lunes, 28 de enero de 2013

Estrofa 16


¡Caturvidhā bhajante māṁ
janāḥ sukṛtino ‘rjuna!
¡Ārto jijñāsur-arthārthī,
jñānī ca bharatar-sabha!

“¡Arjuna, el más querido en el linaje de Bharata! Entre los virtuosos, cuatro tipos de personas son devotos míos. En primer lugar están los angustiados, que buscan liberarse de las aflicciones que surgen de las enfermedades y los obstáculos. En segundo lugar están los buscadores, que quieren conocer correctamente al Señor. En tercer lugar están los peticionarios, que tratan de obtener varios objetos aquí y allá. El cuarto y último tipo son los conocedores, para quienes adorar al Señor sin ningún deseo se ha vuelto natural”.

La Fuente de Dicha, el omnipotente Señor Shrikrishna, describe a su amado discípulo y devoto Arjuna cuatro tipos de devotos. “Cualquiera sea su motivo, el que desarrolla amor por Mí y Me adora es Mi devoto. No todo el mundo puede adorarme; solo las personas virtuosas cuyos méritos se ha desarrollado durante varias vidas pueden adorarme con gran interés, fe y concentración”. Cuando uno tiene hambre, puede disfrutar de la comida y realmente saborear su néctar; pero cuando uno no tiene hambre, no puede disfrutar de la comida, ni puede saborear su néctar en absoluto. De la misma manera, cuando uno ha hecho méritos, está interesado en adorar al Señor y obtiene una inmensa alegría de ello. Si el mérito no ha aumentado, entonces uno no estará interesado en adorar al Señor ni obtendrá felicidad de ello.


Así, solo las personas meritorias que realizan buenas acciones pueden adorar al Señor, mientras los pecadores que realizan malas acciones no pueden adorarlo. Las mentes de los pecadores siempre dan la espalda al Señor, atrapadas en la dualidad del mundo; por el contrario, los virtuosos evitan las dualidades del mundo, y quedan atrapados en los pies de loto del Señor, que atraen la mente de los sabios y quitan el pecado de kaliyuga.

Hay cuatro tipos de personas virtuosas: los angustiados, los buscadores, los peticionarios, y los conocedores. Los angustiados son los que se han visto gravemente afectados por las múltiples agonías del ciclo de nacimiento y muerte. Están rodeados de todo tipo de dificultades y quieren liberarse de ellas. Cuando se enteran de que nada mundano puede eliminar sus dificultades, y cuando están decepcionados por completo, se refugian en el Señor. Piden al Señor, se vuelven hacia el Señor y respetan los nombres del Señor. Están convencidos de que el Señor es su único salvador.

Gajarāja, el rey de los elefantes, era un devoto angustiado. Un instruido gran ser ha descrito a Gajarāja, que estaba inmerso en un profundo lago:

Mātaṅgāḥ kalabhāḥ kareṇu-sahitāḥ māmeva ye saṅśritāḥ,
te ’mī kṣīṇa-balaṁ niriīkṣya suhṛdo ’pyujjhitya māṁ prasthitāḥ,
kartāraṁ jagatāṁ samasta-vipadāṁ hartāra-mekaṁ śriyāṁ,
bhartārantu vinā na saṅkaṭa-samudhartāra-mīkṣe paraṁ.

“Mis amorosos hermanos elefantes, con sus compañeras y niños, siempre fueron mis súbditos. Cuando fui atrapado (por el cocodrilo) en las profundas aguas del lago y me estaba ahogando, ellos pensaron que había perdido mis fuerzas y me abandonaron. Cuando quedé solo en semejante situación, desilusionado de todos ellos, decidí que no había ningún otro salvador que el creador del universo, el destructor de todas las calamidades, proveedor de todas las riquezas, el único Narayana. Uno y único, océano de la gracia, el omnipotente Señor Narayana puede salvarme de todos mis problemas. Esta idea me vino a la mente”.

En varios poemas épicos como el Bhagawat, hay narraciones detalladas de Gajarāj, el rey de los elefantes. Había una montaña muy conocida llamada Trikuṭ. Tenía altos picos, era enorme, con todo tipo de árboles y enredaderas, y reverberaba con el sonido de los arroyos. Una multitud de animales salvajes que se refugian en las tierras altas de montaña, como elefantes, leones y tigres, y todo tipo de aves cantaban dulcemente en los árboles y aumentaban su belleza. En las tierras bajas fluían muchos ríos, y en sus orillas se extendían hermosos jardines. Muchos árboles embellecían los jardines con sus flores y frutos divinos. Cerca de allí había un gran lago con lotos de muchos diferentes colores, rodeado de abejas zumbantes, cisnes, grullas, gansos y otras aves acuáticas que hacían mucho ruido.

Un día Gajarāj, el poderoso jefe de un grupo de elefantes que vivía en el hermoso bosque de montaña, vagaba por ahí con gran pompa, acompañado por sus amadas elefantes hembras. Olfateando el aire lleno de las fragancias de los lotos en el agua, llegó al lago. En su camino había pisoteado los matorrales de bambú y caña. Como estaba en celo, el jugo que exudaba por las sienes rodaba por sus mejillas. Un enjambre de abejas libaba este jugo. Estaba inquieto debido al excesivo calor. A su alrededor, muchos elefantes macho y hembra caminaban con sus hijos corriendo detrás. El ruido del peso de los pies de los imponentes elefantes que corrían, reverberaba por todo el bosque y la montaña. Gajarāj y sus compañeros corrieron al lago, se bañaron y tomaron el agua perfumada de ambrosía hasta hartarse. Obsesionado como todos los jefes de familia, con su trompa Gajarāj rociaba agua a las hembras y sus crías para que se bañaran y bebieran. Pero ciego por maya, el intoxicado elefante no pudo prever el peligro que se aproximaba.

Un poderoso cocodrilo agarró su pata con fuerza. Sorprendido por este ataque, el poderoso elefante intentó en vano sacar la pata de la boca del cocodrilo. Cuando los elefantes machos y hembras que lo acompañaban vieron a su jefe sumido en el dolor, arrastrado por un cocodrilo, se excitaron y comenzaron a chirriar. Pero no pudieron rescatarlo. Finalmente, decepcionados, dejaron a Gajarāj librado a su suerte. De esta manera, el elefante y el cocodrilo tiraron durante un largo rato. Gajarāj se cansó mucho y perdió el entusiasmo y la fuerza. En su crisis, se activaron sus buenos samskaras, sus buenas impresiones de vidas pasadas.

En su vida anterior, Gajendra, (Gajarāj) había sido un famoso rey Pandya conocido como Indradyumna, un devoto del Señor Vishnu. Había vivido recluido en las montañas Malaya, en silencio y contemplando al Señor Vishnu. Maldecido por el sabio Agastya, por eso nació como elefante. En la catastrófica situación actual, por el poder de su pasada devoción, de repente se acordó del Señor Narayana. Buscando la protección del Señor, cantó Su alabanza:

Yaḥ kaścaneśo balino ’ntakoragāt,
pracaṇḍa-vegād-abhidhāvato bhṛśaṁ,
bhītaṁ prapannaṁ paripāti yadbhayāt,
mṛtyuḥ pradhāva-tyaraṇaṁ tamīmahi” (Bhāgawat 8,2,33).

“Me refugio en el Señor, el Maestro de todos, que protege al desesperado que corre para escapar de la muy poderosa serpiente del tiempo, aquel de quien la muerte se escapa”.

Yasmin-niádaṁ yataś-cedaṁ, yenedaṁ ya idaṁ svayaṁ,
yo ’smāt-parsmācca paraḥ, taṁ prapadye svayaṁ-bhuvaṁ.
Yaḥ svātmanīdaṁ nijamāyayā ’rpitaṁ,
kvacid-vibhātaṁ kva ca tat-tirohitaṁ,
aviddha-dṛk sākṣyu-bhayaṁ tadīkṣate,
sa ātma-mūlo ’vatu māṁ parāt-paraḥ (Bhāgawat 8,3,3-4).

“Me refugio en el Señor autoexistente, en quien existe el universo, de quien ha surgido este mundo sensible e insensible, quien lo impregna por dentro y por fuera, quien por lo tanto se ha convertido en este universo. El Ser de todo, Uno sin segundo, Amo, cuya autoluminosa luz nunca desaparece, quien atestigua constantemente dentro de sí mismo la manifestación y la absorción del mundo agobiado por la dualidad y plagado de causa y efecto, sobreimpuesto por Su propia maya. Que ese Maestro superior autoexistente me proteja”.

Continuó ofreciendo sus saludos con perspicacia:

Tasmai namaḥ pareśāya, braḥmaṇe ’nantaśaktaye,
arūpāyoru-rūpāya nama āścarya-karmaṇe.
Namaḥ śāntāya ghorāya mūḍhāya guṇa-dharmiṇe,
nirviśeṣāya sāmyāya namo jñāna-ghanāya ca.
Kṣetra-jñāya namas-tubhyaṁ sarvā-dhyakṣāya sākṣiṇe,
puruṣāyātma-mūlāya mūla-prakṛtaye namaḥ” (Bhāgawat 8,3,9-12-13).

“Saludos al Ser Supremo, el Señor, que tiene poder infinito, cuyas acciones son maravillosas, quien aun siendo sin forma adopta múltiples formas. Él, por los tres gunas de maya, viste diferentes atuendos: con la sensación de sattvaguṇa, a veces se vuelve virtuoso y pacífico; con rajas, a veces se pone violento; y con tamas, a veces se vuelve indolente. A aquel Señor le ofrezco mis salutaciones. Él es, en efecto, sin modificaciones, lo cual significa que está libre de características, cualidades o acciones imaginarias derivadas de maya o el mundo material. Él existe en todas partes por igual, y es la masa de conocimiento. ¡Salutaciones a ese Señor! Ese Señor es el conocedor del campo y el Ser interior; Él es quien preside y es testigo de todo. A Él le ofrezco mis salutaciones. Él existe como el testigo perfecto en todas las ciudades —puris— en forma de los cuerpos de las criaturas; es por eso que es llamado puruṣa. Él es la causa fundamental de todas las criaturas; Él es la verdadera naturaleza de todo el universo, su causa fundamental y material. A ese Ser Supremo le ofrezco mis salutaciones”.

Namo namaste ’khila-kāraṇāya, niṣkāraṇāyād-bhuta-kāraṇāya,
sarvā-gamāmnāya-maharṇavāya, namo ’pavargāya parāyaṇāya (Bhāgawat 8,3,15).

“Ofrezco mis repetidas salutaciones al Señor. Él es la causa de todo, sin dejar de ser él mismo sin causa; Él es asombroso, ya que no hay modificaciones en él, como las hay en objetos tales como la arcilla. Repetidas salutaciones a Narayana, el océano de conocimiento ilimitado de todos los vedas y las escrituras, libertad en la forma del desapego total y beatitud final, y refugio de los grandes seres que son los conocedores del Ser”.

Pratyag-dṛśe bhagavate bṛhate namaste
ananta-mādyaṁ paripūrṇa-miḍe
niṣedha-śeṣo jayatāda-śeṣaḥ [1]
karotu me ’dabhra-dayo vimokṣaṇaṁ (Bhāgawat 8,3,17-21-24-19).

“Saludos al Señor, quien es el constante testigo interior. Alabo al infinito, más importante, perfecto Señor. Viva el Supremo Brahman, quien es la forma del universo entero, pero quien también sigue siendo el sustrato final, perfecto y no dual, después de que la dualidad del mundo es negado por el argumento neti neti, ‘Esto no, esto no’. Que el Amo, gran océano de compasión, me salve”.

Habiendo escuchado la ferviente alabanza espiritual de Gajendra, llena de sentimiento y entendimiento, el omnipresente Señor Shrihari se manifestó. Montando su vehículo, el gran águila, Garuḍa —de la forma de los Vedas—; llevando Su arma, el disco-chakra sudarshana; residiendo con la diosa Lakshmi; así el Señor Narayana apareció ante Gajendra.

