Udārāḥ sarva evaite,
jñānī tvātmaiva mataṁ,
āsthitaḥ sa hi yuktātmā,
māmevānuttamām gatiṁ.
“Todos mis devotos son nobles, me
recuerdan fielmente para cumplir algún deseo. Por lo tanto, están bien y son
buenos. Pero el devoto conocedor es como mi propio Ser, con inquebrantable
inteligencia que siempre se encuentra en el estado más alto, en un insuperable
sentimiento de unidad conmigo, el Señor”.
La fuente de dicha, el Señor Shrikrishna,
al describir a sus devotos dice: “Los cuatro tipos de devotos son generosos:
los que desean liberarse de las aflicciones (los afligidos), los deseosos de
conocer (inquisitivos), los que desean logros y los conocedores. No son avaros.
Todos ellos están mirando al océano de pura dicha, el Señor; se están moviendo
hacia el Señor; tienen confianza en el Señor; quieren eliminar la aflicción,
para alcanzar logros aquí y allá, o para alcanzar el conocimiento solo a través
de la Señor. Su sagrado sentimiento es como el del chataka, un pájaro que solo bebe el agua de la nube de lluvia. Un
poeta describe el sentimiento del chataka
de la siguiente manera:
¡Payoda! He vāri dadāsi vā na vā,
tvadekacittaḥ punareṣa cātakaḥ,
varaṁ mahatyā mriyate pipāsayā,
karoti nānyasya hyupāsanaṁ kvacit.
“¡Oh nube de lluvia! El chataka te espera decidido, le des agua
o no. Te busca intensamente lleno de expectativas. Tiene firme fe en que el rey
de las nubes, sin dudas, pondrá un par de gotas de agua en su boca y saciará su
sed. Aunque muriera de sed, no probaría agua de ninguna otra fuente”. Tal es la
dependencia de la nube que tiene el chataka.
Todos los devotos, como los afligidos, solo
dependen del Señor. Si quieren algo, le piden solo al Señor y a nadie más. Así
como una mujer casta y fiel, que quiere dicha conyugal pero la quiere solo de
su marido y no de cualquier otra persona, los devotos afligidos que quieren
lograr su deseo de liberarse de la aflicción centran sus pensamientos
plenamente en el Señor, con firme amor por Él. Es por eso que son devotos. Un
devoto es aquel que ama al Señor. Se dice en el Bhagawat:
Ajātapakṣā iva mātaraṁ khagāḥ, stanyaṁ yathā vatsatarāḥ kṣudhārtāḥ,
priyaṁ, priyeva vyuṣitaṁ viṣaṇṇā, mano ’ravindākṣa! Didṛkṣate tvāṁ (Bhāgawat 6,11,26).
“¡Oh, de ojos de loto! ¡Señor! Al igual
que los polluelos bebés, cuyas alas aún no están desarrolladas, pían por su
madre; al igual que los becerros muertos de hambre solo quieren tomar leche de
su madre, al igual que una mujer que sufre el dolor de la separación, espera el
regreso de su amado; en la misma forma mi mente desea verte, Señor. Tú
satisfaces todos los deseos, como un árbol que concede los deseos”.
Noble es el que abandona un refugio
humilde y acepta un gran refugio. ¿Qué se puede dar a otro si se pide
humildemente? El que es todo poderoso, el océano de compasión, el más
benevolente, el que es capaz de conceder cualquier cosa que se desee, el que se
preocupa por el bienestar de los devotos, el que es el protector: solo a
alguien así de grande se le puede pedir cualquier cosa. “¿Por qué el que le da
a todo el mundo no me dará a mí, su devoto? Le da al sabio, al ignorante, y al
mundo. Me dará también a mí”. Con este tipo de confianza una persona devota,
que se somete al Señor, perdiendo sus preocupaciones y contemplando al Señor,
sin dudas, se vuelve noble y realiza buenas acciones.
Así como una persona prendida fuego corre
hacia el lago más cercano y salta en él para aliviar el dolor de sus
quemaduras, se considera que tiene una mente noble si el que se está quemando
con diferentes tipos de aflicciones mundanas busca alivio saltando en el lago
de la devoción. Entonces ese devoto afligido es considerado noble, no egoísta;
porque el devoto ha usado su intelecto para un buen propósito.
Del mismo modo, el deseo de saber,
naturalmente, existe en todas las criaturas. Incluso después de haber adquirido
conocimiento de muchos objetos mundanos, uno no encuentra paz ni contentamiento
y uno anhela conocer aquello, conociendo lo cual uno logra suprema paz y
alegría que nunca disminuyen. Eso es solo el Señor, quien es el Ser Universal.
¡Sí! Con el único objetivo de conocerlo por completo, el devoto preguntando Lo
adora. Así que, orientado a la meta y siguiendo un camino virtuoso, el devoto
interrogativo tiene un intelecto noble.
El tercer tipo de devoto, el deseoso de
logros, también es noble. Al igual que los dos tipos anteriores de devotos,
también se aferra al Señor por el bien de alcanzar toda la riqueza. El que se
aferra a la raíz de un árbol no encontrará ningún obstáculo en obtener las
ramas, hojas, flores, etc. Esa persona los logrará sin ningún esfuerzo. Por lo
tanto el devoto, a través de la devoción, que es la vaca que concede todos los
deseos, no solo alcanza la riqueza deseada sino también la fuente de toda
riqueza, el Señor. Los que mejoran el mundo y viven su vida humana en dicha,
por la gracia del Señor, en última instancia se sientan en el bote del
conocimiento y llegan a la morada del Señor.
