lunes, 28 de enero de 2013

Estrofa 26

Vedāham samatītāni
vartamānāni cārjuna,
bhaviṣyāṇi ca bhūtāni,
māṁ tu veda na kaścana (Gītā 7/26)

“¡Oh, Arjuna! Conozco perfectamente todo objeto sensible e insensible que existió en el pasado, que existe en el presente o que pueda existir en el futuro. Pero un ser humano, a falta de medios tales como la devoción y el conocimiento, no Me conoce, el Ser Supremo”.

La Fuente de la Dicha, el Señor Shrikrishna, dice a Arjuna: “¡Oh Bhārat! Mi naturaleza es siempre la firme y eterna luz de la conciencia. Por lo tanto conozco el universo entero. Tengo el conocimiento directo de cada objeto sensible e insensible del pasado, presente y futuro. ¡Mira! Este universo y la creación están sujetos a cambios. Los objetos del presente mueren y se marchitan. Los objetivos futuros, que son invisibles en la actualidad, entran en el presente y se hacen visibles. Una vez más, los objetos pasados vuelven a aparecer en el futuro.


Por lo tanto, la gente dice “Nos volveremos así y asá”. Luego dicen “¡Nos volvimos así y asá!”. Más tarde dicen “Así y asá se ha ido”. Esta es la naturaleza decadente del mundo vista en todos lados: volverse, venir e irse. Por eso se dice sarve bhāvāḥ kṣaṇa-pariṇāmina ṝte citiśakteḥ, “Con excepción de la energía conciente, chiti-shakti, que es el Ser interior, el Señor, todos los objetos universales que llevan nombre y forma van cambiando a cada momento”. No solo los objetos: observemos nuestro propio cuerpo. Al principio estaba en forma de semilla invisible en los alimentos. Más tarde entró en el cuerpo del padre como una semilla, entró en el cuerpo de la madre como el semen, y comenzó a crecer allí. Salió del cuerpo de la madre en la forma de un bebé. Se tumbó en la cama, lloró e hizo ruido como un roedor grande. En ese momento era tan indefenso que ni siquiera podía alejar las moscas que lo molestaban. Después, el cuerpo llegó a la infancia y la adolescencia. A veces reía y a veces lloraba. Se convirtió en un joven. El ego aumentó en la loca borrachera de la arrogancia. Empezó a pensar que era mejor que los demás.

Después de un tiempo, la juventud se evapora como el alcanfor. El pelo se vuelve gris. El cuerpo entra en la vejez. La audición se debilita. Los dientes se caen. El brillo en los ojos disminuye. La saliva sale de la boca. Hay deseo de comer dulces, pero en el “mercado del cuerpo” no hay demanda para esos artículos, y si se lo obliga existe el temor de enfermarse. Como resultado, el cuerpo se vuelve impotente. Un día, cuando el ave del prāṇa abandona el cuerpo, el cuerpo de ceniza se vuelve cenizas. De esta manera el objeto llamado cuerpo, que una vez será invisible en el futuro, se hace visible en el presente, y más tarde es destruido. Esta es la naturaleza invisible, visible y perecedera del mundo.

El Señor tiene conocimiento directo de los objetos que han fallecido y se han quedado en el pasado, que son del futuro e invisibles, así como los del presente. Por lo tanto, nuestras escrituras Lo llaman aquel que lo sabe todo y omnisciente. Que lo sabe todo significa que tiene conocimiento indirecto general de la totalidad, y omnisciente que tiene conocimiento directo especial de la totalidad. Cada objeto tiene aspectos comunes y especiales. Por ejemplo, la forma de una jarra es un aspecto común. Del mismo modo, el Uno, que reside en todos los objetos del mundo perecedero o no, es un aspecto común. La forma de una jarra en particular es un aspecto especial que no pertenece a ningún otro objeto.

