lunes, 28 de enero de 2013

Estrofa 3

Manuṣyāṇām sahasreṣu
kaścid-yatati siddhaye,
yatatāmapi siddhānām,
kaścinmāṁ vetti tattvataḥ.

“De entre miles de personas, casi ninguno se esfuerza por alcanzarme, al Ser Universal Interior. Y entre aquellos yogis que sí se esfuerzan, solo el excepcional conoce mi naturaleza Real”.

En esta estrofa el Señor, la Fuente de Dicha, describe lo excepcional del autoconocimiento. Por medio de Su gracia y las prácticas, sus devotos logran el conocimiento del Ser.

En este mundo, miles de personas están apegadas solamente a asuntos mundanos. Jānā hai rahanā nahiṅ, maranā biswābīs, “Cuando dejamos este tumultuoso y peligroso mundo, nos vamos con las manos vacías”. Incluso sabiéndolo y de hecho observándolo, no terminamos de comprender. Quienes ven esto y se llaman a sí mismos muy inteligentes, solo demuestran su estupidez:



Āyu gavāṅyī duniyāṅmeṅ, duniyāṅ calī na sātha,
paira kulhāḍā māriyā, mūrakhane apane hātha.

“Malgastó su vida en este mundo, pero el mundo no se va con él.
El tonto cortó sus piernas con un hacha sostenida en sus propias manos”.

¿Por qué la gente actúa tan estúpidamente? El rey Bhartṛhari, un sabio, dice:

Ādityasya gatāgatairaharahaḥ saṅkśīyate jīvitaṁ,
vyāpārair-bahukārya-bhāra-gurubhiḥ kālo na vijñāyate,
dṛṣṭvā janma-jarā-vipatti-maraṇam trāsaśca notpadyate,
pītvā mohamayīṁ pramāda-madirā-munmatta-bhūtaṁ jagat.

“Cada día, al salir y ponerse el sol, nuestra vida se acorta. Llevando a cabo todo tipo de tareas molestas, uno no se da cuenta de qué tan rápido pasa el tiempo. Uno ve nacimientos, vejez, calamidad y muerte con sus propios ojos, y aún así no se aflige. ¿Por qué este comportamiento insensible? Porque el mundo entero ha bebido el vino de la ilusión y ha perdido su buen juicio, está intoxicado”.

Tal como después de beber vino una persona se olvida de sí mismo y de los demás, así también la gente del mundo, bebiendo el vino de la ilusión, olvida lo invaluable del nacimiento humano, difícil de obtener aún para los dioses. Incluso frente a la vejez, muerte, calamidades y demás, todavía se consideran a sí mismos eternamente jóvenes e inmortales. Están intoxicados.

En primer lugar, obtener un cuerpo humano es ciertamente difícil. Es imposible sin haber acumulado méritos suficientes. La forma y el valor del cuerpo humano son los más hermosos y especiales de entre las criaturas, y son considerados como superiores a los incontables animales acuáticos, terrestres o aéreos. Por lo tanto, solo una criatura excepcional puede tomar un cuerpo humano. Mahatma Tulasidas también dice lo mismo:

Bade bhāga mānuṣa tana pāvā, sura-durlabha sadgranthana gāvā,
sādhana dhāma mokśa-kara dvārā... (Mānasa-Rāmāyaṇa).

“Uno consigue un cuerpo humano debido a un gran destino. Los santos dicen que es difícil de conseguir incluso para los dioses. Hagan del cuerpo una morada para prácticas espirituales, y libérense a través de él”.

Entre estos nacimientos humanos, lo más excepcional de todo es nacer en la pura tierra de Bhārat (India), habitada por los arios. Esta tierra tiene algo especial. Tal como el azafrán crece solo en Cachemira, sólo este país, Bharat, es considerado especial por la manifestación de Dios. Si le preguntas a gente con orientación religiosa de otros países, si su mismo Dios ha encarnado en sus países, responderán, “por cierto que no”. La gente de Turquía o las naciones árabes dirán que su Dios no descendió a la tierra en sus países. Cuando ve la necesidad de mejorar las cosas, en vez de ir allí en persona, Él envía Su santo o mensajero. La gente de Europa también dirá que su Señor, Dios, nunca fue a sus países, Él envió a Su amado hijo.

Pero hay algo especial sobre Bharat; a este país, el mismo Dios todopoderoso ha venido muchas veces, y sigue viniendo. En la Gītā el Señor dice Sambhavāmi yuge yuge (4,8), “Me manifiesto de era en era. Desde lo sin forma tomo forma y me encarno en la sagrada tierra de Bharat”. Cada era (yuga) dura mucho tiempo, es por esto que el Señor dice: Yadā yadā hi dharmasya (4,7), “Cuando una delegación de devotos virtuosos viene a Mí, cuando mis amorosos devotos Me llaman, ¿por qué esperar largas eras? Para deleite de mis amados devotos, me manifiesto varias veces al día”.

Es por esto que incluso las diosas celestiales cantan la grandeza de la tierra de Bharat:

Gāyanti devāḥ kila gītakāni,
dhanyāstu ye bhārata-bhūmibhāge,

“Las criaturas que adquieren un cuerpo humano en el puro país de Bharat son de hecho afortunados, dignos de alabanza”.

Cuando Alejandro Magno estaba dejando su país para conquistar la India, fue a pedir las bendiciones de su guru, Sócrates. Dijo, “¡Señor! Me estoy yendo a la India. Por favor, dime si quieres algo de allí. Desde luego, te lo traeré”. Sócrates se puso muy feliz al escuchar la palabra “India”. Un poeta describe la conversación de la siguiente manera:

Kahā sukarāta suna rājanṭ agara jo tuma vahāṅ jānā,
hamāre vāste lānā, to eka jñānī guru lānā.
Jisakā dila hai dariyāī, jo hai harahāla mastānā,
punaḥ yadi ho sake rājan`, to gangājala bhī le ānā.
Jise muniyoṅne pī pīkara, hai gahare-tattvako jānā,
punaḥ yadi ho sake rājan`, to bāṅsakī baṅsurī bhī le ānā.
Bajākara maiṅ bhī dekhuṅgā, ki-svara hai kaisā mastānā,
agara yadi ho sake rājan! to lānā grantha bhī gītā,
nṝpati tuma bhūla mata jānā, kahānī rāma aru sītā.