“Pero el devoto conocedor es mi propio
ser”. El Señor afirma enfáticamente: “Ni siquiera un ápice de diferencia queda
entre mí y el devoto conocedor. Ese devoto y yo tenemos un sentimiento de
unidad mutua en todos los aspectos. Los otros devotos, como los afligidos,
también se dirigen a Mí y Me adoran; sin embargo hay un ligero obstáculo debido
a motivos egoístas entre Yo y ellos. Por lo tanto, se sientan un poco lejos de
Mí, no se han vuelto totalmente uno conmigo”. Tienen amor, pero no como el amor
supremo del devoto conocedor. El amor supremo no puede tolerar ningún
obstáculo, no permite ningún otro deseo de coexistir. Vuelve uno al amante y al
amado. Si el amante no es consciente de su propia existencia, ¿cómo puede esa
persona ver a alguien más? Sin conocimiento de otros, no puede surgir deseo por
otro objeto. El conocimiento es la madre del deseo. De esta manera, el fuerte
cordón de amor supremo ata al devoto conocedor y al Señor amado con tanta
fuerza, que su existencia mutua se vuelve una. No les permite mantenerse
separados. Por lo tanto, el conocedor se vuelve el Ser del Señor, que es uno
con Él. Ese devoto conocedor es así el más noble de todos. Si el devoto
conocedor considera al Señor como su propio Ser interior, y no lo considera
diferente, ¿cómo puede el Señor considerar al devoto de otra manera? Por tanto,
el Señor proclama en la Gita:
Ye yathā māṁ prapadyante tāṁ stathaiva bhajāmyahaṁ (Gītā 4,11).
“Cualquier devoto que se acerque a Mí, con
cualquier sentimiento y Me adore, Yo también lo adoro según ese mismo
sentimiento”.
En Ṛgveda
Saṁhitās el deseo de los devotos por la unidad con el Señor se ha descrito
de la siguiente manera:
¡Oṁ yadagne! Syāmahaṁ tvaṁ, tvaṁ vā ghā syā ahaṁ. Syuṣṭe satyā ihāśiṣaḥ (8,44,23).
“¡Oh, Dios del Fuego! ¡Señor! Sería muy
agradable si yo me volviera Tú y Tú te volvieras yo. Para alcanzar este
sentimiento de unidad, que Tus bendiciones sean reales y fructíferas”.
El Ser nunca está separado, solo el no ser
puede estar separado. El cónyuge, los hijos y la riqueza, al ser distintos del
Ser, pueden estar separados. Si el Ser es considerado separado, ¿entonces cómo
puede distinguirse el no ser? Si el Ser está separado y el no ser está también
separado, entonces ambos serán de lo mismo. Es por ello que la naturaleza no
separada del Ser debe ser considerada con convicción. Para expresar amor por la
unidad no hay nada comparable al Ser. Al decir “Él es mi propio Ser” se eliminan
todas las diferencias. Esta declaración expresa el amor de la unidad al
describir el sentimiento de falta de diferencia. A este respecto, es digno de
mención un incidente de la vida del maestro poeta Kālidās.
El rey Bhoja y el poeta Kālidās tienen un
lugar especial en la historia de la India. El rey Bhoja era un gran erudito
sánscrito y honraba a todos los eruditos. Kālidās, los poetas Daṇḍī, Bhāravī y
otros grandes prodigiosos eruditos eran como nueve gemas en su corte. Una vez,
el rey Bhoja quiso averiguar cuál de las nueve gemas de su corte era el tesoro
mayor. Es un hecho reconocido que en el mundo no todos son iguales. Algunos son
grandiosos, y otros no. Algunos son grandes expertos en algún tema, y otros en
otros temas. El rey expresó su deseo de descubrir cómo era esto en su corte. Un
experto en la ciencia del mantra dijo
que solo la diosa Saraswati, la diosa del aprendizaje, debía proclamar la
decisión. También se acercaban las vacaciones de Navarātra (nueve noches). El
erudito aconsejó al rey Bhoja que, de acuerdo con los ritos religiosos, debe
colocarse una jarra, la Madre Shāradā (Saraswati) debe ser propiciada y hacerse
la pregunta. Ella tendría entonces la amabilidad de revelar el nombre del poeta
mayor.
Todas las nueve gemas tenían total confianza
en su propia erudición, y experiencia en la poesía. Kālidās pensó que Saraswati
era su madre. Solo por Su gracia divina, su estupidez se había transformado en
erudición, y él se había vuelto el rey de los poetas. Se decía que “Saraswati
estaba en la punta de su lengua”, es decir, que la diosa lo había bendecido
residiendo siempre en su lengua en una forma sutil. Por lo tanto, sentía que la
Madre lo nombraría el más grande poeta.
El rey Bhoja preparó una jarra ceremonial,
propició la diosa Saraswati y le pidió que nombrara al mayor poeta de la corte.
Desde la jarra llegó el sonido “Poeta Daṇḍī, poeta Daṇḍī, poeta Daṇḍī”. La
diosa Saraswati había indicado que el poeta Daṇḍī era el mayor. Kālidās quedó
abatido. Se enojó con la madre Saraswati como un niño se enoja con su madre, y
dejó de comer. La Madre Saraswati se presentó ante él y le preguntó la razón de
su sufrimiento y ayuno, pero Kālidās no dijo nada. Aún así, con amor materno,
Ella convenció a Kālidās. Kālidās estaba rojo de ira. Replicó:
—Has arruinado mi reputación. Me has
insultado delante de toda la corte. Ahora no puedo mantener mi cabeza en alto ni
decir una palabra.
—Nadie en la corte, ni siquiera tú, podía
comprender la esencia de lo que tenía que decir —contestó la diosa—. Daṇḍī es
el poeta más grande, pero siendo mi hijo, tú eres mi propio Yo. Como no eres
diferente de mí, no proclamé tu grandeza. Si hubiera dicho que tú eres el más
grande, el sentimiento de unidad que tengo contigo se perdería. El poeta Daṇḍī
es el más grande poeta, pero nunca podrá llegar a ser más que eso. Nunca
llegará a ser mi propio Ser. Para expresar el amor trascendental no hay nada
comparable al Ser. Solo el Ser es capaz de expresar el amor trascendental. Tú
eres eso, y no Daṇḍī.
