¡Mayyāsakta-manāḥ pārtha!
Yogaṁ yuñjan madāśrayaḥ,
asaṁśayaṁ samagraṁ māṁ,
yathā jñāsyasi tacchṛṇu.
El Señor Shrikrishna, el Extremadamente
Compasivo que reside en todo, hace de Arjuna un instrumento y prescribe el
medio para lograr el autoconocimiento para beneficio de la humanidad. Él dice,
“¡Oh hijo de Prutha-Pārtha! Vuélvete mentalmente apegado a mí, continúa
practicando yoga, conecta conmigo, toma refugio en Mí. Haciendo esto te
liberarás de la duda, Me comprenderás plenamente. Escúchame con atención y
confía, y aprende a conocerme”.
En esta estrofa la Fuente de Dicha, el
Reverenciado Señor, informa a Arjuna sobre la meta y los medios para
alcanzarla. Sin medios o prácticas, uno no logra el objetivo. El objetivo es el
conocimiento pleno del Señor. Hay tres prácticas: la primera es apegar la mente
al Señor. La segunda es yoga, conectar con el Señor. La tercera es confiar solo
en el Señor, tomar refugio solo en Él.
Eka bharosā eka bala, eka āśa viśvāsa.
“Confianza en el uno es fuerza. Amor por
el uno es fe”.
La gente dice: “¿Cómo podemos apegarnos al
Señor? Nuestras mentes, eternamente, han estado apegadas a hermosas jóvenes
mujeres, placeres sensuales, dinero y riquezas, mansiones sofisticadas,
películas y otras tentaciones mundanas. Intentamos desapegar nuestras mentes de
ellos, pero nuestros intentos son inútiles. ¿Qué debemos hacer? Hasta que
nuestras mentes se liberen de ellos, hasta que estemos completamente libres de
nuestros apegos, es imposible estar apegados al Señor”.
Lo que la gente dice es cierto. Pero con
discernimiento, es posible liberar la mente del mundo y volverla hacia el Señor.
El discernimiento es una poderosa gran práctica. Es la raíz de toda práctica.
Discernimiento quiere decir examinar las buenas y malas cualidades, y examinar
por un momento lo que es real y no real. ¿Qué es este mundo? ¿Cuál es su
verdadera naturaleza? Discernir es comprender plenamente aquello a lo que
nuestra mente sin discernimiento ha estado siempre apegada. ¿Quién es el Señor
que reside en todo? ¿Cuál es su verdadera naturaleza? Discernir es comprender
esto a través de las escrituras y por medio de un sadguru. Por ejemplo, utilizamos el discernimiento para examinar
los objetos mundanos. Supongamos que hay una casa vieja, oscura, llena de
mosquitos y olor y a punto de derrumbarse. Y hay otra que es hermosa,
bellamente decorada, nueva y robusta, limpia, sin insectos ni olor y equipada
con todas las comodidades modernas. ¿Qué casa preferirían? ¿Por cuál se
sentirían atraídos? Sus mentes son capaces de decidir cuál casa es buena y cuál
no. Amarán la casa buena y desearán vivir en ella.
También, cuando van de compras, solo
compran artículos de buena calidad, nunca malos. Utilizan su discernimiento
para elegir buenos artículos. De manera similar, por un lado tienen lo mejor de
todas las cosas, la Fuente de Dicha, la Realidad Suprema, el Señor, mientras
que por el otro tienen lo peor de todas las cosas, la fuente de la aflicción,
el mundo temporario y perecedero. En alguna parte de la Gītā, el Señor dice a Arjuna:
Anitya-masukhaṁ lokamimaṁ prāpya bhajasva māṁ (9,33).
“¡Oh Arjuna! Este universo, hecho de nombres
y formas, es una proyección de la ignorancia, una falsedad. Es perecedero y sin
felicidad. Incluso aunque algunas veces parezca que la felicidad viene de los
objetos sensorios de la audición, tacto, vista, sabor y olor, esa felicidad no
es duradera. Todos estos objetos sensorios causan aburrimiento, dolor y miedo.
Por lo tanto decide no apegarte al mundo, ya que no hay felicidad eterna en
estos placeres sensorios. Por lo tanto adórame, el único Señor, Eterno,
Indestructible, la Fuente de pura dicha, el más amado y el alma de todo.
Vuélvete apegado a Mí”.
