lunes, 28 de enero de 2013

Estrofa 18

Udārāḥ sarva evaite,
jñānī tvātmaiva mataṁ,
āsthitaḥ sa hi yuktātmā,
māmevānuttamām gatiṁ.

“Todos mis devotos son nobles, me recuerdan fielmente para cumplir algún deseo. Por lo tanto, están bien y son buenos. Pero el devoto conocedor es como mi propio Ser, con inquebrantable inteligencia que siempre se encuentra en el estado más alto, en un insuperable sentimiento de unidad conmigo, el Señor”.

La fuente de dicha, el Señor Shrikrishna, al describir a sus devotos dice: “Los cuatro tipos de devotos son generosos: los que desean liberarse de las aflicciones (los afligidos), los deseosos de conocer (inquisitivos), los que desean logros y los conocedores. No son avaros. Todos ellos están mirando al océano de pura dicha, el Señor; se están moviendo hacia el Señor; tienen confianza en el Señor; quieren eliminar la aflicción, para alcanzar logros aquí y allá, o para alcanzar el conocimiento solo a través de la Señor. Su sagrado sentimiento es como el del chataka, un pájaro que solo bebe el agua de la nube de lluvia. Un poeta describe el sentimiento del chataka de la siguiente manera:


¡Payoda! He vāri dadāsi vā na vā,
tvadekacittaḥ punareṣa cātakaḥ,
varaṁ mahatyā mriyate pipāsayā,
karoti nānyasya hyupāsanaṁ kvacit.

“¡Oh nube de lluvia! El chataka te espera decidido, le des agua o no. Te busca intensamente lleno de expectativas. Tiene firme fe en que el rey de las nubes, sin dudas, pondrá un par de gotas de agua en su boca y saciará su sed. Aunque muriera de sed, no probaría agua de ninguna otra fuente”. Tal es la dependencia de la nube que tiene el chataka.

Todos los devotos, como los afligidos, solo dependen del Señor. Si quieren algo, le piden solo al Señor y a nadie más. Así como una mujer casta y fiel, que quiere dicha conyugal pero la quiere solo de su marido y no de cualquier otra persona, los devotos afligidos que quieren lograr su deseo de liberarse de la aflicción centran sus pensamientos plenamente en el Señor, con firme amor por Él. Es por eso que son devotos. Un devoto es aquel que ama al Señor. Se dice en el Bhagawat:

Ajātapakṣā iva mātaraṁ khagāḥ, stanyaṁ yathā vatsatarāḥ kṣudhārtāḥ,
priyaṁ, priyeva vyuṣitaṁ viṣaṇṇā, mano ’ravindākṣa! Didṛkṣate tvāṁ (Bhāgawat 6,11,26).

“¡Oh, de ojos de loto! ¡Señor! Al igual que los polluelos bebés, cuyas alas aún no están desarrolladas, pían por su madre; al igual que los becerros muertos de hambre solo quieren tomar leche de su madre, al igual que una mujer que sufre el dolor de la separación, espera el regreso de su amado; en la misma forma mi mente desea verte, Señor. Tú satisfaces todos los deseos, como un árbol que concede los deseos”.

Noble es el que abandona un refugio humilde y acepta un gran refugio. ¿Qué se puede dar a otro si se pide humildemente? El que es todo poderoso, el océano de compasión, el más benevolente, el que es capaz de conceder cualquier cosa que se desee, el que se preocupa por el bienestar de los devotos, el que es el protector: solo a alguien así de grande se le puede pedir cualquier cosa. “¿Por qué el que le da a todo el mundo no me dará a mí, su devoto? Le da al sabio, al ignorante, y al mundo. Me dará también a mí”. Con este tipo de confianza una persona devota, que se somete al Señor, perdiendo sus preocupaciones y contemplando al Señor, sin dudas, se vuelve noble y realiza buenas acciones.

Así como una persona prendida fuego corre hacia el lago más cercano y salta en él para aliviar el dolor de sus quemaduras, se considera que tiene una mente noble si el que se está quemando con diferentes tipos de aflicciones mundanas busca alivio saltando en el lago de la devoción. Entonces ese devoto afligido es considerado noble, no egoísta; porque el devoto ha usado su intelecto para un buen propósito.

Del mismo modo, el deseo de saber, naturalmente, existe en todas las criaturas. Incluso después de haber adquirido conocimiento de muchos objetos mundanos, uno no encuentra paz ni contentamiento y uno anhela conocer aquello, conociendo lo cual uno logra suprema paz y alegría que nunca disminuyen. Eso es solo el Señor, quien es el Ser Universal. ¡Sí! Con el único objetivo de conocerlo por completo, el devoto preguntando Lo adora. Así que, orientado a la meta y siguiendo un camino virtuoso, el devoto interrogativo tiene un intelecto noble.

El tercer tipo de devoto, el deseoso de logros, también es noble. Al igual que los dos tipos anteriores de devotos, también se aferra al Señor por el bien de alcanzar toda la riqueza. El que se aferra a la raíz de un árbol no encontrará ningún obstáculo en obtener las ramas, hojas, flores, etc. Esa persona los logrará sin ningún esfuerzo. Por lo tanto el devoto, a través de la devoción, que es la vaca que concede todos los deseos, no solo alcanza la riqueza deseada sino también la fuente de toda riqueza, el Señor. Los que mejoran el mundo y viven su vida humana en dicha, por la gracia del Señor, en última instancia se sientan en el bote del conocimiento y llegan a la morada del Señor.

