado, del modo
en que una serpiente cambia de piel. Tal como una serpiente mira su piel
abandonada sin identificarse con ella, no aprecio a este cuerpo como mío. De
esta manera, mi aparente existencia corporal no es real, sino solo una
continuación suspendida. Además, como resultado de la autobendición, tengo la
experiencia directa de la más pura dicha de la liberación mientras estoy vivo”.
Algunas personas dicen:
“Aunque estamos de acuerdo en que la presencia de Dios está establecida por las
escrituras y por los argumentos lógicos, e incluso a pesar de que un conocedor
de Brahman liberado pueda experimentar directamente a Dios, todavía no vemos el
Ser universal en el universo. Vemos al universo externo en una forma densa y al
universo interior en una forma sutil. Pero mientras no veamos a Dios
directamente, no tendremos ningún amor por Él. En este mundo aparecen objetos,
cada uno más bello que el anterior, y nuestros corazones se apegan
inmediatamente a ellos y gustan de ellos. El Ser Supremo puede impregnar todo
el universo y ser perfecto, pero sin la visión directa del Ser, ¿cómo podemos
confiar en Él, estar apegados a Él, y adorarlo con devoción?”.
Son como una persona
enferma que va al médico y le dice:
—Doctor, yo creo en sus
medicinas, y voy a tomar lo que me prescriba, pero primero tiene que curarme de
mi enfermedad. Si no me cura de mi enfermedad no voy a ser capaz de creer en
sus medicinas, y no voy a tomarlas.
—Señor —responde el
médico—, si pudiera curar su enfermedad sin que tome mis medicinas, ¿qué valor
tendrían las medicinas? ¿Para qué se las recetaría? El propósito de
prescribirle medicinas es curar su enfermedad. Si desea la enfermedad esté curada,
es mejor que primero confíe en el medicamento. Entienda que tomando este
medicamento muchas personas se han curado de sus enfermedades. Usted también se
va a curar, pero debe desarrollar el gusto por la medicina. De lo contrario no
será capaz de curarse del todo.
De la misma manera, las escrituras
enseñan que el Ser Supremo impregna el universo móvil e inmóvil y reside en el
corazón como testigo, pero primero tenemos que creer en ello. Si el Ser Supremo
pudiera ser visto primero, sin prácticas tales como la confianza y la
adoración, ¿cuál sería el propósito de las prácticas? Como regla general, sin
el medio no se alcanza la meta.
En una ciudad del norte
de India, un viejo erudito del antiguo budismo estaba dando una charla sobre
Dios. Estaba proclamando la existencia de Dios citando diversos testimonios
bíblicos y razones populares. Algunos modernos jóvenes graduados de una
universidad escuchaban. Y uno de ellos, un joven locuaz, planteó una pregunta:
—¡Panditji! Vamos a
creer en Dios, pero solo si realmente nos lo puedes mostrar.
El Panditji respondió
—¡Hermano! Mientras
hablaba mi garganta se ha secado. También estoy muy hambriento. Por favor,
tráeme un poco de leche. Primero voy a humedecer mi garganta y luego voy a
responder a tu pregunta.
El joven rápidamente
llevó un vaso de leche al panditji.
El panditji tomó el vaso y comenzó a
meter el dedo una y otra vez dentro de la leche, como si buscara algo.
—¡Panditji! —dijo el
joven con sorpresa—. La leche está suficientemente fría. ¿Por qué no la tomas?
¿Cuál es el problema?
—Estoy buscando algo en
la leche.
—¿Qué estás buscando?
—He oído que hay mantequilla en la leche —dijo
el panditji—. Estoy buscándola.
El joven se echó a reír.
—Es cierto que hay
mantequilla en la leche, pero no se puede conseguir así. No puede ser vista.
—Entonces, hermano, por
favor, dime cómo puedo obtenerla. ¿Cómo puede ser vista?
—¡Oh, Panditji, eres tan
ingenuo! ¿Cómo es que no sabes esto? Primero tienes que calentar la leche. Luego
tienes que ponerla en una olla de barro limpia y cuajarla. Luego debes batirla.
Solo entonces serás capaz de ver la mantequilla. Pero con solo mover el dedo en
la leche así, no vas a obtenerla. Hace falta un esfuerzo adecuado.
El Panditji quedó muy
satisfecho. De inmediato dijo:
—¡Ya está! ¡Acabas de
responder a tu propia pregunta! Debes entender que con Dios ocurre del mismo
modo. Así como se debe seguir un procedimiento para obtener mantequilla de la
leche, hay un procedimiento para alcanzar a Dios. Así como la leche necesita
ser calentada, cuajada y batida para obtener mantequilla, de la misma manera,
para ver a Dios directamente, el corazón también necesita ser calentado,
cuajado, y batido. Calentar del corazón es purificarlo a través de la acción
sin deseo, libre de tendencias pecaminosas. Cuajar el corazón es volverlo
concentrado y tranquilo a través de la adoración a Dios, con fe y devoción.
Batir el corazón es eliminar la cubierta de ignorancia a través del
conocimiento del principio. La realización de estas tres prácticas de acción,
adoración y conocimiento es el procedimiento que uno debe seguir para ver a
Dios”.
Al escuchar la
explicación inteligente y convincente de Panditji, todos los jóvenes quedaron
muy satisfechos.
El Señor, la fuente de dicha,
utilizando las dos palabras prabhavaḥ,
creación, y pralayaḥ, disolución,
establece para Arjuna que en él coexisten tanto la causalidad fundamental como
material de la creación del universo y que Él penetra y es la urdimbre y la
trama del universo. Pero sin la eliminación de los obstáculos a través de
prácticas, ningún ser humano puede verlo, al Ser Perfecto. Solo después de la
eliminación de los obstáculos a través de prácticas un ser humano puede verlo
directamente. Es por eso que un devoto dice:
Jyoṅ tīl māṅhī tela hai, jyoṅ caka-maka meṅ āga,
terā prītama tūjhameṅ tyoṅ, jāga sake to jāga.
“Así como hay aceite en
las semillas de sésamo y hay fuego en una piedra de sílex,
tu amado está dentro de
ti. Manifiéstalo si así lo deseas”.
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