lunes, 28 de enero de 2013

Estrofa 27



¡Icchādveṣa-samutthena,
dvandva-mohena bhārata!
¡Sarvabhūtāni saṁmohaṁ,
sarge yānti paraṅtapa! (Gītā 7,27)

“¡Oh Bhārata! ¡Oh Paraṅtapa! En este mundo, el obsesionamiento, en forma de dualidad de placer y dolor, que surge del deseo y los celos, causa ilusión y aflicciones a todos las criaturas”.

El Señor Shrikrishna dice a Arjuna: “¡Oh Bhārata (que literalmente significa ‘Joya del linaje de Bharata’, o bhā que significa ‘brillantez en la forma de conocimiento de Brahman’ y rata que significa ‘cautivado en o amante de ese brillo’), Arjuna! Tienes un gran amor por el conocimiento de Brahman, por lo tanto, te estás beneficiando con ese conocimiento”. Si uno desea algo de corazón, entonces sin duda lo consigue.

Jehi keṅ jehi para satya sanehu, so tehi milaī na kachuṅ saṅdehū.

“En lo que tu corazón está puesto realmente, es lo que sin lugar a dudas consigues”.

Hay dos tipos de luz. Una es la luz física externa y la otra luz interior, espiritual. La luz externa no elimina la oscuridad interior. Solo la luz interior puede eliminar la oscuridad interior. El que tiene confianza en el satsang (la compañía de los santos), aversión por lo mundano, recuerda al Señor y ama al Señor, solo esa persona consigue la gran luz del corazón. Esa luz es divina, suave, fresca, serena, deliciosa y deleita al corazón. El gran ser que la experimenta una sola vez por unos pocos momentos, sabe que todos los objetos del mundo son insípidos y chatos. Esa luz deliciosa no es otra cosa que el conocimiento de Brahman. Cualquier persona que ama mucho esa luz se vuelve bhārata como Arjuna. Ese bhārata transforma este mundo doloroso en dichoso cielo. Tal bhārata se vuelve un paraṅtapa. Paraṁ-śatruṁ tāpayati-udvejayatīti paraṅtapa, parantapa es el que causa angustia al enemigo en la forma de la ignorancia y lo destruye. La ignorancia es el único gran enemigo. El que la destruye es considerado como el conquistador del mundo.

No es cierto que Arjuna sea el único Bhārata y Paraṅtapa. Ustedes también pueden desarrollar gran amor por el conocimiento de Brahman y volverse Bhārata y Paraṅtapa. Por lo tanto, ¡oh venerada gente! Vuélvanse Bhārata. Llenen sus corazones con la luz divina espiritual y transformen este mundo doloroso en un cielo maravilloso. El que transforma su propia mente puede transformar el mundo. El que inunda la mente con la divina bienaventuranza pacífica de Brahman comienza percibir el mundo entero como dichoso.

Nārayaṇa jāke hṛdaya, sundara-śyāma lakhāya,
phūla pāta-phala ḍarameṅ tāko vahī lakhāya.
Dara divāra darpaṇa bhaye, jita dekhūṅ tita tohiṅ,
kāṅkara pāthara ṭhīkare, bhaye ārasī mohiṅ.

“Narayan, moreno y guapo, se ilumina en el seno,
para esa persona Él aparece en hojas, frutos, ramas y flores,
cuando las puertas y las paredes se convirtieron en cristal, Te veo en donde sea que miro.
Guijarros, rocas y tiestos se volvieron en Tus espejos para mí”.

El mundo siempre está involucrado en diferentes problemas y disparidades. La gente que quiere conciliarlas desarrollando racionalismo externo son como los que tratan de eliminar la fiebre con un baño frío. Tal como la fiebre no baja por bañarse en agua fría, sino que por el contrario aumenta, también por el uso del racionalismo, en lugar de conciliar los diferentes tipos de disparidades, el dolor aumenta. Las diferencias solo pueden conciliarse con ecuanimidad llena de sentimiento espiritual desde el corazón. La gente que hace caso omiso de esta gran doctrina de la ecuanimidad y promueve el bajo comunismo externo, alentando vicios como la violencia, codicia, arrogancia, y demás, viven una vida arrasada por los fuegos del terrible mundo plagado de dualidad. Cuando abracen la ecuanimidad que surge del sentimiento espiritual, vivirán la vida en un excelente marco, serán libres de las aflicciones de este mundo plagado de dualidad y serán felices, y harán que un río de felicidad divina y paz fluya por el universo.