Asukha significa avidya-mānaṁ sukhaṁ yatra
saḥ taṁ, “el lugar donde la felicidad no existe”. A pesar de que el agua no
existe en un desierto, el venado engañado ve agua. Quieren saciar su sed con el
agua inexistente, luego corre tras el espejismo y se frustra. No consigue
ningún agua. ¿Cómo puede obtener agua si no existe? De la misma manera, no hay
felicidad en el mundo de nombres y formas, pero la gente engañada cree ver
felicidad en los objetos sensorios. Trabajan y luchan día y noche durante todas
sus vidas para conseguir estos objetos. Pero no consiguen felicidad. Solamente
aquello que existe puede ser conseguido. Pero si algo no existe, ¿cómo puede
ser adquirido, aunque aparente existir? La concha de una ostra puede brillar
como la plata, pero ¿cómo puede uno obtener plata donde no existe? Es por esto
que la Chāndogya Upaniṣad dice nālpe sukhamasti, “en un mundo limitado
y perecedero no hay felicidad”, y bhūmaiva
sukhaṁ (7/23/1), “Bhūma, el omnipresente y todopoderoso Señor, es la
felicidad misma”. Con este tipo de discernimiento correcto, cuando uno examina
la propia ilusa determinación de obtener felicidad de los objetos limitados, el
apego por estos objetos decrece lentamente. El percibir belleza en objetos
mundanos como el cuerpo debe ser abandonado. Solo causa apego. Consideran el
cuerpo de una mujer como hermoso y atractivo, pero ¿qué es realmente? Deben
analizar el asunto. Solo una fina capa de piel recubre un relleno hediondo. Si
la piel es cortada, la belleza se desvanece. Cuando vemos carne y huesos en un
matadero, nos asquea, cerramos los ojos y cubrimos nuestras narices; cosas
similares yacen debajo de la fina piel de una mujer. Pensar en un cuerpo como
una bolsa de huesos, carne, sangre, bilis, flema y desperdicios, nos convence
de que el Señor hace los cuerpos con esto, y no con oro y plata, espejos y
piedra, para que cuando veamos en qué consisten realmente abandonemos nuestra
atracción por los cuerpos. Pero, ay, de la ignorancia surge la ilusión, y crea
confusión. La medicina diseñada para curar la enfermedad, en vez de curarla la
agrava. Pero con la práctica del discernimiento uno puede vencer a la ilusión
más insuperable. Un poeta dice, raṅga
lāgata lāgata lāgata hai, bhrama bhāgata bhāgata bhāgata hai, “Al hacerse
más vívido el color del discernimiento, la ilusión se desvanece”.
El Viṣṇu
Purāṇa dice:
Svadehāśuci-gandhena na virajyet yaḥ pumān,
virāga-kāraṇaṁ tasya kimanya-dupadiśyate.
El cuerpo se vuelve un guru y nos guía.
Tiene que haber alguien que nos guíe. En este mundo hay muchos consejeros, pero
hay muy pocos discípulos aceptando consejos. Este cuerpo cambia constantemente.
Nunca permanece siendo el mismo. El cuerpo de un niño se vuelve joven. Un
cuerpo joven envejece. Un cuerpo viejo muere; y un muñeco hecho de tierra
vuelve a la tierra. Un cuerpo sano a veces se enferma; un cuerpo fuerte y
atractivo se vuelve feo y débil. ¿Quién puede escapar de este aprieto? ¿Lo hizo
tu padre? Su padre tampoco escapó de ello. ¿Cómo podrás escapar tú? Es por esto
que debemos abandonar el apego a los cuerpos.
El más grande Avadhūt Dattātreya tuvo
veinticuatro gurus. Él consideraba este cuerpo también como un guru. Él dice:
Deho gurur-mama virakti-viveka-hetuḥ,
bibhrat sma sattva-nidhanaṁ satatār-tyudarkaṁ,
tattvā-nyanena vimṛśāmi yathā tathāpi,
pārakya-mityavasito vicarāmya-saṅgaḥ (Bhāgawat
11,9,25).
“Este cuerpo también es mi maestro. Lo he
observado atentamente, y ha causado que desarrolle discernimiento y desapego.
La creación y destrucción son sus naturalezas. Dice, ‘he nacido, así que debo
morir. Lo que está unido debe terminar separado’. Esta es la lección que
enseña el cuerpo. Además, el resultado es una interminable sucesión de
sufrimientos de diversos tipos. Aún, el cuerpo está a mi servicio, ya que
debido al cuerpo contemplo el Principio. De todas formas, estoy seguro de que
el cuerpo no es mío, es alimento para perros y chacales. Por lo tanto, he
abandonado su ego y apego, y habiéndome desapegado de él me maravillo en
éxtasis”.