“Sócrates dijo, ‘¡Escucha, Emperador! Si vas allí,
tráeme, si lo deseas, un guru que sea un conocedor,
cuyo corazón sea un océano, que esté intoxicado con la dicha del Ser.
También, si lo deseas, ¡oh rey! Tráeme agua del Ganges,
que los sabios han tomado repetidamente, realizando el Principio Profundo.
Además, si es posible, ¡oh rey! tráeme una flauta de bambú.
La tocaré y escucharé qué tan encantadora suena.
Si lo deseas, ¡oh rey! tráeme también el tratado de la Gītā.
¡Y, rey! No olvides la historia de Rama y Sita’”.

India tiene muchos puntos fuertes que son excepcionales en otros países, tal como el agua del Ganges, que es divina, que no se contamina ni aún guardada por cincuenta años en una botella, y siempre permanece fresca y pura. El agua de los ríos se echa a perder después de dos o tres días, se arruina y se contamina con gérmenes, pero el agua del Ganges permanece siempre pura. Los doctores y especialistas del exterior también han notado y evaluado estas propiedades del agua del Ganges, que son exclusivas de ella.

India es el centro principal de la filosofía espiritual. Este país está a la vanguardia, mientras que los europeos están detrás. El sol del conocimiento sale primero en los corazones puros de los ascetas de India, y luego propaga su luz por los otros países. Es por esto que incluso si los sentimientos religiosos decaen por un período, nunca mueren aquí. Incluso en la espantosa kali yuga, muchos filósofos y grandes seres perfeccionados viven a orillas del Ganges.

Así, en la sagrada India, tomar nacimiento humano y no hacer esfuerzo alguno hacia la autorrealización, no luchar para conocer el Principio Divino, no empujar a un lado el amor por los placeres sensorios impermanentes y no adquirir devoción por la eterna Fuente de Dicha, el Señor, solo puede ser considerado como una algo muy triste y vergonzoso. Alguna gente dice, “¡Maharaj! ¿Qué podemos hacer? Es nuestra mala suerte. Es por eso que nuestras mentes no pueden dirigirse hacia el Señor. Si fuéramos afortunados, entonces por supuesto que intentaríamos la autorrealización”.

Esta declaración es engañosa. El destino solo es capaz de dar placer y dolor; no puede entorpecer el propio progreso o esfuerzo hacia la autorrealización. Para la autorrealización solo hace falta esfuerzo. Sin esfuerzo, un ser humano no puede hacer ningún tipo de avance o progreso en prácticas espirituales. En bhoga (disfrute o sufrimiento mundanos) es fuerte el destino, y en yoga (realización), el que es fuerte es el esfuerzo personal. Pero debido a la ilusión, el ser humano hace justo lo opuesto. Hace esfuerzos para obtener felicidad mundana, que es el resultado del destino, y confía en el destino para lograr la felicidad eterna. Una persona indolente se confunde y dice, “¿qué puedo hacer yo solo? Si está en el destino, entonces habrá satsang (compañía santa), bhajan (canto devocional) y realización; de lo contrario, ¡pasará lo que tenga que pasar!”.

Un paciente tenía problemas con sus ojos y con su estómago. Fue a un doctor. El doctor examinó sus ojos y su estómago, y le dio dos medicinas, una para cada cosa. Le dijo, “Pon esto en tus ojos, y toma esto para tu estómago”. El paciente estaba tan dolorido que olvidó cual era cual, y equivocadamente, puso en sus ojos la medicina del estómago, que contenía pimienta negra, y tragó la medicina para los ojos, que contenía veneno. Ahora, en vez de estar aliviado, estaba con más dolor que antes.

De manera similar, una persona engañada aplica la doctrina del destino a la autorrealización, en la que hace falta esfuerzo, y constantemente aplica la doctrina del esfuerzo a las ganancias mundanas, que son predestinadas. Por lo tanto, dice en el Bhāgawat:

Tasyaiva hetoḥ prayateta kovido na labhyate yadbhramatāmu-paryadhaḥ
tallabhyate duḥkha-vadanyataḥ sukhaṁ, kālena sarvatra gabhīra-raṁhasā (Bhāgawat 1,5,18).

Una persona considerada e inteligente debería hacer el mayor de los esfuerzos solo por la liberación. Este tipo de esfuerzo, el de lograr la dicha suprema y, por lo tanto, la cesación de toda tristeza, es imposible de lograr por las especies inferiores y pecadoras, así como por los altamente meritorios dioses que viven en los mundos celestiales. Ya que los dioses solo experimentan placeres sensoriales celestiales, y por lo tanto no tienen medios para lograr el desapego, y ya que las criaturas son demasiado poco inteligentes, ninguno puede lograr la liberación. Ustedes podrán decir, “si volcáramos todos nuestros esfuerzos solamente hacia la liberación, ¿cómo podríamos funcionar en el mundo? ¿Cómo obtendríamos comida y bebida? ¿Cómo obtendríamos ganancias?” Vyasadeva resolvió estas preguntas de la siguiente manera: “No tienen elección: están forzados a sufrir todo tipo de aflicciones. Nunca desean sufrir. Nunca quieren tener enfermedades o calamidades. Nadie escribe a un doctor en un hospital pidiendo una fiebre de cuarenta grados, uno solo la tiene y sufre las consecuencias. Nadie siente que su amado hijo deba morir, pero sin embargo él muere. Uno debe sufrir el tormento de la separación. ¿Por qué? La separación de nuestros amados, las calamidades y otras aflicciones, ocurren debido al destino cruel que surge a partir de nuestros pecados pasados.

De manera similar, tal como las aflicciones vienen sin que se las llame, obtendrán felicidad mundana debido al destino basado en sus acciones meritorias pasadas, tanto por el cumplimiento de sus deseos así como por estar desapegado. Tal como obtienen aflicciones mundanas sin siquiera trabajar por ellas, así también obtendrán felicidad mundana sin trabajar por ella tampoco. Los placeres y las penas de este mundo dependen del destino, y no del esfuerzo personal. Kālena sarvatra gabhīra-raṁhasā, “En este mundo el tiempo es inevitable y veloz: su velocidad es considerada como la causa de la transmutación de la felicidad y la pena de las criaturas”.

Samaya baḍo balavān hai, nahiṅ puruṣa balavān,
kābe arjun lūtīyā, vahī dhanuṣa vahī bāṇa.

“El tiempo es muy poderoso, el hombre no lo es.
¿Cómo fue engañado Arjuna, incluso con su poderoso arco y flecha?”.