La yoga-maya no manifestada tiene dos principales hijos: uno es el deseo y el otro es el odio. Ambos son tan poderosos, que no se van ni aunque trates de librarte de ellos. Además han invadido el mundo y lo dominan. Por lo tanto, naturalmente, toda la creación tiene deseo de objetos agradables, y odio por los objetos desagradables. La naturaleza del deseo es: “Me gusta este objeto. Necesito este objeto. Debo tener este objeto”. La naturaleza del odio es: “No me gusta este objeto. No necesito este objeto. No debería estar conmigo”.

De acuerdo con los diferentes gustos y sentimientos de uno, un objeto le gusta a uno mientras que a otro no. Uno dice: “Yo quiero”. Y otro dice: “Yo no quiero”. Por lo tanto, no es una regla que el objeto deseable para uno lo sea para todos. De ahí que los expertos dicen:

Bhinna-áspṛhāṇāṁ prati cārtha-marthaṁ,
dviṣṭatva- miṣṭatva-mapa-vyavasthaṁ,

“Cada objeto evoca una sensación diferente en las criaturas con diferentes deseos. Evoca odio en algunos y amor en otros”. Una persona puede gustar de un objeto, mientras que otro puede odiarlo. Una persona puede amar ver películas, mientras que otro puede odiarlo. Se puede odiar fumar, mientras que otro puede disfrutarlo. En cuanto a los objetos mundanos, no hay ninguna regla que diga que un objeto del agrado de uno deba ser del agrado de todos los demás, o un objeto odiado por uno deba ser odiado por todos los demás. Más aún, un objeto favorito de hoy puede ser no gustado mañana, y el objeto odiado de hoy puede volverse un favorito mañana. Lo que preferimos hoy aquí, puede perder nuestra preferencia en otro lugar o tiempo. A veces, en algún lugar, sentimos al clima frío como un néctar, y otras veces podemos evitarlo como si se tratara de veneno. Un objeto muy querido para nosotros puede llegar un día a ser el más odiado, y viceversa. La gente tiene una relación de amor-odio con los duales objetos mundanos. Nunca permanecen siendo iguales.

Sin embargo, el ser humano, torpe, persigue día a día los ilusorios sentimientos de amor y odio, y se vuelve loco. La persona anhela la felicidad, donde esencialmente no hay ninguna felicidad, sino solo dolor. Para lograr el objeto deseado, la persona puede desearlo y correr tras él como un ciervo corre detrás de un espejismo para saciar su sed. Y la persona puede volver la espalda adonde hay un suministro constante de felicidad sin rastros de dolor, considerándola como la fuente del dolor. Esta es la esencia del mundo y el caos del conocimiento. Uno cree una cosa, mientras que lo que sucede es otra cosa diferente.

La armonía y el disenso son hermanos gemelos, y viven juntos en el mundo encantando a toda la humanidad. Uno se esconde mientras el otro se manifiesta. Un ser humano ama a un hermano y odia al otro. Una persona se perturba cuando la deseada armonía no aparece, sino su gemelo, el disenso. En este mundo dado vuelta, cada persona quiere algo pero recibe algo diferente. Quiere obtener un objeto deseado y evitar el indeseado, pero obtiene el indeseado, y el deseado le sigue siendo difícil de alcanzar. Cuando ocurre lo opuesto de lo deseado, se fortalecen el deseo y odio. Estos deseos y sentimientos de odio son las causas subyacentes de diferentes dolores humanos y el ciclo de nacimiento y muerte. Al abandonar esos sentimientos, un ser humano puede liberarse de dolores y del ciclo de nacimiento y muerte. Por lo tanto, el apego a la dualidad es la tristeza, y alejarse de la dualidad es la felicidad. La dualidad es sin duda la naturaleza de este mundo sin valor. El gran poeta Kalidas dice en su Meghaduta:

Kasyātyantaṁ sukha-mupanataṁ duḥkha-mekāntato vā,
nīcair-gacchatyupari ca daśā cakra-nemi-krameṇa (Megha dūta Uttar Megha 46).

“Así como la circunferencia de la rueda de un carro a veces sube y baja de manera rápida, así también la felicidad y la miseria se acercan y dejan al ser humano con rapidez”.