“Pero el devoto conocedor es mi propio ser”. El Señor afirma enfáticamente: “Ni siquiera un ápice de diferencia queda entre mí y el devoto conocedor. Ese devoto y yo tenemos un sentimiento de unidad mutua en todos los aspectos. Los otros devotos, como los afligidos, también se dirigen a Mí y Me adoran; sin embargo hay un ligero obstáculo debido a motivos egoístas entre Yo y ellos. Por lo tanto, se sientan un poco lejos de Mí, no se han vuelto totalmente uno conmigo”. Tienen amor, pero no como el amor supremo del devoto conocedor. El amor supremo no puede tolerar ningún obstáculo, no permite ningún otro deseo de coexistir. Vuelve uno al amante y al amado. Si el amante no es consciente de su propia existencia, ¿cómo puede esa persona ver a alguien más? Sin conocimiento de otros, no puede surgir deseo por otro objeto. El conocimiento es la madre del deseo. De esta manera, el fuerte cordón de amor supremo ata al devoto conocedor y al Señor amado con tanta fuerza, que su existencia mutua se vuelve una. No les permite mantenerse separados. Por lo tanto, el conocedor se vuelve el Ser del Señor, que es uno con Él. Ese devoto conocedor es así el más noble de todos. Si el devoto conocedor considera al Señor como su propio Ser interior, y no lo considera diferente, ¿cómo puede el Señor considerar al devoto de otra manera? Por tanto, el Señor proclama en la Gita:

Ye yathā māṁ prapadyante tāṁ stathaiva bhajāmyahaṁ (Gītā 4,11).

“Cualquier devoto que se acerque a Mí, con cualquier sentimiento y Me adore, Yo también lo adoro según ese mismo sentimiento”.

En Ṛgveda Saṁhitās el deseo de los devotos por la unidad con el Señor se ha descrito de la siguiente manera:

¡Oṁ yadagne! Syāmahaṁ tvaṁ, tvaṁ vā ghā syā ahaṁ. Syuṣṭe satyā ihāśiṣaḥ (8,44,23).

“¡Oh, Dios del Fuego! ¡Señor! Sería muy agradable si yo me volviera Tú y Tú te volvieras yo. Para alcanzar este sentimiento de unidad, que Tus bendiciones sean reales y fructíferas”.

El Ser nunca está separado, solo el no ser puede estar separado. El cónyuge, los hijos y la riqueza, al ser distintos del Ser, pueden estar separados. Si el Ser es considerado separado, ¿entonces cómo puede distinguirse el no ser? Si el Ser está separado y el no ser está también separado, entonces ambos serán de lo mismo. Es por ello que la naturaleza no separada del Ser debe ser considerada con convicción. Para expresar amor por la unidad no hay nada comparable al Ser. Al decir “Él es mi propio Ser” se eliminan todas las diferencias. Esta declaración expresa el amor de la unidad al describir el sentimiento de falta de diferencia. A este respecto, es digno de mención un incidente de la vida del maestro poeta Kālidās.

El rey Bhoja y el poeta Kālidās tienen un lugar especial en la historia de la India. El rey Bhoja era un gran erudito sánscrito y honraba a todos los eruditos. Kālidās, los poetas Daṇḍī, Bhāravī y otros grandes prodigiosos eruditos eran como nueve gemas en su corte. Una vez, el rey Bhoja quiso averiguar cuál de las nueve gemas de su corte era el tesoro mayor. Es un hecho reconocido que en el mundo no todos son iguales. Algunos son grandiosos, y otros no. Algunos son grandes expertos en algún tema, y otros en otros temas. El rey expresó su deseo de descubrir cómo era esto en su corte. Un experto en la ciencia del mantra dijo que solo la diosa Saraswati, la diosa del aprendizaje, debía proclamar la decisión. También se acercaban las vacaciones de Navarātra (nueve noches). El erudito aconsejó al rey Bhoja que, de acuerdo con los ritos religiosos, debe colocarse una jarra, la Madre Shāradā (Saraswati) debe ser propiciada y hacerse la pregunta. Ella tendría entonces la amabilidad de revelar el nombre del poeta mayor.

Todas las nueve gemas tenían total confianza en su propia erudición, y experiencia en la poesía. Kālidās pensó que Saraswati era su madre. Solo por Su gracia divina, su estupidez se había transformado en erudición, y él se había vuelto el rey de los poetas. Se decía que “Saraswati estaba en la punta de su lengua”, es decir, que la diosa lo había bendecido residiendo siempre en su lengua en una forma sutil. Por lo tanto, sentía que la Madre lo nombraría el más grande poeta.

El rey Bhoja preparó una jarra ceremonial, propició la diosa Saraswati y le pidió que nombrara al mayor poeta de la corte. Desde la jarra llegó el sonido “Poeta Daṇḍī, poeta Daṇḍī, poeta Daṇḍī”. La diosa Saraswati había indicado que el poeta Daṇḍī era el mayor. Kālidās quedó abatido. Se enojó con la madre Saraswati como un niño se enoja con su madre, y dejó de comer. La Madre Saraswati se presentó ante él y le preguntó la razón de su sufrimiento y ayuno, pero Kālidās no dijo nada. Aún así, con amor materno, Ella convenció a Kālidās. Kālidās estaba rojo de ira. Replicó:

—Has arruinado mi reputación. Me has insultado delante de toda la corte. Ahora no puedo mantener mi cabeza en alto ni decir una palabra.

—Nadie en la corte, ni siquiera tú, podía comprender la esencia de lo que tenía que decir —contestó la diosa—. Daṇḍī es el poeta más grande, pero siendo mi hijo, tú eres mi propio Yo. Como no eres diferente de mí, no proclamé tu grandeza. Si hubiera dicho que tú eres el más grande, el sentimiento de unidad que tengo contigo se perdería. El poeta Daṇḍī es el más grande poeta, pero nunca podrá llegar a ser más que eso. Nunca llegará a ser mi propio Ser. Para expresar el amor trascendental no hay nada comparable al Ser. Solo el Ser es capaz de expresar el amor trascendental. Tú eres eso, y no Daṇḍī.