Es de conocimiento general que en la India hubo un emperador musulmán llamado Akbar y que el rey Pratap, el gran gobernante de Mewad, le hizo pasar un mal rato. Pero nadie sabe específicamente cómo eran ambos. Esto es porque hay una diferencia de tiempo en la percepción de los seres encarnados. Su percepción es muy limitada. Mientras que en la gran percepción ilimitada, poderosa y expansiva del Señor, no hay diferencia de tiempo. Es por eso que el Señor conoce los objetos que se han ido y que están por venir. Lo que ha sucedido y lo que está por suceder, todo queda directamente a la vista del Señor. A los ojos de los seres encarnados, una cosa del presente muere y se convierte en una cosa del pasado, y una cosa del futuro sigue siendo invisible en el presente. Pero a los ojos del Señor nunca nada perece o nada permanece invisible. El tiempo gobierna a las criaturas, pero no al Señor, ya que el Señor gobierna al mismo tiempo. Por tanto, el Señor es llamado omnisciente.

La omnisciencia del Señor también puede entenderse a partir de las vidas de sus encarnaciones. Hay una historia en la vida de la encarnación del Señor como Krishna. Arjuna tuvo que irse exiliado al bosque durante doce años ya que había transgredido una norma. La regla había sido creada por el sabio Narada: “Si uno de los cinco hermanos Pāṇḍava está en privado con Draupadi, ninguno de los otros hermanos les molestará. Si por alguna razón un hermano rompe esta regla, tendrá que exiliarse en el bosqeu durante doce años”.

Cuando estaba en el bosque, Arjuna se casó con Chitrāngadā, la hija del rey de Assam-Manipur. De ese matrimonio tuvo un hijo muy poderoso y victorioso llamado Babhruvāhana. Era el sucesor de la dinastía de su abuelo. Se puso muy contento al enterarse de la guerra entre los Kauravas y Pāṇḍavas. Quería participar, así que fue pedirle permiso a su madre. La madre le dijo:

—Para la casta guerrera, la guerra es la oportunidad más noble, una invitación abierta al cielo. Así que si deseas unirte a la guerra, ve con gran placer.

—¡Madre! Con tu permiso, pelearé, pero, ¿ a qué lado debo unirme?

—Hay cien Kauravas y cinco Pāṇḍavas. Los Kauravas tienen once tropas akṣhouhiṇī [1] y los Pāṇḍavas tienen siete. Por lo tanto, es posible que los Pāṇḍavas pierdan. Lucha junto al bando perdedor.

Con la aprobación de su madre partió hacia la guerra. El Señor Shrikrishna se enteró de la noticia. Pensó: “A pesar de que las tropas Kauravas son mayores en número, están perdiendo, y aunque los Pāṇḍavas son menores en número, están ganando. Si el poderoso Babhruvāhana se une a los Kauravas, dará la victoria a los Kauravas porque su poder es mayor al de su padre, Arjuna. Su poder es tal que, si solo gruñera, el sonido sería como un gran trueno y las tropas huirían atemorizadas. Él puede por sí solo derrotar a las tropas Pāṇḍavas. A pesar de que Babhruvāhana, hijo Pāṇḍava, quería pelear del lado de los Pāṇḍava, debido al deseo de su madre tendría que luchar del lado de los Kauravas. Esto es un error”.

Para proteger a las tropas Pāṇḍava el Señor se disfrazó como un asceta. Con un par de pinzas y un recipiente de agua en sus manos, con largo cabello enmarañado, vestido de color azafrán, con la frente marcada con cenizas sagradas y un rosario de semillas de rudraksha alrededor del cuello apareció ante Babhruvāhana. Le dijo:

—¡Oh rey! ¿Adónde vas?

Babhruvāhana respetaba a los hombres santos. Al ver pasar al asceta, se bajó del carro, se acercó a él y se inclinó para presentar sus respetos. Respondió al asceta con humildad.

—¡Bhagavan! Me voy a la guerra.