En un momento un hombre rompe en carcajadas, al momento siguiente, golpea su pecho y llora. Algunas veces una de sus ganancias lo hace feliz, otras veces lo apena una de sus pérdidas. Primero experimenta la inocencia de la niñez, luego disfruta de la apariencia y arrogancia de la juventud, después experimenta impotencia y se rinde ante la muerte. Algunas veces es tiempo de riqueza, otras veces es tiempo de calamidad. Algunas veces es tiempo de que venga un fuego (sagrado), y otras veces es tiempo de celebración (Diwali). Algunas veces uno llega a ver la reconfortante, encantadora, dulce luz de la luna llena, otras veces, uno ve la aterradora noche de luna nueva, negra como el alquitrán. De este modo,

Kālaḥ sama-viṣama-karaḥ pari-bhavāva-mānamānadaḥ kālaḥ,
kālaḥ karoti puruṣaṁ dātāraṁ yācitārañca.

“El tiempo da igualdad y desigualdad. El tiempo otorga algunas veces humillación, otras veces derrota, y a veces honor. El tiempo vuelve a un rico filántropo en un pobre pordiosero”.

Si abres un reloj mecánico verás ruedas grandes y pequeñas. La rueda principal sostiene el muelle de la cuerda; está conectada con una segunda rueda. La segunda conecta a una tercera, que conecta a una cuarta, que finalmente conecta a las agujas del reloj, que indican las diferentes horas. De manera análoga, este mundo es una máquina del tiempo. La rueda principal es la ignorancia; que conecta con la segunda rueda de los deseos, que conecta con la tercera rueda, las acciones. La cuarta rueda es el tiempo. Esta rueda del tiempo indica los diferentes momentos de ocasiones favorables y desfavorables para las criaturas. Colectivamente, la ignorancia, los deseos, las acciones y la dualidad del placer y el dolor forman el reloj del mundo fenoménico.

La velocidad del tiempo es poderosa. Luego, Bhagavatpād Shankaracharya dice:

Dinamapi rajanī sāyaṁ prātaḥ, śiśira-vasantau punarāyātaḥ,
kālaḥ krīḍati gachhatyāyustadapi na muñcati āśāvāyuḥ.
bhaja govindaṁ, bhaja govindaṁ govindaṁ bhaja mūḍhamate.

“Una y otra vez, el día comienza y termina, la noche comienza y termina, vienen el amanecer y el ocaso y se desvanecen ante nuestros propios ojos. De la misma manera, el invierno y la primavera vienen y se van. De este modo el juego del Señor Tiempo continúa eternamente a gran velocidad. Así se abrevia la vida de las criaturas. Es triste y vergonzoso que no quieras alejarte del viento de los deseos en este mundo breve y perecedero. ¡Oh tonto! El Señor Tiempo, pasando a gran velocidad, ha destruido la mayor parte de tu preciosa vida. Solo queda muy poco de ella. Deberías salvar aunque sea ese poco, cantando el nombre de Govinda continuamente con amor”.

La velocidad del tiempo lleva hasta el hombre las calamidades que no desearía ver, y se lleva lejos lo que ansía. El Señor Sri Rama, el pináculo de la moralidad, le ejemplifica a Lakṣman la asombrosa velocidad del juego del tiempo:

Yaccintitaṁ tadiha dūrataraṁ prayāti,
yaccetasā na kalitaṁ tadihā-bhyupaiti,
prātarbhavāmi vasudhādhipa-cakravartī
so ’haṁ vrajāmi vipine jatilaḥ tapasvī.

“¡Oh Lakshman! Los modos de este mundo son sorprendentemente extraños. Yo quería algo deseable. Pensé, ‘¿cuándo lo obtendré? ¿Cuándo lo obtendré?’. Esperaba conseguirlo. Me había esforzado tanto. Pero debido al movimiento adverso del tiempo, que es controlado por el karma, se fue lejos y no lo obtuve. Por otro lado, la ominosa escena que nunca habíamos soñado, que nunca hubiéramos querido ver, apareció repentinamente ante nosotros como un fantasma. Mira, ¡oh Lakshman! Observa mi caso. Por la mañana iba a convertirme en el Emperador del mundo, toda la gente de Ayodhya quería ver mi reinado sobre el mundo; ahora ese ‘yo’ está marchando al bosque con el cabello enmarañado. Así es el extraño modo del mundo”.

De esta manera, la gente atrapada en el ciclo mundano obtiene felicidad y pena a lo largo del tiempo, controlado por el karma. No es necesario esfuerzo de su parte. Por lo tanto, la conclusión correcta es que el destino es fuerte con respecto a la experiencia de placer y dolor (bhoga), mientras que la experiencia de la unidad (yoga) es lograda por medio del esfuerzo personal.

De entre miles de personas confundidas y negligentes, apenas una persona sabia y con discernimiento lucha por la superación personal y la liberación. En el camino hacia la superación personal, aparecen varios tipos de vallas e impedimentos para confrontar a quienes luchan, vallas que bloquean su progreso, y algunas veces incluso los empujan hacia atrás. Es necesario luchar contra tales obstáculos como un bravo guerrero, y seguir luchando con coraje, sin abandonar. Solamente entonces una persona tiene éxito con la gracia de Dios. Es por esto que dice la Kathopanishad,

Śravaṇāyāpi bahubhiryo na labhyaḥ,
śṛṇvanto ’pi bahavo yaṁ na vidyuḥ,
āścaryo vaktā kuśalo ’sya labdhā,
āścaryo jñātā kuśalānuśiṣṭaḥ (Kaṭhopaniṣad 1,2,7).

“Muchos desafortunados nunca escuchan sobre aquel Ser Supremo, e incluso si escuchan sobre Él, muchos no pueden entenderlo. Una persona hablando sobre aquel Principio o Ser es maravillosa. Una persona alcanzando aquel Principio es perfecta. Él está despierto en todo sentido. Es un gran ser. La persona que, habiendo recibido instrucción de un maestro experto, se ha vuelto un conocedor, es ciertamente una maravilla”.

Cuando una persona comienza a amar el satsang, la compañía santa, como resultado de algún mérito especial; cuando su gusto por narrar y cantar las alabanzas del Señor se vuelve evidente; cuando se vuelve interesado en discurrir sobre Brahman, entonces la multitud de deidades que presiden los sentidos erigen muchos obstáculos para evitar que progrese. Por esto, es dicho en la Bṛhadāraṇyaka Upaniṣad,

Tasmādeṣāṁ tanna priyaṁ yadetanmanuṣyā vidyuḥ (1,4,10).

“Las deidades, dioses menores y diosas o fuerzas, no quieren que el hombre conozca la Verdad”.