En algún otro lado se menciona,
Yadantarasya dehasya, bahisyācchet-tadeva hi,
daṇḍa-grahāḥ vārayeyuḥ, śunaḥ kākāṅśca mānavāḥ.
“Si el asqueroso relleno que está dentro
del cuerpo estuviera afuera, desaparecería toda la belleza y la atracción, y
todos tendrían que llevar un palo porque los perros y los cuervos los atacarían
(como a una carnicería abierta y sin vigilancia); sería difícil mantenerlos a
raya”.
Es por esto que se dice,
Idaṁ śarīraṁ kṛmi-jāla-sañkulaṁ,
svabhāva durgandha-maśauca-madhruvaṁ,
rujāyutaṁ mūtra-purīṣa-bhājanaṁ
ramanti mūḍhā na ramanti paṇḍitāḥ.
“Este cuerpo ha sido atacado por
incontables microorganismos, su naturaleza es maloliente. No puede ser
purificado en realidad. Solo puede ser lavado superficialmente con agua. Es
temporario. En algún momento perece. Es la morada de enfermedades. Es llamado
‘el templo de la enfermedad’. Es un recipiente de orina y heces. La gente
ignorante y sin discernimiento encuentra placer en él. Tienen ego y apego por
el cuerpo. Se enamoran de él. Los sabios con discernimiento no se deleitan en
él. Analizando al vidente real, el sujeto, y lo visto, el objeto, ellos
abandonan al ego y el apego por el cuerpo. No están interesados en un ídolo
perecedero y asqueroso”.
También el dinero es causa de mala suerte.
Para ganarlo, algunos cometen pecados de varios tipos. Cuando uno lo tiene,
aumentan el ansia y la preocupación. Una vez gastado y terminado, causa
aflicción. Por eso Acharya Shankara Swami ha dicho artha-manarthaṁ bhāvaya nityaṁ, nāsti tataḥ sukhaleśaḥ satyaṁ, “No
consideren al dinero como una causa de alegría, sino como una causa de pena y
mala fortuna. Considérenlo sin valor. No pueden obtener ni una pizca de
verdadera felicidad de él”.
Todas las cosas de este mundo están en
cambio constante. Hoy son una cosa, mañana son otra. Lo que hoy nos deleita
como un néctar, mañana se vuelve veneno. Ninguna condición permanece igual. El
surgimiento y la desaparición de sentimientos contradictorios forma al mundo.
Algunas veces hay felicidad, otras hay pena. Es por esto que se dice Sarve bhāvāḥ kṣaṇa-pariṇāminaḥ, ṛte
citiśakteḥ, “Excepto por el poder de la conciencia, todo en este mundo
cambia a cada momento”. La intoxicación de la juventud dura solo unos días. En
medio del disfrute de la juventud, de repente llega la vejez. En la vejez uno
recuerda todas las cosas hechas en la juventud, y uno se siente abatido al
verse reflejado en la estupidez. Un viejo me dijo una vez:
—Maharaj, cuando era joven solía trotar
como un caballo. Mis dientes eran buenos. Digería todo lo que comía. Ahora soy
viejo. No puedo caminar. Todos mis dientes se han caído. Ya no puedo comer. No
puedo digerir. Mi cuerpo está cubierto de arrugas y mi piel está floja. Oh,
¡qué vejez!
Contemplando sus pérdidas, sentía pena y
dolor. Le dije:
—Abandona el apego a tu cuerpo. Adora al
Señor.
Me dijo con desaprobación:
—Maharaj, mi mente quiere volverse joven.
—De acuerdo; entonces, ve a través de
muerte, nacimiento y pena repetidamente. Si tu mente no te escucha, ¿entonces
qué puede ocurrir?
Así, las personas sin discernimiento e
ignorantes experimentan todo tipo de aflicciones. Solo las personas con
discernimiento y razonables se liberan a sí mismas de estas aflicciones y
experimentan paz y felicidad. Sin utilizar el discernimiento, el apego a las
cosas mundanas no puede ser removido. Es cierto que moha gaye binu rāmapada, hoya na dṛḍha-anurāga, “Sin deshacerse de
las obsesiones, uno no adquiere amor profundo por Dios”.