Vestido como asceta, el Señor dijo:

—He oído que eres un gran guerrero y posees un gran valor. En quien quiera en que pienses, sin importar a qué distancia esté, puedes acertarle una flecha. Por favor, muéstrame tu destreza. Muéstrame dónde está el Señor Shrikrishna en este momento. Para ofrecerle salutaciones, suelta una flecha hacia él.

A petición del asceta, Babhruvāhana lanzó una flecha. Con el poder de su mantra, la flecha dio la vuelta al mundo y de inmediato cayó a los pies del asceta. Al ver esto, Babhruvāhana juntó de nuevo las manos y dijo al asceta:

—Eres el Señor Shrikrishna disfrazado.

El Señor Shrikrishna quedó muy complacido con la impresionante destreza de Babhruvāhana y pensó: “Ahora me ha reconocido. Si lucha del lado de los Kauravas seguramente derrotará a los Pāṇḍavas”. El Señor comenzó a alabar profusamente a Babhruvāhana y le explicó que debía luchar del lado de su padre y no del lado de los Kauravas. Babhruvāhana respondió:

—¡Señor! Lucharé de acuerdo a las instrucciones de mi madre: del lado que esté perdiendo. En las escrituras está escrito que el honor de la madre es diez veces mayor que el del padre. Por lo tanto, bajo ninguna circunstancia puedo ir en contra de los deseos de mi madre.

El Señor Shrikrishna entendió que Babhruvāhana era muy devoto de su madre. No aceptó las indicaciones, ni siquiera del Señor, pero tenía que ser convencido de alguna manera. El Señor dijo:

—He oído que eres muy generoso y benevolente. Dame algo que quiero.

—Si me pidieras algo no estando vestido de esta manera, no estaría obligado. ¡Pero estás vestido de asceta! Así que lo que quieras, con mucho gusto te lo daré.

El Señor no perdió el tiempo y le dijo:

—Dame tu cabeza.

—¡Señor! Cumpliré con mi promesa, voy a ofrecerte mi cabeza. Pero también tengo dos deseos que tendrás que cumplir.

—Por supuesto —dijo el Señor—, cumpliré tus dos deseos. Dime cuáles son.

—Uno es ver la guerra y el otro es casarme.

—Cumpliré tus dos deseos. En el campo de batalla te cortaré la cabeza y la colgaré de una rama alta de un árbol de shami, haciéndola consciente. De esta manera serás capaz de ver la guerra y simpatizar con el bando perdedor. Tu segundo deseo, casarte, se cumplirá, siendo testigo de todos los matrimonios que sucedan en el mundo. Te casarás en todas las bodas.

En Uttar Pradesh, en la India, hay una costumbre en los casamientos de incluir la boda de Babhruvāhana en la ceremonia. El tío materno del novio dibuja el signo sagrado de la esvástica en una jarra, lo cuelga de una rama de un árbol y lo presenta a los novios como la cabeza de Babhruvāhana.

De este modo, el omnisciente Señor que vive dentro conoce el pasado, el presente y el futuro. Si no lo hubiera sabido, el valiente Babhruvāhana habría acabado con las tropas Pandavas. Pero el Señor protegió a los Pāṇḍavas y exhibió su omnisciencia. Hay relatos similares de episodios divinos del Señor en muchos lugares en el Mahābhārata y otras escrituras.

Hay otra historia, justo en el momento en que se declaró la guerra entre los Kauravas y los Pandavas. Duryodhana, el príncipe heredero de los Kauravas, deseaba hacer su cuerpo tan inmune como un diamante. Con la aprobación de Vidura se acercó a Yudhiṣṭhira, que no tenía enemigos y era el príncipe heredero de los Pāṇḍavas. Yudhiṣṭhira le dijo:

—La solución está en tu propia casa. Es muy simple: desnúdate ante tu madre. Cuando tu madre, cuyos ojos han sido cubiertos voluntariamente, se quite lo que tapa su visión y te mire, tu cuerpo será tan fuerte e inmune como un diamante. Los ojos de tu madre han desarrollado tal poder de iluminación divina debido al control de su voluntad, que cuando la luz de sus ojos pase por todo tu cuerpo, será como deseas.