A quien tiene reses u otros animales no le gusta si otra persona se lleva uno de sus animales. De manera similar, todos los seres humanos ignorantes y engañados son el ganado de las deidades. Tal como los animales dan su leche a sus dueños para su satisfacción, los ignorantes buscan los objetos sensoriales, como el sonido a través de sus sentidos, u ofrecen oblaciones a través de rituales de fuego para satisfacer a diferentes deidades. Estas deidades nunca desean que el hombre alcance el Ser a través de la contemplación, y los deje abandonados. Por consiguiente, el clan de las deidades presenta una variedad de impedimentos en el camino hacia el autoconocimiento. Estos dioses y diosas menores, o fuerzas, nunca están lejos de nosotros. De hecho residen en varios lugares dentro de nuestros cuerpos. Así es que crean numerosos tipos de engaños a través de los sentidos que presiden. Se llevan a la persona lejos de la contemplación del Ser, creando a través de los ojos el engaño de la joven hermosa mujer, hijos, riqueza y así; a través de los oídos, el engaño de música atractiva, encantadora y vulgar; a través de la lengua, el engaño de la comida deliciosa; a través de la nariz, el engaño de fragancias y perfumes florales; a través de la piel, el engaño del dormir y la ropa suave. Refuerzan la identificación con el cuerpo; crean orgullo del linaje, de la familia, de aprender, y así. Tal como un huracán, que destruye una llama atrapada en medio de él, las fuerzas destruyen en un momento cualquier sentimiento por el Ser que nazca en la persona. Al crear apegos a la esposa, hijos y familiares, detienen el progreso de la persona en el pacífico y dichoso camino del desapego y la renunciación.

Una persona adinerada tiene varios sirvientes esperándolo, trabajando bajo sus órdenes. A él le desagradaría si alguna vez uno de ellos dejara de servirlo y se volviera su amo, volviéndose más importante que él; le fastidiaría recibir órdenes de quien solía estar siempre listo aguardando órdenes. De la misma manera, el clan de deidades son los amos del ignorante. Si los sirvientes eliminaran su ignorancia a través del conocimiento, y alcanzaran la evidente Verdad de unidad con lo Supremo, se volverían los amos de sus deidades, y luego las deidades deberían rendirles tributo.

Por lo tanto, en nuestras escrituras se nos advierte que debemos adorar y rezar a las deidades para que nos liberen de obstáculos. Las deidades, complacidas con esta adoración, abandonan su comportamiento desfavorable y se vuelven útiles y propicias. Para progresar en el camino del conocimiento del Ser, es necesario adorar a las deidades como al Ser.

Una vez el Señor Shrikrishna, la fuente de dicha, el Ser interno del universo, dijo a Bhimsen,

Vidyāyāṁ dhanvināṁ koṭiḥ, tadardhaṁ harimandire,
tadardhaṁ jāhnavītīre, tadardhaṁ dakṣiṇe kare.

“Diez millones de guerreros se ubican en el camino del autoconocimiento. En el templo de Dios, se pueden tener visiones purificantes del Señor. Donde se junta la compañía santa, están bloqueando cinco millones de guerreros. Dos millones y medio se hallan a orillas del Ganges, para evitar que los hombres se den el baño que otorga la liberación y remueve pecados. Y para que el hombre no haga caridad, un millón y un cuarto reside en su mano derecha, para que la persona no la abra”.

Escuchando esta estrofa de labios del Señor, Bhimsen rió y dijo:

—¡Oh Señor! Eso me suena como una mentira descarada.

El Señor rápidamente sostuvo:

—No, no, esto no puede ser mentira. Es una declaración honesta hecha en una escritura.

—Millones de guerreros que no se ven pero obstaculizan. ¿Cómo puede ser cierto esto?

—Deben estar escondidos silenciosamente en algún lugar, para no ser notados.

Bhimsen dijo:

—Si ese es el caso, debo probarlo. Voy a ir a las orillas del río Ganges ahora mismo, y voy a ver dónde están escondiéndose los guerreros para impedir el baño.

Con el permiso del Señor, Bhimsen se dirigió a orillas del Ganges. Montó un caballo y buscó los guerreros en ambas márgenes hasta el atardecer. Pero Bhimsen no pudo encontrar ni un solo guerrero. Regresó y dijo al Señor:

—¡Señor! Esa estrofa es una mentira descarada. No hay ningún guerrero a orillas del río Ganges.

Riendo, el Señor le dijo a Bhimsen:

—De acuerdo, no pudiste encontrar ni un solo guerrero. Ahora, por favor, dime: mientras deambulabas por las orillas del Ganges desde el amanecer hasta el ocaso, a lo largo de diez horas, te bañaste en el Ganges, ¿verdad?

Bhimsen miró sorprendido y dijo:

—¡Señor! Ni siquiera pensé en bañarme, mucho menos tomé un baño. Busqué guerreros tan incesantemente que ni siquiera enjuagué mi boca, ni rocié unas pocas gotas de agua sobre mí.

El Señor palmeó la espalda de Bhimsen y dijo:

—Entonces la declaración es cierta. Aunque no sean visibles, los guerreros se hallan allí. ¡Impidieron que te bañaras en el Ganges!

Escuchando la inteligente observación del Señor, Bhimsen se sintió avergonzado y guardó silencio.

En síntesis, para obtener el autoconocimiento, para obtener la visión del Señor, para llevar a cabo actos meritorios como caridad, así como para hacer peregrinajes santos para tomar un baño en el Ganges, las millones de tendencias tales como el apego a los objetos mundanos, los sentimientos de amor y odio hacia esos objetos, y el engancharse en pensamientos sobre objetos sensoriales, deben ser considerados como poderosos guerreros que obstaculizan el camino. Es evidente que estas tendencias crean diferentes obstáculos que nos detienen al llevar a cabo buenas acciones. Sin vencerlos, el hombre no puede progresar en la autosuperación.

Es por esto que nuestros auténticos Vedas, no creados por ningún ser humano, han clasificado los diferentes impedimentos en cuatro grupos.

Un grupo es el deseo por riqueza y demás.
El segundo es la envidia e ira.
El tercero es la falta de fe y el ateísmo.
El cuarto es el apego falso.

Para disolver estos impedimentos y lograr la inmortal, intrépida, iluminadora y llena de dicha morada del Ser, se prescriben cuatro remedios, respectivamente: caridad-generosidad-falta de deseo; amor-perdón-amabilidad; fe-creer en Dios; y búsqueda de la verdad-apego a la verdad. La misma prescripción es bien conocida en el Sāma Veda como Setu-sāma-gāna.