So ’ntaḥ-sarasyuru-balena gṛhīta ārto,
dṛṣṭvā garutmati harirṅ kha upātta-cakraṁ,
utkṣipya sāmbuja-kararṅ giramāha kṛcchrāt,
nārayaṇā ’khila-guro! bhagavan-namaste (Bhāgawat 8,3,32).

“En ese momento, el afligido Gajendra, que estaba atrapado en las fauces del cocodrilo en el lago, vio al Señor Shrihari en el cielo llegar en su águila. Cogió una flor de loto con la trompa, lo levantó para ofrecérselo al Señor, y le dijo con gran dificultad, ‘¡Oh Narayana! ¡Oh Guru de todos! ¡Oh Señor! Salutaciones a Ti”.

Al ver a su devoto Gajendra en gran aflicción, el Señor Shrihari, con gran compasión le sacó del lago junto con el cocodrilo. Cortó el encorvado cuello del cocodrilo con Su afilado disco y liberó a Gajendra.

El cocodrilo era el jefe de los ángeles Huhu, y había sido maldecido a tomar esa forma por el sabio Devala. Cuando el afilado disco cortó su cuello, el ángel se liberó del cuerpo del cocodrilo y asumió un cuerpo divino. Inclinándose ante el gran y renombrado amo indestructible del mundo, Narayana, cantó sus alabanzas. Liberado de los pecados debido a la compasión del Señor, el ángel regresó a su morada.

Habiendo recibido el toque del Señor, Gajendra se liberó de los grilletes de la ignorancia y tomó una apariencia divina similar a la del Señor. El Señor Vishnu salvó a Gajendra, lo llevó consigo, se subió a su vehículo águila, y regresó a su morada divina.

En el Bhagawat se expone la siguiente doctrina.

Barhiṣman-netad-adhyātmaṁ, pārokṣyeṇa pradarśitaṁ,
yatparokṣa-priyo devo bhagawān-viśvabhāvanaḥ (Bhāgawat 4,28,65).

“¡Oh Barhiṣmān! He expuesto el conocimiento de la realidad, ocultándolo en diversas alegorías, porque el Señor, el creador del universo, gusta de una descripción envuelta en misterio”.

El misterio espiritual de la historia de Gajendra, que es una alegoría, es el siguiente:

El elegante es la criatura ignorante. Toma nacimiento en varias ocasiones en diferentes especies, dejando gradualmente cada especie y naciendo en otra, de acuerdo a las acciones que ha realizado. El significado yóguico de gaja es gacchati iti gaḥ, jayate iti jaḥ, gaścāsau jaśceti gajah: ga es “ir”, ja es “nacer”; gaja es transmigrar de especie en especie. El alma individual es un gaja, ya que nace en las diferentes especies; al dejar un cuerpo entra en otro, así a través de 8,4 millones de especies. El alma individual, acompañada por sus cónyuges e hijos, recorre sin cesar la exuberante selva de objetos del sonido, tacto, vista, gusto y olfato. Mientras el alma individual vaga, se cansa; sin embargo, su sed de placeres sensoriales nunca se apaga. El poeta Bhartrihari describe la situación de esta persona. Bhogā na bhuktā vayameva bhuktāḥ tṛṣṇā na jīrṇā vayameva jīrṇāḥ, “¡Ay! No pudimos disfrutar de los objetos sensoriales, tantos de los cuales quedaron en solo fantasías mentales; mientras, nosotros mismos hemos sido disfrutados por los placeres sensoriales”. “La sed de placeres sensoriales no ha disminuido, sino que nuestros cuerpos están gastados”. Así, la criatura sedienta entra en el lago de los apegos. El cocodrilo del obsesionamiento intenso sujeta a la criatura. El individuo no puede liberarse de las cadenas del obsesionamiento, incluso después de mucho esfuerzo; los parientes tampoco pueden liberarlo. Cuando la persona, con asco por las cadenas del obsesionamiento, se aleja del mundo y ofrece el loto de su mente, llena de apego por los objetos sensoriales, al Ser Interior de todo, el Señor Imperecedero, entonces esa persona alcanza la comprensión correcta con la gracia del Señor. El entendimiento correcto es el afilado disco sudarshan, “visión perfecta”, del Señor Vishnu. Samyak-aparokṣatayā pratyaga-bhinna-brahma-darśanaṁ yasmāt tat sudarśanaṁ, esta arma circular del entendimiento destruye al cocodrilo del obsesionamiento. Cuando el obsesionamiento en la forma de la ignorancia se desvanece, el individuo bendecido alcanza la liberación, convirtiéndose en uno con el Ser Supremo que reside como la propia naturaleza.

Otro devota afligida era Draupadi. Los Pāṇḍavas jugaron a los dados con los Kauravas. Yudhiṣṭhira perdía toda su riqueza, y Duryodhana, con la ayuda de su cómplice, su tío Shakuni, seguía ganando. Cuando ya no le quedaba nada para apostar, los Pāṇḍavas se apostaron a sí mismos y perdieron. Por lo tanto, fueron condenados a ser siervos de los Kauravas. Finalmente Yudhiṣṭhira apostó a su reina, la bellamente exquisita Draupadi, y la perdió también. El infame Duryodhana le pidió a su hermano Duḥśāsana que llevara a Draupadi a la corte, ya que ahora se había convertido en su sirvienta. En ese momento Draupadi tenía su período, y siguiendo la costumbre de la época, llevaba solo una pieza de ropa. Draupadi también era intocable, según la costumbre, y expresó su condición a Duḥśāsana y le rogó con vergüenza y humildad. A pesar de todo, el cruel Duḥśāsana la sujetó por el pelo y la arrastró a la corte. Bajo las órdenes de Duryodhana, procedió a desvestirla tirando de su única pieza de ropa. Ni uno solo de los presentes en la corte se atrevió a poner fin a esta atrocidad. A los caballeros como Bhīṣma esta crueldad les debe haber dado asco, pero por algún motivo, debido al destino, no la ayudaron. Ya que Yudhiṣṭhira y los Pāṇḍavas estaban obligados por un juramento, bajaron sus cabezas y callaron. Primero Draupadi pidió a Bhīṣma que la protegiera, y luego llamó a sus maridos, los Pandavas, pero nadie podía hacer nada. No había otro medio para proteger su dignidad, así que llamó al Señor Shrikrishna con mucho dolor:

¡Govinda! ¡Dvārakāvāsin! ¡Kṛṣṇa! ¡Gopī-jana-priya!
¿Kauravaiḥ paribhūtāṁ māṁ kiṁ na jānāsi? ¡Keśava!
¡He nātha! ¿He ramānātha? ¡Vrajanāthārti-nāśana!
¡Kauravārṇava-magnāṁ māmuddharasva janārdana!
¡Kṛṣṇa! ¡Kṛṣṇa! ¡Mahāyogin! ¡Viśvātman! ¡Viśvabhāvana!
¡Prapannāṁ pāhi govinda! Kurumadhye ’vasīdatīm (Mahābhārata sabhāparva 68,41-44).

“¡Oh Govind! ¡Oh residente de Dvārakā! ¡Oh Verdad-Conciencia-Bienaventuranza, masa de amor, Shrikrishna! ¡Oh amado de las gopis! ¡Oh Keshava! Estoy siendo deshonrada por los Kauravas. Señor, tú, el Ser interior de todos, ¿no lo sabes? ¡Oh Maestro! ¡Oh Señor de Lakshmi! ¡Oh Señor de Vraja! ¡Oh eliminador de angustia, Janardana! Me ahogo en el océano de los Kauravas. Por favor, sálvame. ¡Oh Krishna! ¡Krishna! ¡Oh gran yogi, Ser universal! ¡Dador de la vida del universo, Govinda! He sido rodeada por los malvados Kauravas como una vaca es rodeada por carniceros. Me refugio en Ti. Por favor, protégeme”.

El Señor escucha inmediatamente el grito desesperado de un corazón sincero. El Señor, que es bondadoso con Sus devotos, pensó que no era adecuado aparecer en ese momento, y en su lugar manifiestó un “material” undécimo[2] o encarnación en forma de tela, para proteger la dignidad de Draupadi y destruir el gran orgullo de los malvados. La longitud del sari de Draupadi aumentó hasta el infinito. A medida que Duḥśāsana tiraba del sari, el sari seguía aumentando. Se comenzó a formar una enorme pila de tela a la vista de todo el mundo. El tribunal parecía una tienda de ropa. Los brazos del poderoso Duḥśāsana, que tenían la fuerza de diez mil elefantes, se cansaron, y todavía no se veía el final del sari.

Daśa hajār gaja-bala thakyou, ghaṭyou na dasa gaja cīr,
bāla na bāṅkā kara sake, jo sahāya yadubīr.

“Se había agotado la fuerza de diez mil elefantes, sin embargo no se habían reducido los diez metros de tela; ni un pelo puede ser doblado si tienes la ayuda del héroe de los Yadus”.

Draupadi se escondió dentro de su sari. Nadie sabía si había una mujer en el interior de la tela, o tela dentro de la mujer. Finalmente, agotado, Duḥśāsana tomó asiento, humillado. Algunos desvergonzados vieron el montón de tela y fueron a tomarla para sí, pero cuando trataban de recogerla desaparecía. Todas las personas presentes en el tribunal presenciaron el milagroso efecto de la devoción y la oración. El Señor había protegido la dignidad de Su devota Draupadi. Los caballeros de la corte reprendieron a los malvados Duḥśāsana y Duryodhana y alabaron a Draupadi. El ciego Dhṛtarāṣṭra (padre de los Kauravas) se maravilló con lo ocurrido, y bendijo a Draupadi con dones para aplacar su furia. Draupadi no pidió ningún favor, pero pidió que sus cinco maridos, los Pāṇḍavas, fueran liberados de servir a los Kauravas, y que su reino y la riqueza fuera les devuelta. Siguiendo el consejo de Vidura, Dhṛtarāṣṭra aceptó sus ruegos.

La historia de Draupadi también es una alegoría espiritual. La palabra dru significa “árbol”. Como este es el material que se utiliza para fabricar los zapatos de madera usados ​​por los ascetas, los zapatos también son llamados dru. La persona cuyos pies están dentro de estos zapatos se llama drupad, que significa asceta, buscador, renunciante, desapasionado. Los ascetas usan zapatos de madera, no de cuero. El intelecto de un asceta se llama draupadi. ​​Tales sentimientos divinos como el celibato, el control, la valentía, la devoción y el desapego son la vestimenta de draupadi, el intelecto. Los Kauravas representan los sentimientos como el deseo, la ira y demás, que quieren despojar a draupadi, el intelecto, de las cualidades divinas. Pero el asceta renunciante, devoto, ora al Señor fuente de dicha con confianza, devoción y alabanza. Con la compasión incomparable del Señor, el intelecto del asceta (draupadi) está protegido. Los sentimientos divinos no disminuyen, sino que crecen infinitamente. Por el poder de la pura gracia del Señor, el buscador arranca de raíz los sentimientos demoníacos debilitantes, y avanza sin miedo por el camino beneficioso, sin cometer ninguna imprudencia. Se dice en el Bhagawat:

¡Tathā na te mādhava! Tāvakāḥ kvacit,
bhraśyanti mārgā-ttvayi baddha-sauhṛdāḥ,
tvayā ’bhiguptā vicaranti nirbhayāḥ,
¡vināyakānī-kapamūrdhasu prabho! (Bhāgawat 10,2,33).

“¡Oh Madhava! Los devotos que confían, que poseen inquebrantable amor por Ti, nunca caen de la santa y provechosa ruta embellecida con sentimientos divinos, como les sucede a los buscadores que solo adoran a Brahman sin atributos y están orgullosos de su conocimiento. Esto es así porque Tú proteges a los devotos. Por lo tanto, ¡oh Señor! Los devotos sabios, bajo tu protección, volviéndose intrépidos y extáticos, fácilmente superan el obstáculo más difícil”.