Kālidās quedó muy complacido con la revelación del misterio de la diosa Saraswati. Se inclinó ante ella en repetidas ocasiones, pidió perdón, y le dijo:

—Tendrás que revelar el misterio a la corte, para que yo pueda levantar mi cabeza y ver a la gente con una sonrisa. Entonces mi posición eminente estaría clara para toda la gente.

La Madre aceptó su petición. Otra vez, se preparó una jarra ceremonial, y se le preguntó:

—¿Cómo es Kālidās?

Desde la jarra llegó la voz de la diosa:

—Él es mi propio Ser. Él no es diferente de mí. Cualquier fuerza que yo tenga, él la tiene.

De esta manera, la diosa del habla estableció la eminencia incomparable de Kālidās en la corte.

El punto es que la palabra “Ser” se utiliza cuando debe expresarse amor sin límites y sentimiento de unidad. En este contexto, también se establece lo mismo cuando el Señor usa la palabra “Ser” para describir al devoto conocedor.

A pesar de que el Señor es el Ser de toda la creación y no se limita a ser solo el Ser del conocedor, en el Bhagawat se ha asegurado en muchos lugares que el Señor es el ser que conoce el campo. Por ejemplo:

Bhaktyā māṁ pratyagātmāna-mihāva-rundhe (Bhāgawat 3,25,27).

“A través de la devoción, un ser humano en este mismo cuerpo alcanza al Señor, que se ha manifestado como el Ser interior”.

Paro bhagavān vāsudevaḥ kṣetrajñaḥ ātmeda-manuprviṣṭaḥ (Bhāgawat 5,11,14).

“El Señor Vāsudev, que trasciende todo, es el Ser interior del conocedor del Campo. Además, el mismo Señor ha entrado en el universo sensible y insensible en la forma del Ser”.

Jñānaṁ viśuddhaṁ paramārtham-ekaṁ,
anantaraṁ tvabahir-Braḥma satyaṁ (Bhāgawat 5,12,11).

“Ese conocimiento inmaculado, que es sin ninguna diferencia entre el interior y el exterior, la Verdad Suprema, Brahman, se manifiesta a sí misma como paz Suprema, el Ser, sin defectos o atributos. Es llamado el Señor. También es Vāsudev, como lo llaman los sabios”.

En el Mahabharata, el Señor Vyasa Señor establece lo mismo.

Ātmā kṣetrajña ityuktaḥ, saṁyuktaḥ prākṛtair-guṇaiḥ,
taireva tu vinirmuktaḥ, paramātme-tyudāṛhtaḥ” (Śānti Parva 187,24).

“Cuando se combina con las cualidades de la naturaleza, como sattva, el Ser es llamado el conocedor del campo. En ausencia de las cualidades es llamado el Ser Supremo”.

Así como al encontrar a un amigo una persona dice: “¿Cómo estás?”, una vez Arjuna preguntó al Señor Śyāmasundar, que significa negro y hermoso, Shrikrishna: “¡Señor! ¿Cuál es la naturaleza de Tu mente? ¿Cómo es tu intelecto? ¿Qué eres?”. El Señor respondió a las tres preguntas de la siguiente manera en la AnuGītā:

Mano me brāḥmaṇaṁ viddhi, buddhiṁ me viddhi brāhmaṇīṁ,
kṣetrajñaḥ iti yaśhcoktaḥ, ¡so ’hamasmi dhanañjaya!” (Mahābhārat AnuGītā 25,10).

“¡Oh, Arjuna! Mi mente es un brāhmin, lo que significa que está dotada de tales cualidades, como la tranquilidad, el autocontrol, el contentamiento, que lo traen a uno al estado de ser un brāhmin. Mi intelecto es brāhmaṇi, lo que significa que está incesantemente ocupado en la contemplación de lo perfecto Principio de Brahman no dual, alcanzando así sentimientos puros, tales como igualdad, unidad y verdad, que traen entrega total a Brahman. Y ese Ser de todo lo que se conoce, como el conocedor del campo, soy yo mismo. Esto significa que el conocedor del campo soy Yo, el Ser Supremo”.

En la Gita el Señor también ha dicho lo mismo.

Kṣetrajñaṁ cāpi māṁ viddhi sarva-kṣetreṣu Bhārata! (Gītā 13,2).

“¡Oh Bhārat! Sabe que Yo soy Aquello que existe como el conocedor del campo de todos los campos (criaturas)”.

Pregunta: En la literatura sánscrita, la palabra ca significa “y”, y la palabra api significa “también”. La cita anterior, Sarva-kṣetreṣu kṣetrajñaṁ cāpi māṁ viddhi, entonces se puede analizar utilizando el verbo viddhi (conocer) dos veces, lo que significa dos cosas separadas: Sabe que Aquello es el conocedor, y también que soy Yo. Por lo tanto la palabra cāpi abre una brecha entre el conocedor del campo y yo.

Respuesta: El Señor dice en el capítulo trece de la Gita Kṣetrakṣetrajñayo rjñānaṁ yattat jñānaṁ mataṁ mama (13,2), “Un objeto es el campo, que es visible, insensible y limitado, y por lo tanto limitado e ilusorio. Mientras que el segundo es el conocedor del campo, que es existencia, conciencia, dicha, perfecto y no dual, por lo tanto, la verdad última”. Hay dos tipos de conocimiento, el conocimiento del campo que vale la pena desaprender, y el conocimiento del “conocedor del campo”, que vale la pena alcanzar. No existe un tercer objeto, que no sea insensible o sensible. Entonces, ¿cómo puede conocerse un tercer objeto así? Separar el conocimiento del conocedor del campo de aquel del objeto “yo”, el Ser Supremo, lleva al conocimiento de tres objetos, que es contradictorio con el citado verso (Gītā 13,2) del Señor. Por lo tanto la palabra cāpi no debe ser considerada como diferenciando entre el conocedor y el Ser Supremo. En cambio, de acuerdo con la “Doctrina de intercambio” de los Brahmasūtras, considera la no diferencia mutua del individuo y el Ser Supremo, y considera “el conocedor del campo soy Yo” como auténtico y coherente. Esa no diferencia mutua conduce a la práctica de tomar al “Yo” como Brahman no dual. En Brahmasūtras, el autor Kṛṣṇa-dvaipāyana Vyasa dice:

Vyatihāro viśiṅṣanti hītaravat (3,3,37).
Jīvātma-paramātmanormitho viśeṣaṇa-viśeṣya-bhāvo vyatihāraḥ.