Nótese la generosidad y honestidad de aquellos tiempos. Se daban consejos verdaderos y beneficiosos incluso a una persona malvada. Duryodhana confiaba en que Yudhiṣṭhira no mentiría ni pensaría mal de cualquier criatura. Yudhiṣṭhira era un gran ser muy noble, cuya naturaleza era ser benevolente con toda la creación. Por lo tanto, siguiendo las recomendaciones de Yudhiṣṭhira, Duryodhana se dispuso a presentarse ante su madre. El omnisciente Señor, con su visión divina, supo todo lo que sucedería y enfrentó a Duryodhana de inmediato. Después de algunas bromas el Señor le preguntó adónde iba. Duryodhana le explicó. El Señor le dijo:

—Siendo padre de varios hijos, ¿es apropiado que te presentes desnudo ante con tu madre? Tienes discernimiento. Ten en cuenta las costumbres sociales y el decoro. ¡Cubre tus partes íntimas con flores!

Duryodhana estuvo de acuerdo con las sugerencias del Señor. Cubrió sus partes íntimas, se pesentó ante su madre y le dijo:

—Sácate lo que cubre tus ojos y mira mi cuerpo.

Dijo la madre Gāndhārī:

Yathā ’vadattvāṁ kila dharmarājaḥ, tathaiva putrātra samāgataḥ kiṁ?

—¡Oh Duryodhana! ¿Estás siguiendo lo que te dijo Dharmaraja, y viniendo ante mí como te  recomendó?

—¡Sí, madre!

La madre Gāndhārī descubrió su vista y miró el cuerpo de Duryodhana. Al ver sus partes íntimas cubiertas se llenó de pesar y dijo:

—¡Ay! ¿Qué has hecho? ¿Quién sugirió que escondieras tus partes íntimas? Yudhiṣṭhira no recomendaría esto. ¡Espero que en el camino no te hayas topado con el residente de Dwaraka, Shrikrishna! Siento que esto es obra de esta persona que es tan astuta. ¡Solo Él puede hacer una sugerencia así! Ahora todo tu cuerpo se ha vuelto inmune como un diamante, excepto tus partes privadas, que son tan vulnerables como antes.

—¡Sí, sí, madre! Apareció ante mí de repente. Fue su sugerencia que hiciera esto.

Tranquilizando a Duryodhana, su madre dijo:

—No es tu culpa. Estos videntes ven el futuro. Lo que va a suceder, sucederá no importa lo que hagamos.

Sahāyās-tādṛśā eva yādṛśī bhavitavyatā.

“De acuerdo a lo bueno o malo que vaya a suceder, aparecen buenos o malos asistentes”.

Este incidente también demuestra la capacidad del Señor para ver el pasado, presente y futuro. La percepción de un ser encarnado, cubierto por yoga maya, no puede saberlo todo; ni uno mismo ni el Señor. Pero el conocimiento puro del Señor, al ser sin velos, le permite conocer, “Quién soy, qué es esto, y cómo son todas las criaturas”. Maya es un atributo de Dios, mientras que un ser encarnado tiene un instrumento interno. Por lo tanto, la única diferencia entre el Señor y una criatura está en el atributo y no en su naturaleza. Consideremos, por ejemplo, un frasco de vidrio y una jarra de terracota. Pongan una lámpara dentro de ambos frascos. Como el frasco de vidrio es claro la luz saldrá, mientras que como la jarra de terracota es opaca, la luz de la lámpara quedará en el interior, sin salir. En este ejemplo, las dos lámparas son de la misma naturaleza. Pero debido a que los atributos son diferentes, una luz se expande mientras que la otra luz permanece contraída. Del mismo modo, debido a que el atributo del Señor, maya, es muy expansivo, quintaesencia pura, el Señor puede saberlo todo. Sin embargo, debido a que el atributo de las criaturas, el instrumento interno, está contaminado por el deseo, los celos y otras impurezas, las criaturas no son capaces de saberlo todo. Por lo tanto, se dice que el Señor tiene omnisciencia, mientras que las criaturas tienen conocimiento limitado. A través del autoconocimiento, las criaturas remueven sus atributos limitantes y alcanzan la naturaleza de perfecto Brahman. De esta manera, nuestras escrituras como los vedas consideran que la única diferencia entre el Señor y las criaturas es la de los atributos y no es real.