Kālidās quedó muy complacido con la
revelación del misterio de la diosa Saraswati. Se inclinó ante ella en
repetidas ocasiones, pidió perdón, y le dijo:
—Tendrás que revelar el misterio a la
corte, para que yo pueda levantar mi cabeza y ver a la gente con una sonrisa.
Entonces mi posición eminente estaría clara para toda la gente.
La Madre aceptó su petición. Otra vez, se
preparó una jarra ceremonial, y se le preguntó:
—¿Cómo es Kālidās?
Desde la jarra llegó la voz de la diosa:
—Él es mi propio Ser. Él no es diferente
de mí. Cualquier fuerza que yo tenga, él la tiene.
De esta manera, la diosa del habla
estableció la eminencia incomparable de Kālidās en la corte.
El punto es que la palabra “Ser” se
utiliza cuando debe expresarse amor sin límites y sentimiento de unidad. En
este contexto, también se establece lo mismo cuando el Señor usa la palabra
“Ser” para describir al devoto conocedor.
A pesar de que el Señor es el Ser de toda
la creación y no se limita a ser solo el Ser del conocedor, en el Bhagawat se ha asegurado en muchos
lugares que el Señor es el ser que conoce el campo. Por ejemplo:
Bhaktyā māṁ pratyagātmāna-mihāva-rundhe (Bhāgawat
3,25,27).
“A través de la devoción, un ser humano en
este mismo cuerpo alcanza al Señor, que se ha manifestado como el Ser
interior”.
Paro bhagavān vāsudevaḥ kṣetrajñaḥ ātmeda-manuprviṣṭaḥ (Bhāgawat 5,11,14).
“El Señor Vāsudev, que trasciende todo, es
el Ser interior del conocedor del Campo. Además, el mismo Señor ha entrado en
el universo sensible y insensible en la forma del Ser”.
Jñānaṁ viśuddhaṁ paramārtham-ekaṁ,
anantaraṁ tvabahir-Braḥma satyaṁ (Bhāgawat
5,12,11).
“Ese conocimiento inmaculado, que es sin
ninguna diferencia entre el interior y el exterior, la Verdad Suprema, Brahman,
se manifiesta a sí misma como paz Suprema, el Ser, sin defectos o atributos. Es
llamado el Señor. También es Vāsudev, como lo llaman los sabios”.
En el Mahabharata,
el Señor Vyasa Señor establece lo mismo.
Ātmā kṣetrajña ityuktaḥ, saṁyuktaḥ prākṛtair-guṇaiḥ,
taireva tu vinirmuktaḥ, paramātme-tyudāṛhtaḥ” (Śānti Parva 187,24).
“Cuando se combina con las cualidades de
la naturaleza, como sattva, el Ser es
llamado el conocedor del campo. En ausencia de las cualidades es llamado el Ser
Supremo”.
Así como al encontrar a un amigo una
persona dice: “¿Cómo estás?”, una vez Arjuna preguntó al Señor Śyāmasundar, que
significa negro y hermoso, Shrikrishna: “¡Señor! ¿Cuál es la naturaleza de Tu
mente? ¿Cómo es tu intelecto? ¿Qué eres?”. El Señor respondió a las tres
preguntas de la siguiente manera en la AnuGītā:
Mano me brāḥmaṇaṁ viddhi, buddhiṁ me viddhi brāhmaṇīṁ,
kṣetrajñaḥ iti yaśhcoktaḥ, ¡so ’hamasmi dhanañjaya!” (Mahābhārat AnuGītā 25,10).
“¡Oh, Arjuna! Mi mente es un brāhmin, lo que significa que está
dotada de tales cualidades, como la tranquilidad, el autocontrol, el
contentamiento, que lo traen a uno al estado de ser un brāhmin. Mi intelecto es brāhmaṇi,
lo que significa que está incesantemente ocupado en la contemplación de lo
perfecto Principio de Brahman no dual, alcanzando así sentimientos puros, tales
como igualdad, unidad y verdad, que traen entrega total a Brahman. Y ese Ser de
todo lo que se conoce, como el conocedor del campo, soy yo mismo. Esto
significa que el conocedor del campo soy Yo, el Ser Supremo”.
En la Gita
el Señor también ha dicho lo mismo.
Kṣetrajñaṁ cāpi māṁ viddhi sarva-kṣetreṣu Bhārata! (Gītā 13,2).
“¡Oh Bhārat! Sabe que Yo soy Aquello que
existe como el conocedor del campo de todos los campos (criaturas)”.
Pregunta: En la literatura sánscrita, la palabra
ca significa “y”, y la palabra api significa “también”. La cita
anterior, Sarva-kṣetreṣu kṣetrajñaṁ cāpi
māṁ viddhi, entonces se puede analizar utilizando el verbo viddhi (conocer) dos veces, lo que
significa dos cosas separadas: Sabe que Aquello es el conocedor, y también que
soy Yo. Por lo tanto la palabra cāpi abre
una brecha entre el conocedor del campo y yo.
Respuesta: El Señor dice en el capítulo
trece de la Gita Kṣetrakṣetrajñayo rjñānaṁ yattat jñānaṁ mataṁ mama (13,2), “Un
objeto es el campo, que es visible, insensible y limitado, y por lo tanto
limitado e ilusorio. Mientras que el segundo es el conocedor del campo, que es
existencia, conciencia, dicha, perfecto y no dual, por lo tanto, la verdad
última”. Hay dos tipos de conocimiento, el conocimiento del campo que vale la
pena desaprender, y el conocimiento del “conocedor del campo”, que vale la pena
alcanzar. No existe un tercer objeto, que no sea insensible o sensible.