Supongamos que en una casa de dos pisos
hay una cañería de agua con dos grifos, uno en cada piso. Mientras el grifo de
la planta baja esté abierto, el agua no subirá al segundo piso. Subirá al
segundo piso solo si el grifo de la planta baja está cerrado. La persona en el
piso de arriba grita, “Ey, abajo, cierren el grifo, dejen que el agua suba al
piso superior”. La mente es como una cañería por la que el agua fluye hacia el
mundo desde tiempos inmemoriales. Los pensamientos pueden volverse elevados,
hacia Dios, solo cuando su flujo descendente hacia el mundo es detenido. Solo
el discernimiento es capaz de detener este flujo. Por el poder del
discernimiento, la mente puede soltar el apego y los pensamientos del mundo, y
volverse apegados a Dios. Nuestra mente constantemente piensa sobre lo que sea
a lo que estemos apegados. Por lo tanto. determinen que en realidad este mundo
sin valor es falso, feo y vacío de felicidad; solo el Ser de todo, el supremo
Señor es cierto, hermoso y lleno de felicidad. De esta manera, con firme
resolución, la mente se apegará a si misma a Dios de una vez y para siempre.
Apegar la propia mente a Dios es el primer medio para lograr conocimiento del
Señor.
Tulasidas dice:
Tulasīdāsa harikī karuṇā binu, vimala viveka na hoī,
binu viveka saṁsāra ghora-nidhi, pāra na pāve koī.
“¡Tulsidas! Sin la gracia de Hari,
no pueden suceder la pureza y el discernimiento. Sin discernimiento, nadie
puede cruzar el traicionero océano de la mundanalidad”.
La segunda práctica para adquirir
conocimiento es mayi yogaṁ yuñjan,
tener una conexión con el Señor a través del karma yoga, el yoga de la acción.
Cualquier cosa que sea, pertenece a Dios, nada es mío, yo no soy de nadie, solo
de Dios. Dios es mío.
Tenemos que determinar en nosotros mismos,
Merā mujhame kucha nahīṅ, jo kucha hai so terā,
Terā tujhako soumpate, kyā lāgata hai merā.
“Nada en mí es mío, cualquier cosa que
sea, es Tuya. Una vez que todo lo tuyo es dado a Ti, ¿qué puede afectarme?”.
Así es como debemos sentirnos siempre.
Este mundo es el jardín de Dios. Él es el dueño, mientras que por Su mandato
estoy aquí para trabajar como jardinero. Soy un trabajador, un jardinero, no un
dueño. Si intentan volverse los dueños, serán infelices. Si se vuelven un
jardinero experimentarán felicidad, sonreirán siempre. La única conclusión de
todas las escrituras y de todas las doctrinas es que Dios, cualquiera sea el
nombre que quieran usar para Él, es el Maestro del mundo entero, es el
Gobernante y Señor. Todas las actividades del mundo ocurren de acuerdo con sus
deseos, nada ocurre de acuerdo con los deseos de las personas. Es por esto que
una persona con discernimiento es complacida con los deseos de Dios, más que
atormentada por deseos. Por lo tanto un devoto le dice al Señor:
Tumharī icchā hota hai, jaba priya-tama dinarāta,
merī icchā karanakī, rahī kaunasī bāta.
Tumharī icchāmeṅ prabho` hai merā kalyāṇa,
merī icchā mata karo, maiṅ mūrakha nādāna.
“Mi querido, cuando es Tu voluntad la que
se cumple día y noche,
¿cómo puedo albergar aún un leve deseo?
En Tu voluntad, ¡oh Señor!, está mi
beneficio.
No cumplas mi deseo, soy un imbécil
ignorante”.
Es por esto que, abandonando la actitud de
“yo” y “mío”, debemos seguir haciendo nuestras tareas tal como es necesario,
para complacer a la única fuente de felicidad, Dios. Este es el karma yoga sin
deseos de la Gītā. Nadie puede
abandonar el trabajo por completo. Pero, a través del discernimiento, podemos
abandonar el ego de la autoría y el apego por los resultados. Esto es el brahma-karma-samādhi de la Gītā. Brahma-karma-samādhi es trabajar para Brahman, pensar en todos como
Brahman, estar siempre y en todos lados en la Dicha de Brahman.