Esto no quiere decir que las historias devocionales sean alegorías espirituales ni que aquellos devotos citados anteriormente no existieron históricamente y son solo ficciones creadas por los poetas. En esta tierra santa, todos aquellos devotos ciertamente existieron y sus venerables historias de vida realmente ocurrieron. Ningún creyente debería dudar de ello. El beneficio de revelar el misterio espiritual detrás de estas historias es que también podemos actuar de acuerdo a ellas y experimentar directamente la beatitud espiritual: podemos hacer nuestras vidas auspiciosas y benditas.

En el mundo, todos tenemos que enfrentar alguna adversidad. No hay nadie que no tenga que enfrentar alguna dificultad. Pero en el momento de la adversidad, las personas virtuosas recuerdan a Dios, repiten el santo nombre de Dios y se sumergen en Dios, recordando a Dios con fe y convicción. Debido a esto, son ajenos a la aflicción, a la causa de la aflicción e incluso su propio cuerpo. Pero quienes no son rectos, con sus mentes alejadas de Dios, gimen de vana angustia, “¡Qué terrible! ¡Me estoy muriendo!”. No recuerdan a Dios. Por lo tanto, su aflicción se duplica. A su sufrimiento físico, se le añade el sufrimiento mental. Por lo tanto, ¡oh, buena gente! No entren en pánico cuando la adversidad golpea. Tengan valor y adoren a Dios con decisión. Tengan la firme convicción de que el Compasivo Omnipotente Señor, sin duda los llevará a través de sus dificultades.

El Señor Indra estaba muy enojado con los habitantes de Vraja porque habían dejado de realizar sacrificios por él. Los acosó, creando una tormenta de granizo y una lluvia torrencial embellecida con truenos, relámpagos y vientos escalofriantes. Ellos se refugiaron en Shrihari, que también era un residente de Vraja en ese momento, rezando:

¡Kṛṣṇa! ¡Kṛṣṇa! ¡Mahabhāga! ¡Tvannāthaṁ gokulaṁ prabho!
¡Trātum-ahṝasi devāánnaḥ kupitād-bhakta-vatsala! (Bhāgawat 10,25,13).

“¡Oh Krishna! ¡Oh Krishna! ¡Ilustre Señor! Eres el único amo de Gokul. ¡Oh Maestro! ¡Oh compasivo! Protégenos del furioso Indra”.

Para proteger a los angustiados devotos, residentes de Vraja, Shrikrishna arrancó y levantó con una mano la montaña Govardhana como si fuera un hongo. Dijo: “¡Oh habitantes de Vraja! Sin poner en duda si la montaña Govardhana caerá de mi mano, por favor, tomen refugio bajo ella y siéntense, para estar protegidos de la lluvia y el viento”. De esta manera, el Señor protegió por siete días a los residentes de Vraja y derrotó el enorme ego de Indra.

Los reyes que fueron encarcelados por Jarāsandha eran devotos angustiados. En su aflicción, también se desinteresaron del mundo y fielmente alabaron al Señor:

¡Namaste devadeveśa! ¡Prapannārti-harāvyaya!
Prapannān-pāhi naḥ kṛṣṇa! nirviṇṇān-ghora-saṅsṛteḥ.
¡Nainaṁ nāthān-vasūyāmo māgadhaṁ madhusūdana!
¡Anugraho yadbhavato rājñāṁ rajya-cyutir-vibho!
Rājyai-śvarya-mado-nnaddho na śreyo vindate nṛpaḥ,
tvan-māyā-mohito ’nityān-manyate sampado ’calāḥ.
Mṛga-tṛṣṇāṁ yathā bālā manyante udakāśayaṁ,
evaṁ vaikārikīṁ māyāṁ, ayuktā vastu cakṣate (Bhāgawat 10,73,8-9-10-11).

“¡Oh destructor de los temores de aquellos que se refugian en ti! ¡Oh imperecedero Dios de dioses! Salutaciones a Ti. ¡Oh Krishna! ¡No nos importa este mundo angustiante y terrible, y estamos tomando refugio en Ti! ¡Oh Maestro! ¡Oh Madhusudana! ¡Oh Señor! No culpamos a Jarāsandha de ninguna manera. Sentimos que fue por Tu gracia que Jarāsandha robó nuestros reinos. Un rey no alcanza la libertad intoxicándose con el orgullo y la riqueza del reino. Engañado por tu maya, piensa que la riqueza temporal y voluble es eterna e invariable. Así como las personas engañadas consideran que un espejismo es un oasis, los tontos ignorantes consideran a maya, que manifiesta la dualidad del mundo, como la verdad suprema”.

Taṁ naḥ samādiśopāyaṁ yena te caraṇābjayoḥ,
smṛtir-yathā na viramedapi saṁsaratā-miha.
Kṛṣṇāya vāsudevāya, haraye paramātmane,
praṇata-kleśa-nāśāya govindāya namo namaḥ (Bhāgawat 10,73,15-16).

“¡Oh Señor! Por favor, muéstranos el medio por el cual no olvidemos Tus pies de loto, incluso mientas experimentamos las vicisitudes del mundo. ¡Oh Vasudev! ¡Oh Hari! ¡Oh, Ser Supremo! ¡Salutaciones repetidas a Ti, Govinda, que eliminas los problemas de aquellos que se refugian en Ti!”.

Al oír las alabanzas y las oraciones de los reyes devotos, el Señor mató a Jarasandha a través de Bhimsen y liberó a los reyes encarcelados. Dijo:

¡Adya prabhṛti vo bhūpāḥ! Mayyātma-nyakhileśvare,
sudṛḍhā jāyate bhaktir-bāḍha-māśaṁ-sitaṁ tathā (Bhāgawat 10,73,18).

“Oh reyes! Sus oraciones fueron eficaces. Su decisión de cultivar la devoción para mí es digna de elogio. Tienen firme devoción por Mí, el Ser interior de todos, el Señor del Universo”.

Udāsīnāśca dehādau, ātmārāmā dhṛtavraāḥ,
mayyā-veśya manaḥ samyaṅg māmante brahma yāsyatha (Bhāgawat 10,73,23).

“Volviéndose indiferentes al cuerpo y otras cosas, interesándose en el Ser, observando las austeridades tales como el celibato, sumerjan su mente totalmente en Mí, el Ser universal. Por último, ciertamente alcanzarán a Brahman, a Mí”.

De este modo compasivo, el Señor instruyó a los reyes, los complació en todos los sentidos, y los envió de regreso a sus reinos.

En su comentario sobre la Gita, Madhusudan Swami, el gran exponente de la doctrina no dual, ha incluido los cuatro grupos de devotos entre los devotos en dificultades. Él dice:

Ārtaḥ-ārtyā śatru-vyādhyā-dyāpadā grastaḥ, tannivṛ
tti-micchan yathā makha-bhangena kupita indre varṣati
vrajavāsī janaḥ, yathā vā jarāsandha-kārāgāra-vartirā
ja- nicayaḥ, dyūta-sabhāyāṁ vāstrāva-karṣaṇe
draupadī ca, grāha-grasto gajendraśca.

“El devoto afligido es el que está angustiado por los enemigos, aflicciones y demás, y quiere liberarse de ellos. Por ejemplo, los residentes de Vraja, acosados ​​por Indra después de haber dejado de realizar sacrificios para él; el grupo de reyes apresados por Jarāsandha; Draupadi, cuyo sari era tirado en el juego de dados; y Gajarāja que fue apresado por el cocodrilo”.

Pueden darse muchos más ejemplos de devotos en dificultades. Incluso hay historias similares en los tiempos actuales. Son así: en tal y tal lugar ocurrió tal y tal desastre. Una persona lloró por la ayuda de Dios y fue protegido por Él. El desastre fue evitado.

Después de los devotos en dificultades vienen los buscadores. Un buscador es quien no se preocupa por las dualidades mundanas de la felicidad y la tristeza, que no es afectado por ellas y anhela conocer completamente al perfecto Ser Supremo. Este buscador se refugia en el Señor y lo adora con decisión. Uddhava era un buscador así de entusiasta.

Uddhava vio muchos incidentes inquietantes en la ciudad de Dwārakā. Se enteró por el Señor que la ciudad pronto iba a ser sumergida en el océano, que todos los Yadavas iban a ser destruidos y que el mismo Señor iba a regresar a Su morada dejando Su hogar terrenal. Uddhava, en su corazón, sintió desapego del temporal e insípido mundo lleno de aflicciones y desarrolló un fuerte deseo de conocer la Realidad, el verdadero principio, el Supremo Brahman. Para cumplir con su búsqueda, se acercó y oró al Señor Shrikrishna, que estaba en soledad. El Señor, sabiendo que era un buscador, lo instruyó de muchas maneras. En la undécima sección del Bhagawat, las instrucciones del Señor a Uddhava se han resumido de la siguiente manera:

Yadidaṁ manasā vācā cakṣurbhyāṁ śrvaṇādibhiḥ,
naśvaraṁ grahya-māṇaṁ ca viddhi māyā-mano-mayaṁ (Bhāgawat 11,7,7).

“¡Oh Uddhava! Comprende que con la mente, el habla, los ojos, los oídos y demás, cualquier mundo dualista de nombres y formas que percibas es perecedero, y es una ilusión imaginada por la mente y permeada por maya”.

Sin sentir que el mundo es ilusorio, el desapego no se vuelve firme. Por lo tanto, la instrucción del Señor estaba destinada a volver firme el desapego de Uddhava. Ese ser humano bendito, con un firme sentido del desapego, establece su mente indivisa en el Ser de todos, el Uno sin segundo Supremo Ser, y permanece siempre embriagado con la felicidad del Ser. Por lo tanto, el Señor dice:

Tvaṁ tu sarvaṁ parityajya snehaṁ svajana-bandhuṣu,
mayyāveśya manaḥ samyak samadṛg-vicarasva gāṁ (Bhāgawat 11,7,6).

“¡Oh Uddhava! Abandona por completo el obsesionamiento con familiares y amigos, aplica tu mente indivisa al Uno sin segundo, Existencia, Conciencia y Bienaventuranza, el Ser Supremo, y vaga por la tierra con serenidad y valentía”.

Ātmānubhava-tuṣṭātmā nāntarāyair-vihanyase (Bhāgawat 11,7,10).

“Experimenta el Ser, que trasciende el cuerpo y es divino. Serás consumado. Nunca te molestarán los obstáculos de dualidades como caliente y frío”.

Paśyan-madātmakaṁ viśvaṁ na vipadyeta vai punaḥ (Bhāgawat 11,7,12).

“Quien discierne que el mundo entero es una forma de Yo, el Ser Supremo, nunca es atrapado en la miseria de los deseo y los celos”.

Prāyeṇa manujā loke loka-tattva-vicakṣaṇāḥ,
samud-dharanti hyātmāna-mātma-naivā-śubhāśayāt.
Ātmano guru-rātmaiva puruśasya viśeṣataḥ,
yat-pratyakṣā-numānābhyāṁ śreyo ’sāvanu-vindate (Bhāgawat 11,7,19-20).

El Señor dijo: “¡Oh Uddhava! Los que razonan con discernimiento, después de discernir la naturaleza del mundo, en su mayor parte se liberan a sí mismos de la suciedad de las ignorantes y profanas fantasías de la mente. El mismo Ser de la persona se convierte en su gurú, sobre todo para reconocer lo que es beneficioso y lo que no, porque por inferencia, directamente o mediante las shrutis y smritis, uno puede decidir el propio bienestar”.

Kṣetra-jñaṁ sarva-bhūteṣu samatvena yajeta mām (Bhāgawat 11,11,45).

“Determinando que en todas las criaturas el ‘conocedor del campo’ o Yo es el mismo Ser Supremo, y manteniendo visión equilibrada, es decir, única y no dual, en todos lados está Mi adoración verdadera”.

(Sigue la instrucción para Uddhava.)