Entonces, ¿cómo puede conocerse un tercer objeto así? Separar el conocimiento
del conocedor del campo de aquel del objeto “yo”, el Ser Supremo, lleva al
conocimiento de tres objetos, que es contradictorio con el citado verso (Gītā 13,2) del Señor. Por lo tanto la
palabra cāpi no debe ser considerada
como diferenciando entre el conocedor y el Ser Supremo. En cambio, de acuerdo
con la “Doctrina de intercambio” de los Brahmasūtras,
considera la no diferencia mutua del individuo y el Ser Supremo, y considera
“el conocedor del campo soy Yo” como auténtico y coherente. Esa no diferencia
mutua conduce a la práctica de tomar al “Yo” como Brahman no dual. En Brahmasūtras, el autor Kṛṣṇa-dvaipāyana Vyasa
dice:
Vyatihāro viśiṅṣanti hītaravat (3,3,37).
Jīvātma-paramātmanormitho viśeṣaṇa-viśeṣya-bhāvo vyatihāraḥ.
“El intercambio de roles mutuos del
calificador y lo calificado, indicando la unidad del ser individual y el Ser
Supremo, se llama la Doctrina de Intercambio”. La misma doctrina es expuesta
por los grandes sabios de las escuelas Aitareya y Jābāla de la siguiente
manera:
Tadyo ’haṁ so ’sau, yo ’sau so’haṁ (Aitareya
Āraṇyaka 2,4,3).
“Lo que yo soy Él es, y lo que Él es yo
soy”.
Tvaṁ vā ahamasmi bhagavo devate! Ahaṁ vai tvamasi (Jābāla Upaniṣad 2,34).
“¡Oh Señor! ¡Oh Dios! Ciertamente, ‘Tú’
eres yo y ‘yo’ soy Tú”.
De esta manera, las dos escuelas
antedichas exponen la unidad por medio de la Doctrina de Intercambio, es decir,
a través del intercambio de las características propias de uno de presencia
visible y desapego, con los de otro con el fin de fomentar la práctica
espiritual de captación de “Yo”. Al igual que en otras escuelas con otras
cualidades, como ser el Ser de todo, que se dan para la práctica de alcanzar al
perfecto Brahman no dual y no diferente, las shrutis antedichas, al decir “Tú eres yo y yo soy Tú” describen la
mutua cualificación que indica no diferencia. Cuando se contempla la unidad del
Ser individual con el Ser Supremo, se superan los defectos de imperceptibilidad
y diferenciación que aparece en el Ser Supremo. Cuando se contempla la unidad
del Ser Supremo con el Ser individual, también se superan defectos tales como
ser el hacedor, el disfrute, la dualidad y otras características mundanas. De
esta manera, a través del intercambio, la contemplación de Brahman da fruto. A
través de la contemplación de la unidad, el no mundano, no apegado, no dual
Brahman es experimentado directamente. Por lo tanto, en la Bṛhadāraṇyaka-Vārtika-Sāra el muy venerado Vidyāraṇya Swami dice:
Pratyaktvaṁ braḥmaṇas-tattvaṁ braḥmatvaṁ cātmanas-tathā,
pārokṣya-dvaita-hānena hyātmā braḥmeti bodhyate (4,4,70).
“Brahman es primordial y la naturaleza del
Ser individual es Brahman. Al abandonar la imperceptibilidad y la dualidad, uno
reconoce que el Ser individual es Brahman”. Esto significa que los defectos de
la dualidad en el ser individual y la imperceptibilidad de Brahman,
respectivamente, surgen debido a la ignorancia; y cuando la ignorancia es destruida
por el conocimiento, estos defectos imaginarios son eliminados, y se establece
la existente no diferencia de los dos.
Por lo tanto, debe ser reconocida la no
diferencia, que el conocedor del campo es el Señor y el Señor es el conocedor
del campo. Así, es establecido por los testimonios de muchas escrituras el
hecho de que el Señor es el Ser de todos y los seres individuales de todos son,
de hecho, el mismo Señor. Surge entonces la pregunta: “¿Por qué el Señor llama
al conocedor Su Ser?”
Esto se puede explicar de la siguiente
manera. A pesar de que el Señor es el Ser de todo y de que no hay ninguna duda
sobre esto, no todas las personas lo saben. El Señor es el Ser de los
ignorantes, sin que ellos lo sepan, y el Ser de los sabios, con su
conocimiento. Un objeto desconocido es considerado como a una gran distancia,
aunque esté cerca, y diferente, aunque no sea diferente. Por lo tanto, las upanishads
dicen: Dūrātsudūre tadihāntike ca, (Muṇḍakopaniṣad 3,1,7), “Aquel Señor
Brahman está más lejos que la distancia más lejana, pero también está más cerca
que la proximidad más cercana”. Después de haber conocido al Señor como Uno sin
otro, para el conocedor del Señor, es el más cercano no diferente Ser. Esto
puede verse en el mundo. Por ejemplo, supongamos que hay dos hombres. En sus
dos casas hay un cofre lleno de dinero enterrado. Uno de ellos lo sabe. Para
él, la riqueza está muy cerca y puede acceder a ella cuando sea necesario. El
otro hombre no sabe nada al respecto. Para él, el dinero está muy lejos, a
pesar de que duerme encima de ella. Como el hombre es ignorante del tesoro que
está tan cercano, ese mismo tesoro no puede quitar el dolor de su pobreza.
Un objeto desconocido es la causa del
dolor, y un objeto conocido puede eliminar el dolor y dar felicidad y
contentamiento. Por lo tanto, en el Mahābhārat
está escrito:
Sarpān kuśāgrāṇi tathodapānaṁ,
jñātvā manuṣyāḥ parivarjayanti,
ajñānatas-tatra patanti kecit,
jñāne phalaṁ paśya yathā viśiṣṭaṁ.
Alguna gente sabe que hay serpientes en el
camino, pastizales de hierba seca con puntas filosas o un pozo cubierto por la
hierba. Pero aquellos que no lo saben son sus víctimas. Sin saberlo, pisan una
serpiente que los muerde y sucumben al veneno. Las puntas de la hierba seca son
filosas y la gente se lastima. Tienen dificultades al caer al pozo cubierto por
la hierba. De esta manera, la ignorancia acerca de estas cosas hace sufrir y el
conocimiento sobre estas cosas evita el sufrimiento. Por lo tanto, conociendo
los efectos de la ignorancia y el conocimiento, la persona que sabe de las
serpientes y demás, dice: “He escapado de ellos. De lo contrario, hubiera
sufrido mucho dolor”. La persona que no sabe llora, grita y sufre.