Para experimentar samadhi no necesitan abandonar el mundo. ¿Hay algún lugar en el que
el mundo no exista? Hasta la mente está llena del mundo. Adonde quiera que
corras, tu mente te acompañará. La mente es el origen de todo problema. Todos,
hasta un asceta, tienen que quedarse en el mundo hasta cierto punto. Incluso
Arjuna quiso abandonar su deber y huir hacia los Himalayas. El Señor le
impartió el conocimiento correcto. Luego Arjuna comprendió que si cumplía con
su deber diestramente, experimentaría la dicha del samadhi. No podemos cambiar
el mundo. Pero a través del discernimiento y el desapego podemos cambiar
nuestras mentes. Quien ha cambiado su propia mente, ha cambiado el mundo
entero. Ūpānadgūḍha-pādasya nanu carmā-vṛtaiva
bhūḥ, “No podemos eliminar las espinas de la tierra, pero cuando utilizamos
calzado bien confeccionados, la tierra se vuelve libre de espinas para
nosotros”. Se dice que no podemos cubrir la tierra con cuero, pero podemos
cubrir nuestros pies con cuero. Cuando lo hacemos, las espinas no pueden
picarnos incluso si caminamos sobre ellas.
Yogaḥ karmasu kauśalaṁ (2:50), “Trabajar diestramente es llamado yoga”,
este es el mensaje de la Gītā.
Tenemos que trabajar, pero al trabajar, debemos desarrollar habilidades para
que el trabajo se vuelva una causa de liberación, no de esclavitud. Nuestras
acciones pueden ser una causa de liberación solamente cuando son realizadas en
nombre del Dios, sintiendo que es Dios y no uno quien las está llevando a cabo
y haciendo que sean hechas. El sentimiento más puro es la falta de ego con
respecto a la autoría. ¿Si no soy el hacedor, por qué habría de desear
cualquier fruto? Dios solamente es la esencia de todos los frutos, Él es el
único que deseo. Para complacerlo, estoy llevando a cabo mis deberes de acuerdo
con su voluntad. Yo soy una máquina, Él es el conductor. El conductor controla
el automóvil, puede conducirlo de la manera que quiera. El automóvil no tiene
voluntad por sí mismo. Llévame donde Tú quieras: yo estoy bien aquí y estoy
bien allá. En silencio, intoxicado con dicha, alegre y satisfecho, debemos
llevar a cabo nuestros deberes, manteniendo en mente que Dios es la única meta
de todas nuestras acciones. Esto es lo que quiere decir trabajar para Dios.
Hay un episodio que involucra a Jājali, un
asceta, y a un verdulero, que es bastante apropiado. Jājali era un sabio.
Abandonando sus deberes, Jājali había ido a la costa para practicar
austeridades sufriendo físicamente. Pasó muchos años haciendo estas austeridades.
Los pájaros habían hecho un nido en su cabello enmarañado, luego dejaron
huevos. De los huevos nacieron polluelos, que crecieron y volaron lejos. Pero
Jājali, absorto en su penitencia, era inconsciente de todo esto. En él no había
devoción a Dios, ni entendimiento de lo que estaba haciendo. Debido a su
penitencia, varios milagros comenzaron a ocurrir. Comenzó a bendecir a alguna
gente cuando estaba complacido, y a maldecir a otros cuando estaba irritado.
Sus maldiciones y bendiciones hacían efecto de inmediato. La gente empezó a
considerarlo un gran santo. El egotismo, las bendiciones, maldiciones y la ira
destruyeron sus austeridades.
Un día, Jājali estaba sentado debajo de un
árbol. Por casualidad, cayó en su cabeza la excreción de un pájaro. Se enojó
mucho. Miró al pájaro con los ojos llenos de ira, y lo carbonizó. Estaba
complacido. Practicando austeridades, uno debería librarse de faltas como el
ego o la ira, pero debido a su ignorancia sus faltas solo se volvieron más
prominentes. Sin embargo, debido a su buena fortuna, escuchó a un oráculo:
—¡Oh, Jājali! Tus austeridades son
insignificantes, llenas de ignorancia, y están siendo destruidas por la ira,
etc. Hay un verdulero en Kashi cuyas austeridades son superiores; tiene el
conocimiento para hacer prominentes las virtudes como la humildad y el amor, y
puede destruir faltas como el ego y la ira. Ve a él, hazlo tu maestro y acepta
su instrucción. Abandona el inútil egotismo y la ira.
Escuchando al oráculo, Jājali fue a Kashi.