“‘Estoy igualmente presente en todas partes, Yo soy uno, sin un segundo, no hay nada diferente de Mí, el Ser Supremo, Yo mismo estoy en todas partes’. Primero di esta instrucción a Brahma, el creador, y a sus hijos nacidos mentalmente, los Sanakas. En una ocasión, por sus oraciones, me presenté como un cisne frente de ellos para satisfacer su deseo de saber. Me preguntaron así:”

Dṛṣṭvā māṁ tu upavrajya, kṛtvā pādābhi-vandanaṁ,
brahmāṇam-agrataḥ kṛtvā, papracchuḥ ko bhavāniti.
Ityahaṁ munibhiḥ pṛṣṭas-tattva-jijñāsubhi-stadā,
yadavoca-mahaṁ tebhyas-tad-uddhava! nibodha me.
Vastuno yadya-nānātvam-ātmanaḥ praśna īdṛśaḥ,
kathaṁ ghaṭeta vo viprāḥ! vakturvā me ka āśrayaḥ.
Pañcātmakeṣu bhūteṣu samāneṣu ca vastutaḥ,
ko bhavāniiti vaḥ praśno vācārambho hyanar-thakaḥ,
manasā vacasā dṛṣṭyā gṛhyate ’nyaira-pīndriyaiḥ,
ahameva na matto ’nyaditi budhya-dhvamañjasā (Bhāgawat 11,13,20-21-22-23-24).

“Viendo mi forma de cisne, los Sanakas se acercaron a mí, empujando a su padre Brahma delante. Inclinándose ante mí, dijeron: ‘¿Quién eres?’. Oh Uddhava, te repetiré mi respuesta a las preguntas de aquellos sabios, indagadores de la Verdad. ‘¡Oh Brahmines! ¿Su pregunta se refiere al Ser? El Principio del Ser, siendo uno y sin un segundo, no tiene pluralidades que surjan de las divisiones inherentes, o de distinciones de similitud y disimilitud. Entonces, ¿cómo puede surgir una pregunta así en su mente? Si tuviera que responder a ella, ¿qué ayuda podría emplear? Siendo solo una masa de conciencia no dual y dicha perfecta, ¿qué casta, cualidad o individualidad podría asumir para responder a su pregunta? Tal vez se referían a mi cuerpo formado por los cinco elementos; sin embargo, todos los cuerpos, formados por los cinco elementos, son igualmente no duales. Por lo tanto, la pregunta debe ser una mera formalidad, con la intención de iniciar una conversación. Lo que perciben con la mente, el habla, la visión, o cualquier otro órgano sensorial, téngalo por seguro que no es más que Yo, el Ser Supremo. No hay nada que no sea yo”.

Ātmānaṁ cintayedekam-abhedena mayā muniḥ,
ātmakrīḍa ātmarata ātmavān samadarśanaḥ (Bhāgawat 11,18,21-20).

“El sabio contemplativo debería pensar solamente en el Ser. Con el sentimiento de no diferencia hacia Mí, el Señor, deleitándose solamente en el Ser, amando solo al Ser, el sabio debe estar lleno solo de pensamientos del Ser, discerniendo al Ser en todas partes, por igual, y sin ninguna diferencia”.

Viraktaḥ kṣullakāmebhyo labdhvā ’’tmani sukhaṁ mahat,
naitad-vastutayā paśyed ṛśyamānaṁ vinaśyati (Bhāgawat 11,18,23-26).

“Experimenta la exquisita dicha del Ser. Renuncia a los degradantes deseos mundanos. Nunca consideres real al mundo visible, agobiado por la dualidad. Entiende que es ilusorio e irreal, ya que es perecedero”.

El Señor ha respondido muchas preguntas del inquisitivo devoto Uddhava concisamente: Śamo manniṣṭhatā buddheḥ, “Aplicar el intelecto a Mí, el Ser Supremo, es śama, domar el intelecto”. Quiere decir que śama significa determinar el principio del Ser Supremo a través de las escrituras y el guru, para fusionar la mente en Aquello. Jihvopastha-jayo dhṛtiḥ, “Coraje es controlar la lengua y el órgano sexual, es decir, abandonar el apego por los objetos de estos sentidos”. Kāma-tyāgas-tapaḥ smṛtaṁ, “Tapa, la más elevada penitencia, en renunciar al deseo de disfrutar objetos sensoriales”. Svabhāva-vijayaḥ śauryaṁ, “Valentía es conquistar la naturaleza de uno, llena de deseos y celos”, Satyaṁ ca sama-darśanaṁ, “Ser auténtico es tener una visión equilibrada”. Dharmaṁ iṣṭaṁ dhanaṁ nṛṇāṁ, “Ser justo es ganar solamente el dinero que trae felicidad”. Dakṣinā Jñāna-sandeśaḥ, “El ofrecimiento verdadero es dar o recibir conocimiento”. Lābho madbhakti ruttamaḥ, “El mayor logro es la devoción por Mí”. Vidyā'tmani bhidābādhaḥ, “Aprender es considerar al Ser como sin separatividad”. Esto significa que el Ser sin edad ni muerte existe en todos los cuerpos, y no es diferente del Señor. Este entendimiento correcto de la no separación es el verdadero aprendizaje. El conocimiento de diferencias no es aprendizaje verdadero, sino ignorancia. Esto también se deduce de la cita anterior. Por lo tanto, las personas que señalan las diferencias son ignorantes y la muerte los amenaza ferozmente. Esto se expresa claramente en otro lado. Tasya bhinna-dṛśo mṛtyur-vidadhe bhaya-mulbaṇaṁ (Bhāgawat 3,29,26), “La muerte amenaza brutalmente a la persona que ve diferencias”. Sukhaṁ duḥkha-sukhātyayaḥ, “La felicidad suprema es trascender la dualidad mundana de tristeza y felicidad, es decir, permanecer sin ningún deseo a este respecto”. Duḥkhaṁ kāma-sukhāpekṣā, “Tristeza es deseo de placeres sensuales”. Esto se debe a que tanto los objetos sensoriales como el placer que surge de ellos es momentáneo; tanto la imposibilidad de obtenerlos como su desaparición después de haber disfrutado de ellos, así como las pruebas y tribulaciones uno pasa para obtenerlos, solo causan dolor. Mūrkho dehādyahaṁ-buddhiḥ, “Es un tonto quien se identifica con el cuerpo o algo diferente del Ser”. Svargaḥ sattvaguṇ odayaḥ, “Cielo es el surgimiento de sattvaguṇa en el corazón y mantener la mente feliz, satisfecha y en paz en todas las circunstancias, deseables e indeseables”. Narakas-tamaunnāhaḥ, “Infierno es el crecimiento de tamoguṇa, llenando la mente con sensaciones de inquietud, ignorancia y preocupaciones”. Guṇāḍhyo hyāḍhya uccyate, “Opulento es quien posee las cualidades de aprendizaje, discernimiento y humildad”. Daridro yastva-santuṣṭaḥ, “Pobre es quien no está satisfecho con la distribución favorable y desfavorable de Dios”. Kṛpaṇo yo ’jitendriyaḥ, “Miserable es quien no ha dominado los sentidos, y siempre anhela ardientemente los objetos sensoriales”. Guṇadoṣa-dṛśirdoṣ o guṇastū-bhaya-varjitaḥ, “La única falta es ver virtudes y defectos; virtud es el abandono de la visión de virtudes y defectos; ver todo como bueno o malo es visión divina”. Estas preguntas y respuestas se encuentran en el capítulo 19 de la sección XI del Bhagawat.

De esta manera, como Arjuna, Uddhava también hizo al Señor muchas preguntas diferentes, y recibió beneficiosas instrucciones del Señor, demostrando ser un verdadero buscador.

Al final, por mandato del Señor, Uddhava fue a Badri Narayana en los Himalayas, obtuvo conocimiento indirecto y directo del Ser, y alcanzó el estado liberado de Brahman.

El rey Janaka también era un gran buscador. El deseo supremo de un devoto inquisidor es encontrar satisfacción a través de las respuestas de un conocedor, a sus preguntas sobre el Principio de Brahman. Así, el rey Janaka obtuvo una bendición de Maharshi Yājñavalkya: Tasmai ha Yājñavalkyo varaṁ dadau, sa ha kāmapraśnam-eva vavre, tam hāsmai dadau (Bṛhadāraṇyaka Upaniṣad 4,3,1). Yājñavalkya Maharshi estaba muy complacido por la fe y devoción del rey Janaka, y quiso concederle una bendición. Janaka dijo: “Por favor, satisfáceme plenamente respondiendo cualquier pregunta que tenga sobre Brahman y el Ser. Este es el único don que quiero pedirte”. Yājñavalkya le concedió este don.

En la Bṛhadāraṇyaka Upaniṣad se describen algunas de las preguntas de Janaka y las respuestas de Yājnavalkya.

Preguntó el rey Janaka:

—¡Bhagawan! Kiṁ jyotirevāyaṁ puruṣaḥ, ¡oh Señor! ¿Por medio de cuál luz realiza acciones un cuerpo individual?

La palabra purusha utilizada aquí significa el cuerpo denso con manos, pies, y demás, que es un conglomerado trabajando. La palabra purusha aquí no significa el Ser Supremo que se manifiesta como el Ser individual. La pregunta se puede interpretar de la siguiente manera: “¿Un cuerpo individual desempeña sus funciones por medio de alguna luz externa, o la luz que reside en el cuerpo?”.

Maharshi Yājñavalkya respondió:

—¡Oh Emperador! La conocida luz primordial del sol es purusha; con la luz del sol reflejada en los ojos, que trasciende todos los grupos de objetos, un cuerpo individual lleva a cabo sus acciones.

El rey Janaka pregunta nuevamente al Maharshi:

—¿Cuando el sol se pone, entonces, por medio de cuál luz funciona el cuerpo individual? Incluso durante la noche un cuerpo individual hace su trabajo, a pesar de la ausencia del sol. Sin embargo, sin luz un individuo no puede funcionar.

—La luna es la luz— responde Yājñavalkya.

—Incluso después de que el sol o la luna se ponen, el individuo sigue funcionando —insiste Janaka—. ¿Cuál es la luz, entonces?

—En ese momento está la luz del fuego. Las personas funcionan con la luz de una lámpara.

—¿Cuándo se extingue el fuego, por cuál luz funciona el cuerpo?

—Esa luz es la luz de la palabra —aclara Yājñavalkya—. En una oscura noche, nublada, en la época de lluvias, una persona perdida grita: ‘¿Conoces el camino a tal o cual lugar?’ Oye la respuesta: ‘¡Ven aquí!’”. Al oír estas palabras, el individuo decide de qué dirección y de cuán lejos han llegado las palabras. Estima la dirección y la distancia y camina en esa dirección, y por lo tanto encuentra su camino. Bien conocida es la luz de la palabra, que ya ha sido hablada, que todavía no ha sido oída, o que tiene sentido sutil o abierto. Esto se refiere a la luz de las palabras, más que del discurso o los órganos del habla.

—Cuando el habla se disipa, ¿cuál es la luz?

Ātmaivāsya jyotir bhavati, la Conciencia es esa luz, más allá de cualquier conglomerado de actor y acción. La luz de la Conciencia es intangible, consciente, reside en el interior, autoluminosa y no puede ser percibida por los cinco sentidos de percepción.

Con respecto a la luz del Ser, Vidyaranya en su Vārtikasāra dice:

Deheṅdriya-manobuddhi-sukhādīn yo ghaṭādivat,
vettyena-mantarātmānaṁ svaprakāśaṁ viniścinu.
Draṣṭṛ -darśana-dṛśyāni yaḥ svapne prasamīkṣate,
tada-bhāvaṁ suṣupte ca sa ātmetya-bhyupeyatāṁ.
Sarveṣāṁ vādināṁ svasva-matametat-prasādataḥ,
siddhyatīti vivādo ’smin kartuṁ śakyo na kenacit.

“El cuerpo, los órganos, la mente, el intelecto, la felicidad, demás, son todos inertes como un pote. Por lo tanto, son imperceptibles sin la luz del Ser. Llegan a ser perceptibles solo debido al Ser. El que conoce el cuerpo es la luz del Ser o el Ser Interior. Comprende que el Uno que ve en un sueño, el Vidente —el nudo de consciencia-inconsciencia—; lo visto, o el grupo de objetos como potes; y la visión, o el conocimiento en la forma de la actividad; así como la ausencia de todo esto en el sueño profundo, todos son el Ser, diferente del cuerpo. Por la autoluminosa luz del Ser, se establecen las opiniones respectivas. Sin embargo, nadie puede discutir sobre la existencia o no existencia de ese Ser, que es nuestra verdadera naturaleza. Solo puede discutirse lo que es incierto. No se pueden tener dudas o escepticismo con respecto al propio Ser. No hay posibilidad de discusión sobre la convicción basada en la propia experiencia de primera mano”.