“El intercambio de roles mutuos del calificador y lo calificado, indicando la unidad del ser individual y el Ser Supremo, se llama la Doctrina de Intercambio”. La misma doctrina es expuesta por los grandes sabios de las escuelas Aitareya y Jābāla de la siguiente manera:

Tadyo ’haṁ so ’sau, yo ’sau so’haṁ (Aitareya Āraṇyaka 2,4,3).

“Lo que yo soy Él es, y lo que Él es yo soy”.

Tvaṁ vā ahamasmi bhagavo devate! Ahaṁ vai tvamasi (Jābāla Upaniṣad 2,34).

“¡Oh Señor! ¡Oh Dios! Ciertamente, ‘Tú’ eres yo y ‘yo’ soy Tú”.

De esta manera, las dos escuelas antedichas exponen la unidad por medio de la Doctrina de Intercambio, es decir, a través del intercambio de las características propias de uno de presencia visible y desapego, con los de otro con el fin de fomentar la práctica espiritual de captación de “Yo”. Al igual que en otras escuelas con otras cualidades, como ser el Ser de todo, que se dan para la práctica de alcanzar al perfecto Brahman no dual y no diferente, las shrutis antedichas, al decir “Tú eres yo y yo soy Tú” describen la mutua cualificación que indica no diferencia. Cuando se contempla la unidad del Ser individual con el Ser Supremo, se superan los defectos de imperceptibilidad y diferenciación que aparece en el Ser Supremo. Cuando se contempla la unidad del Ser Supremo con el Ser individual, también se superan defectos tales como ser el hacedor, el disfrute, la dualidad y otras características mundanas. De esta manera, a través del intercambio, la contemplación de Brahman da fruto. A través de la contemplación de la unidad, el no mundano, no apegado, no dual Brahman es experimentado directamente. Por lo tanto, en la Bṛhadāraṇyaka-Vārtika-Sāra el muy venerado Vidyāraṇya Swami dice:

Pratyaktvaṁ braḥmaṇas-tattvaṁ braḥmatvaṁ cātmanas-tathā,
pārokṣya-dvaita-hānena hyātmā braḥmeti bodhyate (4,4,70).

“Brahman es primordial y la naturaleza del Ser individual es Brahman. Al abandonar la imperceptibilidad y la dualidad, uno reconoce que el Ser individual es Brahman”. Esto significa que los defectos de la dualidad en el ser individual y la imperceptibilidad de Brahman, respectivamente, surgen debido a la ignorancia; y cuando la ignorancia es destruida por el conocimiento, estos defectos imaginarios son eliminados, y se establece la existente no diferencia de los dos.

Por lo tanto, debe ser reconocida la no diferencia, que el conocedor del campo es el Señor y el Señor es el conocedor del campo. Así, es establecido por los testimonios de muchas escrituras el hecho de que el Señor es el Ser de todos y los seres individuales de todos son, de hecho, el mismo Señor. Surge entonces la pregunta: “¿Por qué el Señor llama al conocedor Su Ser?”

Esto se puede explicar de la siguiente manera. A pesar de que el Señor es el Ser de todo y de que no hay ninguna duda sobre esto, no todas las personas lo saben. El Señor es el Ser de los ignorantes, sin que ellos lo sepan, y el Ser de los sabios, con su conocimiento. Un objeto desconocido es considerado como a una gran distancia, aunque esté cerca, y diferente, aunque no sea diferente. Por lo tanto, las upanishads dicen: Dūrātsudūre tadihāntike ca, (Muṇḍakopaniṣad 3,1,7), “Aquel Señor Brahman está más lejos que la distancia más lejana, pero también está más cerca que la proximidad más cercana”. Después de haber conocido al Señor como Uno sin otro, para el conocedor del Señor, es el más cercano no diferente Ser. Esto puede verse en el mundo. Por ejemplo, supongamos que hay dos hombres. En sus dos casas hay un cofre lleno de dinero enterrado. Uno de ellos lo sabe. Para él, la riqueza está muy cerca y puede acceder a ella cuando sea necesario. El otro hombre no sabe nada al respecto. Para él, el dinero está muy lejos, a pesar de que duerme encima de ella. Como el hombre es ignorante del tesoro que está tan cercano, ese mismo tesoro no puede quitar el dolor de su pobreza.

Un objeto desconocido es la causa del dolor, y un objeto conocido puede eliminar el dolor y dar felicidad y contentamiento. Por lo tanto, en el Mahābhārat está escrito:

Sarpān kuśāgrāṇi tathodapānaṁ,
jñātvā manuṣyāḥ parivarjayanti,
ajñānatas-tatra patanti kecit,
jñāne phalaṁ paśya yathā viśiṣṭaṁ.