Encontró la casa del verdulero. El mercader lo vio a la distancia, y como si
conociera a Jājali, lo saludó:
—¡Oh, sabio Jājali! Entra, te saludo. Te
doy la bienvenida.
Con estas dulces palabras, se levantó y
honró a Jājali con gran placer. Le ofreció un buen asiento, y le narró la historia
de vida de Jājali al mismo Jājali. Jājali se preguntó, “¿Cómo es que sabe todo
sobre mí? Viviendo en su casa, cuidando su negocio, se ha vuelto omnisciente,
mientras que yo, viviendo en el bosque, haciendo austeridades, no sé nada”. El
ego de Jājali se desplomó. Humildemente le dijo al verdulero:
—¿Qué austeridades has hecho, quedándote
en tu casa, que te han vuelto omnisciente?
El verdulero replicó amorosamente:
— ¡Mi Señor! Llevo a cabo mis actividades
en nombre de Dios. Estoy contento en la voluntad de Dios; Dios es el maestro de
todo. Como su obediente jardinero solamente, sigo trabajando en su jardín. Es
por esto que mantengo mi mente en deleite y contentamiento, en medio de las
dualidades mundanas de bien y mal. Solamente Dios es la meta de todas mis
actividades. Por lo tanto, todas mis acciones son meritorias. En todas las
formas, solo Dios reside como el testigo. Sabiendo esto, le deseo el bien a
todo. No le deseo el mal a nadie. Nada malo le ocurre a aquel que no le desea
mal a nadie, ni dice ni hace malas acciones. Así, desearle el bienestar a todos
es mi voto religioso para toda la vida, y también cuidar su bienestar como si
fuera el mío propio. He pasado tiempo en la compañía de buenos y virtuosos
devotos del Señor, grandes seres liberados. Escuché sus instrucciones. Veo al
Señor como benevolencia en el mundo entero. Pero nunca abandono mis deberes.
Adoro a mis ancianos padres con devoción, como lo hago a Dios. Buenas acciones,
buenos pensamientos, contentamiento y paz forman mi vida. Esas son mis
austeridades. En consecuencia, el Señor que reside en todo está complacido
conmigo.
El verdulero apuntó a una jaula y dijo:
—¡Mi Señor! Estos son los pájaros que
crecieron en tu cabello enmarañado mientras estabas en la costa. Por la gracia
de Dios, incluso estos pájaros han recibido el conocimiento supremo mientras se
quedaron conmigo. Ellos también quieren decirte algo. Por favor, escucha.
El mercader acercó la jaula a Jājali. Los
alegres pájaros le instruyeron:
Vane ’pi doṣāḥ prabhavanti rāgiṇāṁ,
gṛhe ’’pi pañcendriya-nigrahastapaḥ,
akutsite karmaṇi yaḥ pravartate,
nivṛttarāgasya gṛhaṁ tapovanaṁ.
“Incluso en el bosque, gente obsesionada e
ignorante desarrolla faltas como ego e ira. Pero las austeridades de uno que,
incluso viviendo en su casa, se libera de la obsesión de los placeres sensorios
a través del discernimiento y el desapego, quien controla los cinco sentidos, y
que no les deja volverse hacia los prohibidos divertimentos mundanos; estas
austeridades son las más valiosas. Las acciones de la persona que trabaja para
complacer a Dios son estimadas y sagradas. De esta manera, la casa de quien
tiene desapego se vuelve una arboleda sagrada para penitencia”.
Escuchando a los pájaros y al mercader,
los ojos del sabio Jājali se abrieron. Abandonó su penitencia ignorante, y
comenzó a realizar penitencias con conocimiento y devoción, llevando a cabo sus
propios deberes. Śankarācārya ha dicho,
Svavarṇāśrama-dharmeṇa, tapasā haritoṣaṇāt,
sādhanaṁ prabhavet puṅsāṁ, vairāgyādi-catuṣṭayaṁ.
“Penitencia es llevar a cabo los deberes
ordenados por la propia posición de uno en la vida. El Señor es complacido con
esta penitencia. Por la gracia del Señor, un ser humano consigue la sadhana cuádruple: búsqueda de la
verdad, desapego, etc.”.
El Señor dijo a Arjuna, mayi yogaṁ yuṅjan, “Haz una conexión
conmigo”. Esta es la segunda práctica para obtener conocimiento fundamental.