1. Hā uhā hā uhā u, setūguṁ-stara dusta rān (3), dānenā dānaṁ hā uhā hā uhā u, ahamasmi prathamajā ṛtā ‘syā”.[1]

“‘Hā uhā uhā u’ es para cantar el himno Sāma Veda. Es un llamado al hombre que desea la salvación. ¡Oh hermano! Tal como los diques que bloquean el fluir del agua, estas cuatro barricadas, la codicia, la ira, el ateísmo y la falsedad, bloquean el propio bien y la propia liberación. Vence estas nocivas barreras a través de remedios positivos. A través de la caridad, la generosidad y la renunciación, vence a la mezquindad; esa es la barrera con forma de codicia, sed y tacañería. Para obtener la cualidad de la caridad y eliminar la mezquindad, sostén el sentimiento, ‘yo soy el primer nacido, el huevo cósmico, la Divinidad Suprema'. Cuando eres tan grande como el huevo cósmico, la codicia y la mezquindad no se vuelven tú. Así, abandona la despreciable codicia y el deseo de riquezas”. Aquí, el deseo de riquezas indica deseo de objetos sensorios de la vista, audición, y demás. Abandona también aquel deseo a través de la falta de deseos, el discernimiento y la renunciación.

2. Hā uhā uhā u, setūguṁ-stara dusta rān (3), akrodhena krodhaṁ (3) hā uhā uhā u, pūrvaṁ devebhyo amṛtasya nā’mā , hā uhā uhā u.

“¡Oh hombre! Supera estas cuatro barricadas que obstruyen. El opuesto de la ira es el perdón y el amor. Vence la ira por medio del perdón y el amor. Para lograr perdón y amor, siempre siente, ‘yo existo incluso antes que mi mente y mis órganos sensorios, que están vueltos hacia los objetos sensoriales. Yo soy el centro de la inmortal fuente de dicha, que es inmutable e intrépida. En otras palabras, yo soy Brahman, omnipresente, indivisible, uno, inmaculado y perfecto’. ¿Cómo pueden la envidia y la ira acercarse a ti, que eres el inmutable Brahman? No pueden. La ira y demás emociones solo pueden alcanzar tu mente; el puro y desapegado Ser está más allá de la mente. Aquel Ser eres tú; la ira y demás emociones no pueden fluir allí. Por lo tanto, con el poder del Ser de todo, perdona y ama incesantemente, y a través de ellos repudia la ira y la envidia”.

3. Setūguṁ-stara dusta rān hā uhā uhā u, śraddhayā aśraddhāṁ hāu (3), yo mā dadāti sa (3) devamā ’vāḥ, hā uhā uhā u.

“¡Oh hombre! Supera estas difíciles barricadas que obstruyen. Las cuatro barricadas son muy nocivas, debes superarlas. Con fe y confianza en el Señor, vence a la falta de fe y el ateísmo. ‘Yo soy aquel eterno ser perfecto. Cuando un buscador renuncia a todo y se ofrece a sí mismo, Me alcanza, al Ser interno de todo’. Con confianza, surgiendo de tu certeza en la omnipresente existencia del Ser, destruye tu falta de fe. Ciertamente, debes creer en tu propia existencia. Debes hacer un esfuerzo para realizar su grandeza. ‘Con fe y esfuerzo todos los obstáculos son removidos, todas las metas son alcanzadas.

4. Setūguṁ-stara dusta rān hā uhā uhā u, satyenānṝtaṁ hā uhā uhā u, ahamanna-mahamannamadanta-mā ’dmi, hā uhā uhā u (3).

“¡Oh hombre! Una vez más, Yo, el Señor de los Vedas, te repito: supera estas cuatro difíciles barricadas por este medio. Por medio de la verdad, vence a lo falso. La misma Verdad es el único Brahman Supremo. El mundo, que está formado de nombres y formas, y que es visible, inerte y limitado, es falso, una ilusión. Destruye este falso mundo con el sentimiento del Brahman verdadero. Con la visión de la Verdad auspiciosa, vence a la visión de la desfavorable falsedad, el hablar falsedad, escuchar falsedad, y practicar falsedad”.
“¡Oh hombre! ‘Yo soy la comida. Yo soy la comida’. Esto quiere decir que yo soy toda la creación disfrutable. Yo también soy el disfrutador, como el fuego. El disfrutador quema el alimento (lo disfrutable) dentro de sí. Por lo tanto yo, el puro Brahman, quemo al disfrutador dentro de Mí. Habiendo quemado tanto a lo disfrutable como al disfrutador, queda Brahman, el puro perfecto e indivisible uno. Ese soy Yo mismo”. Así, con completa contemplación de la Verdad, Brahman, quien es el destructor de la totalidad del mundo material, indivisible, uno y único, vence la cuarta barrera del falso apego.

5. Vā eṣā gatiḥ etadamṛtaṁ svargaccha, jyotirgaccha, setūguṁstīrtvā caturaḥ (Sāma veda-gāna-samhitā).

“¡Sí! Este es el camino a la salvación, hacia el propio bien. Este es el camino hacia la liberación inmortal. Por este medio, vence los cuatro dañinos obstáculos y logra el cielo de infinita dicha sin par, así como también la luz de tu propio auspicioso Ser”.

Así, cuando los buscadores intentan alcanzar la liberación, surgen muchos tipos de obstáculos en su camino. Muchos buscadores se frustran, y se enredan en el ciclo de maya. Solo un gran ser humano, con el poder de la gracia del Guru, llega a conocer el Principio Supremo correctamente, y habiendo ganado su objeto, es bendecido. Se dice,

Durlabho viṣaya-tyāgo, durlabhaṁ tattva-darśanaṁ,
Durlabhā sahajāvasthā, sadguroḥ karuṇāṁ vinā.

“Es difícil renunciar a los objetos sensorios del sonido y el agrado. Realizar aquel principio también es difícil. El sahaja-samadhi también es difícil. Lo son porque hay tantos obstáculos y debilidades. Pero su dificultad es debido a la ausencia de la gracia del Guru. Por supuesto, con la gracia del Guru, estas difíciles metas son fáciles de alcanzar”. La gracia del Sadguru y del Señor otorgan el poder de remover obstáculos e impedimentos y de realizar el Ser. Pero solamente quien obedece los mandatos del Guru apropiadamente y sirve al Guru con confianza puede obtener la gracia del Sadguru. De manera similar, solo puede obtener la gracia de Dios quien está satisfecho ante cada mandato divino, quien confía y toma refugio en el Señor. “Lo que sea que el Señor hace para mí, solo será el bien; lo que sea que Él haya hecho, Él habrá hecho solo el bien”. Con esta firme resolución, siempre está complacido. Nunca permite que los lamentos y el abatimiento entren en la casa de la mente; siempre intrépido, absorto en servir al Señor, en contemplar al Señor, en compañía santa y cantando alabanzas, en servicio y benevolencia hacia otros. Llevando a cabo todos sus deberes mundanos esenciales, se mantiene despreocupado en toda circunstancia. Solo una persona así es querida a Dios y merecedora de pura gracia divina. Lo mismo dice el Señor en la Gītā:

Yo na hṛṣyati, na dveṣṭi, na śocati, na kāṅkṣati,
śubhā-śubha-parityāgī, bhaktimānyaḥ sa me priyaḥ (12,17).