Yājñavalkya continúa:

—Eso que es imperceptible por el habla y la mente, carente de cualidades, el perfecto, Brahman no dual, es la verdadera naturaleza del Ser Individual. ¡Oh Janaka! Tú eres esa luz perfecta, Brahman no dual, el Ser; no eres el cuerpo y otros objetos que constituyen un espectáculo ilusorio de maya.

El buscador, el rey Janaka, experimentó directamente el principio de Brahman por la gracia de los sabios conocedores como Yājñavalkya.

El buscador, por regla general, es indiferente al mundo y ha sido bendecido con la renuncia. Sin desapego y renuncia, la búsqueda no puede ser genuina. El rey Janaka era a la vez desapegado y un firme renunciante. Había desarrollado renuncia constante, firmemente convencido de la cualidad ilusoria del mundo.

El cāturmās es un período de cuatro meses (que normalmente es observado solo durante dos meses y medio) de una intensa sadhana durante la temporada del monzón. Una vez, el sabio Atri observó un cāturmās en la ciudad de Mithila del rey Janaka. El sabio vivía con sus discípulos en un jardín fuera de los límites de la ciudad. El rey Janaka le sirve con fe y generosidad. Era un verdadero devoto ardiente de deseo de saber. Por lo tanto, Atri Maharshi gustaba disertar sobre el Ser delante del rey. A veces, debido a su trabajo gobernando, Janaka llegaba cinco o diez minutos tarde. Atri Maharshi lo esperaba, y comenzaba después de la llegada del rey. Debido a esto, algunas personas comenzaron a tener dudas sobre Atri Maharshi. “¿Por qué el sabio, que es un conocedor del Ser y que tiene visión igualitaria, favorece al rey Janaka? El rey Janaka es opulento y rico. El sabio debe estar favoreciendo al rey para obtener algo de su riqueza. De lo contrario, el sabio habría comenzado a tiempo. Esta pérdida de tiempo de su parte demuestra sus apegos”. El sabio, omnisciente, presintió los sentimientos de la gente, que eran faltas ancladas en sus buenas cualidades. Para aclarar la situación, Maharshi un día exhibió su destreza en el yoga de una manera extraordinaria.

Era una ocasión propicia: lunes, día de luna nueva del mes de śrāvaṇa, un mes en el calendario lunar hindú. Ese día había más gente de lo habitual en el público. La disertación exponía las afirmaciones de las Upanishads como Sarvaṁ khalvidaṁ brahma, Ato ’nya-dārtaṁ, Ayamātmā brahma. El rey Janaka estaba escuchando con mucha fe y concentración. La disertación ya había pasado la mitad. Con sus poderes yóguicos, el Maharshi hizo que el público viera un fuego ilusorio haciendo estragos en una parte de la ciudad de Mithila. La gente pensó: “¡Oh Dios mío! Hay un voraz incendio en la zona norte de la ciudad, las casas se están prendiendo fuego”. Mirando el fuego, las personas que vivían en esa parte de la ciudad, de repente se levantaron y corrieron en esa dirección. En un rato, toda la ciudad estaba en llamas. La gente empezó a correr hacia la ciudad. Pero el discurso de Atri Maharaj no se detuvo. Hablaba de Brahman con más fervor. Algunas personas gesticulaban, y decían “¡Oh hombre! Por favor, deja de decir ‘Brahman, Brahman’”. El sabio todavía continuaba completamente concentrado, y el rey Janaka escuchaba la disertación igualmente concentrado. Aún después de escuchar a las personas que corrían asustadas, el rey Janaka hizo caso, y con la mente firme, era uno con el discurso. Ni miró a su alrededor. Una vez que las chozas de los ascetas también estuvieron en llamas, los ascetas renunciantes también se levantaron de la audiencia y corrieron hacia sus chozas. Uno de ellos dijo: “¡Oh! Mi valioso pote de agua está en la cabaña”. Otro dijo: “Mis libros están ahí”. Otro dijo: “Mi taparrabos está en la cabaña”. Se fueron a salvar estas cosas del incendio. Solo un puñado de cabezas de familia y uno o dos ascetas permanecieron en la audiencia. Cuando la gente llegó a sus respectivos lugares, vieron que no había fuego, la ciudad estaba intacta. Las cabañas estaban como antes. No había ninguna señal de fuego. Quedaron sorprendidos al darse cuenta de que habían visto el fuego como un espejismo. Volvieron a escuchar la charla. Atri Maharshi se dirigió a ellos: “Mírense a ustedes mismos y al rey Janaka. ¿Quién es un buscador real? Vieron a su única vivienda ardiendo, pero a pesar de que toda la ciudad estaba en llamas, él estaba tranquilo, sereno y escuchando la charla completamente absorbido en Brahman. Por lo tanto, favorezco al rey Janaka, sabiendo que él es un verdadero buscador”.

En las épicas aparece la siguiente descripción del Rey Janaka:

Tathāhi mithilā-nātho mumukṣu-rabhavat-purā,
āhedaṁ mithilā-dāhe na me kiñcana dahyate.
Kva mamatvaṁ mumukṣūṇām-anirvacana-vādināṁ.

“En los antiguos tiempos el rey Janaka, el soberano de Mithilā, estaba deseoso de liberación. El que desea la liberación es, obviamente, un buscador. Por un lado, el devoto quiere muchísimo liberarse de las miserables ataduras mundanas, y por el otro tiene un fuerte deseo de conocer a al dichoso y perfecto principio de Brahman no dual. Por lo tanto, el Rey Janaka, cuando escuchó del incendio, dijo: ‘Si la ciudad de Mithilā se incendia, nada mío va a quemarse. Yo soy el Ser interior, desapegado y sin preocupaciones. No tengo a nadie, y no pertenezco a nadie’. ¿Puede haber algún apego en los deseosos de liberación, que consideran el mundo como indescriptible e ilusorio, y que declaran no tener ningún apego a él? Por supuesto que no”. El milagro yóguico de Maharshi Atri eliminó las dudas de todos. Se inclinaron ante él y alabaron su firme devoción.

De esta manera, el rey Janaka fue liberado del ciclo de “yo y mío”, a través de la conciencia más firme de la naturaleza ilusoria del mundo. A pesar de que siempre estaba establecido en la naturaleza de Brahman, realizó su trabajo de cuidar sus súbditos competentemente.

En resumen: quien tiene fe firme en las escrituras y gurús, que entiende el principio de Brahman de acuerdo a sus instrucciones, y lo contempla constantemente, canta sus glorias, y repite el nombre del Ser Supremo con aguda inteligencia, es un buscador. No hace mal uso del intelecto dejándolo enredarse en las trampas de la discusión y el debate.

Después del buscador viene el arthārthi, el devoto que anhela el cumplimiento de las metas mundanas. Un devoto arthārthi (con deseos) es aquel que reza solo al Señor y no a otro por el cumplimiento de las metas mundanas. Dharmārtha-kāma-mokṣākhyān puruṣārthān caturvidhān bhagawata evārthayate nānyasmāditi, “El devoto desea el cumplimiento de las cuatro metas: dharma (rectitud), artha (riqueza), kama (deseos mundanos), moksha (liberación), solo del Señor y de nadie más”. Riqueza habitualmente significa dinero, abundancia, reino, disfrute, felicidad, paraíso y demás. El devoto que desea siente que el Señor es el árbol que cumple todos los deseos, la joya que cumple todos los deseos, y solo a través del Señor de todo, el gran maestro, todos los deseos sin duda se cumplirán. Por lo tanto, el devoto que desea se refugia en el Señor Omnipotente, y nadie más. Hay un dicho en Panjabi: Mange bhikhiā ika Bhagawānkolo, jeḍā devadā kabhī nā tang hove, “Pide solo del Señor. ¿Qué hay para pedir de la miserable, insensible, oprimida gente mundana?”. ¿Qué pueden dar a los demás, si ellos mismos son hambrientos mendigos? No es bueno pedir limosna a los mendigos. El devoto dice: “Solo pido al Señor, quien ha estado dando generosamente a todos y cada uno, desde Brahma el creador a todas las criaturas, desde tiempos inmemoriales, sin olvidar a nadie”. Junto con esta oración, el devoto también entiende que espiritualmente el Señor es el más alto objetivo, y que la riqueza y los otros objetivos mundanos no son objetivos verdaderos. Eventualmente estos objetivos traen el desastre, pero debido al obsesionamiento, los desastres innatos no son discernidos de primera. Sin embargo, considerándolos necesarios, en un primer momento quieren alcanzar estas cosas solo del Señor, sin mostrar la necesidad a nadie más. Esta es la nobleza del devoto. Por lo tanto en la Gita el Señor llama Udārāḥ sarva evaite (Gītā 7,18), “Todos los afligidos devotos son nobles, ni avaros, ni miserables”.

En el mundo estos devotos con deseos pueden encontrarse en gran número. Son vistos orando al Señor para el cumplimiento de algún deseo, con sumo respeto. “¡Oh Señor! Por favor, completa tal trabajo, yo no tengo la fuerza para hacerlo. Tú eres el ser interior de todos, así como el director del universo. Solo debido a Tu voluntad se llevan a cabo todas las acciones del mundo. Eres quien mueve los hilos en el universo. Por lo tanto, por favor, ayúdame a completar esta tarea en cuestión, dame fuerza e inteligencia. A través de Tu gracia y ayuda, todos mis obstáculos serán sorteados, y serán provistos todos los materiales necesarios”. Sānukūle Jagannāthe sānukūlaṁ jagat-trayaṁ, “Cuando el Señor del universo, Vishveshwara, es favorable, el universo entero, que baila a su ritmo, se vuelve favorable”. Manteniendo la confianza en un Dios así, el devoto abandona su ego y hace el trabajo necesario. No hacen mal uso de su confianza en el Señor siendo indolentes y apáticos, sino que con placer realiza el trabajo adecuado, cumple con su deber, nunca abandonando el coraje y la confianza en el Señor. Con devoción, el devoto siempre recuerda al Señor. Este devoto es el devoto arthārthi, que está deseoso de logros.

En el Bhagawat se dice:

Dharmārtha-kāma-mokṣākhyaṁ ya icche-cchreya ātmanaḥ,
ekameva harestatra kāraṇaṁ pāda-sevanaṁ (Bhāgawat 4,8,41).

“Cualquiera que quiera alcanzar las metas de la vida, la justicia, la riqueza, los deseos mundanos y la liberación, no tiene más que adorar a los auspiciosos pies de Shrihari, quien es su única causa. Él es el dador de todas estas metas”.

Entre estos devotos con deseos, cuatro fueron los más prominentes: Dhruva, Upamanyu, Sugrīva y Bibhiṣaṇa.

Uttānapāda era hijo del nacido de sí mismo Manu. Tenía dos reinas: Suniti y Suruchi. El rey Uttānapāda amaba mucho a su reina Suruchi, la más joven, y era indiferente a la reina Suniti, la mayor y madre de Dhruva. Una vez, jugando, el niño Dhruva se acercó a su padre, el rey, y quiso sentarse en su regazo. Pero el rey no lo subió a su regazo ni le mostró afecto alguno. En ese momento la joven reina Suruchi, que estaba sentada al lado del rey, dijo con orgullo y celosa de la otra esposa:

—¡Dhruva! Eres el hijo de aquella desafortunada reina. No eres mi hijo, por lo que no mereces el amor de Maharaj o el privilegio de sentarte en su regazo. Tampoco puedes ser coronado rey de este reino. Si deseas sentarte en el amoroso regazo de tu padre, o ser coronado como mi hijo Uttamkumar, entonces primero realiza austeridades, propicia al Señor Narayana y complácelo. Con su gracia, renace de nuevo de mí, y todos tus deseos podrán cumplirse.