Madāśrayaḥ, “Refugiarte en Mí” es la tercera práctica. Tomar refugio en Dios, ser
siempre devoto de Dios. Confiar en Dios es estar siempre contento. Tomar
refugio en Dios es una gran práctica.
En la Śvetāśvatara
Upaniṣad dice: Mumukṣurvai
śaraṇa-mahaṁ prapadye (6.18), “Desear la liberación es rendirse a Mí”. Este
es el mensaje de los Vedas. Por lo tanto, vuélvanse un mumukshu, alguien deseoso de liberación. El deseo de volverse libre
de las aflicciones mundanas, miedos y cautiverio es el deseo de liberación. Sin
el deseo de liberación, nadie se vuelve idóneo para rendirse ante Dios.
Entonces, sientan que con el deseo de liberación están rindiéndose ante Dios.
Rendirse ante Dios significa sentarse en el regazo de Dios. Tal como un niño se
sienta en éxtasis en el regazo de su padre, sin temores ni preocupaciones de
ningún tipo, el devoto que se ha rendido ante Dios siempre está en éxtasis, no
teme ninguna condición mundana adversa, y vive libre de cuidados. Con fuerza y
entusiasmo, disfruta continuamente el néctar del Nombre Divino. Por eso,
Yauvanaṁ dhanamāyuṣyaṁ padminījalabinduvat,
atīva capalaṁ jñātvā, acyutamekaṁ samāśrayet.
“La juventud, la riqueza y la vida se
escurren rápidamente como gotas de agua de una hoja de loto. Sabiendo esto,
toma refugio solamente en el Señor imperecedero”.
Mīra era una devota que tomó refugio
solamente en Dios. Su vida consistía en mantener un éxtasis constante en
pensamientos sobre Dios. Su convicción era “solo existe Giridhar Gopal, y nadie
más para mí”. Por esto, no se preocupaba por ninguna circunstancia mundana
adversa. Estaba intoxicada de amor divino, diciendo:
Kyā karegī duniyā pāgala, hoṇī hoya so hoī,
jo marajī nandalāl kī, bāta banegī soī.
“¿Qué puede hacer el tonto mundo? Lo que
ha de suceder, sucederá.
Lo que sea la voluntad de Nandalala, solo
eso siempre sucede”.
El rey de Mevad, habiendo escuchado tantas
historias que la criticaban, estaba celoso de Mīra. Había escuchado Sādhu-saṅga baiṭha baiṭha lokalāja khoī,
“Sentada en la compañía de los santos, perdió toda su modestia”. Para él, el
comportamiento de Mīra era impropio de una reina. Como Mīra, perdida en el
éxtasis del Señor, no escuchaba sus prohibiciones, el rey se enojó mucho e
intentó matarla. Le envió una copa de agua envenenada, y un mensaje que decía
que esa agua era “Caraṇāmṛta (agua
sagrada de Sus pies) de Dios de Vṛndāvan”. El corazón de Mīra era muy sincero.
Nunca consideraba a nadie como su enemigo. Escuchando la palabra Caraṇāmṛta, la
abrumó el amor.
Viṣako pyālo bhejiyo, mīrājī ke hātha,
kara caraṇāmṛta pī gaī, lekara harikā nāma.
“Le envió una copa de veneno a Mīraji.
Ella lo bebió como caraṇāmṛtam cantando el nombre del Señor”.
El nombre del Señor, tomado por un corazón
puro y sincero, puede convertir al veneno en néctar. Hay un gran poder en el
nombre del Señor, pero el corazón debe ser fuerte. Sin fuerza de corazón, el
poder del nombre permanece oculto, y no es revelado. Tomando refugio solamente
el Dios, creyendo en Él con fuerza, amándolo con firmeza, tomando cada aliento
en conmemoración de Su nombre, llenando la mente con el sentimiento de Dios en
todas partes, dentro y fuera; todo esto otorga fuerza de corazón. Con este tipo
de fuerza de corazón, Mīra tomó el nombre del Señor, y bebió el veneno en el
nombre del caraṇāmṛta. Es la verdad
establecida en las escrituras, yadṛśī
bhāvanā yasya, siddhir-bhavati tādṛśī, “Tal como es la convicción, es el
logro”.
Luego, el rey metió una serpiente negra
venenosa en una canasta y la envió con el mensaje: “Este śāligrām (una roca negra que representa al Señor) del río Nārāyaṇī
ha sido enviado para tu adoración”. Mīra estaba feliz de recibir la canasta.