“Él no se regocija al conseguir objetos deseables, ni odia los objetos indeseables, porque, reconociendo rápidamente la presencia del Señor en todos lados, ha abandonado la diferencia entre bien y mal. Por lo tanto nunca se lamenta por nadie, ni desea a nadie. Así se sostiene en su devoción a Mí, siempre intoxicado y siempre indiferente a las dualidades. Solo tal persona feliz es querida por Mí. Él es digno para mi gracia”.

Una vez el sabio divino Narada, mientras deambulaba por los lugares sagrados de India, tocando su vina y cantando alabanzas al Señor, llegó a un lugar apartado que pertenecía a un asceta. Narada quedó muy complacido al ver las austeridades del asceta. Estaba mortificando su cuerpo. Su dieta consistía solamente en un poco de leche. Su cabeza estaba cubierta de cabello enmarañado, y su cuerpo estaba cubierto de cenizas. En los veranos prendía fuegos a los cuatro costados, y así practicaba las austeridades de los cinco fuegos sagrados. Repetía su mantra con un largo collar de cuentas en su mano. En el invierno se sentaba en el agua hasta el cuello, y en el monzón practicaba austeridades sentado bajo el diluvio. Observando su gran autocontrol, Narada se presentó, diciendo:

—Yo soy el sabio divino Narada. Resido cerca del Señor. Estoy muy complacido por tus austeridades. Si tienes algún mensaje para el Señor, puedo enviárselo, y también puedo traerte Su respuesta.

Al escuchar las palabras de Narada, el asceta no creyó del todo que se tratara de él. Pero con un poco de fe, dijo:

—Si eres Narada, ¿puedes preguntarle al Señor cuándo habré de verlo?

Narada anotó este mensaje en su diario y fue a las orillas del Ganges a tomar un baño.

Allí, en ese lugar agradable, tranquilo y solitario, encontró un ashram que lo puso muy contento. Banianos, higueras, mangos y otros tipos de árboles y viñedos embellecían al ashram exquisitamente. Un templo al Señor, un edificio para satsang y cánticos, una cocina, un establo, una casa de huéspedes, y otras instalaciones más, grandes y pequeñas, decoraban el ashram. También se había construido un firme rellano para bañarse en el Ganges. Muchos ascetas y grandes seres, así como grupos de devotos, estaban sentados en las escalinatas teniendo el darshan del Ganges, haciendo japa, leyendo o meditando. La cabeza del ashram era un gran ser, un gran conocedor, erudito, devoto y persona virtuosa. Siempre estaba en deleite e intoxicado en la dicha del Ser. Él siempre veía, escuchaba y saboreaba pura dicha. Se dormía en la dicha y se despertaba en la dicha. En su pura visión, todo era olas de un gran océano de dicha, dentro y fuera. La dicha es Brahman, el principio perfecto. Nunca permitía que otra cosa, salvo la dicha, ingresara en el templo de su mente y sus caminos sensorios. En aquel ashram había una programación regular de estudio, disertaciones, satsang, adoración divina y cantos. El sabio divino Narada se puso muy contento al ver al gran, radiante jefe, y a todo lo que había sido dispuesto. Se presentó ante esta persona. Al hacerlo, el gran ser tomó los pies de Narada y alabó su gran fortuna.

—¡Qué afortunado, qué afortunado, qué afortunado que soy!

Bendiciéndolo, Narada le dijo al gran ser:

—De aquí me voy directo a Vaikuntha, la morada del Señor. Si tienes algún mensaje para Él puedo llevárselo, y puedo traer su respuesta a mi regreso. Dime si quieres decirle algo.

—¡Oh morada de la compasión! ¿Qué mensaje puedo tener para el Señor? El Señor reside en todas las criaturas. Conoce todo lo que el corazón contiene. Nada permanece oculto a Él. Sin embargo, ya que preguntas con tanta compasión, tengo este mensaje para Él. ¡Señor! ¿Cuándo seré capaz de ver Tu encantadora figura, que es la esencia de la belleza y el todo en el todo? ¡Sí! Solo esto es el deseo de mi corazón.

—Así será—, dijo Narada, y feliz se alejó el lugar.

Después de llegar a Vaikuntha y ver la pura forma del Señor, Narada estaba sumamente complacido. Dándole las novedades de su deambular, Narada transmitió al Señor los mensajes de los dos grandes seres. El Señor respondió de inmediato.

—El asceta deberá nacer cuatro veces más, y pasar por penitencias similares en sus cuatro nacimientos. Luego, en su último nacimiento, me verá. El gran ser que vive a orillas del Ganges tendrá que tomar tantos nacimientos como hojas hay en la higuera más grande, y cada uno de ellos deberá pasarlo en adoración a Mí, practicando restricciones. Luego, en su última vida me verá.

Narada volvió a la tierra con las respuestas del Señor. Pensó, “la respuesta del Señor va a complacer profundamente al asceta, pero el gran ser que vive a orillas del Ganges va a estar muy desilusionado”.

Narada primero fue a ver al asceta y le transmitió el mensaje del Señor. Escuchando la respuesta el asceta, en vez de ponerse contento, se angustió en gran modo. Su rostro mostró desagrado tal como lo hace el rostro de alguien después de tomar aceite de castor, e injurió al Señor, balbuceando reproches:

—¡Está bien! ¿Así que tu Señor no quiere concederme Su visión en esta vida, y me da otras cuatro vidas más? ¡Qué gran injusticia! Ni siquiera vino a conocer apropiadamente qué tan estrictamente estoy llevando a cabo mis austeridades.

Lleno de orgullo, dijo:

—¡Narada! Dime, ¿has visto alguna vez un asceta como yo? Tú deambulas por todos los mundos. Incluso, quién sabe si realmente existe o no una cosa tal como el Señor. ¡Oh, qué pena! Incluso después de cuatro condenados nacimientos, ¿quién sabe si alcanzaré al Señor o no? En vez de frustrarme así, es preferible disfrutar del mundo.