Un día, un mahatma desapegado que se alojaba en un lugar solitario a orillas del Ganges estaba dando una disertación sobre las enseñanzas del vedanta. Citó la proclama de las upanishads:

Braḥma satyaṁ jagan-mithyā jīvo braḥmaiva kevalaṁ.

“Brahman, el Único, conciencia, dicha y fulgor, es la única verdad que no es limitada por pasado, presente y futuro. Es una unidad indivisible, mientras que este mundo de nombres y formas es ilusorio, confinado y manifiesto, y no tiene existencia por sí mismo. El ser encarnado es, en verdad, el mismo Brahman”.

Entre el público había un erudito que creía en la dualidad. le preguntó al mahatmaji:

—¡Maharaj! El ser encarnado es alpajña (posee un conocimiento limitado). ¿Cómo puede convertirse en el sarvajña (omnisciente) Señor?

El mahatmaji le explicó las características y la naturaleza absoluta de los dos y le dijo:

—Eliminando las cualificaciones, alpa o encarnado (limitado) y sarva o universal (todo), establecemos solo la naturaleza idéntica como jña (conocedor) o conciencia perfecta.

El erudito, inflexible, no entendió bien la esencia de las enseñanzas del mahatma. Mahatmaji pensó que debía ser convencido con un ejemplo concreto. Le dijo:

—¡Panditji! Debido al calor mi garganta está seca. Deseo tomar agua del Ganges, fresca y limpia. Llena este kamaṇḍalu (calabaza) con agua del Ganges y tráelo. Después de que beba y me refresque, te explicaré el secreto del vedanta. Pero asegúrate de traer solo agua del Ganges y no otro tipo de agua, porque yo vivo y deambulo por las orillas del Ganges, y solo bebo agua del Ganges.

—Si esa es tu norma, solo te traeré agua del Ganges— dijo el erudito.

Fue al Ganges, llenó el kamaṇḍalu con agua y lo puso delante del mahatma.

—¡Señor! Por favor, bebe con amor esta fresca agua del Ganges y sacia tu sed.

Mahatmaji alzó el kamaṇḍalu y comenzó a examinar el agua.

—¡Panditji! Esto ciertamente no es agua del Ganges. El agua del Ganges es aquella a cuyas orillas hay piedras enormes y árboles con follaje espeso. En la misma agua hay muchos barcos que transportan gente, y otros se bañan, y hay innumerables peces y cocodrilos. En el borde de esta agua ni siquiera veo una piedra o un árbol pequeño. En el agua no veo barcos. Por no hablar de darme un chapuzón en esta agua, ni siquiera puedo poner mi pie dentro. Esta no es agua del Ganges.

Al escuchar la descripción del mahatmaji, el erudito estalló en carcajadas y dijo:

—¡Oh, Mahatmaji! ¿Cómo puede en el agua de este kamaṇḍalu haber cosas como tierra, árboles y barcos? Los atributos de este kamaṇḍalu son tan limitados. Sin embargo, sin duda esta es agua del Ganges, ya que la tomé del mismo Ganges. El río Ganges tiene sus atributos, una gran superficie y un gran caudal en el que todo puede ser contenido. Si sabes tanto, ¿cómo no entiendes algo tan simple?