Tenía confianza plena. Hay un gran poder en la confianza. Cuando la canasta fue
abierta, la serpiente negra se volvió un śāligrām negro. Estos son milagros que
se originan en tomar refugio en Dios. En ellos no hay indecisiones o
cuestionamientos del tipo “¿sucederá esto o no?” ¿Qué es lo que Dios
todopoderoso no pueda hacer por sus devotos? Él hace posible hasta lo
imposible.
Así, el Señor otorga su gracia a una
persona que está apegada a Dios, que dedica todas sus acciones a Dios y que
toma refugio en Dios. Por la gracia de Dios, los devotos sin dudas tienen el
conocimiento completo de Dios.
Es muy difícil tener conocimiento completo
y seguro de Dios. Incluso los grandes pundits
no son definitivos en sus entendimientos de las escrituras. Había un gran
erudito de Vedanta en Kāshi que enseñaba con gran amor. Un día comenzó
diciendo, “Brahma satyaṁ jagan mithyā, jīvo
brahmaiva nāparaḥ, ‘Dios es la única verdad, el mundo es una ilusión, y un individuo no es otro
que Dios’. Yo declaro esto, pero no estoy seguro de su significado. Es por esto que
hay dudas en mi mente. ¿Es realmente así? No entiendo”. Cuando incluso un
científico erudito tiene dudas, ¿cómo puede vencerlas una persona común? Por lo
tanto, dice en la Kaṭhopaniṣad:
Nāyamātmā pravacanena labhyo, na medhayā na bahunā śrutena,
Yamevaiṣa vṛṇute tena labhyaḥ, tasyaiṣa ātmā vivṛṇte tanuguṁ svāṁ. (K. 1:2:23).
“Este ser interno, la Realidad Suprema, no
puede ser alcanzado estudiando o enseñando los Vedas y escrituras. No puede ser
alcanzado por firme determinación intelectual, o por escuchar muchas
disertaciones. Pero aquel cuya mente es consumida por pensamientos de la
Realidad, puede lograr la Realidad, incluso si no es un científico ni un
erudito”.
Śankarācārya ha dicho en el Viveka Cūḍāmaṇi, La joya suprema del discernimiento:
Vāgvaikharī, śabda-jharī, śāstra-vyākhyāna-kauśalaṁ,
vaiduṣyaṁ viduṣāṁ tadvat, bhuktaye na tu muktaye.
“Una voz agradable, el fluir de palabras
encantadoras, la elocuencia al hablar sobre las escrituras; tal ‘sabiduría’ en
los eruditos vacíos no es para la liberación, es meramente para el disfrute
sensorial o para hacer dinero como otros mercaderes. Para la liberación se
requieren prácticas; con un mero espectáculo de palabras, no puede lograrse la
liberación”.
El fruto de la gracia de Dios es el
conocimiento de la Realidad. Debido a la estupidez, la gente piensa que los
frutos de la gracia de Dios son beneficios mundanos tales como una esposa,
hijos y riqueza. Pero estos son los frutos de los méritos del pasado, no de la
gracia de Dios.
El mismo Señor dice en la Gītā (10.10-11):
Teṣāṁ satata-yuktānāṁ bhajatāṁ prītipūrvakaṁ,
dadāmi buddhi-yogaṁ taṁ, yena māmupayānti te.
teṣāmevā-nukaṁpārtha-mahama-jñānajaṁ tamaḥ,
nāśayāmyātma-bhāvastho jñāna-dīpena bhāsvatā.
“A aquellos devotos que piensas
continuamente en Mí, y Me sirven con amor, les otorgo el yoga del conocimiento,
por medio del cual Me alcanzan. Para otorgarles la gracia, resido entre ellos,
en sus corazones. Me vuelvo uno con ellos como la luz del conocimiento de la
Realidad, y destruyo la oscuridad del falso conocimiento”.
Por lo tanto el Señor, estando complacido
con las abundantes prácticas de Arjuna, comenzó a instruirle en el conocimiento
de la Realidad como una manifestación de su gracia.
Muchas gracias por la traducción. Saludos desde Mexico. Mery Hamra
ResponderEliminarEstamos estudiando este texto por segunda vez, en 2018, con una comprensión más profunda. Gracias por la traducción. Walden/México.
ResponderEliminarPrabhu fede gracias por la traduccion de este texto invaluable...
ResponderEliminar