En una rabieta, tiró lejos su piel de ciervo y su pote de agua. Le dijo a Narada irrespetuosamente:

—Vete. Eres un mentiroso y tu Señor también es un estafador. No creo en tal Señor.

Escuchando las iracundas palabras del asceta, Narada se fue en silencio. Caminó a orillas del Ganges pensando, “aquel morador del Ganges, aquel gran ser sentirá incluso más remordimiento con mi respuesta, y también comenzará a hablar sandeces”. Pero Narada sintió que debía cumplir con su promesa y dar la respuesta del Señor de cualquier modo.

En un rato llegó al ashram a orillas del Ganges, y vio al gran ser sonriendo feliz. Narada le transmitió la respuesta del Señor. Altamente complacido, el gran ser dijo:

—La gracia del Señor está conmigo. Después de que tome tantos nacimientos como las millones de hojas de aquella higuera, definitivamente alcanzaré al Señor, y aparecerá ante mí en forma, entonces, ¿por qué habría de apurarme? El Señor, no en aquella forma, sino en las incontables formas de este universo, está apareciendo ante mí a cada momento. Por otra parte, como mi Ser, Él ya ha sido alcanzado. Al ser su devoto, ya estoy experimentando la dicha de su visión y la liberación. Con gran deleite y entusiasmo, estoy listo para realizar la purificante adoración al Señor por incontables vidas. Viviendo en las santas playas del Ganges, siguiendo disciplina con regularidad, también estoy obteniendo grandes satisfacciones; obtengo tanta felicidad pura mientras vivo esta vida plena de la gracia de Dios y del guru. Que voy a tener una vida así millones de veces es una noticia gratificante. ¿Qué podría desalentarme? A la sagrada vista del Ganges estoy obteniendo la dicha eterna del Ser. En el purificador néctar del canto del nombre del Señor, que remueve los pecados de kaliyuga, tengo la visión del inimitable, grande y glorioso, encantador Señor Krishna, sostenedor de la flauta. Así, haciendo prácticas espirituales, disertando y contemplando a Brahman, experimento eterna dicha indiscriminada. Por lo tanto, no me importa la liberación.

Sin preguntar, sin desear, la liberación se ve reforzada, y se esconde a Sí misma en todas nuestras prácticas espirituales purificadoras, y nos otorgan gran dicha. Es por esto que el gran devoto de Gujarat, Nrisimha Mehta, canta:

Harinā jana to mukti nā māge, janamoṅ janama avatārā re,
nita satasaṅga nita kīrtana sevā, bhjavā śrīnandakumārā re.

“La gente de Hari no pide la liberación;
reencarnan una y otra vez
en satsang constante, canto constante y servicio,
para adorar al hijo de Nanda (el Señor Krishna)”.

Narada quedó muy complacido con la respuesta del gran ser. Luego con asombro, Narada y el gran ser vieron una figura sagrada, grande y cautivante: el Señor Narayana, en su forma de cuatro brazos, sosteniendo la caracola, el disco, la maza y el loto, apareció debajo de la higuera. Los dos grandes seres se postraron repetidas veces ante el Señor, y entraron en un arrebato de júbilo. Luego Narada se dirigió al Señor, y le dijo con amor:

—¡Oh Maestro! Resultaste ser un mentiroso. En Vaikuntha dijiste que este gran ser tendría que realizar adoración regular y disciplinada a lo largo de muchos nacimientos, y que solo aparecerías al final, pero ni siquiera dejaste que terminara esta vida. En solamente unas pocas horas, has venido aquí y aparecido ante él subrepticiamente. ¿Por qué dices una cosa y haces exactamente lo contrario? ¿Por qué dices estas mentiras piadosas? ¡Respóndeme!

Riendo, el Señor dijo:

—¡Oh Narada! Algunas veces una mentira se vuelve verdad, y una verdad se vuelve mentira. Satyasya vacanaṁ śreyaḥ, satya-jñānantu durlabhaṁ, “¡Es loable decir la verdad! ¿Qué es la verdad? Es bastante difícil saber qué es”. Fíjate qué indolente y estúpido fue aquel mendigo. No se puso contento con la idea  de adorarme con entusiasmo, ni siquiera por cuatro vidas. Pero fíjate en este afortunado gran ser. Cómo está pleno de entusiasmo puro, con la idea de adorarme por millones de vidas, abandonando la indolencia y la negligencia. Qué buenos, píos, alegres y puros son sus sentimientos. Se me alcanza por medio de la sinceridad. Soy atraído por tales nobles sentimientos, y por eso he aparecido ante él.

Hablando así, el Señor desapareció junto con Narada.

La esencia de este ejemplo es que nuestras prácticas espirituales deben estar llenas de entusiasmo, deleite y resolución. La vida del buscador debe ser de total confianza y entrega a Dios. Nuestros esfuerzos en el camino de nuestro bienestar deben estar llenos de alegría y devoción al Señor. Nuestro camino de prácticas espirituales solo puede liberarse de los muchos obstáculos obteniendo la gracia del Señor. Solo entonces, cuando conocemos el Principio Divino tal como es, podemos estar satisfechos y benditos, y puede ser fructífero nuestro nacimiento. Es por esto que el Señor dice, “Kaścinmāṁ vetti tattvataḥ”, “Sólo una persona extraordinaria y afortunada, por Mi gracia, Me conoce tal como soy”.

¿Qué es este principio de “Yo” que tanto vale la pena conocer? El mismo Señor lo dice en Su presentación esencial:

Kśetrajñaṁ cāpi māṁ viddhi, sarvakśetreṣu bhārata, (13,2)
sarvabhūtasthitaṁ yo māṁ bhajatye-katvamāsthitaḥ, (6,31)
yo māṁ paśyati sarvatra, sarvañca mayi paśyati, (6,30)
suhṛdaṁ sarva-bhūtānāṁ jñātvā māṁ śāntimṛcchati, (5,29)
māmekaṁ śaraṇaṁ vraja (18,66).