Alguna gente sabe que hay serpientes en el camino, pastizales de hierba seca con puntas filosas o un pozo cubierto por la hierba. Pero aquellos que no lo saben son sus víctimas. Sin saberlo, pisan una serpiente que los muerde y sucumben al veneno. Las puntas de la hierba seca son filosas y la gente se lastima. Tienen dificultades al caer al pozo cubierto por la hierba. De esta manera, la ignorancia acerca de estas cosas hace sufrir y el conocimiento sobre estas cosas evita el sufrimiento. Por lo tanto, conociendo los efectos de la ignorancia y el conocimiento, la persona que sabe de las serpientes y demás, dice: “He escapado de ellos. De lo contrario, hubiera sufrido mucho dolor”. La persona que no sabe llora, grita y sufre.

Por lo tanto, la misma ignorancia es sufrimiento. Es miedo. Es esclavitud. El mismo conocimiento es felicidad. Es intrepidez. Es libertad. Este hecho se puede entender por el siguiente ejemplo.

Dos amigos vivían en un pueblo. Uno de ellos era un sacerdote brahmin y el otro era un guerrero. Un día fueron a hacer algunas compras en una ciudad a unos seis kilómetros de distancia. No pudieron terminar sus compras hasta el anochecer. En la noche oscura empacaron sus compras y se dirigieron a casa. En el camino había un denso bosque con altos árboles. Al entrar en el bosque, el brahmin le dijo a su amigo guerrero que su tío abuelo le había dicho que había un aterrador fantasma que aparecía en la noche cerca de un árbol y acosaba a los transeúntes; algunas personas incluso lo habían visto. El guerrero oyó esto, y su corazón comenzó a latir con miedo. El brahmin ya tenía miedo del fantasma. Mientras los dos asustados hombres empezaban a caminar por el bosque, se encontraron con un tocón de un árbol. Instantáneamente vieron al fantasma en el tocón. Dos ramas del tronco parecían las dos manos del fantasma, y ​​entre las dos manos podían incluso ver una cara. Aterrado, el sacerdote dijo:

—¡El fantasma está aquí!

—Sí —dijo el guerrero—, ¡hasta puedo ver sus enormes ojos!

—Veo no solo los ojos del fantasma, sino también sus anchas fauces abiertas y enormes dientes. ¡Es como si nos quisiera agarrar y devorarnos!

El guerrero asintió sin decir una palabra. Vieron al fantasma en el desconocido muñón del árbol y se estremecieron de miedo. Sus cuerpos se empaparon en sudor y su respiración se aceleró. Pensaron: “Estamos realmente en un gran problema. Este fantasma sin duda va a matarnos. ¿Qué va a pasar con nuestras familias? ¿Quién va a cuidar de ellos después de nuestra muerte?” El guerrero reunió un poco de coraje, y le dijo a su amigo brahmin:

—¡Mira! No podemos rendirnos ahora. El enemigo nos está mirando. No podemos huir de él. Podría perseguirnos y atraparnos fácilmente. Afirmemos ahora nuestra hombría y luchemos valientemente contra él. He nacido en una familia de guerreros; como guerrero, lucharé con él con cualquier roca que pueda encontrar. Tú has nacido en una familia de sacerdotes; toma el rosario de tu cuello, y comienza a repetir los nombres de Hanuman. Reza a Hanuman, o al Señor del Tiempo, que ambos vengan de inmediato aquí, a alejar al malvado fantasma, y nos protejan.

Así, el amigo brahmin empezó a llamar a los dioses y a orar con su rosario. El guerrero apiló rocas y empezó a tirarlas al fantasma. El cielo estaba iluminado por la luna. Poco a poco la luz de la luna comenzó a filtrarse entre los árboles, y la oscuridad ya no fue tanta. Después de un rato el guerrero dijo:

—¿Qué clase de fantasma es este? No se mueve, ni siquiera después de haberle arrojado tantas rocas. ¡Qué extraño! Antes podía ver sus enormes ojos. Ahora no puedo verlos.

—Antes yo podía ver su cavernosa boca llena de dientes sedientos de sangre —agregó el brahmín—. Ahora no puedo verlos. ¡Qué extraño!

El bosque se hizo más brillante con la luz de la luna y el muñón ya fue visible con claridad. El fantasma imaginado surgido de la ignorancia de la realidad del muñón también se había ido. No había ni rastro de los efectos mentales formales de ver el fantasma ilusorio, como el miedo, el dolor y las preocupaciones. Sin miedo, sintiéndose felices y contentos, llegaron a su pueblo.

La moraleja de la historia es que un objeto desconocido causa ilusión. La ilusión crea miedo, tristeza, dolor e incluso la muerte. Cuando un objeto es conocido tal como es ya no existen el engaño ni el miedo. Es más, también pueden otorgar felicidad, alegría y plenitud. En la actualidad la gente ignorante no conoce al Señor. Debido a la ignorancia surgen el engaño en sus mentes, y en consecuencia, todo tipo de malentendidos. Estas ideas falsas causan miedo y tristeza. Los devotos sabios conocen al Señor tal como Él es: el conocedor del campo, el Ser. El entendimiento correcto del Señor quita todos los conceptos erróneos y otorga inmensa paz, alegría sin límite y felicidad insondable. Por lo tanto, el Señor, siendo conocido por el devoto conocedor, lo llama Su propio Ser. El velo de la ignorancia primaria que separaba al Señor del devoto es aniquilado por el conocimiento. No habiendo más ignorancia que causaba diferenciación entre el Señor y el conocedor, los dos se vuelven totalmente no diferentes. La unidad ya estaba allí. La eliminación de la ilusión que causa falsas diferencias restablece la unidad, tal como el sol existente brilla cuando la nubosidad desaparece.

Por lo tanto, un sabio desconocido, dice en un pasaje:

Vibheda-janake ’jñāne nāśamātyantikaṁ gate,
ātmano brahmaṇo bhedam-asantaṁ kaḥ kariṣyati.