—¡Panditji! Lo entiendo. Pero estoy tratando de hacerte entender la esencia de este ejemplo. El agua que fluye sobre las vastas tierras y el agua en el kamaṇḍalu son la misma, ​​no hay ninguna diferencia. Las cualidades tales como la dulzura, el frescor y la pureza son las mismas en ambas aguas. Del mismo modo, el Señor que preside este gran universo es conciencia, mientras que quien preside al individuo de cuerpo limitado también es conciencia. Al igual que el agua del Ganges, no hay diferencia alguna en la naturaleza de la conciencia. Las cualidades de existencia, conciencia, dicha, desapego, inmutabilidad y demás son exactamente iguales en ambos. La diferencia de atributos es solo imaginaria. Debido al atributo del Señor, la gran maya y el conocimiento revelado, Él lo sabe todo. En el individuo, al ser el instrumento interno su atributo limitante y estar velado el conocimiento, no es capaz de saberlo todo. Por lo tanto, el ser individual es alpajña y el Ser universal es sarvajña. El vedanta no profesa la unidad de alpajña y sarvajña. Enseñan la unidad totalmente libre y verdadera de la naturaleza del ser encarnado y el Señor. No hay ningún conflicto en asumir la unidad en su naturaleza.

El Señor y las encarnaciones del Señor, al estar equipadas con poder revelado, insondable e inteligente, son capaces de saberlo todo. Hay otro testimonio del Morador de Vaikuntha, el Señor Narayana.

Una vez un demonio llamado Bhasmāsura realizaba severas penitencias para alcanzar las bendiciones del Señor de Kailas, Shankara. La penitencia complació a Shankara, que es bien conocido por ser complacido rápidamente. Se manifestó y dijo a Bhasmāsura:

—Estoy muy contento por el poder de tu penitencia. Puedes pedirme cualquier bendición que desees.

Bhasmāsura, saludando con las manos juntas, dijo:

—Por favor, dame la banda de bhasma (ceniza) que llevas en la muñeca.

Generoso sin límites, sencillo, Shankara de inmediato se quitó la banda de la muñeca y se la dio a Bhasmāsura. En esa banda de cenizas había un poder extraño. Emitía un haz de luz intensa que quemaba al instante a cualquier persona sobre la cual cayera, sin importar si la persona fuera un dios, un demonio o un homo sapiens. Bhasmāsura era un demonio malvado y desagradecido. Había oído que la esposa de Shankara era una joven y atractiva belleza. Con el poder de la banda de ceniza, Bhasmāsura quiso quemar a Shankara y llevarse a su esposa. Mientras el Señor Shankara se retiraba, fue detrás de él. Shankara corrió rápido y se escondió. Bhasmāsura comenzó a buscarlo.

El Señor de Vaikuṇṭha, Narayana, se enteró del incidente. Para proteger a su amigo Shankara, que no es diferente de Él, se manifestó repentinamente frente al demonio en forma de una exquisitamente bella devi (diosa), como Pārvatī, la esposa de Shankara. El demonio quedó estupefacto al ver su cautivadora forma. La Devi sonrió y le dijo al demonio con dulce voz:

—Yo soy la hermosa Parvati a quien tanto deseas. Estoy dispuesta a vivir con un joven galán, robusto y musculoso como tú. Estoy muy disgustada con ese viejo Shankara, que deambula intoxicado con bhāng (una infusión de marihuana) y lleva serpientes por todo el cuerpo. Puedes estar seguro de que a partir de hoy me he vuelto solo tuya. No persigas más al viejo.

Al escucharla quedó desarmado y la siguió. Vishnu en forma de la Devi lo llevó bajo la fresca sombra de un árbol. Cuando se hubo sentado le dijo al demonio:

—Me gusta ver la danza tāṇḍava. Soy complacida particularmente por cualquier persona que realiza la tāṇḍava. Ese viejo Shankara la practica todos los días para mí. Para complacerme, también tendrás que bailar ane mí.

—¡Claro! Puedo hacer cualquier cosa que me pidas para ganar tu amor— dijo el demonio—. Pero no sé cómo esa danza. Si me la enseñas, te seguiré.