Por lo tanto, la misma ignorancia es
sufrimiento. Es miedo. Es esclavitud. El mismo conocimiento es felicidad. Es
intrepidez. Es libertad. Este hecho se puede entender por el siguiente ejemplo.
Dos amigos vivían en un pueblo. Uno de
ellos era un sacerdote brahmin y el otro era un guerrero. Un día fueron a hacer
algunas compras en una ciudad a unos seis kilómetros de distancia. No pudieron
terminar sus compras hasta el anochecer. En la noche oscura empacaron sus
compras y se dirigieron a casa. En el camino había un denso bosque con altos
árboles. Al entrar en el bosque, el brahmin le dijo a su amigo guerrero que su
tío abuelo le había dicho que había un aterrador fantasma que aparecía en la
noche cerca de un árbol y acosaba a los transeúntes; algunas personas incluso
lo habían visto. El guerrero oyó esto, y su corazón comenzó a latir con miedo.
El brahmin ya tenía miedo del fantasma. Mientras los dos asustados hombres
empezaban a caminar por el bosque, se encontraron con un tocón de un árbol.
Instantáneamente vieron al fantasma en el tocón. Dos ramas del tronco parecían
las dos manos del fantasma, y entre las dos manos podían incluso ver una
cara. Aterrado, el sacerdote dijo:
—¡El fantasma está aquí!
—Sí —dijo el guerrero—, ¡hasta puedo ver
sus enormes ojos!
—Veo no solo los ojos del fantasma, sino
también sus anchas fauces abiertas y enormes dientes. ¡Es como si nos quisiera
agarrar y devorarnos!
El guerrero asintió sin decir una palabra.
Vieron al fantasma en el desconocido muñón del árbol y se estremecieron de
miedo. Sus cuerpos se empaparon en sudor y su respiración se aceleró. Pensaron:
“Estamos realmente en un gran problema. Este fantasma sin duda va a matarnos.
¿Qué va a pasar con nuestras familias? ¿Quién va a cuidar de ellos después de
nuestra muerte?” El guerrero reunió un poco de coraje, y le dijo a su amigo
brahmin:
—¡Mira! No podemos rendirnos ahora. El
enemigo nos está mirando. No podemos huir de él. Podría perseguirnos y
atraparnos fácilmente. Afirmemos ahora nuestra hombría y luchemos valientemente
contra él. He nacido en una familia de guerreros; como guerrero, lucharé con él
con cualquier roca que pueda encontrar. Tú has nacido en una familia de sacerdotes;
toma el rosario de tu cuello, y comienza a repetir los nombres de Hanuman. Reza
a Hanuman, o al Señor del Tiempo, que ambos vengan de inmediato aquí, a alejar
al malvado fantasma, y nos protejan.
Así, el amigo brahmin empezó a llamar a
los dioses y a orar con su rosario. El guerrero apiló rocas y empezó a tirarlas
al fantasma. El cielo estaba iluminado por la luna. Poco a poco la luz de la
luna comenzó a filtrarse entre los árboles, y la oscuridad ya no fue tanta.
Después de un rato el guerrero dijo:
—¿Qué clase de fantasma es este? No se
mueve, ni siquiera después de haberle arrojado tantas rocas. ¡Qué extraño!
Antes podía ver sus enormes ojos. Ahora no puedo verlos.
—Antes yo podía ver su cavernosa boca
llena de dientes sedientos de sangre —agregó el brahmín—. Ahora no puedo
verlos. ¡Qué extraño!
El bosque se hizo más brillante con la luz
de la luna y el muñón ya fue visible con claridad. El fantasma imaginado
surgido de la ignorancia de la realidad del muñón también se había ido. No había
ni rastro de los efectos mentales formales de ver el fantasma ilusorio, como el
miedo, el dolor y las preocupaciones. Sin miedo, sintiéndose felices y
contentos, llegaron a su pueblo.
La moraleja de la historia es que un
objeto desconocido causa ilusión. La ilusión crea miedo, tristeza, dolor e
incluso la muerte. Cuando un objeto es conocido tal como es ya no existen el
engaño ni el miedo. Es más, también pueden otorgar felicidad, alegría y
plenitud. En la actualidad la gente ignorante no conoce al Señor. Debido a la
ignorancia surgen el engaño en sus mentes, y en consecuencia, todo tipo de
malentendidos. Estas ideas falsas causan miedo y tristeza. Los devotos sabios
conocen al Señor tal como Él es: el conocedor del campo, el Ser. El entendimiento
correcto del Señor quita todos los conceptos erróneos y otorga inmensa paz,
alegría sin límite y felicidad insondable. Por lo tanto, el Señor, siendo
conocido por el devoto conocedor, lo llama Su propio Ser. El velo de la
ignorancia primaria que separaba al Señor del devoto es aniquilado por el
conocimiento. No habiendo más ignorancia que causaba diferenciación entre el
Señor y el conocedor, los dos se vuelven totalmente no diferentes. La unidad ya
estaba allí. La eliminación de la ilusión que causa falsas diferencias
restablece la unidad, tal como el sol existente brilla cuando la nubosidad
desaparece.
Por lo tanto, un sabio desconocido, dice
en un pasaje:
Vibheda-janake ’jñāne nāśamātyantikaṁ gate,
ātmano brahmaṇo bhedam-asantaṁ kaḥ kariṣyati.