“Las diferencias entre el Ser y Brahman fueron causadas ​​solo por la ignorancia. Cuando el conocimiento ha destruido a la ignorancia por completo, las diferencias ya no existen. Cuando la causa es eliminada, su efecto también es eliminado automáticamente. Cuando la diferencia es reducida a no existencia, ¿qué puede diferenciarse?”. En otras palabras, uno no puede diferenciar a menos que haya ignorancia. Cuando la causa, la ignorancia, es eliminada, la no puede quedar diferencias. Por lo tanto la palabra “Ser”, usado por el Señor para el conocedor, indica unidad autoexistente.

El Señor dice: “Un devoto conocedor me conoce como el Ser interior. Es por eso que el devoto es mi Ser, no diferente de mí. Yo soy el devoto. Esta es mi convicción”. Los conocedores están siempre unidos con el Señor o sus mentes están siempre absortas en el Señor. Porque Él es el único objeto de su amor sin par, y tal como ellos lo ven, no hay ningún objeto que no sea el Señor. Por tanto, su mente está siempre absorta en el Señor. A la mente, por su naturaleza, le gusta pensar en lo que ama. Por lo tanto, los devotos conocedor aceptan al Señor, Masa de dicha, en la forma del Ser, como el estado más exaltado. La palabra gatiṁ utilizada en la última parte de la estrofa tiene dos significados: “ir” o “estado”. No se puede interpretar gati como “ir al Señor”, ya que el Señor es indivisible y omnipresente. La palabra “estado” tiene dos significados: uno es conocimiento y el otro es logro. El logro aquí es el logro de solo lo que ya se ha logrado, no lo que aún no se ha logrado. El objeto logrado es alcanzado de nuevo, cuando la ilusión de no haberlo logrado es eliminada. Este es el logro de lo logrado. El conocimiento también quita la ilusión de la ignorancia, y hace que el Señor sea conocido como el Ser. Por lo tanto, el devoto conocedor no considera que ningún otro objeto valga la pena ser conocido o alcanzado. Ātmalābhānna paraṁ vidyate, “Alcanzar el Ser es el logro más elevado, y el logro de cualquier otro objeto, por ser perecedero, no se considera logro”.

La palabra “sin par” utilizada para anuttamā en la última parte del verso māmevānuttamāṁ gatiṁ significa que es superior a todos. Cuando uno está conectado con lo más grande experimenta la dicha naturalmente. Esto se ve incluso en los asuntos mundanos. Por las normas del mundo, las cosas más grandes son logradas por riqueza, familia o linaje, juventud, belleza física, poder, cónyuge e hijos. Una persona ignorante, pensando en estas grandes cosas, no puede contener la alegría. Orgulloso de estas cosas, con la cabeza alta y el pecho hacia adelante, esta persona se mueve pomposamente considerando que los demás no pueden compararse a él. Experimentando una gran alegría en el corazón, la persona dice: “¿Hay alguien como yo?”. Algunas personas piensan: “Soy muy rico. Vivo en una gran mansión bellamente decorada. Tengo una flota de coches de lujo. Me pongo ropa y joyas exquisitas. Esta enorme riqueza me hace grande”. Esta grandeza conectada a la riqueza complace mucho a la persona. Alguien dice: “Soy un estudioso. Tengo un posgrado, un doctorado, y más. ¿Quién puede decir una sola palabra ante mí? Soy más listo que cualquiera”. El alto aprendizaje hace muy feliz a esa persona. Otro dice: “He nacido en una familia de muy buena reputación. Mi padre era grande. Mi abuelo era grande. Por lo tanto, soy el más grande”. Así, uno experimenta gran alegría debido a su familia o linaje. Alguien dice con arrogancia: “¿Sabes quién soy? Soy el comisario, o soy el gobernador, o soy abogado. Yo soy tal. Tengo poder. Con mi poder puedo vencer a cualquiera”. Notar este poder especial en uno mismo nos hace felices. Alguien dice: “Soy joven. Estoy sano como un caballo y troto como uno. Soy hermoso. Soy atractivo”. Así, la grandeza de la belleza física y la juventud pone muy contenta a la persona. Alguien dice: “Mi esposa es hermosa. Mis hijos son tan brillantes. Me llevo tan bien con mis hermanos”. La grandeza de los lazos familiares hace feliz a esa persona. Pero estos sentimientos mundanos de grandeza solo traen felicidad momentánea y no pueden crear perfecta felicidad duradera. Porque las cosas que hacen que la persona se sienta genial son momentáneas. Están aquí hoy pero no mañana. La riqueza es variable como las olas del agua; es tan inestable como las olas. Incluso gente inmensamente rica se ha vuelto pobre. Aquellos que viajan en vehículos elegantes también deben caminar en algún momento. La gente se ve obligada a vender sus joyas. La grandeza de la riqueza se derrite como un trozo de hielo en el sol caliente. La felicidad que surge de la riqueza se convierte en llanto y tristeza. Quien una vez se reía, ahora constantemente llora. La riqueza es la causa de muchas calamidades. Debido al contacto con ella, la gente siempre debe quemarse en diferentes tipos de fuego de preocupación.

El aprendizaje mundano enseña a un ser humano a ganarse la vida y aumenta el egoísmo y el orgullo, fomentando el deseo y los celos. La felicidad debida al aprendizaje es despreciable, sin sustancia, falsa como las monedas de un mago, momentánea. La grandeza de la familia y el linaje, sin buenas cualidades y acciones, es absurda. Presumir no otorga felicidad duradera a nadie. En un instante, el poder y la posición se evaporan como el alcanfor. Incluso grandes emperadores tuvieron que huir de su imperio y correr como ladrones. Por lo tanto, la grandeza que surge del poder y la posición, y el placer que surge de estos, son tan ilusorios como el agua de un espejismo. El fuego de la juventud se enfría con una fiebre de 40 grados. Un cuerpo hermoso se vuelve oscuro y feo con la viruela. La salud del cuerpo no es permanente. Quien hoy es una persona sana puede fácilmente caer enfermo mañana. La felicidad de la salud se vuelve el dolor de la enfermedad. El fin de los lazos familiares causa separación. Así como los lazos se formaron, pueden romperse. La rígida regla es que Saṅyogā viprayogāntāḥ, maraṇāntaṁ hi jivanam, “La unión termina en separación, y la vida termina con la muerte”.