Un ser humano nunca es siempre feliz ni siempre triste. En un momento hay felicidad y al momento siguiente tristeza. Ahora se ríe y al momento siguiente llora. De esta manera, la dualidad de la felicidad y la tristeza se alternan en sucesión, como el día y la noche, como el amanecer y el atardecer, como el calor y la sombra. Al desarrollar deseos por las cosas que prefiere y odio por las cosas que no le gustan, el ser humano siempre está inquieto. Solo puede experimentar paz duradera cuando trasciende la dualidad. Por lo tanto, alguien pensante debe mantener la actitud de que nada sea favorito ni rechazado, nada sea deseable ni indeseable. Nadie es realmente bueno o malo. Desde el punto de vista de Brahman, todo es simplemente bueno. Por otro lado, desde el punto de vista de lo falso, todo es simplemente malo. Brahman, que es una masa de existencia, conciencia y felicidad, que es indestructible, y que es el Ser interior, es lo único bueno. Por lo tanto, uno debería concentrarse solo en Brahman. Uno debe discernir Aquello en todas partes, dentro y fuera. Solo por eso vale la pena ser contemplado, mirado, escuchado, descrito o degustado. El resto de este mundo ilusorio y dual, plagado de nombres y formas, es muy malo y debe ser evitado en todos los sentidos. Por lo tanto, no vale la pena ser contemplado, mirado, escuchado, descripto o degustado. No se debe desarrollar ningún deseo u odio por ello. Este es el camino real hacia la paz eterna. Recurriendo a este camino real, más de un vidente, santo y devoto se ha convertido y se está convirtiendo en supremamente dichoso.

Una persona exigente alcanza la paz eterna y la dicha perfecta solo cuando aprende y domina el arte de morir en vida y vivir mientras se está muerto. El que sabe morir con el mundo de la dualidad sabe vivir en el dichoso Brahman. Y el que sabe cómo vivir en Brahman puede morir para el mundo. El que derriba esta morada de la dualidad vive permanentemente en esa morada. Sin erradicar el infierno no se puede vivir en el cielo. El que sale de las ardientes arenas del desierto es elegible para experimentar la frescura de la cima de la montaña Kedarnath. Sin morir, uno no puede ser libre. Aquel que muere se libera.

Svayaṁ mṛtvā svayaṁ bhūtvā svayamevā-vaśiṣyate,

“Cuando mueres para el ser o alcanzas el Ser, solo el Ser queda”.

Había un loro. Era prisionero en una jaula en una casa. Quería ser libre. ¿Quién no quiere ser libre? Todo el mundo quiere ser libre, a todo el mundo le gusta la libertad. Incluso los niños pequeños están encantados cuando se acerca el fin de semana, porque trae tiempo libre. Cuando la luz del sol del conocimiento brilla en el palacio del corazón, uno se libera de la oscuridad de la ignorancia y las afecciones que resultan, tales como el deseo, el odio y dualidades. Por lo tanto, oramos al Señor que mora dentro con mantras védicos: asato mā sad gamaya, tamaso mā jyotir-gamaya, mṛtyormā amṛtaṁ gamaya, “¡Oh Señor! Condúceme de la mentira a la verdad. Condúceme de la oscuridad a la luz. Condúceme de la muerte a la inmortalidad sin miedo”.

Estamos atrapados en el engaño, la oscuridad y la muerte desde tiempo inmemorial, estamos sufriendo de diversos padecimientos derivados de ellos, y queremos estar libres de ellos. Por lo tanto clamamos por ayuda, “¡Oh Fuente de compasión! Líbranos de ellos y llévanos rápidamente a la morada de la verdad, la luz y la inmortalidad”.

Del mismo modo, el loro también quería libertad. Pensaba constantemente en salir de su jaula. Un día llegó a la ciudad un gran ser, un sabio erudito establecido en Brahman. Miles de hombres y mujeres fueron a escuchar sus discursos, que eran interesantes, potentes y llegaban al corazón. Las personas religiosas y con inclinaciones espirituales estaban extasiadas de placer escuchando sus conferencias. No se cansaban de alabarlo. Decían: “Hasta ahora, jamás había llegado a esta ciudad ningún gran ser como él, que nos pueda iluminar sobre el conocimiento de Brahman y liberarnos de los grilletes de la mundanidad dolorosa. Debido a nuestra buena fortuna, un gran santo como él ha llegado a nuestra ciudad”.