La Devi puso una mano en la cintura y la otra en la cabeza y giró. Al verla, el demonio embelesado de amor comenzó a bailar como ella. La muñeca en la que llevaba la banda de ceniza dada por Shankara tocó su cabeza. En el momento en que el rayo de luz cayó sobre la cabeza del demonio, el demonio quedó reducido a cenizas. Desde aquel día, el demonio es conocido como Bhasmāsura (demonio de ceniza). Se dice que en la peregrinación al Manasarovar, el famoso gran lago cerca de la montaña Kailas, en el Himalaya, todavía se encuentra el montón de cenizas al que el demonio Bhasmāsura fue reducido. Los vecinos de la zona les cuentan esta historia a los peregrinos.

Cuando Shankara Mahadev, que estaba escondido cerca, se enteró del encuentro entre el Señor Narayana y el demonio, fue a ver a Vishnu. Se rieron con ganas y se abrazaron. En ese momento el Señor Vishnu estaba en la forma de Prakriti (la diosa Naturaleza) y el Señor Shankara en forma de Purusha (el Señor del Universo). De su unión nació una deidad llamada Shāstā, conocida en el sur de India como Hariharaputra, el hijo de Hari y Hara. En Kerala hay cientos de templos al dios Shāstā. En algunos templos la estatua de Shāstā está con el dedo en la cara en una actitud pensativa. Los devotos estudiosos explican esta posición así.

Mātā ca viṣṇuḥ pitā śivo me, tābhyāmahaṁ jāta iti prasiddhaṁ,
ambeti gaurīmaha-māhvayāmi, tātastriyo mātara eva sarvāḥ.
Viṣṇośca mātuḥ kila dharma-patnīṁ, lakṣmīṁ kathaṁ nu ahamāhvayāmi,
āsyeṅ ’guliṁ sthāpya vicārayantaṁ, śāstāra-mīḍe sakalārtha-siddhyai.

“Mi madre es Vishnu, mi padre es Shiva. Es bien sabido por todos que he nacido de los dos. Todas las esposas del padre son como una madre para el niño. Por lo tanto me dirijo a la esposa del Señor Shiva, Gauri-Parvati, como ‘Amba’ (madre). Pero, ¿cómo me dirijo a Lakshmi, la esposa de mi madre Vishnu? ¡Porque no hay tal cosa como la esposa de la madre! La misma madre es esposa del padre. ¿Cómo puede haber una esposa de la madre? Pero, de hecho, Lakshmi, la esposa de mi madre, es bien conocida en todo el mundo. ¿Cuál es su relación conmigo? Si tengo que dirigirme a ella indicando una relación, ¿cuál es?”.

Shāstā tiene el dedo en su cara por lo desconcertante de este pensamiento. Ofrezco mis salutaciones al dios Shāstā para el cumplimiento de todas mis metas.

Este incidente ilustra que la forma del Señor tiene el poder de conocer directamente lo que está sucediendo lejos sin estar físicamente allí. Por lo tanto en la Gita, el Señor dice: “Yo conozco a cada ser, pero nadie Me conoce. El único que Me conoce perfectamente es uno que logra mi gracia, por tener derecho a ella a través de prácticas espirituales tales como el yoga del conocimiento y la devoción, y la práctica del desapego. Nadie puede conocerme sin devoción a Mí por Mi gracia”. Por eso el Señor dice en la Gita: “Bhaktyāmāmabhijānāti” (18,55), “Solo a través de la devoción se Me conoce”. Goswami Tulsidas dice, ¡Oh Señor!

Soi jānai jehi dehu janāī, jānata tumahi tumahi hoi jāī,

“Solo llega a conocerte a quién le otorgas Tu gracia,
Y el que Te conoce, se vuelve Tú sin dejar rastro”.

Om.



[1] Un akṣouhiṇī de tropas consiste en 109.350 soldados de infantería, 65.610 caballos, 21.870 carruajes y 21.870 elefantes.

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