Los sentimientos mundanos de grandeza no duran mucho. Saben jugosos en un primer momento, pero se vuelven insípidos al final. Nadie puede encontrar verdadera felicidad en los sentimientos mundanos de grandeza. Un devoto conocedor, a través de pensamientos santos y por la experiencia del Principio, alcanza la grandeza espiritual en vida. El devoto conocedor hace la siguiente firme resolución: “Yo no soy el cuerpo perecedero, yo soy Dios imperecedero. No soy un cuerpo limitado e inerte, soy Brahman consciente e indivisible”. No hay ninguna diferencia entre una persona ignorante y un conocedor, excepto en su entendimiento. Una persona dice: “Yo soy un cadáver. Nací un día y moriré al cabo de algunos días”. Otra persona dice: “Yo soy Shiva. En los tres períodos, pasado, presente y futuro, nunca seré un cadáver. Ya que nunca nací, nunca moriré”. El ignorante dice: “Yo soy un hacedor. Soy un disfrutador. Estoy feliz. Estoy triste”. El entendimiento de un conocedor es: “La actividad y la diversión ocurre solo en el cuerpo y la mente. Me considero a mí mismo como el Ser primordial, un no hacedor y no disfrutador. La felicidad y la tristeza solo pueden existir en los instrumentos mentales interiores y en el corazón. Pero nunca pueden existir en Mí, el Ser interior, que es la masa de existencia y conciencia. Yo soy una masa de dicha. Esa dicha no es fenomenal, es nunca creada, existe por sí misma. Es interminable. Es perfecta. Es eterna. Yo soy esa dicha”. Habiendo sobreimpuesto sentimientos ilusorios como ser el hacedor, el ignorante permanece siempre infeliz. Eliminando estos sentimientos con una verdadera experiencia de Brahman, el conocedor permanece siempre libre de infelicidad. Uno está lleno de sentimientos mundanos innobles mientras que el otro está lleno de sentimientos espirituales nobles. Por lo tanto, uno se considera a sí mismo como algo despreciable, indefenso y bajo, mientras que el otro se refiere a sí mismo como grande, noble y perfecto. Uno está sometido por la ignorancia y dice: “Veo, oigo y considero algunas cosas como deseables y otras como indeseables”. El ignorante se siente atraído por lo deseable y odia los objetos no deseados. El otro, inmerso en el resplandor divino del autoconocimiento, dice: “Yo no veo, escucho o conozco nada más. En todas partes me veo a mí mismo como una masa de existencia, conciencia y dicha. Solo veo, oigo, y me conozco a mí mismo. ¿Cómo puedo tener gustos y disgustos si no hay nada más que yo mismo?”. El conocedor guarda una grandeza sin par dentro y fuera y se mantiene siempre dichoso.

Shankara, el guru universal, describe la firmeza espiritual y los poderosos sentimientos del devoto conocedor en su Swātmanirupaṇa:

Cinmātram-amalam-akṣayam-advayam-ānandam-anubhavārūḍhaṁ,
braḥmaivāsti tadanyanna kiñcidastīti niścayo viduṣāṁ.
ajaro ’hamakṣaro ’haṁ prājño ’haṁ pratyagātma-bodho ’haṁ,
paramānandamayo ’haṁ paramaśivo ’haṁ bhavāmi paripūrṇaḥ.
indriyasukha-vimukho ’haṁ nijasukha-bodhānubhūti-bharito ’haṁ,
īśo ’hamīśvarāṇām-īrṣyā-dveṣānuṣaṅga-rahito ’haṁ.
ūrjasvala-nija-vibhavairūrdhva-madhastirya-gaśnuvāno ’haṁ,
Ṛddhirahaṁ vṛddhirahaṁ tṛptirahaṁ tṛpti-dīpa-dīpti-rahaṁ.
ambara-miva vimalo ’haṁ śambara-ripujāta-vikṛti-rahito ’haṁ,
oṁkāra-sāra-sollasadātma-sukhā-moda-matta-bhṛngo ’haṁ.
phaṇa-dhara-bhūdhara-vāraṇa-vigraha-vidhṛta-prapañca-sāro ’haṁ,
bhāla-talo-dita-locana-pāvaka-paribhūta-pañca-bāṇo ’haṁ.
jagadānanda-karo ’haṁ janma-jarā-roga-maraṇa-rahito ’haṁ,
hari-rahamasmi haro ’haṁ vidhi-rahamevāsmi kāraṇaṁ teṣām”.

“Solo conciencia, inmaculado, imperecedero, no dual, dicha, discernible por la experiencia directa, solo Brahman, existe siempre en todas partes. Eso soy Yo. Los estudiosos coinciden en que no hay nada más. Yo no envejezco. Yo soy indestructible. Yo soy omnipresente. Yo soy omnisciente. Yo soy el Ser consciente primigenio, rebosante de la más alta dicha. Yo soy Shiva, el Benevolente. Estoy totalmente pleno. Me he alejado de los placeres sensuales básicos. Yo estoy siempre lleno de la experiencia de la dicha del indivisible y extremadamente puro Ser. Yo soy el Dios de dioses. Estoy fuera del alcance de la envidia y los celos. Extremadamente potente, resplandeciente, lleno de dicha no dual, con mi esplendor impregno el universo entero por encima, por debajo, en las cuatro direcciones, dentro y fuera. Yo soy magnificencia. Soy abundancia. Yo soy satisfacción. Yo soy la perpetua, divina y perfecta llama de satisfacción sin restricciones. Yo soy inmaculado como el cielo. Estoy libre de cualquier efecto del deseo. Además soy una abeja totalmente embriagada por el aroma de la dicha del Ser, propagada del loto del sonido de oṁ. Yo soy Brahman, el sustrato, la esencia de todo el universo sensible e insensible, soportado por la serpiente Śeṣa, y custodiado por ocho elefantes en cada lado. Yo soy Sadāśiva de tres ojos, que vence al enemigo del deseo, con el fuego que surge del tercer ojo en su frente. Yo doy felicidad al mundo, soy libre de nacimiento, vejez, enfermedad y muerte. Soy Hari Vishnu el sostenedor, Hara Shiva el exterminador, Brahma de cuatro caras, el creador y también su causa, el puro inmanente y trascendente Brahman”.