Estas palabras de su madrastra perforaron el noble corazón de Dhruva como una flecha. Tenía la cara roja de ira. Llorando, buscó a su madre. La madre Suniti sentó al lloroso niño en su regazo. Lo calmó, y con gran amor le preguntó la razón de su llanto y rabia. Al oír los detalles del incidente, se perturbó mucho. Comenzó a llorar ella también, y dijo:

—¡Hijo mío! Todas las personas reciben honor o agresión, felicidad o tristeza, en función de su buena o mala fortuna. Tu madrastra correctamente dijo que solo a causa de tu desgracia naciste de esta desafortunada madre. Lo que dijo de propiciar al Señor es correcto. Debes seguir sus instrucciones. Si aspiras al reino y la riqueza, entonces sirve al compasivo Señor Narayana de ojos de loto con amor y atención indivisa. El Señor es el amo de todas las riquezas; con Su gracia se cumplirán todos sus deseos. Por lo tanto, refúgiate en el Señor, el Océano de Compasión.

Escuchando a su madre y con su permiso, Dhruva dejó el reino de su padre hacia el bosque. Cuando alguien, con confianza en el Señor, se vuelve hacia Él con todo su ser, el mismo Señor enlista todos los medios necesarios para la sadhana. Entre las necesidades para la sadhana, lo primero es un guru. El mismo guru llega a una persona verdaderamente digna sin ningún esfuerzo. Mientras Dhruva caminaba por el bosque, se encontró con el divino sabio Narada tocando su vina y cantando felizmente las alabanzas del Señor.

Narada vio al niño Dhruva y le dijo:

—¿Quién eres tú? ¿Adónde vas? ¿Con qué propósito?

Dhruva se presentó con gran humildad, diciendo que había ido al bosque para propiciar al Señor, complacerlo, y obtener las bendiciones deseadas.

—¡Joven Dhruva! —dijo Narada con amor—. Eres un niño, realmente no sabes cómo es el bosque. Está lleno de muchas cosas aterradoras. Tendrás grandes dificultades. En estas circunstancias, orar al Señor y complacerle no es simple, es extremadamente difícil. Grandes ascetas hacen penitencia por miles de años y no reciben una visión del Señor ni siquiera en un sueño. Por lo tanto, abandona tu petición tan difícil de cumplir. Tu padre, el rey Uttanapada, tiene gran admiración por mí. Le diré que le dé el trono. Ven conmigo de regreso a la ciudad.

De varias maneras, Naradji trató de asustar a Dhruva y le hizo tentadoras ofertas. Dhruva seguía firme en su decisión. Un poeta hindi ha descrito la santa inquebrantable voluntad de Dhruva:

Kahane lagā miṭa-jāūṅgā miṭa-jāūṅgā miṭa-jāūṅgā
jaba taka na pāūṅgā use vāpasa na gharako jāūṅgā,
haiṅ duḥkha jitane viśva ke unase na maiṅ ghabarāūṅgā,
hai lāja yaha usakī ki-jisake nāma par miṭa jāūṅgā.

“Él dijo: ‘Moriré, moriré, moriré;
hasta no haberlo logrado, no volveré a casa.
El mundo debe rendir cuentas de las aflicciones, no renunciaré,
su integridad está en riesgo, en cuyo nombre mi vida arriesgo’”.

Narada Baba estaba muy complacido de ver la firme confianza de Dhruva en el Señor y su voluntad inquebrantable. Poniendo sus dos manos sobre la cabeza de Dhruva, Narada lo bendijo para el éxito. Inició a Dhruva en el mantra de doce letras Om namo bhagawate vāsudevāya. Mostrándole el método correcto para propiciar al Señor, ordenó a Dhruva que fuera al bosque Madhu a orillas del río Yamuna.

El Señor existe, Él es un océano de compasión, y sin duda lo conocerás. Hasta que no tengamos este tipo de confianza, no podemos tener amor por la absorción en la adoración del Señor. Mahatma Tulasidas dice:

Binu viśvāsa bhagati nahiṅ, tehi binu dravahiṅ na rāma,
rāma kṛpā binu sapanehuṅ, jīva ki laha viśrāma (Rāma Carita Mānas Uttarkāṇḍ, estrofa 90).

“Sin confianza no hay devoción, sin devoción Rama no se accede a Rama. Sin la gracia de Rama, un alma no puede encontrar la paz ni siquiera en un sueño”.

Muchas cosas en el mundo son de tal manera, que uno no las obtiene sin importar cuánto las desee o qué tan duro uno lo intente. Pero sin duda, uno alcanza al Maestro de todo, al Señor, si uno lo anhela en su corazón, y si uno trata con sinceridad. No hay duda acerca de esto. Dhruva tenía gran fe en el Señor. Por lo tanto, él no tenía ninguna duda en cuanto a alcanzar al Señor. Llegó al bosque Madhu a orillas del río Yamuna. Bañándose en las aguas sagradas del río Yamuna y tomando su postura en soledad, comenzó a repetir incesantemente, con devoción, las doce letras del mantra dado por el guru Narada. Ofreciendo al Señor cualquier hoja, flor o fruto que consiguiera sin esfuerzo, los comía para sobrevivir. Guardó una difícil penitencia y permaneció absorto en la meditación en el Señor.

Cuando llegó a ser uno con el ser interior de todo, el objetivo de la meditación, el Señor montado en su vehículo, Garuda, llegó a Dhruva. Pero Dhruva estaba tan absorto en su meditación que no era consciente de nada más. Entonces el Señor se hizo invisible dentro del corazón de Dhruva, y Dhruva, al no encontrar la forma del Señor en su interior, se inquietó y abrió los ojos; entonces vio ante él a Shri Narayana, fuente de infinita belleza, dulzura, dicha y luz. La felicidad de Dhruva no tenía límites. Inclinando la cabeza, juntó las manos; estaba ansioso por alabar al Señor, pero que no supo qué decir. El Señor, compasivo, vio la sinceridad de Dhruva y tocó su mejilla con su concha, que contenía todo el conocimiento de las shrutis. De repente, la luz pura del conocimiento del Ser penetró su corazón. Inmediatamente se convirtió en un académico experto en todas las artes. Con gran amor y lleno de sentimiento, alabó al Señor. La alabanza de Dhruva descripta en el Bhagawat y otras epopeyas es bien conocida. Las siguientes dos estrofas describen la naturaleza real del Señor de manera muy precisa.

Yo ’ntaḥ praviśya mama vācamimāṁ prasuptāṁ,
sañjivayatya-khila-śakti-dharaḥ svadhāmnā,
anyāṁśca hasta-caraṇa-śravaṇatva-gādīn,
prāṇān namo bhagavate puruṣāya tubhyaṁ.
Ekastva-meva bhagavan-niádam-ātmaśaktyā,
māyā-khyayo-ruguṇayā maha-dādya śeṣaṁ,
sṛṣṭvā ’nuviśya puruṣa-stada-sadguṇeṣu,
nāneva dāruṣu vibhāva-suvad-vibhāsi (Bhāgawat 4,9,6-7).

“¡Todopoderoso Ser Universal, Shrihari! Has entrado en mi ser interior y con su llama del conocimiento, ha despertado mi locuacidad oculta, dando a mi lengua inerte el poder de pronunciar palabras con sentido. Además, has vuelto conscientes a mis sentidos, como las manos, los pies, las orejas y la piel. ¡Te ofrezco mis salutaciones, Ser Perfecto, Señor, Señor! Tú solo, con tu poder de maya, dotado de un número infinito de cualidades, has creado el mundo denso y los otros; entrando en todos los impermanentes órganos sensoriales como almas individuales, y apareciendo como diferentes energías, al igual que el fuego, entrando en todo tipo de madera, aparece diferente de acuerdo con la cualidad de cada madera”.

El Señor, complacido por la alabanza de Dhruva, le concedió muchos dones, y le dijo:

—¡Hijo! ¡Dhruva! Conozco tus deseos de corazón, aunque no hayas pedido para ellos. Por lo tanto, te concedo el imperio de la Tierra. Gobierna la Tierra durante mucho tiempo, disfruta de muchos placeres y riqueza inmensa. Después de salir de tu cuerpo, te daré una posición celestial que es imposible alcanzar para otros. Todos los planetas y las estrellas circunnavegan esa posición.

Después de haber concedido estos dones, el Señor Narayana desapareció.

Si una persona se ha refugiado en el Señor y contempla al Señor sin cesar con amor, recibe la gracia del Señor. Todas sus adversidades se vuelven circunstancias favorables. Si el Ser de todo, Narayana, es complacido por alguien, toda la gente también es complacida por esa persona, y lo honran y respetan. Los enemigos también se vuelven amigos. Después de la partida de Dhruva hacia el bosque, Maharaj Uttanapada se transformó totalmente. Sintió un gran remordimiento por insultar a Dhruva. También comenzó a respetar mucho a la madre de Dhruva. Se preocupaba día y noche por su querido hijo Dhruva. Cuando recibió la noticia del regreso de Dhruva, su alegría no tuvo límites. Con gran entusiasmo y fanfarria, salió de la ciudad para dar la bienvenida a Dhruva. Tan pronto como el rey lo vio, tomó a Dhruva con gran amor y lo sostuvo contra su corazón. Llevó a Dhruva al palacio real con una gran recepción de bienvenida.

Después de algunos días, el rey Uttanapada desarrolló desapego. Coronó a Dhruva como rey, y se fue al bosque a contemplar al Señor. Todas las bendiciones del Señor dieron fruto para Dhruva. Disfrutó del reino durante mucho tiempo y alcanzó la posición de la estrella polar.

Upamanyu, un devoto del Señor Shiva, era el hijo de Maharshi Vyāghrapāda. También es uno de los devotos con deseos. Un día Upamanyu pidió leche a su madre. Dado que no había leche en la casa, su madre mezcló un poco de harina de arroz con agua y se lo dio. Upamanyu había tomado leche una vez en casa de su tío, por lo que pudo reconocer inmediatamente la diferencia, y dijo a su madre:

—¡Esto no es leche!

La mujer del Maharshi no quería mentir. Le dijo:

—¡Hijo! Tienes razón. Esto no es leche. Nosotros, ascetas y habitantes de una cueva, somos pobres. ¿Cómo podemos conseguir leche de verdad aquí? El Señor Shri Shankara es nuestra deidad más venerada y es todo para nosotros. Si quieres beber tanta leche real como quieras, complace a Mahadev, el Señor de Kailas, quien es complacido rápidamente. Adóralo con gran amor. Cuando Él esté complacido, no solo te dará un poco de leche, sino un océano.

Al escuchar a su madre, Upamanyu le preguntó:

—¡Madre! ¿Quién es el Señor Mahadev? ¿Dónde vive?¿Cómo puedo encontrarlo? ¿Cómo puede ser complacido?

Brotaron lágrimas de los ojos de la amorosa madre al escuchar las inocentes preguntas del niño. Ella le explicó el principio de Shiva. Dijo:

—Hazte Su devoto. Ofrécele salutaciones solo a Él. Refúgiate en Él. Confía en Él. Llena tu mente con Él. Medita en Su forma divina. Hay una gran mantra en los vedas: Om namah shivaya. Repite este mantra incesantemente con concentración y confianza. Cuando hagas esto, el compasivo Señor Shiva sin duda cuidará de tu bienestar. Él cumplirá todos sus deseos.

Con estas instrucciones de su madre, el niño Upamanyu salió de su casa decidido a complacer al Señor Shiva. Todos los días en un bosque repetía continuamente el gran mantra Om namah shivaya. Comenzó a realizar duras austeridades y a adorar al Señor Mahadev con hojas y flores. Quedó absorto en meditación en el Señor Shiva. El Señor Shiva quedó rápidamente complacido con Upamanyu debido a su fe, devoción y culto. Para probar su sentimiento indiviso, el Señor Shiva apareció ante Upamanyu como Indra, el rey de los dioses, sentado en su vehículo, el elefante Airavat. Upamanyu, el hijo del sabio, vio a Indra, le ofreció sus salutaciones, y dijo:

—¡Rey de los Dioses! Al aparecer ante mí, me has dado tu gracia. Dime cómo puedo servirte.