El loro oyó hablar a la gente que pasaba por la casa del propietario. Inteligente, dijo a algunos de los devotos: “¡Hermanos! Cuando ese gran ser, que es muy compasivo y que concede la liberación, esté a su lado y les dé instrucciones para la liberación, por favor, transmítanle mi mensaje. Estaré agradecido. Quiero liberarme de esta jaula, pero no sé cómo hacerlo. Por favor, pregúntenle por mí: ¿cómo puedo ser libre? El santo, fuente de compasión, seguramente me mostrará algunos medios”. Benevolentes, los devotos aceptaron gustosamente la petición del loro de transmitir su mensaje al santo y llevarle su respuesta.

Al día siguiente, el pueblo se reunió con el gran ser. Estaba sentado en sus aposentos privados antes del discurso y le transmitieron el mensaje del loro. En cuanto oyó el mensaje, el gran ser perdió el conocimiento súbitamente. Tuvo convulsiones violentas y se deslizó del asiento con sus manos y pies agitándose en todas las direcciones. Estaba completamente inconsciente. Los devotos se asustaron mucho. Tenían miedo de ser acusados de causarle un ataque al corazón. Salieron del lugar a toda prisa y corrieron de regreso al loro, que estaba ansioso por escuchar la respuesta.

—¡Oh señores! ¿Qué medios Mahatmaji sugiere para mi libertad?

—Tu mensaje le afectó tan gravemente que perdió su conciencia en cuando lo oyó. Se cayó de su asiento y se puso inerte como un tronco. Hasta podría estar muerto. ¿Cómo podríamos traerte alguna respuesta suya? ¡Está inconsciente!

El inteligente loro entendió la respuesta de inmediato. Se puso feliz. Le dijo a la gente:

—¡Queridos! Ya se pueden ir. Tengo mi mensaje. El Mahatma me dio el medio para liberarme de una manera muy extraña. A pesar de que no lo han entendido, con su gracia, yo sí lo he entendido.

El loro siguió los consejos dados por el Guru Mahatma. Como el santo, fingió estar inconsciente. Agitó sus alas y se quedó inmóvil. Cuando en la casa vieron al loro así, gritaron: “¡Oh, Gangaram! ¡Gangaram! ¿Qué ha pasado? ¿Cómo es que de repente estás así? Di algo. Abre los ojos. ¡Toma este pimiento que tanto te gusta!”. Pero el loro se había vuelto la mascota discípulo del Guru. No respondió a los llamados. Ni siquiera comió cuando lo alimentaron. No hizo caso a las súplicas. No se movió cuando lo tocaron. La familia se esforzó en hacerlo despertar, pero el loro se mantuvo inconsciente. Estaba vivo, pero parecía muerto. Finalmente llegaron a la conclusión de que el loro estaba muerto. Abrieron la puerta de la jaula. El inteligente loro buscó el momento oportuno para volar. Miró a su alrededor furtivamente. Sus dueños estaban lejos, en alguna parte de la casa. Pensando que estaba muerto, lo habían abandonado. Se escapó de la jaula en la que había estado confinado dolorosamente, volando a la libertad de un hermoso bosque en el Himalaya, a orillas del Ganges, y comenzó a experimentar la constante divina bienaventuranza de la libertad.

En este ejemplo, el loro es la persona engañada por maya. Está atrapado en la jaula del mundo en forma de apegos por el cuerpo, la propiedad y demás. Está experimentando diferentes sufrimientos debido a la dualidad de gustos y disgustos, envuelto en deseo y odio. Quiere ser libre de todo esto y lograr el flujo incesante de la felicidad que surge en la morada de la libertad. Pero su deseo se cumple solo cuando él se entrega fielmente a un Guru, un gran ser; comienza a practicar las enseñanzas del Guru y obtiene la gracia del Guru. Sin la gracia del Guru, independientemente de lo que uno es, no se puede alcanzar la libertad y felicidad eternas. Por eso, en nuestras ilustres escrituras se dice:

Durlabho viṣaya-tyāgo, durlabhaṁ tattva-darśanaṁ,
durlabhā sahajāvasthā, sadguroḥ karuṇāṁ vinā.

“Sin la gracia del verdadero Guru, es muy raro abandonar el deseo por los objetos que nos gustan y el rechazo por lo que nos disgustan, para discernir el Principio de la Verdad Sublime, y alcanzar el estado de felicidad divina del samadhi natural”. Sin embargo, cuando ocurre la gracia del verdadero Guru, todo lo que es difícil se vuelve extremadamente fácil, y una persona se vuelve el Señor Narayana. Este digno buscador de la libertad, después de haber obtenido las compasivas directivas del verdadero Guru, ya está muerto en vida. Vivir en el éxtasis que trasciende la dualidad es morir para el mundo. Descartar el punto de vista equivocado de los nombres y formas fabricadas para alcanzar la luminosa visión pura, para discernir el Principio de la Verdad Sublime dentro y fuera, aquí y allá, cerca y lejos, es precisamente vivir después de la muerte.