Así, el devoto conocedor, a través de los sublimes, puros y divinos sentimientos, se vuelve el dichoso Ser del Señor principal; y el tonto ignorante, a través de pensamientos físicos, bajos y repugnantes sigue siendo despreciable, abatido, carente, poco dispuesto hacia el Señor y angustiado. Los buenos pensamientos producen buenos frutos, mientras que los malos pensamientos producen malos frutos inmediatamente. Se gana por buenos sentimientos, y se es derrotado por los malos. Hay una historia de Arjuna y Karṇa que ejemplifica este asunto.

En el campo de batalla de Kurukshetra, Karṇa y Arjuna estaban luchando cara a cara. Shrikrishna era el auriga de Arjuna. Llenó la mente de Arjuna con grandes pensamientos. Solía ​​decirle a Arjuna: “¡Oh Arjuna! Tú eres el hijo de Indra. Eres un gran, poderoso guerrero. Eres un virtuoso príncipe guerrero. No hay nadie lo suficientemente poderoso para luchar contra ti”. ‘Partha (Arjuna) significa arquero’. Este tipo de reputación en el mundo indica el dulce aroma de tu éxito. Puedes vencer hasta a la muerte, mucho más una persona cualquiera. Eres el conquistador del mundo. Eres grande. Ante ti, ¿cómo se puede siquiera mencionar a esta patética criatura llamada Karṇa? Él es como un buitre frente a un león o una luciérnaga frente al sol. Seguramente lo derrotarás en un rato. Tu poder es ilimitado”. Del otro lado estaba el rey Shalya, que era el auriga de Karṇa. Como Bhīṣma, él se había quedado con los Kauravas, pero en su corazón quería que ganaran los Pāṇḍavas, por virtuosos, morales, y amantes de Dios. Por lo tanto, no quería ser el auriga de Karṇa. Cuando Duryodhana le rogó, accedió a dirigir los caballos de Karṇa con una condición: “Karṇa tendrá que escuchar en silencio lo que me venga a la mente, ya sea bueno o malo. Si resiste mis palabras con ira, entonces dejaré mi tarea”. Karṇa también aceptó las condiciones del rey Shalya. Karṇa pensó: “Que balbucee lo que quiera. ¿Cómo me puede afectar? Mi carro tiene que ser conducido correctamente y solo el honesto Shalya será capaz de hacerlo”. Karṇa era hijo del sol. En realidad, era el hermano mayor de los Pandavas y el hijo de Kunti. Pero como Kunti dio a luz cuando era solo una niña virgen, tuvo que renunciar a él poco después de su nacimiento, para escapar de la calumnia pública. La sierva Radha crió al bebé Karṇa. Así llegó a ser conocido como hijo de la sierva que pertenecía a una casta baja. Sin embargo, era físicamente más fuerte y mejor arquero de Arjuna. En el momento de la guerra, el rey Shalya empezó a llenar el palacio de la mente de Karṇa con pensamientos bajos. Decía: “¡Oh Karṇa! ¡Eres el hijo de una sirvienta! Perteneces a una casta inferior. ¿Cómo puedes competir con el príncipe guerrero Arjuna? ¿Puede un buitre competir con un león, el rey de la selva? Tu fuerza no es nada en comparación con la suya. Nunca serás capaz de conquistar a Arjuna. Victoria es sinónimo del valiente y solemne Arjuna. Él no puede perder. Él es siempre victorioso. Ha luchado en persona incluso con Shiva, el rey de los Himalayas. Expuso su poder ante el Señor Shiva, complaciéndolo. Ha recibido del Señor muchas bendiciones, dones, armas y hechizos divinos que le han hecho invencible. Serás aniquilado por un tesoro de gran valor, al igual que una polilla se quema en la llama de una lámpara”. Al oír estas declaraciones, el corazón de Karṇa se llenó de sentimientos bajos. Su entusiasmo fue destruido. La falta de entusiasmo es considerada por los psicólogos como una derrota mental. Por un lado, Arjuna se volvía cada vez más vigoroso, con el estímulo de excelentes pensamientos, y por el otro lado Karṇa se volvía cada vez más inseguro. Al final, Arjuna venció, derrotando a Karṇa.

De alguna manera, este mundo también es un campo de batalla. Hay una guerra constante ocurriendo entre las tendencias divinas y las demoníacas. Tal como el mundo exterior, hay un mundo interior. Hay un tira y afloje entre las tendencias rectas y malignas. Pero la persona cuya mente está llena de tendencias sagradas en forma de sentimientos exaltadas, conquista los sentimientos corporales bajos que surgen de la ignorancia, y se vuelve ganador, experimentando una gran paz y dicha incesante. Esa persona es el Ser más amado del Señor. Ese ser es grande, cuya visión noble ha asimilado para siempre el principio del único Brahman, que es el estado sin igual, que es dicha suprema y perfecta. Ese ser es afortunado y tiene una vida llena de significado.

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