“¡Oh Arjuna! Incluso a pesar de que es indivisible en todos los campos, debido a la ignorancia, el conocedor del campo aparece como un ser individual separado. Considera a este ser individual como Mi propia forma. Tal como el vasto espacio indivisible aparece como separado, como el espacio dentro de diferentes vasijas, el único Ser Supremo que existe en todas las criaturas aparece como un ser individual separado en cada una, debido a los diferentes atributos de los cuerpos individuales. El espacio dentro de cada vasija, que aparece como separado debido a los diferentes atributos de las vasijas, es un solo vasto espacio. Y en el comienzo solo hubo un gran vasto espacio, pero debido a los diferentes atributos de las vasijas, se han impuesto acusaciones de separatividad sobre él. De manera similar, el conocedor separado del campo, el ser individual, separado debido a los atributos del cuerpo, es el Ser Supremo. En el comienzo su naturaleza era la del mismo Ser Supremo, pero debido a la ignorancia, una acusación de separatividad, surgiendo de los atributos de los cuerpos, fue impuesta sobre él; y luego de que el conocimiento elimina aquella acusación, el ser individual se vuelve realmente el mismo Ser Supremo. Por lo tanto, ¡Oh Bharata!, comprende que el conocedor del campo es no diferente de mí, el Ser Supremo”.

“Quien me adora, a Vāsudeva, masa de verdad, existencia y dicha, el principio de Brahman, la misma unidad eterna, el uno sin segundo, el único Ser en todas las criaturas, se vuelve tan absorto que en su visión pura de conocimiento, nada más queda dentro ni fuera, excepto la única luz de Brahman que es una sin otra, paz perfecta y dicha.

Para él, solo Vāsudeva queda, y yace en la unidad del Insondable. Aquel ser humano, quien Me ve, a Vāsudeva, como no diferente, omnipresente ser en toda la creación, y quien ve a toda la creación como yacente en Mí e idéntica a Mí, es el conocedor de aquel Principio”.

Sarveṣu ābharaṇeṣu suvarṇaṁ paśyati, suvarṇe ca sarvāṇyābharaṇāni paśyati.

“Una persona sensible ve al indivisible oro en todos los ornamentos, tales como pulseras y aros, y ve que los ornamentos tienen su existencia idéntica al oro en el oro”. Tal como, al excluir los nombres y formas inventados, solo queda el oro, así, cuando excluimos los nombres y formas inventados de este universo movible e inamovible, solo queda el Supremo Brahman, Vāsudeva, el perfecto y dichoso Uno sin segundo. Esta es la doctrina del Ser Uno.

Yo soy el amigo de toda la creación, altruista, amoroso como ningún otro, benevolente, ya que solo Yo soy el encantador Ser de todo. Comprendiéndome de esta manera, el Principio del Ser Supremo, uno alcanza la paz.

¡Toma refugio solo en Mí! Llámame con cualquier nombre que te guste, veme en cualquier forma especial que elijas. Yo soy el Ser Supremo. Las diferencias de nombre y forma no me hacen múltiple. Sigo siendo solo uno. Esta es la doctrina del Dios Uno, de acuerdo con los Vedas y a la Gītā.

Solo por medio de conocer el Principio Divino, puede tenerse la incomparable liberación. Maharshi Gautama dice lo mismo en su Nyāyaśāstra, la ciencia del Nyāya, o jurisprudencia:

Tattva-jñānānniḥ-śreyasādhi-gamaḥ (1,1,1).
Duhkha-janma-pravṛtti-doṣa-mithyā-jñānānāmuttarottarā-
pāye tadanantarā- pāyādapavargaḥ (1,1,2).
Idaṁ pratikūlaṁ aniṣṭaṁ.

“La aflicción es el tema de esta ciencia. Nadie quiere la aflicción. Es desfavorable para todos, sin embargo todos la experimentan. La causa de la aflicción es el nacimiento. Se llama nacimiento a la obtención de una nueva existencia, un colectivo de cuerpo y sentidos. Sin obtener un cuerpo, nadie se aflige. La aflicción es experimentada solo a través del cuerpo. La causa del nacimiento es el apego mundano, las buenas y malas acciones, y sus consecuencias, correctas e incorrectas. Esto significa que un cuerpo nace para experimentar los frutos de la felicidad y la pena, que surgen de las buenas y malas acciones. Las causas del apego mundano son las faltas tales como las obsesiones, el odio, el deseo y la codicia. Sin faltas, los buenos y malos apegos al mundo no pueden existir. Por lo tanto, las faltas causan apego. La causa de estas faltas es el entendimiento incorrecto”.

Atasmin tadbuddhiḥ, “Creer que existe algo que no existe, es llamado entendimiento incorrecto”. Pensar que una cosa es otra es entendimiento incorrecto. Es como confundir una soga con una serpiente. Considerar al no ser, como por ejemplo el cuerpo, como el Ser; considerar eterno lo transitorio; considerar puro lo impuro; considerar felicidad a la aflicción, todo esto es entendimiento incorrecto. El entendimiento incorrecto es eliminado solamente por medio de comprender la Verdad. En las citadas obras de aforismos sobre jurisprudencia, las causas sucesivas son el entendimiento incorrecto, y los efectos que proceden de él son las aflicciones, y así sucesivamente. Es regla que al eliminar la causa eliminamos el efecto. Comprender la Verdad elimina la causa del entendimiento incorrecto, y acaba con el efecto de toda falta. Cuando la causa de las faltas es eliminada, cesa el efecto del apego mundano. Cuando la causa del apego mundano se ha ido, el efecto del nacimiento y demás también se va. Otra vez, la eliminación de la causa del nacimiento elimina el efecto de la pena, y así sucesivamente. Cuando todas las penas se han ido, la incomparable liberación sin fin es el resultado.

En el Nyāyaśāstra, la ciencia de la jurisprudencia, esta liberación es llamada apavarga. Apavarga significa la clase de consonante que no contiene las cinco letras del varga o clase pa, o sea las consonantes labiales: pa, pha, ba, bha y ma, del alfabeto sánscrito. Pa representa a pāpa, pecado; pha, phanda, el lazo de māyā; ba, bandha, cautiverio, obsesión y apego; bha, bhaya, temor de todo tipo; y ma, mṛtyu, muerte. El tipo en el que no existen las cinco consonantes de pa es llamado apavarga.

Otra interpretación es apavarjanam apavargaḥ. La palabra raíz vṛja significa abandonar, de donde surge el sustantivo apavarga, que significa el estado de abandono. El estado de total abandono, en el que la ignorancia y las calamidades de todo tipo están ausentes por siempre, es llamado apavarga.

Estas dos interpretaciones tienen diferentes orígenes, pero su esencia es la misma. A través del conocimiento del Principio Divino, un gran ser humano alcanza apavarga, el estado de emancipación final, la absorción en el Espíritu Supremo.




[1] Este sama gana depende de swaras, notas musicales;  necesita ser escuchado y no puede ser expresado adecuadamente en lenguaje escrito, tal como una melodía o raga no puede ser expresada en palabras – Tr.

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