Cuando un intenso deseo de liberación surge en el corazón, el individuo experimenta directamente y sin demora el Principio de la Verdad Sublime. Cuando uno está muerto de hambre obtiene alimentos de una u otra manera, y si no hay nadie para preparar la comida, entonces la prepara uno mismo. Si no hay alimentos en el hogar, uno corre a un mercado a comprarlos. Si no hay dinero, sin vergüenza pide comida. Aquel que es atormentado por el hambre no quiere nada más, solo comida. Supongamos que alguien le dice con sarcasmo: “No vayamos a comer; vamos a ver una buena película, a escuchar música hermosa, a dar un paseo por un parque, a volar alto en el cielo en un avión”. La persona hambrienta diría: “Que tu película se queme y que tu música se vaya al infierno. En este momento solo me importa la comida”. La persona se desinteresa por completo y solo se preocupa por liberarse del hambre. De la misma manera, cuando un intenso deseo de liberación surge en el corazón, uno se desinteresa por completo del mundo y se dedica a la búsqueda de los caminos para alcanzar la libertad, y experimentar directamente la verdad. En cualquier esfuerzo al que uno se dedica con entusiasmo y confianza, el éxito está asegurado.

Un creyente de Dios fue a un mahatma, que estaba establecido en el Ser. Preguntó a Mahatmaji:

—¡Señor! Siempre dices: anhelen la libertad, desarrollen anhelo; solo después de anhelar la libertad van a experimentar el principio supremo directamente, y a liberarse de las ataduras mundanas. ¡Oh, morada de la compasión! Haz el favor de explicarme con un ejemplo cómo es el deseo de liberación. Por favor, explícame su naturaleza, por lo menos hasta algún punto.

Mahatmaji le respondió:

—Trataré de explicártelo con un ejemplo cuando sea adecuado. Pero mira el calor que hace ahora. Vamos a tomar un baño en el fresco río Ganges.

Cuando empezaron a bañarse en las aguas profundas del Ganges, el mahatmaji, bien formado, tomó al devoto del cuello y lo sumergió en el agua. El devoto peleó, pataleó y agitó sus brazos gritando. Hizo todo el esfuerzo posible para salir del agua. Mahatmaji lo soltó después de cinco minutos. El devoto asomó su cara fuera del agua y se alejó del Mahatma. Expresando su molestia, le dijo:

—¡Oh Maharaj! ¿Qué estás tratando de hacer? ¿Acaso te poseyó un demonio? Soy un hombre de familia con niños. Si me hubieras retenido por más tiempo bajo el agua, estaría muerto.

Si hubiera sido un agnóstico, habría acusado al mahatma de intento de homicidio. Pero como era fiel y religioso, no dijo nada más y se quedó tranquilo.

Mahatmaji sonrió y dijo

—No he hecho más que responder a tu pregunta. Te presenté un ejemplo de anhelo. Te deberías haber quedado en silencio bajo el agua fresca del Ganges, ¿para qué luchar para salir del agua? ¿Qué faltaba en el agua, que luchabas para salir?

—¡Señor! No tenía aire para respirar. Jadeaba por respirar. Eso me agitó mucho.

—¿En algún momento has estado tan agitado por Dios, por liberarte de los grilletes de la esclavitud mundana?

—¡Nunca, Señor! Nunca he estado tan agitado por Dios en mi vida.

—Esa es la naturaleza del deseo de liberación. Cuando surge un deseo de liberación tan fuerte que lo inquieta a uno y crea un anhelo así, sin dudas uno se libera y alcanza el estado más alto. Mientras ese deseo por la liberación no surge y no se adquiere el desinterés por los asuntos mundanos, el ser humano está atrapado por las dualidades mundanas de amor y odio. Engañados por diferentes tipos de distracciones, permanece siempre angustiado. Para él, la paz eterna y la verdadera felicidad se mantienen siempre fuera de vista. Por lo tanto, en primer lugar, desarrollen desinterés, solo entonces descansarán en el Señor.


Hariḥ Om Tat Sat.

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