“Las diferencias entre el Ser y Brahman
fueron causadas solo por la ignorancia. Cuando el conocimiento ha destruido a
la ignorancia por completo, las diferencias ya no existen. Cuando la causa es
eliminada, su efecto también es eliminado automáticamente. Cuando la diferencia
es reducida a no existencia, ¿qué puede diferenciarse?”. En otras palabras, uno
no puede diferenciar a menos que haya ignorancia. Cuando la causa, la
ignorancia, es eliminada, la no puede quedar diferencias. Por lo tanto la
palabra “Ser”, usado por el Señor para el conocedor, indica unidad
autoexistente.
El Señor dice: “Un devoto conocedor me
conoce como el Ser interior. Es por eso que el devoto es mi Ser, no diferente
de mí. Yo soy el devoto. Esta es mi convicción”. Los conocedores están siempre
unidos con el Señor o sus mentes están siempre absortas en el Señor. Porque Él
es el único objeto de su amor sin par, y tal como ellos lo ven, no hay ningún
objeto que no sea el Señor. Por tanto, su mente está siempre absorta en el
Señor. A la mente, por su naturaleza, le gusta pensar en lo que ama. Por lo
tanto, los devotos conocedor aceptan al Señor, Masa de dicha, en la forma del
Ser, como el estado más exaltado. La palabra gatiṁ utilizada en la última parte de la estrofa tiene dos
significados: “ir” o “estado”. No se puede interpretar gati como “ir al Señor”, ya que el Señor es indivisible y
omnipresente. La palabra “estado” tiene dos significados: uno es conocimiento y
el otro es logro. El logro aquí es el logro de solo lo que ya se ha logrado, no
lo que aún no se ha logrado. El objeto logrado es alcanzado de nuevo, cuando la
ilusión de no haberlo logrado es eliminada. Este es el logro de lo logrado. El
conocimiento también quita la ilusión de la ignorancia, y hace que el Señor sea
conocido como el Ser. Por lo tanto, el devoto conocedor no considera que ningún
otro objeto valga la pena ser conocido o alcanzado. Ātmalābhānna paraṁ vidyate, “Alcanzar el Ser es el logro más
elevado, y el logro de cualquier otro objeto, por ser perecedero, no se
considera logro”.
La palabra “sin par” utilizada para anuttamā en la última parte del verso māmevānuttamāṁ gatiṁ significa que es
superior a todos. Cuando uno está conectado con lo más grande experimenta la
dicha naturalmente. Esto se ve incluso en los asuntos mundanos. Por las normas
del mundo, las cosas más grandes son logradas por riqueza, familia o linaje,
juventud, belleza física, poder, cónyuge e hijos. Una persona ignorante,
pensando en estas grandes cosas, no puede contener la alegría. Orgulloso de
estas cosas, con la cabeza alta y el pecho hacia adelante, esta persona se
mueve pomposamente considerando que los demás no pueden compararse a él.
Experimentando una gran alegría en el corazón, la persona dice: “¿Hay alguien
como yo?”. Algunas personas piensan: “Soy muy rico. Vivo en una gran mansión
bellamente decorada. Tengo una flota de coches de lujo. Me pongo ropa y joyas
exquisitas. Esta enorme riqueza me hace grande”. Esta grandeza conectada a la
riqueza complace mucho a la persona. Alguien dice: “Soy un estudioso. Tengo un
posgrado, un doctorado, y más. ¿Quién puede decir una sola palabra ante mí? Soy
más listo que cualquiera”. El alto aprendizaje hace muy feliz a esa persona.
Otro dice: “He nacido en una familia de muy buena reputación. Mi padre era
grande. Mi abuelo era grande. Por lo tanto, soy el más grande”. Así, uno
experimenta gran alegría debido a su familia o linaje. Alguien dice con arrogancia:
“¿Sabes quién soy? Soy el comisario, o soy el gobernador, o soy abogado. Yo soy
tal. Tengo poder. Con mi poder puedo vencer a cualquiera”. Notar este poder
especial en uno mismo nos hace felices. Alguien dice: “Soy joven. Estoy sano
como un caballo y troto como uno. Soy hermoso. Soy atractivo”. Así, la grandeza
de la belleza física y la juventud pone muy contenta a la persona. Alguien
dice: “Mi esposa es hermosa. Mis hijos son tan brillantes. Me llevo tan bien
con mis hermanos”. La grandeza de los lazos familiares hace feliz a esa
persona. Pero estos sentimientos mundanos de grandeza solo traen felicidad
momentánea y no pueden crear perfecta felicidad duradera. Porque las cosas que
hacen que la persona se sienta genial son momentáneas. Están aquí hoy pero no
mañana. La riqueza es variable como las olas del agua; es tan inestable como las
olas. Incluso gente inmensamente rica se ha vuelto pobre. Aquellos que viajan
en vehículos elegantes también deben caminar en algún momento. La gente se ve
obligada a vender sus joyas. La grandeza de la riqueza se derrite como un trozo
de hielo en el sol caliente. La felicidad que surge de la riqueza se convierte
en llanto y tristeza. Quien una vez se reía, ahora constantemente llora. La
riqueza es la causa de muchas calamidades. Debido al contacto con ella, la
gente siempre debe quemarse en diferentes tipos de fuego de preocupación.
El aprendizaje mundano enseña a un ser
humano a ganarse la vida y aumenta el egoísmo y el orgullo, fomentando el deseo
y los celos. La felicidad debida al aprendizaje es despreciable, sin sustancia,
falsa como las monedas de un mago, momentánea. La grandeza de la familia y el
linaje, sin buenas cualidades y acciones, es absurda. Presumir no otorga
felicidad duradera a nadie. En un instante, el poder y la posición se evaporan
como el alcanfor. Incluso grandes emperadores tuvieron que huir de su imperio y
correr como ladrones. Por lo tanto, la grandeza que surge del poder y la
posición, y el placer que surge de estos, son tan ilusorios como el agua de un
espejismo. El fuego de la juventud se enfría con una fiebre de 40 grados. Un
cuerpo hermoso se vuelve oscuro y feo con la viruela. La salud del cuerpo no es
permanente. Quien hoy es una persona sana puede fácilmente caer enfermo mañana.