Shiva, disfrazado de Indra, respondió:

—¡Oh asceta! Estoy muy complacido con tus austeridades. Te daré todo lo que pidas.

—¡Oh, rey de los dioses! Gracias, pero no quiero nada de ti —dijo Upamanyu —. Quiero ser un devoto firme y sirviente del Señor Shiva, el Señor del universo. Mientras Él no esté complacido y no me conceda su darshan, no voy a dejar de adorarle. Mi único deseo es que mi devoción indivisa sin menoscabo pueda continuar nacimiento tras nacimiento. Otorgándome su gracia, cualquier bendición que el Señor me conceda, la aceptaré con mucho gusto. Pero no voy a aceptar nada de nadie más.

Hablando así, Upamanyu continuó con su penitencia. El Señor Shiva, disfrazado de Indra, comenzó a criticarse a sí mismo y a alabar las virtudes de Indra, el rey de los dioses, abiertamente delante de Upamanyu. Upamanyu se angustió al escuchar las críticas sobre Shiva. Nunca se había enfadado en el pasado, pero ahora enrojeció de ira. Para matarlo, le lanzó a Indra el misil de cenizas, con el poder dado por el encantamiento de Aghorāstra. Como expiación por escuchar la crítica de Shiva, intentó reducir su cuerpo a cenizas ordenando Āgneyī dhāraṇā.

Después de haber comprobado el estado indivisible de la mente de Upamanyu, el Señor Shankara (Shiva) estuvo muy contento con él. Por orden del Señor, el Āgneyī dhāraṇā no tuvo efecto, y el vehículo de Shiva, Nandi, interceptó el encantamiento de Aghorāstra. El devoto Upamanyu se sorprendió al ver al elefante Airavat volverse Nandi, el brillante toro blanco de Shiva. En lugar de Indra, sentado en Nandi, Shankara, el Señor de Kailas, se manifestó en su forma divina acompañado por la diosa Uma, la madre del mundo. Estaba radiante como millones de soles rodeados por millones de frescos y nectáreos rayos de luna. Su deslumbrante y frío resplandor se extendió en todas las direcciones. Su divina tez blanca era blanca como el alcanfor. Su corona de pelo enmarañado estaba adornada por una media luna blanca. Su hermoso divino cuerpo estaba adornado con una guirnalda de lotos de oro y decorada con joyas. La belleza de la diosa Uma, la Madre del universo, también era indescriptible. Al ver al mundialmente venerado Señor Shiva acompañado por la diosa Uma, la alegría de Upamanyu no tuvo límites. Comenzó a orar al Señor con voz entrecortada. Esta alabanza a Shiva es famosa entre los devotos de Shiva. A continuación se citan unas estrofas de la alabanza:

¡Jaya śaṅkara! ¡Pārvatīpate! ¡Mṛḍa! ¡Śambho! ¡Śaśi-khaṇḍa-maṇḍana!
¡Madanāntaka! ¡Bhakta-vatsala! ¡Priyakailāsa! ¡Dayā-sudhāṁ-budhe!
Na vayaṁ tava carma-cakṣuṣā, padavī-mapyu-pavīkṣituṁ kṣamāḥ,
kṛpayā ’bhayadena cakṣuṣā sakaleneśa! vilokayāśu naḥ.

“¡Salve oh Shankara! ¡Oh Marido de Parvati! ¡O Mṛḍa! ¡Oh Dador de felicidad, Shambho! ¡Oh, el que está adornado con la luna creciente! ¡Destructor del enemigo Madana, el Señor del deseo! ¡Oh el que ama residir en el monte Kailas! ¡Oh el océano del néctar de la compasión! ¡Oh Señor! No somos capaces de contemplar su verdadera forma con nuestros ojos mundanos. Por lo tanto, ¡Oh Maestro! Por favor, míranos de inmediato con tu visión divina que nos asegura tu protección. Después de que nos veas con tus ojos llenos de compasión, seremos bendecidos de inmediato”.

Saviṣo ’pyamṛtāyate bhavān, śavamuṇḍā-bharaṇo ’pi pāvanaḥ,
bhava eva bhavāntakaḥ satāṁ, samadṛṣṭir-viṣame-kṣaṇo ’pi san.
Api śūladharo nirāmayo dṛḍha-vairāgya-rato ’pi rāgavān,
¡api bhaikṣya-caro maheśvara-ścaritaṁ chitramidaṁ hi te prabho!

“A pesar de que estás adornado con una serpiente venenosa, eres el santuario de la dicha; Tú otorgas el elixir de la dicha. A pesar de que llevas un collar de cráneos, Tú eres santo; purificas a tus devotos. A pesar de que has creado el mundo, destruyes las ilusiones del mundo de las personas buenas. A pesar de que tienes tres ojos, tiene la misma visión en todas partes. A pesar de que tiene un śula, es decir, tanto un tridente como un dolor punzante, estás perfectamente tranquilo. A pesar de que eres firme en el desapego, estás lleno de afecto. A pesar de que paseas de un lado a otro pidiendo limosna, has sido llamado gran maestro, Maheshwara. De esta manera, tu vida es enigmática con aspectos contradictorios. ¿Cómo puede algo lleno de veneno estar lleno de elixir? ¿Cómo puede ser santo quien usa cráneos impíos? ¿Cómo puede el creador del mundo destruirlo? ¿Cómo puede una persona con una cantidad impar de ojos tener la misma visión siempre? En el Señor, aparecen estas contradicciones mutuas. Esta es su admirable grandeza.

Vitaratyabhi-vāñcchitaṁ dṛśā pari-dṛṣṭaḥ kila kalpa-pādapaḥ,
hṛdaye smṛta eva dhīmate namate ’bhīṣṭa-phala-prado bhavān.
¡Śiva! ¡Sarvaga! ¡Śarva! ¡Śarmada! ¡Praṇato deva! Dayāṁ kuru va me,
¡Nama īśvara! ¡Nātha! ¡Dikpate! ¡Punareveśa! Namo namo ’stu te.
Śaraṇaṁ taruṇendu-śekharaḥ śaraṇaṁ me girirāja-kanyakā,
śaraṇaṁ punareva tavubhau śaraṇaṁ nānya-dupaimi daivataṁ.

“Así como un árbol que concede los deseos concede el deseo de un observador, cuando eres recordado en el corazón con amor, se cumple el deseo del inteligente y humilde devoto. Ver un árbol que concede los deseos no es tan fácil para todo el mundo, mientras que recordarte es muy fácil para cualquier persona. Por lo tanto, tu grandeza es superior a la de un árbol que concede los deseos. ¡Oh Shiva! ¡Oh omnipresente! ¡Sharva (Destructor)! ¡Oh Sharmada (Dador de felicidad)! ¡Oh Dios! Por favor, ten misericordia de mí, que se postro ante ti. ¡Oh Soberano! ¡Oh Señor! ¡Oh Protector de cada dirección! ¡Oh Isha! ¡Mis repetidas salutaciones a Ti! Me refugio en el Señor Shankara cuya frente está adornada con la joven luna creciente. Me refugio en la diosa Uma, hija de los Himalayas. Varias veces me entrego a ustedes dos, no me refugio en nadie más”.

Al escuchar la simple oración llena de amor del devoto Upamanyu, el Señor Shankara se puso muy contento. Dijo:

—¡Upamanyu, hijo mío! Estoy muy contento contigo. Te he probado duramente y encontré que eres mío firmemente y sin distracciones, un verdadero devoto. Dime qué quieres. Nada será guardado. Lo que quieras, te lo concederé.

Escuchando las palabras de amor del Señor Shankara, la alegría de Upamanyu no tenía límites. Lágrimas de alegría brotaban de sus ojos. Dijo con voz temblorosa:

—¡Oh Señor! ¿Qué más se puede lograr? En tu darshan todo está incluido. ¿Qué más podría querer? Pero si me quieres conceder algo, por favor, solo concédeme que mi devoción a tus pies puede permanecer siempre inconmovible y sin distracciones.

El Señor Shankara, cuya corona está adornada por la luna, dijo: “¡Que así sea!”, y le otorgó el don de la devoción. Tal como lo había deseado al principio de su sadhana, el Señor le dio para comer divina leche de arroz. La diosa Uma, con un inmenso amor, puso su mano sobre su cabeza y le dio firmeza en su posición, similar a la de su hijo Ṣaṇmukha Kārtikeya. Entonces dijo el Señor Shiva:

—¡Hijo! A partir de hoy te has vuelto sin edad, inmortal, divinamente dichoso, divinamente brillante, exitoso, y equipado con el conocimiento del Ser. Tu morada será a orillas del océano de leche: nunca tendrás escasez de leche.

Diciendo esto, el Señor desapareció. Fue el mismo Upamanyu, el hijo del sabio, quien dio al Señor Shrikrishna iniciación en el mantra shaivista de cinco sílabas Om namah shivaya. Esta historia del Mahābhārat es bien conocida.

Bibhishana era un devoto con deseo del Señor. Con su penitencia había propiciado al Señor Brahma, el Creador, y pidió la bendición de la devoción al Señor. Cuando Ravana secuestró a la diosa Sita, Bibhishana trató de hacerle entender que disfrutar de la mujer de otra persona destruye el éxito, el mérito y acorta la vida. Por este pecado solo se alcanza el infierno. Debido a esto, Ravana debía entregar la diosa Sita al Señor Rama con gran respeto. Pero egoísta, el malvado Ravana no hizo caso de este consejo.

Cuando Hanuman llegó a Lanka, en busca de Sita, se encontró con la casa de Bibhishana. En sus paredes, el auspicioso nombre del Señor estaba escrito en hermosas letras por todas partes. Hanuman se preguntó quién de los demonios era devoto del Señor. Encontró a Bibhishana y se presentó. Bibhishana se alegró de ver a Hanuman:

¡Aba mohi bhā bharosa hanumantā! Binu harikṛpā milahiṅ na santā (Rāma Carita Mānas Sundarkāṇḍ 6, 4).

“¡Oh Hanuman! Ahora estoy seguro de encontrar al maestro Rama, ya que sin la gracia del Señor Hari uno no encuentra santos. Solo por la gracia de Hari pude conocer a un santo como Tú”.

Bibhishana, con su naturaleza santa, trató de convencer a su hermano mayor Ravana, dándole los siguientes consejos:

Kāma krodha mada lobha saba, nātha! naraka ke pantha,
saba parihari raghuvīrahiṅ bhajahu, bhajahin jehi santa.
¡Dehu nātha! prabhu kahaṅ baidehī, bhajahu rāma saba bhāṅti sanehī,
tāhi vayaru taji nāiya māthā, pranatārati-bhaṅjana raghunāthā” (Rāma Carita Mānas Sundarkāṇḍ 38| 0, 38| 6, 5).

“¡Oh Señor de Lanka! El deseo, la ira, el orgullo y la codicia son los caminos al infierno. Abandónalos ya, y póstrate ante el Señor Rama, el rey de los raghus, quien es adorado incluso por grandes santos. ¡Oh rey de Lanka! Devuelve al Señor Rama a Sita, la hija de Videhi Janaka. Adora a Rama con camaradería. Renuncia a cualquier enemistad contra Shri Rama. Renuncia a tu ego, inclínate ante Él. El Señor de los raghus es el destructor de todos los obstáculos”.

Pero como era hora de su aniquilación total, el malvado Ravana no aceptó estos consejos beneficiosos. En la corte llena de gente, Ravana se enfureció con Bibhishana, le dio una patada y le ordenó que abandonara Lanka. Bibhishana viajó por el espacio hacia el Señor Shriram. Después de llegar allí, Bibhishana envió a Shriram su presentación y la súplica de su rendición. Cuando Sugriva planteó algunas dudas y trató de bloquear su entrega, el Maestro Shriram, protector de las personas que se refugian en él, dijo:

Sakṛdeva prapannāya tavāsmīti ca yācate,
abhayaṁ sarvabhūtebhyo dadāmyetad vrataṁ mama (Vālmikīya Rāmāyaṇa 6,18,33).