La felicidad de la salud se vuelve el dolor de la enfermedad. El fin de los lazos
familiares causa separación. Así como los lazos se formaron, pueden romperse.
La rígida regla es que Saṅyogā
viprayogāntāḥ, maraṇāntaṁ hi jivanam, “La unión termina en separación, y la
vida termina con la muerte”.
Los sentimientos mundanos de grandeza no
duran mucho. Saben jugosos en un primer momento, pero se vuelven insípidos al
final. Nadie puede encontrar verdadera felicidad en los sentimientos mundanos
de grandeza. Un devoto conocedor, a través de pensamientos santos y por la
experiencia del Principio, alcanza la grandeza espiritual en vida. El devoto
conocedor hace la siguiente firme resolución: “Yo no soy el cuerpo perecedero,
yo soy Dios imperecedero. No soy un cuerpo limitado e inerte, soy Brahman consciente
e indivisible”. No hay ninguna diferencia entre una persona ignorante y un
conocedor, excepto en su entendimiento. Una persona dice: “Yo soy un cadáver.
Nací un día y moriré al cabo de algunos días”. Otra persona dice: “Yo soy
Shiva. En los tres períodos, pasado, presente y futuro, nunca seré un cadáver.
Ya que nunca nací, nunca moriré”. El ignorante dice: “Yo soy un hacedor. Soy un
disfrutador. Estoy feliz. Estoy triste”. El entendimiento de un conocedor es:
“La actividad y la diversión ocurre solo en el cuerpo y la mente. Me considero
a mí mismo como el Ser primordial, un no hacedor y no disfrutador. La felicidad
y la tristeza solo pueden existir en los instrumentos mentales interiores y en
el corazón. Pero nunca pueden existir en Mí, el Ser interior, que es la masa de
existencia y conciencia. Yo soy una masa de dicha. Esa dicha no es fenomenal,
es nunca creada, existe por sí misma. Es interminable. Es perfecta. Es eterna.
Yo soy esa dicha”. Habiendo sobreimpuesto sentimientos ilusorios como ser el
hacedor, el ignorante permanece siempre infeliz. Eliminando estos sentimientos
con una verdadera experiencia de Brahman, el conocedor permanece siempre libre
de infelicidad. Uno está lleno de sentimientos mundanos innobles mientras que
el otro está lleno de sentimientos espirituales nobles. Por lo tanto, uno se
considera a sí mismo como algo despreciable, indefenso y bajo, mientras que el
otro se refiere a sí mismo como grande, noble y perfecto. Uno está sometido por
la ignorancia y dice: “Veo, oigo y considero algunas cosas como deseables y
otras como indeseables”. El ignorante se siente atraído por lo deseable y odia
los objetos no deseados. El otro, inmerso en el resplandor divino del
autoconocimiento, dice: “Yo no veo, escucho o conozco nada más. En todas partes
me veo a mí mismo como una masa de existencia, conciencia y dicha. Solo veo,
oigo, y me conozco a mí mismo. ¿Cómo puedo tener gustos y disgustos si no hay
nada más que yo mismo?”. El conocedor guarda una grandeza sin par dentro y
fuera y se mantiene siempre dichoso.
Shankara, el guru universal, describe la
firmeza espiritual y los poderosos sentimientos del devoto conocedor en su Swātmanirupaṇa:
Cinmātram-amalam-akṣayam-advayam-ānandam-anubhavārūḍhaṁ,
braḥmaivāsti tadanyanna kiñcidastīti niścayo viduṣāṁ.
ajaro ’hamakṣaro ’haṁ prājño ’haṁ pratyagātma-bodho ’haṁ,
paramānandamayo ’haṁ paramaśivo ’haṁ bhavāmi paripūrṇaḥ.
indriyasukha-vimukho ’haṁ nijasukha-bodhānubhūti-bharito ’haṁ,
īśo ’hamīśvarāṇām-īrṣyā-dveṣānuṣaṅga-rahito ’haṁ.
ūrjasvala-nija-vibhavairūrdhva-madhastirya-gaśnuvāno ’haṁ,
Ṛddhirahaṁ vṛddhirahaṁ tṛptirahaṁ tṛpti-dīpa-dīpti-rahaṁ.
ambara-miva vimalo ’haṁ śambara-ripujāta-vikṛti-rahito ’haṁ,
oṁkāra-sāra-sollasadātma-sukhā-moda-matta-bhṛngo ’haṁ.
phaṇa-dhara-bhūdhara-vāraṇa-vigraha-vidhṛta-prapañca-sāro ’haṁ,
bhāla-talo-dita-locana-pāvaka-paribhūta-pañca-bāṇo ’haṁ.
jagadānanda-karo ’haṁ janma-jarā-roga-maraṇa-rahito ’haṁ,
hari-rahamasmi haro ’haṁ vidhi-rahamevāsmi kāraṇaṁ teṣām”.
“Solo conciencia, inmaculado,
imperecedero, no dual, dicha, discernible por la experiencia directa, solo
Brahman, existe siempre en todas partes. Eso soy Yo. Los estudiosos coinciden
en que no hay nada más. Yo no envejezco. Yo soy indestructible. Yo soy
omnipresente. Yo soy omnisciente. Yo soy el Ser consciente primigenio, rebosante
de la más alta dicha. Yo soy Shiva, el Benevolente. Estoy totalmente pleno. Me
he alejado de los placeres sensuales básicos. Yo estoy siempre lleno de la
experiencia de la dicha del indivisible y extremadamente puro Ser. Yo soy el
Dios de dioses. Estoy fuera del alcance de la envidia y los celos.
Extremadamente potente, resplandeciente, lleno de dicha no dual, con mi
esplendor impregno el universo entero por encima, por debajo, en las cuatro
direcciones, dentro y fuera. Yo soy magnificencia. Soy abundancia. Yo soy
satisfacción. Yo soy la perpetua, divina y perfecta llama de satisfacción sin
restricciones. Yo soy inmaculado como el cielo. Estoy libre de cualquier efecto
del deseo. Además soy una abeja totalmente embriagada por el aroma de la dicha
del Ser, propagada del loto del sonido de oṁ.
Yo soy Brahman, el sustrato, la esencia de todo el universo sensible e
insensible, soportado por la serpiente Śeṣa, y custodiado por ocho elefantes en
cada lado. Yo soy Sadāśiva de tres ojos, que vence al enemigo del deseo, con el
fuego que surge del tercer ojo en su frente. Yo doy felicidad al mundo, soy
libre de nacimiento, vejez, enfermedad y muerte. Soy Hari Vishnu el sostenedor,
Hara Shiva el exterminador, Brahma de cuatro caras, el creador y también su causa,
el puro inmanente y trascendente Brahman”.
Así, el devoto conocedor, a través de los
sublimes, puros y divinos sentimientos, se vuelve el dichoso Ser del Señor
principal; y el tonto ignorante, a través de pensamientos físicos, bajos y
repugnantes sigue siendo despreciable, abatido, carente, poco dispuesto hacia
el Señor y angustiado. Los buenos pensamientos producen buenos frutos, mientras
que los malos pensamientos producen malos frutos inmediatamente. Se gana por
buenos sentimientos, y se es derrotado por los malos. Hay una historia de
Arjuna y Karṇa que ejemplifica este asunto.
En el campo de batalla de Kurukshetra,
Karṇa y Arjuna estaban luchando cara a cara. Shrikrishna era el auriga de
Arjuna. Llenó la mente de Arjuna con grandes pensamientos. Solía decirle a
Arjuna: “¡Oh Arjuna! Tú eres el hijo de Indra. Eres un gran, poderoso guerrero.
Eres un virtuoso príncipe guerrero. No hay nadie lo suficientemente poderoso
para luchar contra ti”. ‘Partha (Arjuna) significa arquero’. Este tipo de
reputación en el mundo indica el dulce aroma de tu éxito. Puedes vencer hasta a
la muerte, mucho más una persona cualquiera. Eres el conquistador del mundo.
Eres grande. Ante ti, ¿cómo se puede siquiera mencionar a esta patética
criatura llamada Karṇa? Él es como un buitre frente a un león o una luciérnaga
frente al sol. Seguramente lo derrotarás en un rato. Tu poder es ilimitado”.
Del otro lado estaba el rey Shalya, que era el auriga de Karṇa. Como Bhīṣma, él
se había quedado con los Kauravas, pero en su corazón quería que ganaran los
Pāṇḍavas, por virtuosos, morales, y amantes de Dios. Por lo tanto, no quería
ser el auriga de Karṇa. Cuando Duryodhana le rogó, accedió a dirigir los
caballos de Karṇa con una condición: “Karṇa tendrá que escuchar en silencio lo
que me venga a la mente, ya sea bueno o malo. Si resiste mis palabras con ira,
entonces dejaré mi tarea”. Karṇa también aceptó las condiciones del rey Shalya.
Karṇa pensó: “Que balbucee lo que quiera. ¿Cómo me puede afectar? Mi carro
tiene que ser conducido correctamente y solo el honesto Shalya será capaz de
hacerlo”. Karṇa era hijo del sol. En realidad, era el hermano mayor de los
Pandavas y el hijo de Kunti. Pero como Kunti dio a luz cuando era solo una niña
virgen, tuvo que renunciar a él poco después de su nacimiento, para escapar de
la calumnia pública. La sierva Radha crió al bebé Karṇa. Así llegó a ser
conocido como hijo de la sierva que pertenecía a una casta baja. Sin embargo,
era físicamente más fuerte y mejor arquero de Arjuna. En el momento de la guerra,
el rey Shalya empezó a llenar el palacio de la mente de Karṇa con pensamientos
bajos. Decía: “¡Oh Karṇa! ¡Eres el hijo de una sirvienta! Perteneces a una
casta inferior. ¿Cómo puedes competir con el príncipe guerrero Arjuna? ¿Puede
un buitre competir con un león, el rey de la selva? Tu fuerza no es nada en
comparación con la suya. Nunca serás capaz de conquistar a Arjuna. Victoria es
sinónimo del valiente y solemne Arjuna. Él no puede perder. Él es siempre
victorioso. Ha luchado en persona incluso con Shiva, el rey de los Himalayas.
Expuso su poder ante el Señor Shiva, complaciéndolo. Ha recibido del Señor
muchas bendiciones, dones, armas y hechizos divinos que le han hecho
invencible. Serás aniquilado por un tesoro de gran valor, al igual que una polilla
se quema en la llama de una lámpara”. Al oír estas declaraciones, el corazón de
Karṇa se llenó de sentimientos bajos. Su entusiasmo fue destruido. La falta de
entusiasmo es considerada por los psicólogos como una derrota mental. Por un
lado, Arjuna se volvía cada vez más vigoroso, con el estímulo de excelentes
pensamientos, y por el otro lado Karṇa se volvía cada vez más inseguro. Al
final, Arjuna venció, derrotando a Karṇa.
De alguna manera, este mundo también es un
campo de batalla. Hay una guerra constante ocurriendo entre las tendencias
divinas y las demoníacas. Tal como el mundo exterior, hay un mundo interior.
Hay un tira y afloje entre las tendencias rectas y malignas. Pero la persona
cuya mente está llena de tendencias sagradas en forma de sentimientos
exaltadas, conquista los sentimientos corporales bajos que surgen de la
ignorancia, y se vuelve ganador, experimentando una gran paz y dicha incesante.
Esa persona es el Ser más amado del Señor. Ese ser es grande, cuya visión noble
ha asimilado para siempre el principio del único Brahman, que es el estado sin
igual, que es dicha suprema y perfecta. Ese ser es afortunado y tiene una vida
llena de significado.
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