“Me comprometo a proteger a todas las criaturas de cualquier persona que se refugia en mí y dice una sola vez: ¡Mi señor! Soy todo tuyo.

Bajo las órdenes del Señor, Hanuman y Angada respetuosamente llevaron a Bibhishana ante el Maestro. Los ojos de Bibhishana se llenaron de lágrimas al contemplar al Señor de los raghus, adornado con una corona de rizos enmarañados, y la belleza de su forma, que era oscura como la hierba durva. Tocó el suelo ante Shriram y cayó a sus pies. Shriram se puso de pie de prisa, levantó a Bibhishana y lo abrazó. Al instante Shriram, el Señor de todo, conoció el deseo del corazón de Bibhishana y lo instaló como el gobernante de Lanka y del agua del océano. Comenzó a llamar a Bibhishana Lankesh, el Señor de Lanka. Ravana fue muerto en la guerra junto con sus demonios, y el Señor Shriram entregó el reino de Lanka a Bibhishana.

Sugriva, el rey de los monos, era compañero y un devoto con deseo del Señor Shriram. Su hermano mayor, Vali, le había robado su reino, mujer, riqueza y lo demás. Cuando Vali lo persiguió para quitarle también la vida, Sugriva huyó para salvarse. Con sus ministros, como Hanuman, comenzó a vivir en la montaña Ṛṣyamukha. Sugriva se enteró del éxito inmaculado del Señor Shriram y se enamoró de él. Anhelaba la llegada del Señor día y noche. El Ser interior de todos, Shriram, también llegó a la montaña Ṛṣyamukha en busca de Sugriva. Sugriva vio a Shriram y Lakshman llegar hacia él desde la distancia y les envió a Hanuman. Hanuman los llevó con honor a Sugriva. Sugriva y Shriram hicieron un pacto de amistad con el fuego como testigo. Sugriva contó su triste historia al Señor y expresó su deseo de volver a su reino. El Señor le mostró a Sugriva Su destreza y aseguró a Sugriva que iba a volver a su reino después de matar a Vali. Sugriva creyó que Shriram seguramente mataría a Vali. Shriram fue con Sugriva a ver a Vali. Los dos hermanos, Vali y Sugriva, se enfrentaron en una guerra feroz. Finalmente Shriram disparó una flecha que se separó en siete, le dio a Vali y lo mató. El Señor Shriram coronó a Sugriva, y príncipe al hijo de Vali. Entonces Sugriva organizó, a través de Hanuman, la búsqueda de Sitaji, y junto con Shriram atacaron Lanka respaldados por sus enormes tropas de monos. En la guerra, mostró su gran valor y asistió a Shriram en la destrucción de Ravana. Tras la conquista de Lanka, Sugriva fue con Shriram a Ayodhya. Shriram lo entretuvo durante unos días y luego lo despidió. En el momento de la despedida, Sugriva le pidió al Señor la siguiente bendición:

Tvatpāda-padmārpita-cittavṛttis
tvannāma-saṅgīta-kathāsu vāṇī,
tvadbhakta-sevā-niratau karau me,
tvadaṅga-saṅgaṁ labhatāṁ madaṅgaṁ.
Tvanmūrti-bhaktān svaguruṁ ca cakṣuḥ
paśyatva-jasraṁ sa śṛṇout karṇaḥ,
tvajjanma-karmāṇi ca pāda -yugmaṁ
vrajat-vajasraṁ tava mandirāṇi.

“¡Oh Señor! Que mi mente siempre more en Tus pies de loto. Que mi palabra siempre repita Tus purificadores nombres, que mis manos sirvan a Tus devotos, que mi cuerpo, con el propósito de tocar Tus pies, esté en contacto con Tu cuerpo, que es la morada de la divinidad, la belleza y la ternura. Que mis ojos siempre vean Tu forma indescriptible, exquisitamente hermosa y brillante, Tus devotos, y Tu gurú. Que sin cesar, mis oídos oigan hablar de los acontecimientos brillantes que ocurren en Tu vida, y mis pies siempre caminen en peregrinación a Tus purificantes templos”.

De esta manera, además de ganar el reino y riqueza, toda la vida de Sugriva, el devoto con deseos, se dedicó al servicio del Señor Rama y pensando en Rama.

El cuarto tipo de devotos es el que carece de deseos. Tienen conocimiento directo de la unidad omnipresente del Principio de Brahman, y al estar siempre inmersos en aquel conocimiento se llaman conocedores. No desean discernir ningún objeto, excepto el principio de Brahman, ni consideran ningún objeto como real. Por lo tanto, están libres de cualquier deseo. Cuando el Señor dice Jñānī ca me, que significa “El conocedor es mío”, el devoto sin deseos también debe ser incluido entre los conocedores. La razón es que un conocedor nunca está libre de devoción, y un amor verdadero y devoto nunca es ignorante. Por tanto, el Señor cuenta al conocedor como el tipo más alto de devoto.

El conocimiento es como la vista. Por consiguiente, la devoción sin conocimiento es ciega. La ceguera puede causar una caída en un pozo. Del mismo modo, el conocimiento sin devoción es seco, agobiante y débil. Así como un hombre discapacitado no puede ir a ninguna parte, el conocimiento sin devoción no puede llevarlo a uno por el camino de la realización. Por lo tanto, en todas nuestras escrituras, se ha enfatizado una relación mutua entre conocimiento y devoción. Con conocimiento, la pureza se establece en la devoción, y con devoción, se establece la unidad con el conocimiento. De esta manera, conocimiento y devoción se apoyan mutuamente. Por lo tanto, Mahatma Tulasidas dice:

Jñāna hi bhakti hi nahi kachu bhedā,
ubhaya hara hi bhava-sambhava-khedā.

“No hay ninguna diferencia entre conocimiento y devoción, los dos juntos eliminan para siempre el sufrimiento nacido de lo mundano”.

El significado grosero de conocimiento es conocer, y de devoción es tener en cuenta. Sin conocer no podemos tener en cuenta a nadie. Cuando conocemos, solo entonces comenzamos a tener en cuenta. Supongamos que en tu casa hay una diamante genuino. No conoces su verdadero valor. Por lo tanto, no lo cuidas. Está por ahí, descuidado en la casa. No le tienes el debido amor ni respeto. Por el contrario, sientes que es una piedra inútil. Un diamante recién extraído de la mina, antes de ser pulido, se ve sucio como una piedra común. Cuando un gemólogo viene a tu casa e inspecciona la roca, te informa sobre su verdadera naturaleza y lo cotiza en cuatrocientas mil rupias. Lo pule y saca a relucir su brillo. Entonces tienes un tremendo amor por él. Comienzas a tratarlo con gran respeto y honor. Para guardarlo, consigues una caja de oro, acolchada y con satén. Guardas la caja en un compartimiento secreto. Debido al amor por esta piedra, te sientes feliz, recordándola sin cesar mientras estás ocupándote de tus actividades mundanas. Abres la caja en varias ocasiones, mirando al diamante con ojos llenos de amor, contento y extasiado.

¿Cómo pudo suceder esto? Solo al entender su verdadera naturaleza. Sin el conocimiento no tenías amor por él ni lo recordabas continuamente. Este es un ejemplo para entender este punto. El diamante es el principio de la divinidad. Hasta que no lo entiendas claramente con la ayuda de las escrituras y el guru, no tendrás ninguna consideración por él. Cuando lo entiendes correctamente, desarrollas un gran amor por él. Sin amor firme, nadie se acuerda de ser consciente constantemente del principio. Sin recuerdo constante no se puede alcanzar el principio, que es el verdadero conocimiento. De esta manera, conocimiento y devoción, al establecer a la persona en el principio, le otorgan el estado de liberación de Brahman, que es la propia naturaleza. Por lo tanto, un conocedor es también un devoto.

Hubo muchos devotos conocedores, como Sanaka, Shuka, Prahlād, Narada, Prithu. Por lo tanto, el Señor dice en la Gita: Bahavo jñāna tapasā pūtā madbhāva-māgatāḥ” (Gītā 4,10), “Muchos humanos, purificados por las austeridades del conocimiento, ya han alcanzado mi estado”.

En el Bhagawat se dice:

Ātmārāmāśca munayo nirgranthā apyuru-krame,
kurvantya-haitukīṁ bhakti-mitthaṁ-bhūtaguṇo hariḥ (Bhāgawat 1,7,10).

“Esos grupos de sabios, que están inmersos en el Ser, cuyos deseos se han cumplido, que han sido totalmente liberados de las ataduras de maya, también mantienen una devoción sin deseos por el Señor en la forma del Ser. Ellos tienen la costumbre, que no dejan ni siquiera si lo intentan, de amar al Señor sin ninguna razón. Las cualidades auspiciosas y purificadoras del Señor son tan atractivas, que ni siquiera los conocedores pueden estar sin amar al Señor”.

Debe haber alguna justificación divina definitiva para clasificar a los devotos como “afligidos”, “inquisitivos”, “deseosos de lograr algo” y “conocedores”. Si pensamos en ello, estamos seguros de que entre los afligidos y los deseosos, el Señor ha insertado a los inquisitivos, ya los afligidos y los deseosos también están deseosos de conocer. Y los devotos inquisitivos también son afligidos y deseosos. La razón es que en los devotos inquisitivos y buscadores, son evidentes las cualidades de los afligidos y deseosos. Los buscadores están afligidos por las aflicciones mundanas, como el ciclo de nacimiento y muerte. Cansándose del mundo, después de haber visto nacimiento, muerte, vejez, sufrimiento y otros defectos, quieren saber más y se vuelven buscadores. Por lo tanto, desean alcanzar la verdad suprema, el Principio del Ser Supremo, y así son buscadores. Del mismo modo, los afligidos y deseosos, junto con sus deseos de ser libres de las aflicciones y deseos de lograr algunos objetos, respectivamente, también desean ser libres. Por lo tanto, en ambos tipos de devotos hay un deseo de conocer. A través del discernimiento y el pensamiento, consideran a todos los deseos mundanos como causa de los problemas, y se vuelven puros, deseosos de conocer, y luego también alcanzan el conocimiento. Por eso el Señor ha dispuesto los cuatro tipos de devotos en el orden citado, justificándolo. Por lo tanto el orden anterior es apropiado y no es permutable.

En el Bhagawat los cuatro tipos de devotos se describen en un orden diferente de la siguiente manera:

Akāmaḥ sarva-kāmo vā mokṣa-kāma udāradhīḥ,
tīvreṇa bhakti-yogena yajeta puruṣaṁ paraṁ (Bhāgawat 2,3,10).

“Si uno es sin deseos, lleno de deseos o deseoso de ser libre, es esencial que la persona inteligente recuerde al Ser Supremo, el Señor, con intensa devoción”. Aquí el sin deseos es el “conocedor”, el devoto con todos los deseos es el “afligido” y el “deseoso de logros”, y el devoto deseoso de libertad es el buscador.

Om tat sat.


[1] La dualidad del mundo puede ser negada solo cuando es sobreimpuesta. El Principio Supremo real nunca puede ser negado. Al igual que, debido a la ilusión, una cuerda aparece como una serpiente, por desconocimiento del sustrato, el mismo Brahman aparece como el universo entero sobreimpuesto. De esta manera, a través de la doctrina de la sobreimposición, se establecen la ilusión de la dualidad del mundo, y la realidad del sustrato restante, Brahman no dual. Sin aceptar la doctrina de Brahma satyam jagan-mithyā, “Brahman es real y el mundo es una ilusión”, nadie puede interpretar la declaración anterior del Bhagawat de alguna manera ante los estudiosos.
[2] Para la protección de los buenos y la destrucción de los impíos, el Señor Vishnu se manifestó como diez encarnaciones: el pez, la tortuga, el jabalí, el hombre-león, Bali, Parashurama, Rama, Krishna, Buda y Kalki.

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